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desafectos

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Archivos de etiqueta: Adiós

Adiós dulzura

18 Sábado Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 9 comentarios

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Adiós, dulzura, Fiebre, herida, Maldita dulzura, Mapas, Música, partida, reproches, Ruptura, silencio

Aquella dulzura perdida,

palabras ausentes,

miradas esquivas,

dolores reflejados en tu frente,

dulces reproches,

fiebre y herida.

 

Silencios enfermos

quitan la vida,

ruptura declarada

por civilizaciones amigas.

Dulcemente nos amamos,

dulce odio encadenamos,

maldigo aquellos días.

 

Trago amargo

perdida la dulzura,

tiempo perdido

por  manos sin usura.

No habrá recuerdo,

no hay forma de retenerlo

si no me miras.

Gira tu cara y deja la bebida,

grita y lanza lejos la dulzura,

será más fácil la partida.

 

 

 

 

.     *Vetusta Morla maldice la dulzura, y nos sirve para poner música al poema en el que el protagonista necesita deshacerse de esa dulzura, a la que también podría maldecir, para poder facilitar la ruptura.

“Maldita dulzura“

.     **NA: Publicado originalmente el 21 de Agosto de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad

 

Todo termina con un adiós

17 Viernes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 18 comentarios

Etiquetas

Adiós, El último día, Fácil, Maldita Nerea, Música, Ruptura

Todo termina con un adiós, antes toca recoger las cosas, esas cosas que formaron parte de una vida, que formaron parte de dos y que ahora quedan huérfanas, esas que llevan huellas de dos y que ahora se les difuminan una de ellas, esas que ya no son tuyas y mías si no mías o tuyas. Todo termina con un adiós, antes toca hacer la maleta y meter lo propio sin coger lo del otro, toca el silencio, el rostro serio, el abandono. Todo termina con un adiós, antes toca asir los sentimientos y esconderlos dentro, muy dentro, borrar de golpe los recuerdos inmediatos y los de hace tiempo, sobre todo los de un tiempo lejano cuando éramos uno y más que dos, son los difíciles de encajar en nuestro equipaje, no caben todos es mejor soltar anclajes, soltar lastres que nos ayuden a navegar en la tormenta de emociones que debemos soportar. Todo termina con un adiós, antes nos tragamos los reproches, nos ahogamos, atajamos las lágrimas que no queremos salgan a pasear por nuestras mejillas, antes unimos nuestros cachitos de alma que desparramada por la casa quedaron, y con todo ello buscamos una mirada que dejé de observar el suelo, buscamos como decir ya no te quiero, y nos duele decir estás palabras que nunca creímos decir, pero hoy es lo único que nos une antes de decir adiós, todo lo demás lo hemos olvidado, las lagrimas no nos van ayudar y nosotros que tanto nos quisimos y tanto nos dijimos hoy no nos sabemos decirnos ni adiós y aunque no podamos contestar que nos pasó, lo seguro es que lo veremos distinto, algo raro y extraño darlo todo por perdido, sabemos que nos separamos para no vernos en años y quizás alguna vez vuelva nuestro compromiso y tu mirada llegue a mí, pero lo único seguro es que hoy nos decimos Adiós.

 

 

.     *Hay muchos adioses entre parejas, unos con afecto, otros con odio, con reproches, con preguntas o simples adioses sin más, unos deshaciendo en individual lo que fue plural, y otros preguntando que fue mal, hoy Maldita Nerea con su música nos ayuda a entender algunos de ellos y quizás también el adiós del texto.

.                   “Adiós”                                       “El último día”

 

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Enero de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

Dejando ayer

16 Jueves Ene 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 40 comentarios

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Adiós, ayer, Despedida, Fue eléctrico, grito, Ira, La habitación roja, Música, Odio, Ruptura, silencio, tristeza

Antes de que llegue el odio,

te digo adiós.

Antes de que llegue el insulto,

te digo, busca algo mejor.

Antes de que la ira haga aparición,

te digo, suspendamos la relación.

Antes de que la tristeza nos ahogue,

te digo, nademos a por bollas de salvación.

Antes de que todo sea silencio,

te digo, lo siento.

Antes de que gritemos, esto no es ayer,

te digo, mañana hay amanecer.

Antes de dejarte de querer,

te digo, lo hago por mi bien,

lo hago por tu bien.

 

 

 

.     * Como en la canción de La habitación roja, al sentir que ya no hay chispa compartida nos encontramos con la necesidad de abandonar la relación antes de que lo bueno habido se vuelva tóxico.

“Ayer“

La habitación roja - fue electrico

.     ** Publicado originalmente 12 de Junio de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Gotas con sal

03 Martes Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Adiós, Fito Páez, Lágrimas, Marlango, Música, No sé si es Baires o Madrid, Pétalo de sal, Ruptura

En el mismo bar, en el mismo lugar,

donde hubo besos afrutados,

tus labios se hacen pétalos salados.

Me miras,

te miro,

pero ya no nos miramos igual,

me miras distante, alejada,

con una mirada ajada

por el deseo de huir.

Te miro triste

por el deseo que me impediste,

veo borrosas tus pupilas que dicen en la distancia ya no,

mis ojos miopes, tan lejanos

no ven ya los tuyos brillar,

los míos sí que lo hacen, gotas con sal.

 

 

 

.     *No es tan trágico como dice la canción de Fito Paez acompañado de Marlango, pero sin dramatismo sí que es cierto que con los años todo aquello se nos vuelve pétalos de sal…

“Pétalo de sal“

fito-paez-no-se-si-es-baires-o-madrid

.     ** Publicado originalmente 23 de Abril de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Roto por lo nuevo

02 Sábado Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, Estrenar, La olla exprés, Los seis días, Lunes, Música, nuevo, Ruptura, usado

Lo nuevo, lo diferente, lo por estrenar, quizás fuese eso, sólo quizás. Luego vinieron los papeles, las firmas. Antes, las caras serias, las frías miradas, las mandíbulas apretadas, los silenciosos reproches, la soledad buscada, la huida de la presencia del otro. Llegaron las actas y las despedidas, los adioses gastados, los ya usados, y los que nos habíamos guardado y que nunca pensábamos estrenar con quién está a nuestro lado.

Rezaba el dicho; -Quién bien te quiere te hará llorar -. Nunca pensó que fuese cierto, ni necesario sobre todo, como tampoco creía lo de que para avanzar y seguir y mejorar y hacerse más fuerte había que caerse, eran estupideces, eran frases hechas. Ahora pensaba más que nunca que el dicho debería enunciarse de otra manera; – Quién te deja de querer te hará llorar-, esa sí que se ajusta más a la realidad, esa se ajusta perfectamente a su realidad; -¡El muy hijo de puta!-.

 

 

.     *Lo nuevo y la ilusión por estrenar o el cansancio de lo ya usado y conocido nos llevan a decir que lo nuestro fue un error, como en la canción de Los seis días.

“La olla exprés“

lunes los seis dedos.     ** Publicado originalmente 9 de Septiembre de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Frío tras el calor del invierno

31 Jueves Oct 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, amigos, Amistad, amor, Amor entre amigos, ¿Quién?, calor, desamor, Despedida, Efecto Mariposa, Frío, Música, Ruptura, Vivo en vivo

Quiero respetar tu decisión, y quisiera seguir como si nada, como si todo fluyese como antes, pero me cuesta pensar que haya que apartar todo el afecto, quiero decir el beso de recibimiento o el de despedida o el abrazo por una alegría de uno o del otro. Pareciera que para estar tranquila quisieras borrarme de tu círculo más próximo, ya me has dicho que ya no, y así lo asumo, pero la siguiente propuesta de indiferencia, de apartar hasta el olvido, no la comprendo bien. No hablo de beso o abrazo a escondidas, una felicitación no necesita de las sombras para darse. Me hablas de; -“para no tentar nada”. Lo respetaré también. Y como lo has decidido y lo quieres, ya no intentaré volver a convencerte de ir un fin de semana juntos fuera de la ciudad a un hotel, ni nada tentador por el estilo, ni siquiera a tomar un café alejados de los amigos comunes que no hemos querido que vean que nuestras soledades las acompañamos de vez en cuando, por no decir que bastante a menudo. El grupo no intuye que el frío nos ha llevado a buscarnos y darnos algo de calor, que he apagado mis tristezas en tus aguas, y tú te has curado alguna de las heridas de tu ruptura que siguen sin cicatrizar del todo aun habiendo pasado mucho tiempo. Quiero asumirlo con naturalidad aunque no comprendo ésta decisión y me surgen fantasmas de que ésta determinación no es sólo por lo que me cuentas y temo que ha surgido alguien que hace que ya no me sientas necesario y que pone una distancia que ya nunca se reducirá entre los dos. Sí, claro que los celos copan mi mente y mi cuerpo. Siento que fui utilizado, y aunque nos fuimos dejando llevar y nunca hablamos de poner ciertos sentimientos en ello no pude evitarlo y caí en ese hechizo de enamoramiento que creía que estaba bajo control, que lo nuestro era amistad y acompañarnos con algo de sexo, que se fue transformando en bastante sexo, pero me doy cuenta que no era así, que no lo tenía todo controlado como yo creía al oír tus palabras de ruptura; qué tontería por mi parte decir ruptura cuando claramente según tú nunca hubo esa adhesión firme que deba desligarse con descalabro, para denominarlo así; tu visión es más de una leve ligazón y un fácil despegarnos con suave dejadez, un dejar de estar juntos sin trauma, con un simple alejamiento que no produce dolor, sólo un recuerdo grato, como me has repetido varias veces.

Pasó que sin darme cuenta me había acostumbrado a ti, que mi vida sin percibirlo estaba girando ya sólo sobre la tuya, éramos una pareja sin ser una pareja, dos solteros que siempre van juntos, y juntos acaban en la cama sin que nadie lo sepa y sin que nadie lo sospeche, -para ellos somos tan diferentes-, en eso sí que conseguimos absoluta discreción, y reconozco que me costaba reprimir la tentación de cogerte la mano, al ir andando junto al resto del grupo, y a veces no podía evitar dejarme llevar por el impulso y acariciarla, inventando subterfugios para ponerme a tu lado y con el revés de mi mano rozar la tuya con un leve toque de mis dedos. Quiero creer que tú también te estabas prendando de mí y que prefieres no seguir, aunque este pensamiento también me cuesta entenderlo si fuese así, ¿qué tengo de malo?, ¿que puede tener de malo un futuro conmigo? Me gustaría pensar que tu problema radica en la duda o indecisión o incluso en el miedo, pensando que lo que va bien así se estropeará si avanzamos en ello y más si lo oficializamos para los otros y para nosotros. Ya no seríamos esos amigos que se comprenden tan bien, ya quizás no perdonaríamos actitudes y posturas que siendo amigos, aun muy íntimos, se pasan por alto pero que siendo pareja no. Pero son ganas de engañarme, para tomar un poco de aire, porque lo que pasa es que cuando me faltas me muero, y lo sé desde hace semanas, cuando en la soledad de mi casa no hacía otra cosa que estar contigo en pensamiento, lo sé ahora que ya me faltas pese a que todavía estas cerca de mí. Ya no puedo mirarte como un amigo, ya no puedo ser tu amigo, y menos si quieres evitar el beso o el abrazo o el mínimo afecto en público. Aunque sé que no te gusta que te diga esto, que te enfadas cuando te repito que después de ti no hay nada, -antes tampoco lo hubo-,  y que siendo una frase hecha la siento muy profunda, y me costará tiempo desterrarla para que sí que haya algo tras tu paso, tras tu huella. Ir vaciándome de ti es lo primero, si no nunca habrá posibilidad para que alguien ocupe y llene lo que ahora rebosa. Sé que si te veo no lo podré superar, y por eso estoy aquí, frente a ti conteniendo la rabia e intentando evitar una escena de melodrama, eso sí, no habrá lágrimas por mi parte, eso va a ser fácil, ya he derramado todas las guardadas para ti antes de venir. No volveremos a vernos, incluso pondré verdadera distancia entre los dos yéndome de la ciudad, ésta es la última vez que me verás. No más mi imagen ni mis palabras ni mis peticiones de reconsideración ni mis posibles futuros reproches que he procurado guardarme bien adentro para no lanzártelos con odio, no quiero odiar, pero después de todo esto, sólo me queda decirte adiós.

 

 

 

.     *Quién vendrá, que no parezca sobrar, sí no hay hueco después de lo compartido, si todo está tan a rebosar que parece que no hay sitio para nada ni para nadie, como nos cantan Efecto Mariposa.

“¿Quién?“

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal.     ** Publicado originalmente 3 de Diciembre de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Peinado alrededor de mi universo

21 Sábado Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, adoquín, bordillo, calle, luces, Música, Midiendo el tiempo con canciones, noche, peinado, reflejos, Ruidoblanco, Ruptura, rutina, semáforos, Tu héroe romántico, Universo, Verano

Me dices que no me fijé en tu nuevo peinado, que no me fijo en ti. Pero quedarme en el pelo, mirarlo es mirar al satélite en vez de al planeta. Tu rostro es un imán para mis ojos, no aparto la mirada de tus labios y tus pupilas, y tú quieres que viaje y me quede alrededor cuando lo interesante está en el centro de ese universo que eres. No me crees cuando te digo estas palabras, dices que soy zalamero, que no las siento, y yo me sorprendo. Pusilánime me muestro y me muevo cuando la duda se cierne sobre nosotros, sobre tus ofensivas palabras, que me echan en cara que no percibo los cambios de tus vestidos. No te das cuenta que eres más que ropas y atuendos, pelos teñidos o cortes de flequillo, moños altos o moños  italianos, rizos alisados o ensortijados. No te veo, eso me dices, crees que eres transparente para mí, sin entender que lo que miro está dentro de ti. Dices que no soy tu héroe romántico, ése que antes era, que te mimaba y hacía especial. Y sigo sorprendiéndome, soy tan naif que esto no me lo esperaba, tan inocente que no lo vi venir, y estas palabras que me dices al terminar se me clavan sin saber cómo debo actuar. Tengo cara de idiota seguro. Todos los bares están cerrando y eso mismo siento que está pasando en mi vida, que una puerta se entorna y me está dejando al otro lado. Y tú, sonríes cínica como si fuera un pacto entre los dos cerrar la puerta y decir adiós. Me quedo parado, mirando al frente, mirando la calle adoquinada, mojada por el agua del camión de riego. Brillos en el suelo, refrescante humedad para el caluroso verano. Tú has andado un par de metros y, girándote, me miras con extrañeza, como si te pareciera raro que no asuma lo que a mi cara me has espetado, en esta noche de estío tardío, de calores que comienzan a dejar de serlo, de calor que ahora no siento, me he quedado helado, al entender lo que me estabas contando. Ahora sí que realmente no te veo, eres translúcida bajo mi mirada perdida. Pero has dejado de ser etérea para mí, aunque no te vea ahora igual que antes me pasaba, la diferencia es que ya tampoco te veo por dentro, te has difuminado de pronto. No te veo pero te siento como un plomo que cayó encima y me aplasta. Necesito sentarme para aguantar este peso, y lo hago en el bordillo, quiero pensar, pero no consigo centrarme y fijar algún razonamiento. Proyecto imágenes en mi cabeza, recientes, muy recientes, oigo de nuevo tus palabras, tus argumentos de que no es como antes, o así lo sientes y me lo dices como forma de exculpación por el acto de abandono y fin que insinúas y solicitas que pactemos. Estoy algo atónito, preferiría que me hubieses dicho que ya no me querías, y no argüir que ya no te miraba con el amor y deseo de antes, que no te sentías el centro que pensabas, que era yo el que cesó de amarte, y me dejaba llevar por la rutina que ves en mi retina. Me miras, y dices que es tarde, que no haga un drama y que sigamos adelante, que la noche ha terminado y que debemos volver a nuestros hogares.  Comienzas a dar unos primeros pasos, y de medio lado me dices vamos y me tiendes la mano, y yo sigo sin verte, solo percibo la luz de los semáforos, y te das la vuelta y avanzas por la calle y guardas las manos en los bolsillos y yo quedo varado en ese bordillo, como colilla tirada, los ojos muy abiertos y con la boca de pasmo, incrédulo, tocando fondo. Y ahora sí veo que estás alejándote, te veo cada vez más lejos. Perdiéndote entre la bruma de luces rojas, ámbares y verdes.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos deja su canción en la que el héroe romántico ha caído, como en nuestro relato, y aunque lo ve, no lo asume y quisiera volver a serlo.

“Tu héroe romántico“

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Noviembre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

Palabras que hieren

19 Jueves Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, celos, dolor, escritos, Fiesta, La bien querida, letras, libertad, Música, nausea, Odio, palabras, rabia, Ruptura, seductor, Sentido común, vocablos

Fui yo quién desencadenó el odio o el odio me vino a buscar, ya es mañana qué más da.

Ayer sentiste celos por mí, las palabras leídas te hieren como cuchillos que se clavan en ti. ¿Fui yo el responsable de que me quieras matar o eres tú que no sabes aguantar? Qué más da si no me vas a escuchar.

Que lo escrito duela, si no va para ti, es un problema que no hubo ni habrá. Las palabras, aunque escritas no las lleva el viento, vuelan para los demás, cada uno las acoge como las quiera sentir, si odias que sean para los demás, que anheles que sean solo para ti, no lo puedo remediar. Desencadenan un odio visceral y me golpea cuando me lo echas encima como basura sideral.

No poder escribir, medir comentarios como un desliz que no debiera cometer ni suceder sería coartar la inspiración y eso es cercenar la necesidad de expresar y cabalgar por mundos etéreos, y deseo inconcluso jamás a cumplir. Palabras punzantes, vocablos dentados que se te meten adentro y te corroen y muerden y mastican las vísceras vulnerables a lo externo, y te encoges y retuerces con gran dolor, y la rabia y las lágrimas afloran. La miel en el texto se convierte en hiel para tus labios lectores, y saboreas lo rancio en que se ha convertido el verbo cuando lo sientes arrebatado a ti, cuando el destino no lo sientes como tuyo. Acre sabor discurre por tu paladar y desciende por tu garganta. Y las letras unidas adquieren olores nauseabundos y te hacen torcer el gesto, provocando arcadas y deseas echar afuera ese asco que te rodea, ese aborrecimiento. La cólera se apodera de tu mente enferma por tanta furia provocada al deglutir expresiones que se tornan pestilentes al pensarlas para otros.

Seductor de damiselas y musas y conquistas ficticias y diatribas con encantamiento, son tus argumentos del dolor insuflado por lo redactado. Las acusaciones vertidas y derramadas, recelos obtenidos por un sentido común que dejó de serlo, que ya está dominado por el ánimo detraído por lo visto e imaginado dolientemente. El sueño perdido te hace inestable, moliendo cada verso, delirante en busca de un sentido inescrutable que haga saber si hay detrás de él un destinatario que usurpe tu feudo autoproclamado.

El sentido común lo perdiste cuando te engañaste con la idea que lo escrito era traición e infidelidad, que lo negro sobre fondo blanco era una cuchillada en tu piel, una marca tras otra que te hace recordar a cada momento que no eres la destinataria de aquellos grafismos y caracteres que unidos dicen tanto y tan poco a la vez. Quieres poner coto a los símbolos lingüísticos para que no digan lo que dicen, para que no signifiquen lo que otros pueden interpretar y llevar a error y crear expectativas que solo tú ves posibles. Y no quieres leer más, no quieres compartir, no quieres ver sentimientos ajenos a ti que solo tú ves, y solo divisas palabras que pueden lastimarte aun siendo suaves y delicadas, convirtiéndolas en ásperas y bruscas por tu tamiz, y las sientes como agresión en vez de caricia.

Te preguntas quién eres para mí, y dices que preferirías no haberte fijado en mí. Como me quieres no es sano y te estás mintiendo. Aunque te explico que lo tuyo y lo nuestro es otras cosa, no son palabras son hechos, son actos, son castillos cimentados en algo más fuerte que unos vocablos, son lazos invisibles, y no lo quieres ver, y me espetas que ya no es como ayer, que me diluyo en lo escrito que ya no son para ti todos mis pensamientos, que ahora se evaden en busca de otros oídos que acepten lisonjas que dices que ya no te digo.

Y ya es mañana y cierras la puerta mientras esto te digo y no sé si volverás.

 

 

.     *Al protagonista del texto al igual que al de la canción de La bien querida le expresan las dudas que genera su forma de ser, de estar y de compartir…

“Sentido común“

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Octubre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Corta falda con vuelo (2ª parte)

07 Miércoles Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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19 días y 500 noches, abandono, Adiós, Asiento, Ópera, Cercanías, coito, comida, culo, estación, excitación, falda, falda con vuelo, falda corta, felación, ferrocarril, Frío, grupo, lascivo, masturbación, Música, melena, metro, minfalda, muslo, piel, Ramal Norte, Sabina, sexo, suavidad, Tren, visión, voyeur

El Ramal es un trayecto que une la que fuera Estación del Norte de ferrocarril con la estación de Ópera, – ahora esa estación de tren es con otro nombre intercambiador de transportes, de “Cercanías” y líneas de metro que por allí transitan y confluyen -. Es un recorrido de una única estación, en la que el mismo conductor hace una y otra vez el mismo trayecto, cambiando una y otra vez de cabina para dirigir el mismo convoy de una estación a otra, recorriendo el andén en un paseo cadencioso, sosegado y calmoso de la cabecera a la cola, que se convierte en cabecera para la vuelta a la estación anterior, que fue origen y ahora se convierte en destino de un viaje que por aquel entonces tenía una duración de un minuto y medio, aunque duraba normalmente más puesto que se paraba dentro del túnel un lapso de tiempo, que nunca entendí a que era debido. Ese trecho desde la estación de Ópera, fue realizado muchas veces por mí en una época en la que una amiga que vivía a las afuera, se acercaba y marchaba de la ciudad en “Cercanías”. Era ese el lugar, esa estación la elegida para encontrarse conmigo y para marcharse de mi lado, despedirse de mí tras estar juntos. Yo iba a buscarla por la mañana o a media tarde y a despedirla cuando el día se había agotado.

Nos gustaba ese sitio. Al inicio de nuestras citas el edificio central estuvo cerrado, hasta que hicieron obras y lo convirtieron en centro comercial, por tanto, vimos y fuimos testigos de cómo cambiaba la fisonomía del lugar. Esa estructura de vigas de acero típicas de las estaciones de finales del siglo XIX nos parecía bellísima, era el marco ideal para nuestro amor, como las parejas de las películas en blanco y negro que se decían adiós en las estaciones, un toque romántico para nuestra relación.

Estar allí, cuando llegaba su tren era fantástico, intentar descubrirla por alguna de las ventanillas al pasar el tren antes de pararse por completo, y si no lo había conseguido, buscar por qué vagón saldría, y cuando daba con ella, verla bajar las escaleras, elegante y bella. Y ese beso de recibimiento y encuentro, aromatizado con su perfume que tanto me gustaba, y ahora casi puedo percibir, recuerdo esa blusa blanca, muy blanca, que le sentaba tan bien y le hacía aparecer tan radiante, con su larga melena rizada.

El vagón, o mejor dicho, los dos vagones que componían el convoy del Ramal Norte, la mayoría de las veces iban con poca gente, no demasiados viajeros tenían la necesidad de utilizarlo, puesto que no todos los llegados en el “Cercanías” tenían como destino ir al centro de la ciudad o salir del centro de la ciudad por aquella estación. Además estaba muy marcado ese transitar de gente por el horario de los trenes, dependiendo el destino; cada treinta minutos, o cada cuarenta y cinco, o cada sesenta. Y si la hora era ya muy avanzada, cercana a los últimos trenes antes de cesar y suspender el servicio por la llegada de la noche, en esos casos viajábamos solos en el vagón. Y fue eso, la ausencia de gente lo que hizo desbordarse el deseo. Muchas veces camino de aquella despedida, íbamos sumidos en un calentón sexual, que refrenábamos por estar en sitio público, pero ante la ausencia en el vagón de gente y miradas de otros, a veces además de besos, dejábamos que nuestras manos tentasen y palpasen al otro con fruición, yo sus pechos y su culo y ella mi sexo, todo ello por encima de la ropa, haciéndose más corto ese minuto y medio o dos minutos, que duraba el avance hacía el destino de la despedida. Luego yo en casa fantaseaba con aquel instante e imaginaba que el tren quedaba un buen rato parado en el túnel y que allí nos desfogábamos a gusto. Una de las veces que viajábamos como únicos pasajeros, con la calentura que traíamos subida, me atreví a sacar mi sexo, todo inhiesto que pugnaba por liberarse de lo que le mantenía atrapado. Ella en un principio sorprendida me pidió que lo guardase y ante mi insistencia, cogió con su mano mi miembro y lo masturbó breve y nerviosamente, pero esta vez no hubo suerte y no se detuvo el tren en mitad del túnel, con lo que al ver la luz de la estación tuvimos que dejarlo estar, con el consiguiente dolor, que al llegar a casa tuve que aliviar.

Nos amábamos tanto que queríamos amarnos en todas partes, en cualquier sitio. El deseo nos cegaba. Tras buena charla con un café y pastel de zanahoria, y después un grato paseo, todo se convertía en ardor y pasión, en busca de parques y portales que nos diesen cobijo, para al menos bregar un rato uno con el cuerpo del otro, con abrazos, besos y suspiros, sin importar mucho el lugar elegido. Ese suceso del Ramal en el que me mostré tan osado, disparó el morbo en mí, e hizo que la siguiente vez que pude por la soledad del vagón, volviera a sacar mi pene, esta vez ella no dudo mucho y se agachó para introducirlo en su boca, era tal la excitación por el lugar en el que lo estábamos haciendo, que los dos minutos que duró el trayecto con pequeña pausa en el túnel incluida, bastó para que me corriese. No fue el mejor orgasmo del mundo, incluso estaba algo avergonzado por haber durado tan poco, pero fue tan morboso que más tarde en casa solo pensaba en lo sucedido.

Ella tenía muchas faldas cortas con un poco de vuelo, que me encantaban, puesto que me permitía con facilidad acariciar sus nalgas por debajo de ella y sentir la suavidad de su piel en esa zona, casi siempre cubierta y por tanto protegida de las intemperies que podrían dañarla y curtirla, volviéndola áspera y poco grata al tacto. Aunque ella intentaba evitarlo e impedirlo si pensaba que podría haber ojos vigilantes. Aquel día le pedí que viniese con una de esas faldas, a ella le extraño que le solicitase que se vistiese de una forma en particular, nunca le exigí por fetichismo ninguna prenda hasta entonces, pero me hizo caso sin darle demasiadas vueltas al asunto. Me alegré como siempre al recibirla, esta vez más si cabe, al verla vestida como le había sugerido, pero toda la tarde estuve deseando que llegase el momento de despedirnos, de tomar ese camino que tanto morbo me producía, estaba excitadísimo y deseando que no hubiese más pasajeros que nosotros, pero mala suerte, en el andén había gente y subió al metro, se iba al traste mi plan.

Pero jugándomela a que ella pudiese perder el tren, le pedí que nos fuésemos en el siguiente metro y no en ese, en espera de que no quedase nadie más que nosotros para el trayecto. Y ella accedió, aunque no entendía a que venía mi interés de no ir en ese próximo. Por suerte nadie vino y pudimos hacer el trayecto en solitario. Nada más iniciar el viaje, saqué mi sexo por entre la bragueta y le pedí que se sentase encima de espaldas a mí, ella puso reparos, pero le insistí diciéndole que me diese ese gusto, que era solo por probar, y aprovechando el vuelo de la falda solo era necesario apartar el tanga a un lado para que ella pudiese introducirse mi verga.  Ella estaba tan excitada y lubricada que fácilmente entró todo mi sexo, y ella se movió ondulante y arriba y abajo, aproveché las manos libres para con una tocarle el clítoris con hábiles dedos a la vez que estaba dentro de ella, y con la otra los pechos, mis manos eran raudas y delicadas a la vez. Por un momento miré el reflejo en la ventanilla y vi sus ojos cerrados y su labio superior mordido, ver que ella estaba disfrutando disparó mi excitación. Un pequeño frenazo dentro del túnel casi nos hizo caer, había parado el metro, esto haría que el final del viaje se retrasase al menos un poco, ¡estábamos de suerte!, y sí que la tuvimos con creces, puesto que estuvimos dentro del túnel bastante tiempo parados, no sabría decir cuánto, no estábamos para contar minutos, pero fueron suficientes para acabar lo iniciado, era tal la excitación de ambos que no tardamos demasiado en irnos los dos.

Fue corto, pero tan intenso lo vivido que es difícil olvidar esas sensaciones, ese palpitar fortísimo, quizás producto de los nervios, y ese irrefrenable espasmo cuando nos llegó el delirio consumado, por el deseo loco desbocado que hizo que perdiésemos la cabeza para hacer aquello, el corazón se nos salía por la boca, estábamos sudorosos por todo lo acontecido, por el sexo y el miedo contenido a ser descubiertos, y con una risa floja, los ojos chispeantes y los rostros encendidos terminamos ese viaje que jamás sería repetido. Ella en la despedida, haciéndose la enfadada, pero desmentida por su rostro divertido, me dijo que era un golfo y que lo tenía todo pensado, yo no pude por más que no llevarle la contraria, poniendo cara de santo.

Miro la mesa próxima y veo la corta falda con vuelo que me trajo a la mente esa época y ese día tan especial, y aquella otra corta falda con vuelo que voló y se posó y se desparramó encima de mis piernas, para ser testigo y no molestar, para estar sin fastidiar, para cubrir y tapar lo que sucedía fuera de nuestra vista, para convertirse en el breve sayo que adecenta lo que podría escandalizar. Aquello es lo que me queda de ella, bueno otros recuerdos más también, algunos paseos, algunas risas, ella era de reír, pero el más vivo y perseverante recuerdo es ese, el transcurrido en un vagón de metro. Luego vino el cansancio y el hastío, uno del otro, ya no buscábamos rincones para darnos calor, y las camas de hoteles se hicieron frías, y los encuentros y las despedidas, dejaron de ser especiales, y dejé de interesarme por ir en su busca y acompañarla en la marcha o despedida, y dejé de transitar aquel cordón umbilical entre el centro y la estación de partida, y ella no insistió en que la recibiese o besase cuando su tren salía, y al final fríamente cesaron los encuentros y las despedidas. Pasado poco tiempo quise recuperarla, y recuperar aquella pasión, aquello perdido, ya tarde, quise evitar primero mi abandono y luego su abandono definitivo. Desde entonces algunos días y muchas noches, cuando veo una falda corta con vuelo no puedo dejar de pensar en el “Ramal Norte”, y una sonrisa triste y cínica se me dibuja en el rostro.

 

 

 …..                                                                                 FIN

 

.     *Como canta Sabina, también nuestro protagonista se quedó solo y tardó pocos días y muchas noches en olvidarla… cuando definitivamente se fue con su corta falda.

“19 días y 500 noches“

Sabina - 19 días y 500 noches

.     **NA: Publicado originalmente el 16 de Abril de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

El primer día de un cambio (3ª parte)

02 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, Afectos, amanecer, amor, cama, cambio, cariño, complejidades, desamor, desencuentro, deseo, despertar, desvelo, dormir, Efecto Mariposa, encuentro, hastío, hombre, insomnio, ligar, Música, mujer, Otra historia, pareja, Ruptura, sexo, Supermercado, vigilia, vino, Vivo en vivo

Los despertares eran fantásticos, aquello se convertía en tal placer que era difícil que ya el día no fuese ideal. Juntos en la cama él se giraba hacía ella y pasaba suavemente la mano por su pelo y dibujaba con un leve roce su oreja y, muy suave,  pasaba el reverso del dedo por la mejilla y con los ojos chispeantes le decía te quiero, ella entonces le ofrecía una sonrisa, bella, resplandeciente, parecía que no hubiese estado durmiendo ocho horas, esa sonrisa borraba todo atisbo de la imagen que tenemos generalmente al salir del sueño, y que no suele ser la idílica de las películas, más bien el de un rostro embotado, el pelo enmarañado y no digamos si ese despertar viene precedido de haberse acostado algo ebrio o después de una larga noche, o de ambas cosas juntas, que ya nos dejan con un deplorable aspecto.

La cama era grande y con espacio amplio para cada uno, que los separaba para dormir a gusto sin molestar al otro con los giros o movimientos o desvelos que se producen en la horas nocturnas, unos sin consciencia, otros demasiado conscientes con insomnio y vigilia y preocupación que nos arruinan la noche y el descanso. Esa distancia quedaba en nada cada mañana, cuando sus cuerpos se buscaban para darse los buenos días y las primeras caricias y besos matinales y decirse palabras dulces antes de levantarse. Y los fines de semana estos cortejos se alargaban y acercaban sus cuerpos para darse caricias y agasajos con todo ello. Entonces las ropas nocturnas sobraban y se hacía necesario hacerlas desaparecer para sentir la piel de uno sobre el otro y la calidez de los cuerpos que mimosos se mostraban con todo el día por delante para estar y compartir, y juntos dilataban el momento de ir a desayunar, y abrazados y arrullados dejaban el mundo al margen y con esa desnudez y ese amor el deseo se abría paso, y ella sentía como la erección de él iba aumentando y se iba inflamando y al rozarla con ella en la pierna o el culo, era señal inequívoca que seguía excitándole aún con sus 50 años pasados, y era como una tarjeta de visita, como credenciales para ser recibido, y ella tan excitada como él, sentía ya la humedad entre sus piernas y echaba la mano bajo las sábanas en busca de ese miembro que llamaba a su puerta para constatar que lo notado era cierto y real y sentir como ya crecido, más que pedir audiencia, reclamaba y exigía atención. Entonces él ante esa acción busca sus pechos y baja su mano hacía su vagina y descubre lo lúbrica que está, y ella con un leve movimiento abre y separa un poco sus piernas para ofrecerle un acceso mejor, y él comienza a jugar con su clítoris, presionando y masajeando como sabe que le gusta. Y sin mucha más demora por la excitación de ambos, ella se voltea y se pone encima de él y con facilidad hace que el pene inhiesto entre duro y grande, pero deslizándose adentro con dulce suavidad, y ella rítmicamente se mueve buscando el orgasmo y aceptando las embestidas de él desde abajo, aguantando hasta sentir que ella está a punto de venirse, y él entonces se deja llevar al percibir como se contraen todos los músculos vaginales por los espasmos del coito venidero; Y al sentir esa presión no soporta más ese placer y se deja ir y eyacula con violencia llegando juntos al final, jadeantes y con la respiración entrecortada, sudorosos.

Sin duda en la cama lo han pasado bien, siempre supieron gozarlo, desde aquel encuentro en el supermercado, tan deseado por ambos como se confesaron enseguida, cuando ella dudando ante la estantería de vinos cual elegir él se atrevió a recomendarle uno. Y como ambos estaban predispuestos y deseosos de conocerse, todo fue fácil y sencillo. Conectaron muy bien, el utilizó toda su verborrea pero de forma muy natural, nada forzada, cierto que había elegido un tema del que hablar que le gustaba y del que además tenía ciertos conocimientos, quizás por ello se lanzó y atrevió en la sección de vinos a hacer lo que llevaba tiempo pensando sin osarlo, pues lo que dijese no sonaría a tonterías de adolescentes. Ella se sorprendió a si misma mostrándole esa sonrisa que había imaginado darle algún día, y aceptando su consejo, y más se sorprendió cuando instintivamente le sugirió probarlo juntos en su casa para que si no estaba bueno pudiese echarle la culpa y si lo estaba poder darle las gracias de alguna manera. Argumentó que no quisiera regalar ese vino a unos amigos sin haberlo probado y que una botella para ella sola era mucho. Luego, al llegar a casa pensó que quizás él pensase que era una “fresca”, pero en el fondo no le importaba, hacía algunos días que había decidido dar un cambio a su vida.  A él también le entraron dudas sobre su proceder, quizás ella pensase de él que era un frívolo cazador de mujeres solitarias, y además un engreído sabiondo por hablar con esa solvencia de vinos.

Pero todo fue bien en aquella cita para cenar en casa de ella, buena cocinera, algo que a él acabó por desarmarle, ya que él también hacía sus pinitos en los fogones. Parecían hechos el uno para el otro. Esa primera noche terminaron en la alcoba de ella y comenzaron los despertares cómplices.

Cinco años juntos dan para muchas situaciones, y poco a poco se empieza a ver lejos aquel día primero en el que cada uno por su parte pensó que necesitaba un giro en su vida, y precisaba encontrar “el primer día de un cambio”. Y como lo desearon lo obtuvieron y se decidieron a afrontarlo y llevarlo a cabo, y agarraron la ocasión primera, sin pensar demasiado si saldría bien o mal, sin el peso abrumador que nos paraliza cuando tenemos miedo al cambio y tememos lo que vendrá. Primaron el aquí y ahora para potenciar el mañana, que será benévolo o no con las decisiones tomadas.

Todo se va desmoronando con el tiempo. En la cama todo era perfecto, pero se buscaban menos fuera de ella, en los primeros tiempos, incluso de tiendas en los probadores lo hacían, pero ese fuego se fue apagando y extinguiendo, y el deseo y placer no fue sustituyéndose por amor y complicidad, solo por cariño, y con el cariño y el sexo solamente, no se puede sostener el edificio de la pareja, y cada uno a su manera fue buscando su rincón, y hoy en el salón recuerdan amablemente los inicios y los ríen, y les divierten los días alegres y festivos pasados y les enternecen los malos en los que se apoyaron uno en el otro, pero son conscientes que no es suficiente, que queda mucho recorrido por vivir y que prefieren otros lugares comunes que los comunes de los dos. Y se miran y sostienen la mirada, porque el afecto no cambia ni desaparece entre ellos, y se dicen nos vemos, y se dicen adiós.

 

 

.                                                                                          FIN

 

.      *Ya ha pasado lo mejor y todo parece peor, como dice Efecto Mariposa en su canción. Por ello es mejor dejarlo aquí, y desearse lo mejor, y cada uno seguir volando ya más seguros con sus complejidades.

“Otra historia“

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

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