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Archivos de etiqueta: cama

El hueco de tu cuerpo

07 Jueves May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

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amor, ausencia, cama, Con las ganas, día 913, La fabulosa historia de, Música, nostalgia, Sin haber venido, tristeza, vacíos, Zahara

Veo el hueco de tu cuerpo, miro al lado, y solo veo el hueco dejado, la cama se hace gigante, miro de soslayo, me da miedo afrontarlo. Solo veo hueco, vacío donde antes hubo tanto, todo lleno, repleto de vivencias, aciertos y fracasos. Ausencia del cuerpo ajado, hoy solo carencia de tu peso a mi lado. Y no recuerdo lo bueno o lo malo, solo la falta de tu presencia, todo lo demás quedó en el pasado. En el despertar me veo solitaria y no encuentro donde posar mis ojos, que siempre buscaron ese lugar que tú ocupabas, hoy reduciendo mis sentimientos a nostalgias, pero no veo nada de lo que fue, solo veo que no estás. Me recreo en buscar, buscarte, me imagino o fantaseo que te levantaste por cualquier motivo que invento, y espero, espero tu vuelta en cualquier momento. Y  me giro, toco tu hueco, ese hundimiento que te acoge en tu sueño, y caigo, vuelvo a equivocarme, ya no acoge tu dormir, desde hace tiempo estás desaparecido, pero a veces no lo tengo asumido. Y me vienes a la mente y te creo conmigo, y te miro sin sentido, no hay nada que mirar no te voy a encontrar, pero sin quererlo insisto. Hace tiempo que lo sé, y me lo repito, pero casi todas las mañanas me pasa lo mismo, me quedo aturdida y por un instante, abstraída, ensoñando como sería el despertar de este día, si tú otra vez, me lo alegrarías, como antes, tantas veces. Y quiero que te aparezcas y visualizar aquellos días de dulzuras, de juegos y  risas, pero no lo consigo ver, se ha borrado tu cuerpo de mi cama y muchas cosas con él, y me pone triste que no pueda sentir otra vez ni siquiera dentro de mi cabeza, lo vivido junto a ti. Es como si todo lo que va unido a tu imagen se haya difuminado o embarrado de tal manera que no lo reconozco, y si aparece no me parece aquello que fue, si no que creo que mezclo las historias y te atribuyo lo que no es y en cambio no consigo atribuirte lo que compartimos. Tu hueco frío, nadie lo ha calentado desde tu partida, lo miro, y lo remiro, y la angustia primera se pasa, dos segundos de tristeza cada mañana, saltan las lágrimas y las trago y me digo “ya pasó”, pero cada amanecer vuelve a suceder. Respiro hondo, muy profundo, cierro los ojos, los abro otra vez, pero todo sigue igual, el silencio atruena por toda la habitación y me hace daño a los oídos. Busco en mi mente qué sonidos nos hubiesen acompañado en el despertar y no los encuentro, ni encuentro las palabras que me decías y me dirías ahora aquí al lado de mi cuerpo, qué susurros eran aquellos que ya no recuerdo, y no hace tanto que fueron, y te maldigo por llevarte todo ello con tu cuerpo. El silencio que no se trunca, hace caer más lágrimas sobre mis manos, que intentan consolar todo este desánimo, este ritual de miedos y preguntas, de alboradas que asustan. Miro el hueco, aún hundido, o es mi invención que lo cree hundido, y me sigo engañando para no sentir el daño, saber que ya no estarás no lo quiero aceptar, y me hurgo dentro para sacarte poco a poco pero ni así puedo, y no sé porqué no te saco de adentro, y me confundo, ¿quiero o no quiero?, e intento corregirme y decir que ya nunca estarás en ese hueco, y tiemblo con la soledad del amanecer, en el que no sé lo que siento, si rabia, odio, amor, tristeza o miedo, no sé qué me pasa, pero sé que te echo de menos.

 

 

 

.     *Zahara nos acompaña el texto con su música sosegada, tranquila y desgarrada de ausencias y huecos vacíos en las madrugadas.

“Con las ganas”                            “Sin haber venido“                                 

.     **NA: Publicado originalmente el 5 de Marzo de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

Haciendo el amor entre líneas

12 Sábado Oct 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Relato

≈ 21 comentarios

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amor, cama, lectura, libros, Manolo García, Música, Nunca el tiempo es perdido, Poesía, sexo, Somos levedad

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Me traigo aquí mi aportación que hice allí a vuela pluma, sobre la foto de Alec Dawson

Alec Dawson

Haciendo el amor entre líneas.

Cada vez que abro un libro te veo allí y me veo haciéndote el amor entre líneas que convergen en tu sexo. Recuerdo cuando te dije que te haría el amor por siempre entre las líneas que has trazado en mi mente y mi corazón y mis recuerdos. Entre las líneas de cada poema y cada libro compartido entre las sábanas testigo de cada suspiro que nos salía al leernos esos versos, leídos en susurros o gritados con jadeos, como una y mil veces lo hicimos. Lecturas poderosas que nos ponían en la boca lo que sentíamos sin saber decirlo más bello que Neruda, Benedetti o Pepe Hierro. Insoportablemente leves, como cuando leíamos a Kundera en nuestro lecho.

. 

.     *Con más certeza ahora, pasado ya el tiempo; en aquellos días, en aquel verano, ya sentíamos que somos levedad, como nos canta Manolo García.

“Somos levedad“

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

.     **Vuelvo a caer en el juego propuesto por el blog “escribe fino”, y me traigo ese texto surgido de la inmediatez con todas sus posibles incorrecciones y pecados, a falta de tener algo mejor que contar.

.     ***NA: Publicado originalmente el 7 de Enero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Aromas y silencio

30 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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amor, aroma, cama, desamor, dormir, Infidelidad, Mª José Hernández, No voy a llorar, noche, olor, pensamientos, piel, Ruptura, Señales de humo, sexo, Traición

Ella estaba aún despierta cuando sonó la puerta. A él se le oía andar con sigilo, sin duda no quería molestarla ni despertarla, no era demasiado tarde, la madrugada aún no estaba muy avanzada, pero lo suficiente como para que estuviese dormida profundamente. Le sintió desnudarse en la habitación de al lado, e ir al baño que estaba fuera de su habitación, luego entrar en la alcoba y encender la luz del baño del dormitorio para tener luz y poder coger el pijama del armario, -con esa luz se puede ver sin molestar-. Ella no se mueve, no quiere que se dé cuenta de que está despierta,  que se desveló hace rato, pero no le apetece preguntar cómo le ha ido, ni saber dónde estuvo, quisiera de verdad estar dormida. Él, aunque con cuidado de no hacer ruido, se ha movido rápido por la casa y la estancia y ya estaba metido en la cama, había pasado como mucho cinco minutos desde su llegada. Sintió como su cuerpo hundió un poco el colchón, y quedó cerca de ella, de su nariz. Ella estaba girada para el lado donde dormía él.

No le llegó el olor a tabaco que esperaba desprendiera su piel, adherido en los bares de copas en los que habría estado con los amigos con los que dijo salir, y eso la entristeció más. Conocía perfectamente el olor de su piel, y le llegó nítido, pero matizado. Enseguida distinguió otro aroma mezclado con aquel que tan bien conocía, y no era el del jabón de haberse lavado la cara y las manos como le había sentido en el cuarto de baño, era otro diferente, demasiado a limpio para las horas que eran, y ni siquiera era el olor del gel matinal ya conocido. Su cabeza se volvió a llenar de dudas y reproches pensados que decirle, pero callados desde hace días. Es verdad que estaba un poco sorprendida, además de ese tufo a humo y tabaco que no le llegó, tampoco le llegó ese fino perfume que había podido vislumbrar en otros regresos, esta vez no. Esto le llevó a ponerle en el borde de los ojos unas lágrimas, y sintió apretar la mandíbula y la rabia se descontrolaba por su interior, le daban ganas de ponerse a golpearle, a decirle: -” cabrón, eres un cabrón”-. Sin duda ya había dado el paso, ese paso  que ella nunca pensó que llegaría, quizás tapándose y vendándose los ojos.

El perfume en una ropa es fácil de defender, es más, es una demencia acusar por ello, alguien muy perfumado a cualquiera nos deja su marca en nuestra ropa y eso no significa nada. Hay muchas mujeres y algunos hombres que utilizan fuertes fragancias que se van pegando a las prendas y si además ha habido algún contacto físico con ellas ya es inevitable llevártela puesta. Y ella no le acusó, no lo hizo nunca porque le parecía ser una paranoica, aunque internamente se reconcomía por ello. Sobre todo cuando desde hace tiempo, no era en su ropa si no en su piel donde atisbaba otros olores, otros que no eran los del hogar, y los celos afloraban de pensar que otra piel contactaba con la piel de él, la piel amada tanto tiempo, tan deseada, tan mimada por ella. Piel que sentía traicionera y huida a otros campos de placer.

Entre los dos a priori no había distanciamiento ni falta de sexo, ¿cómo él podía jugar al doble juego? Se sentía herida por ver que ya no era su amada, la única, que tantas veces él le dijo al oído ser, por eso su enfado se teñía de dolor. Qué ha pasado para que ya nada sea como fue, qué cansancio provocó ya en él. Y porqué de su cobardía, por qué no le dijo: “Ya no, ya no quiero que seas la única y por ello es mejor hablarlo y dejarlo estar, quiero no hacerte daño”. Sin embargo, aquí me trae a la cama el aroma de otro baño, del baño para limpiar la piel, para evitar que me llegue el aroma de esa otra que no es la mía ni la suya, que así aseada llega como si con ello pudiese librarse de la mala conciencia o esconder la felonía. Pensar en su piel con otra piel, me lo he imaginado siempre en encuentros breves, en cualquier lugar, en un aquí te pillo aquí te mato, quise engañarme y no pensar en hoteles y casas con subterfugios absurdos para no enfrentarme a la posibilidad verdadera e incluso me llegué a decir que eran fantasías mías y que no había nada de infidelidad en aquellos olores nuevos que le acompañaban. Pero un olor a “recién duchado” a estas horas de la noche, me dice que hubo cama, y que el olor a sexo o la culpabilidad o ambas cosas, era tan fuerte que no dudó que debía borrarlo antes del regreso.

En este tiempo corto, no hace mucho de ello, de que lo que intuyo creo que se confirma, empecé a dudar si aún le quiero, y más ahora, más en esta noche terrible, que sé que no fue fortuito su acto como inocente encuentro y abogado por el alcohol que le hizo perder la cabeza, y más lo entiendo como una vileza y no azar del tiempo, y sí premeditado, pues el cuerpo fue lavado para no dejar resto. Si perdonar este posible suceso en un tiempo me preguntaba, ya la pregunta es holgada, el amor se hizo trazas y la pena es la que manda. Me da rabia, claro que le quiero, y no entiendo por qué me ha hecho esto, me va a costar mucho desprenderme de él, de sus caricias, de sus besos, de su mirada cómplice, todo eso que me sigue dando y si no fuese por este olor, de ello yo seguiría participando. Pero no ya, ya sé y como sé no puedo seguir con ello. Cuando los recibido ahora sólo percibo frialdad, como algo falso dado, como un papel interpretado, sin sentimiento real, le veo cínico en cada movimiento, en cada gesto en cada caricia que rechazo y esquivo con leve desdén, pero que ya desde hoy se hará más elocuente, mañana lo acompañaré con verbo, con palabras de reproche seguramente, palabras que tapen las lágrimas y la ira por destruir lo que tenemos, lo que teníamos, lo que ya no será.

Él sigue a mi lado, y puede que sea la última vez.  Cuando hable y diga o quizás balbucee, porque no sé si las frases me saldrán directas o por el contrario no sepa por dónde empezar ni como decir lo que me ahoga y asfixia, hablarle de este aroma que me arranca las lágrimas, de esta noche que me confirma el duelo presentido, le pediré que explique o cuente y afronte como fue. Ya amanece.

 

–          Me quieres contar.

–          ¿El qué?

–          Lo que sucede.

–          . . . .

–          ¿No me dices nada?

–          . . . .

–          ¿Pero tío de qué vas?

–          De nada, ¿por?

–          Joder!! ¿cómo que de nada?

–          No te pillo.

–          ¿Cómo que no te pillo?, yo si te he pillado.

–          Empiezas a levantarme la voz y sabes que no me gusta.

–          No te he levantado la voz, y si la levanto, tengo más que motivos.

–          Eso es lo que no entiendo, qué motivos puedes tener.

–          Venga tío, lo sabes de sobra…

–          ¿Sé, el qué?

–

–

–          Sabes perfectamente que es lo que pasa. Lo que me flipa es esto, ésta compostura tan falsa sabiendo que ya lo sé, pero no, tú sigues a lo tuyo, negando la evidencia.

–          . . . .

 

 

.     * Mª José Hernández acompaña el relato con su música, y al igual que nuestra protagonista siente que él emprendió la huida.

“No voy a llorar“

Señales de humo (2011)

.     **NA: Publicado originalmente el 9 de Octubre de 2013.Hoy recibe una segunda oportunidad.

El primer día de un cambio (3ª parte)

02 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

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Adiós, Afectos, amanecer, amor, cama, cambio, cariño, complejidades, desamor, desencuentro, deseo, despertar, desvelo, dormir, Efecto Mariposa, encuentro, hastío, hombre, insomnio, ligar, Música, mujer, Otra historia, pareja, Ruptura, sexo, Supermercado, vigilia, vino, Vivo en vivo

Los despertares eran fantásticos, aquello se convertía en tal placer que era difícil que ya el día no fuese ideal. Juntos en la cama él se giraba hacía ella y pasaba suavemente la mano por su pelo y dibujaba con un leve roce su oreja y, muy suave,  pasaba el reverso del dedo por la mejilla y con los ojos chispeantes le decía te quiero, ella entonces le ofrecía una sonrisa, bella, resplandeciente, parecía que no hubiese estado durmiendo ocho horas, esa sonrisa borraba todo atisbo de la imagen que tenemos generalmente al salir del sueño, y que no suele ser la idílica de las películas, más bien el de un rostro embotado, el pelo enmarañado y no digamos si ese despertar viene precedido de haberse acostado algo ebrio o después de una larga noche, o de ambas cosas juntas, que ya nos dejan con un deplorable aspecto.

La cama era grande y con espacio amplio para cada uno, que los separaba para dormir a gusto sin molestar al otro con los giros o movimientos o desvelos que se producen en la horas nocturnas, unos sin consciencia, otros demasiado conscientes con insomnio y vigilia y preocupación que nos arruinan la noche y el descanso. Esa distancia quedaba en nada cada mañana, cuando sus cuerpos se buscaban para darse los buenos días y las primeras caricias y besos matinales y decirse palabras dulces antes de levantarse. Y los fines de semana estos cortejos se alargaban y acercaban sus cuerpos para darse caricias y agasajos con todo ello. Entonces las ropas nocturnas sobraban y se hacía necesario hacerlas desaparecer para sentir la piel de uno sobre el otro y la calidez de los cuerpos que mimosos se mostraban con todo el día por delante para estar y compartir, y juntos dilataban el momento de ir a desayunar, y abrazados y arrullados dejaban el mundo al margen y con esa desnudez y ese amor el deseo se abría paso, y ella sentía como la erección de él iba aumentando y se iba inflamando y al rozarla con ella en la pierna o el culo, era señal inequívoca que seguía excitándole aún con sus 50 años pasados, y era como una tarjeta de visita, como credenciales para ser recibido, y ella tan excitada como él, sentía ya la humedad entre sus piernas y echaba la mano bajo las sábanas en busca de ese miembro que llamaba a su puerta para constatar que lo notado era cierto y real y sentir como ya crecido, más que pedir audiencia, reclamaba y exigía atención. Entonces él ante esa acción busca sus pechos y baja su mano hacía su vagina y descubre lo lúbrica que está, y ella con un leve movimiento abre y separa un poco sus piernas para ofrecerle un acceso mejor, y él comienza a jugar con su clítoris, presionando y masajeando como sabe que le gusta. Y sin mucha más demora por la excitación de ambos, ella se voltea y se pone encima de él y con facilidad hace que el pene inhiesto entre duro y grande, pero deslizándose adentro con dulce suavidad, y ella rítmicamente se mueve buscando el orgasmo y aceptando las embestidas de él desde abajo, aguantando hasta sentir que ella está a punto de venirse, y él entonces se deja llevar al percibir como se contraen todos los músculos vaginales por los espasmos del coito venidero; Y al sentir esa presión no soporta más ese placer y se deja ir y eyacula con violencia llegando juntos al final, jadeantes y con la respiración entrecortada, sudorosos.

Sin duda en la cama lo han pasado bien, siempre supieron gozarlo, desde aquel encuentro en el supermercado, tan deseado por ambos como se confesaron enseguida, cuando ella dudando ante la estantería de vinos cual elegir él se atrevió a recomendarle uno. Y como ambos estaban predispuestos y deseosos de conocerse, todo fue fácil y sencillo. Conectaron muy bien, el utilizó toda su verborrea pero de forma muy natural, nada forzada, cierto que había elegido un tema del que hablar que le gustaba y del que además tenía ciertos conocimientos, quizás por ello se lanzó y atrevió en la sección de vinos a hacer lo que llevaba tiempo pensando sin osarlo, pues lo que dijese no sonaría a tonterías de adolescentes. Ella se sorprendió a si misma mostrándole esa sonrisa que había imaginado darle algún día, y aceptando su consejo, y más se sorprendió cuando instintivamente le sugirió probarlo juntos en su casa para que si no estaba bueno pudiese echarle la culpa y si lo estaba poder darle las gracias de alguna manera. Argumentó que no quisiera regalar ese vino a unos amigos sin haberlo probado y que una botella para ella sola era mucho. Luego, al llegar a casa pensó que quizás él pensase que era una “fresca”, pero en el fondo no le importaba, hacía algunos días que había decidido dar un cambio a su vida.  A él también le entraron dudas sobre su proceder, quizás ella pensase de él que era un frívolo cazador de mujeres solitarias, y además un engreído sabiondo por hablar con esa solvencia de vinos.

Pero todo fue bien en aquella cita para cenar en casa de ella, buena cocinera, algo que a él acabó por desarmarle, ya que él también hacía sus pinitos en los fogones. Parecían hechos el uno para el otro. Esa primera noche terminaron en la alcoba de ella y comenzaron los despertares cómplices.

Cinco años juntos dan para muchas situaciones, y poco a poco se empieza a ver lejos aquel día primero en el que cada uno por su parte pensó que necesitaba un giro en su vida, y precisaba encontrar “el primer día de un cambio”. Y como lo desearon lo obtuvieron y se decidieron a afrontarlo y llevarlo a cabo, y agarraron la ocasión primera, sin pensar demasiado si saldría bien o mal, sin el peso abrumador que nos paraliza cuando tenemos miedo al cambio y tememos lo que vendrá. Primaron el aquí y ahora para potenciar el mañana, que será benévolo o no con las decisiones tomadas.

Todo se va desmoronando con el tiempo. En la cama todo era perfecto, pero se buscaban menos fuera de ella, en los primeros tiempos, incluso de tiendas en los probadores lo hacían, pero ese fuego se fue apagando y extinguiendo, y el deseo y placer no fue sustituyéndose por amor y complicidad, solo por cariño, y con el cariño y el sexo solamente, no se puede sostener el edificio de la pareja, y cada uno a su manera fue buscando su rincón, y hoy en el salón recuerdan amablemente los inicios y los ríen, y les divierten los días alegres y festivos pasados y les enternecen los malos en los que se apoyaron uno en el otro, pero son conscientes que no es suficiente, que queda mucho recorrido por vivir y que prefieren otros lugares comunes que los comunes de los dos. Y se miran y sostienen la mirada, porque el afecto no cambia ni desaparece entre ellos, y se dicen nos vemos, y se dicen adiós.

 

 

.                                                                                          FIN

 

.      *Ya ha pasado lo mejor y todo parece peor, como dice Efecto Mariposa en su canción. Por ello es mejor dejarlo aquí, y desearse lo mejor, y cada uno seguir volando ya más seguros con sus complejidades.

“Otra historia“

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

Bambi en tu cama

04 Viernes Abr 2014

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato

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afecto, Bambi, cama, desafecto, el poder del mar, Javiera Parra y Los Imposibles, Múcia, ternura, Tu cama

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Me traigo aquí mi aportación que hice allí a vuela pluma, sobre la foto de abajo Eric Morales.

Bambi

 

Quién fuera un Bambi de esos que te gustan y ves inofensivos, para que me dejases aproximarme y entrar en tu cama y darte lo que me rechazas por verme como un lobo.

 

 

 

.     *Javiera Parra nos pone la música enfatizando bellamente la añoranza de nuestro protagonista tras verse relegado de aquella cama…  a la que quisiera volver para de nuevo probar su sabor avellana.

“Tu cama“

Javiera_And_Los_Imposibles-El_Poder_Del_Mar-Frontal

 

La vida está llena de afectos y desafectos.

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