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Un mensaje recuperado

18 Miércoles Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Algo nos pasa, bilis, celos, daño, dudas, Enfado, Ira, justificaciones, La habitación roja, lanza, madrugada, Música, Mensaje, mentiras, palabras, rabia, universal, Veneno, vigilia

Tiene tantos celos que hasta quiere que deje de ser su amado y amigo, y él  no lo entiende, y recrea y piensa lo brevemente hablado, e imagina qué decirle, qué argumentar, busca palabras que puedan calmar y sosegar su ánimo, el de ella. Y lleva toda la noche desvelado, es incipiente madrugada y solo ha dado vueltas y vueltas en la cama sin poder descansar, proyectando como afrontar lo que vendrá. Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

  • No ha sido necesario eliminar el mensaje, debiste conseguir recuperarlo antes de que me fuese entregado, piensa decirle. No sé lo que pusiste ni a qué hora fue, dices que unas horas antes de ese otro, como alerta recibido, encomendándome a destruir el anterior. Tampoco sé lo que desató la necesidad de escribirme, según tú, con algo que me podía hacer daño si lo leía. Como no lo he podido leer no sé si me produciría dolor o no tus palabras, y esta es la peor situación, que te digan que hubo un mensaje cargado de sentimientos y ¿reproches? y no te llegue nunca. Ahora tengo un desasosiego interior por saber qué es eso que tanto mal podía hacerme. Y tú te niegas a decirme, y hacerme saber, y aunque yo te repito que me hace daño la ignorancia, tú te enrocas y callas, y cierras la puerta y das la espalda a lo dicho, para que así no me llegue de ninguna manera, aliviada de que el mensaje con la crítica y censura no cumpliese su cometido de echar en cara y reconvenir alguna actitud que no fuese del agrado tuyo, de quién lo manda y lanza como lanza en busca del pecho y corazón de alguien que dejó de ser amado y amigo, convertido en odiado y enemigo, al menos en ese momento de fiebre y de nublado pensamiento. Queda claro el camino y no hay flecos ni vericuetos que abran puertas por las que me pueda enredar, que sean diferentes a lo ya transitado, descorriendo esa blanca puerta, apertura al paraíso. Buscando la flor deseada, desflorando el prado y el paisaje florido, ya cerraste esa puerta con el mensaje envenenado, desaprobador, que si bien no llegó, sí que hizo su efecto, y ya sin quererlo me retuerzo de dolor intenso. La bilis insinuada y decidida en tu pensamiento, dicha y verbalizada para tus adentros, escrita y dirigida a mis sentimientos, pueblan ahora mi mente, sin saber ni siquiera si era fundado o infundado tu desvarío de celo doliente, y envidia de lisonjas ficticias, imaginadas por suspicacias inertes. 
  • Quiero recordar el inicio, o lo que encontraste como inicio para el enfado y el delirio. No lo hallo, doy vueltas, y llego al día anterior y no veo ni detecto indicio de error o disensión en el comportamiento o en lo dicho. – Piensa quizás escribirle. 

Y medita para sí. Las palabras que uno dice, si las mide otro y les busca vuelta y enredo seguro que lo encuentra y lo que pareció vago y sin criterio, se alza como duna que avanza por el viento, arrasando y tapando sin remedio. Lo vacuo se llena de inquina si se cree que el eco reverbera en el dañino hueco que queda por las palabras que no son dichas para los oídos que quieren ser únicos y sin contrincante al que disputar esos sonidos.

Y recuerda como si fuera hace un instante, cuando suena una llamada telefónica y tras descolgar se oye al otro lado una voz desesperada. Que dice que no lo abra, que no mire el correo y si lo mira y encuentra mensaje de su parte, que lo borre y destruya sin tentación de saber su contenido, sin ambages que supongan atracción por la misiva y evite la orden que recibe, y que oye con voz trémula. Avanzan desde el otro lado del auricular, que ya no quiere seguir, que no quiere el daño que siente, y presiente provocar o provocarse más, hacer o hacerse, sobre todo teme tomar iniciativa y hostigar sin miramientos al dolor que cause, que el suyo ya lo sufre y quiere evitarlo, y ante todo quiere evitar hacer el mal al otro, el mal que ella en sí advierte.

La voz angustiada, y angustiosa genera un pulular de mariposas en él, y suben a la cabeza, y no entiende lo que sucede, la nublada mente lo empuja al silencio un instante, y luego las palabras emergen y las justificaciones por lo que no entiende ni comprende. Justificaciones que suenan falsas pues lo son, por no ser ciertas, porque no hubo acción primera que pudiese llevar a la necesidad de rectificarse, y cuando se inventa un pretexto para excusar algo inexistente, una acción que no fue,  genera la certidumbre en el otro de que sí la hubo y que se es culpable por escudarse en la mentira. Y ese minuto de conversación abruptamente se interrumpe.

Y el silencio queda de nuevo en el aire, pues no hay respuesta, y ya al otro lado del auricular no hay nadie que siga oyendo las palabras que brotan para tranquilizar una inquietud imaginada, y la rabia se hace cargo de la situación, y marca el número, y no hay contestación, nadie descuelga, y la ira se apodera del ser que no comprende lo sucedido, e indefenso de la acusación queda maltrecho en su calabozo, confinado con sus pensamientos que deberá ordenar para salir cuerdo de este acoso, del  que no le permiten defensa, pues cortaron la comunicación. La noche se le hace eterna, quisiera que el alba despuntase ya, quiere el nuevo día para poder hablarle y decirle que todo es una equivocación, que no hubo lo que elucubra, pero que con ello, con su recelo, lo suyo, lo que había entre ellos queda herido y sin duda algo de lo sucedido no tendrá reparación.

Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

 

 

 

 

.     *En el texto, como en la canción de La habitación roja, el protagonista es consciente de que algo les pasa, y que lo dicho o escrito pero no escuchado o leído es la puerta que cierra el paso definitivo del uno al otro.

“Algo nos pasa“

La habitación roja - Universal

.     **NA: Publicado originalmente el 29 de Abril de 2013). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

El primer día de un cambio (3ª parte)

02 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, Afectos, amanecer, amor, cama, cambio, cariño, complejidades, desamor, desencuentro, deseo, despertar, desvelo, dormir, Efecto Mariposa, encuentro, hastío, hombre, insomnio, ligar, Música, mujer, Otra historia, pareja, Ruptura, sexo, Supermercado, vigilia, vino, Vivo en vivo

Los despertares eran fantásticos, aquello se convertía en tal placer que era difícil que ya el día no fuese ideal. Juntos en la cama él se giraba hacía ella y pasaba suavemente la mano por su pelo y dibujaba con un leve roce su oreja y, muy suave,  pasaba el reverso del dedo por la mejilla y con los ojos chispeantes le decía te quiero, ella entonces le ofrecía una sonrisa, bella, resplandeciente, parecía que no hubiese estado durmiendo ocho horas, esa sonrisa borraba todo atisbo de la imagen que tenemos generalmente al salir del sueño, y que no suele ser la idílica de las películas, más bien el de un rostro embotado, el pelo enmarañado y no digamos si ese despertar viene precedido de haberse acostado algo ebrio o después de una larga noche, o de ambas cosas juntas, que ya nos dejan con un deplorable aspecto.

La cama era grande y con espacio amplio para cada uno, que los separaba para dormir a gusto sin molestar al otro con los giros o movimientos o desvelos que se producen en la horas nocturnas, unos sin consciencia, otros demasiado conscientes con insomnio y vigilia y preocupación que nos arruinan la noche y el descanso. Esa distancia quedaba en nada cada mañana, cuando sus cuerpos se buscaban para darse los buenos días y las primeras caricias y besos matinales y decirse palabras dulces antes de levantarse. Y los fines de semana estos cortejos se alargaban y acercaban sus cuerpos para darse caricias y agasajos con todo ello. Entonces las ropas nocturnas sobraban y se hacía necesario hacerlas desaparecer para sentir la piel de uno sobre el otro y la calidez de los cuerpos que mimosos se mostraban con todo el día por delante para estar y compartir, y juntos dilataban el momento de ir a desayunar, y abrazados y arrullados dejaban el mundo al margen y con esa desnudez y ese amor el deseo se abría paso, y ella sentía como la erección de él iba aumentando y se iba inflamando y al rozarla con ella en la pierna o el culo, era señal inequívoca que seguía excitándole aún con sus 50 años pasados, y era como una tarjeta de visita, como credenciales para ser recibido, y ella tan excitada como él, sentía ya la humedad entre sus piernas y echaba la mano bajo las sábanas en busca de ese miembro que llamaba a su puerta para constatar que lo notado era cierto y real y sentir como ya crecido, más que pedir audiencia, reclamaba y exigía atención. Entonces él ante esa acción busca sus pechos y baja su mano hacía su vagina y descubre lo lúbrica que está, y ella con un leve movimiento abre y separa un poco sus piernas para ofrecerle un acceso mejor, y él comienza a jugar con su clítoris, presionando y masajeando como sabe que le gusta. Y sin mucha más demora por la excitación de ambos, ella se voltea y se pone encima de él y con facilidad hace que el pene inhiesto entre duro y grande, pero deslizándose adentro con dulce suavidad, y ella rítmicamente se mueve buscando el orgasmo y aceptando las embestidas de él desde abajo, aguantando hasta sentir que ella está a punto de venirse, y él entonces se deja llevar al percibir como se contraen todos los músculos vaginales por los espasmos del coito venidero; Y al sentir esa presión no soporta más ese placer y se deja ir y eyacula con violencia llegando juntos al final, jadeantes y con la respiración entrecortada, sudorosos.

Sin duda en la cama lo han pasado bien, siempre supieron gozarlo, desde aquel encuentro en el supermercado, tan deseado por ambos como se confesaron enseguida, cuando ella dudando ante la estantería de vinos cual elegir él se atrevió a recomendarle uno. Y como ambos estaban predispuestos y deseosos de conocerse, todo fue fácil y sencillo. Conectaron muy bien, el utilizó toda su verborrea pero de forma muy natural, nada forzada, cierto que había elegido un tema del que hablar que le gustaba y del que además tenía ciertos conocimientos, quizás por ello se lanzó y atrevió en la sección de vinos a hacer lo que llevaba tiempo pensando sin osarlo, pues lo que dijese no sonaría a tonterías de adolescentes. Ella se sorprendió a si misma mostrándole esa sonrisa que había imaginado darle algún día, y aceptando su consejo, y más se sorprendió cuando instintivamente le sugirió probarlo juntos en su casa para que si no estaba bueno pudiese echarle la culpa y si lo estaba poder darle las gracias de alguna manera. Argumentó que no quisiera regalar ese vino a unos amigos sin haberlo probado y que una botella para ella sola era mucho. Luego, al llegar a casa pensó que quizás él pensase que era una “fresca”, pero en el fondo no le importaba, hacía algunos días que había decidido dar un cambio a su vida.  A él también le entraron dudas sobre su proceder, quizás ella pensase de él que era un frívolo cazador de mujeres solitarias, y además un engreído sabiondo por hablar con esa solvencia de vinos.

Pero todo fue bien en aquella cita para cenar en casa de ella, buena cocinera, algo que a él acabó por desarmarle, ya que él también hacía sus pinitos en los fogones. Parecían hechos el uno para el otro. Esa primera noche terminaron en la alcoba de ella y comenzaron los despertares cómplices.

Cinco años juntos dan para muchas situaciones, y poco a poco se empieza a ver lejos aquel día primero en el que cada uno por su parte pensó que necesitaba un giro en su vida, y precisaba encontrar “el primer día de un cambio”. Y como lo desearon lo obtuvieron y se decidieron a afrontarlo y llevarlo a cabo, y agarraron la ocasión primera, sin pensar demasiado si saldría bien o mal, sin el peso abrumador que nos paraliza cuando tenemos miedo al cambio y tememos lo que vendrá. Primaron el aquí y ahora para potenciar el mañana, que será benévolo o no con las decisiones tomadas.

Todo se va desmoronando con el tiempo. En la cama todo era perfecto, pero se buscaban menos fuera de ella, en los primeros tiempos, incluso de tiendas en los probadores lo hacían, pero ese fuego se fue apagando y extinguiendo, y el deseo y placer no fue sustituyéndose por amor y complicidad, solo por cariño, y con el cariño y el sexo solamente, no se puede sostener el edificio de la pareja, y cada uno a su manera fue buscando su rincón, y hoy en el salón recuerdan amablemente los inicios y los ríen, y les divierten los días alegres y festivos pasados y les enternecen los malos en los que se apoyaron uno en el otro, pero son conscientes que no es suficiente, que queda mucho recorrido por vivir y que prefieren otros lugares comunes que los comunes de los dos. Y se miran y sostienen la mirada, porque el afecto no cambia ni desaparece entre ellos, y se dicen nos vemos, y se dicen adiós.

 

 

.                                                                                          FIN

 

.      *Ya ha pasado lo mejor y todo parece peor, como dice Efecto Mariposa en su canción. Por ello es mejor dejarlo aquí, y desearse lo mejor, y cada uno seguir volando ya más seguros con sus complejidades.

“Otra historia“

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

Siete pecados librescos

24 Miércoles Abr 2013

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 49 comentarios

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Avaricia, desvelo, envidia, Fiebre, Gula, Ira, León Felipe, lectura, libros, Lujuria, Música, Mediterráneo, noche, Orgullo, Pecados, Pereza, Serrat, Vencidos, vigilia

los-siete-pecados-capitales-de-la-lectura

Adwoa me condena al purgatorio hasta que no expíe mis pecados capitales con la lectura, con los libros y los autores. En un principio, yo quiero resistirme, no me gustaron los confesionarios nunca. No soy amigo de las sotanas y los capillitas, y las iglesias me alteran, no los templos, sino la organización eclesiástica cualquiera sea su creencia y su dogma.

Pero finalmente aquí me muestro, dando vaga respuesta a las preguntas relacionadas con los pecados y los libros, más por su interés de conocerme (según dice, le costó bastante interesarse y querer seguir mis escritos), que por mi interés en confesar.

Como el blog está centrado en relatos y poesía, he decidido contestar de dos maneras: Una escueta y directa, tipo test y otra un poco más acorde con el blog, más trabajada e inventada para entretenimiento de todos y con el placer que me provoca contar historias ficticias y apoyadas en el quicio de mi recuerdo manipulado. Que cada uno elija el que más le guste. 

**NA: Al final del todo encontraréis los pecadores que he seleccionado para este juego al que me he prestado.

Versión Test.

Avaricia: ¿cuál es tu libro más caro y el más barato? Mis compras suelen ser los libros normales, nada de ediciones fabulosas, la horquilla entre los 5 y 30 euros creo que es lo que gasto.

Ira: ¿con qué autor tienes una relación amor-odio?  Ira suena fuerte y no es un sentimiento real, pero sí que hay un autor que me fastidia por lo bien que escribe y te alarga una historia para luego en pocas páginas dar por zanjado el libro, quizás lo adivinasteis: Javier Pérez Reverte

Gula: ¿qué libro te devoras una vez tras otra? No soy de relecturas, pero reconozco que “El Principito” es el libro al que he recurrido varias veces.

Pereza: ¿Qué libro no has leído por flojera?  Son muchos los aplazados, más que por flojera por pensar que no es el momento, que ya tendré tiempo de su lectura. Aunque hay uno que dejé a medias y le tengo pendiente, como una espina y es Ulises de Joyce.

Orgullo: ¿De qué libro hablas para sonar intelectual? No me gusta sonar intelectual, quiero decir  tener esa pose, sobre todo si es potenciada para distanciarme o parecer por encima de los demás. Considero que he leído tan poco que casi soy un analfabeto, hay tanto por aprender.

Lujuria. ¿Qué encuentras atractivo en los personajes femeninos o masculinos? No soy mitómano, con lo que si en la vida real no hay cabida para ello, no encuentro atractivo tampoco en los personajes escritos cánones lujuriosos a los que seguir.

Envidia: ¿Qué libro te gustaría recibir cómo regalo? Cualquiera que venga regalado con cariño.

 

Versión Relato.

“Los siete pecados librescos”

La fiebre. La fiebre le tiene empapado y algo desorientado. Se despierta a cada rato, la vigilia le aturde el pensamiento, desea seguir durmiendo y no lo consigue. Frío. Suda por la calentura que a la vez le provoca escalofrío. Sed. Tiene sed pero no quiere levantarse en busca del agua que se la aplaque, teme caerse en el trayecto. Da vueltas en la cama y la mente se le llena de pensamientos. Vértigo. Siente el mareo y la enfermedad que no sabe de dónde viene. A la cabeza le van y le vienen recuerdos, historias  que se le mezclan y confunden, sin discernir lo real de lo ficticio, de aquello leído de lo otro vivido, de lo deseado y anhelado con lo hecho y realizado.

Como aquel Quijano, se le presentan batallas idealizadas, palabras que le enfadan a veces, y otras que le alegran y agradan. Se le aparecen los libros leídos y los aplazados, le angustian estos últimos, los postergados, puesto que siente que ya no tendrá tiempo de resarcirse con su lectura retrasada, se da cuenta de su pecado de Pereza, y se pregunta ¿Qué libro no ha leído por flojera? , y se le amontonan y amalgaman unos y otros y otros más, que fue dejando por desidia, porque estimaba que tendría tiempo de ello, en un tiempo futuro cuando no le quedasen más que ganas para la lectura. Tantos son que se avergüenza y siente la Ira, pensando en los libros leídos que lo defraudaron y evitaron que otros fueran leídos, y se pregunta: ¿Con qué autor tiene una relación amor-odio? Y no sabría contestar, le aparecen caras pero no podría concretar, aunque en su delirio quizás se le fija una faz con más nitidez, ese que le gusta en su contar pero que le engaña y decepciona una y otra vez con sus finales, y ve su tez delgada y poblada de corta barba, es Perez-Reverte. Ese rostro, no sabe muy bien por qué le trae otro rostro, iniciático en la lectura para él, alguien que siendo colegial le inoculó el virus  de los libros, y traga saliva, siente la boca seca, siente palpitaciones al advertir su pecado en esa infancia, pecado de Avaricia, cuando quería coleccionar libros que compraba semanalmente y que luego no leía y quedaban en la estantería, en ese impulso de coleccionismo infantil, absurdo y pasajero por no tener dinero. Y el tema pecuniario le lleva a preguntarse: ¿Cuál es el libro más caro y el más barato que nunca compró?, dándose cuenta de que no gastó nunca ni mucho ni poco, siempre fue en término medio, sin locuras pero sin escatimar en pasta dura, que prefiere a las ediciones de bolsillo que son ahora su sino, pero no Envidia, a quien se compra las primeras ediciones, con grandes letras y amplios márgenes, y con la excitación visual de bellos libros se pregunta: ¿Qué libro le gustaría recibir cómo regalo?, y no encuentra preferencia, hoy se siente a salvo, y en su purgar pecados entiende que lo importante es de quién viene ese regalo. Todo gira a su alrededor, y a la vez él avanza, en un vaivén desquiciado de mente ida, y huido el entendimiento por el sueño extraviado, esto que está sintiendo es como una catarsis, un purgatorio donde espiar sus pecados de soberbia intelectual, por ser lector habitual, y piensa quizás en haber pecado de Orgullo por ello, pero enseguida lo rechaza, darse respuesta a su pregunta, ¿De qué libro habla para sonar intelectual?, sabiendo que no lo hay, que nunca utilizó ninguna lectura para sonar letrado y en boga, y al reflexionar a este respecto, recuerda sus lecturas y las que le marcaron, quizás más por su mensaje, y se cuestiona: ¿Qué libro devora una vez tras otra?, que le lleva al pecado de la Gula, de degustar de vez en cuando para paladear sus letras, y aunque no es muy dado a relecturas, tiene que reconocer que de vez en cuando,  pasado el tiempo, cae por las páginas de “El Principito” para dejarse llevar por su magia y su sabiduría. Y siendo ese personaje protagonista tan blanco y limpio de corazón, se da cuenta de que no cae en el pecado de la Lujuria, cuando se pregunta: ¿Qué encuentra atractivo en los personajes femeninos o masculinos?, la lujuria no está en lo leído, y la piensa de carne y hueso. Y la noche avanza y con este pensamiento último cae rendido, como Alonso en su último retiro. Y busca un cuento de aquellos que ha leído que lo tranquilice y dé un respiro, en espera del amanecer que le saque de este delirio de fiebre y desvarío. Enfermo del amor y desdicha, de las vidas de otros encontradas en los libros, queda vencido.

 

*Para finalizar, como siempre música para el texto. Esta vez Serrat nos canta, el gran poema de León Felipe, que como nuestro protagonista queda Vencido en su batallar con la vida y los libros.

“Vencidos”

Serrat - Mediterráneo

**Para completar el juego al que me presté, tengo que nominar unos pecadores para que hagan lo mismo, responder a las preguntas, yo pondré los nombres pero si alguno pasa de hacerlo, lo entiendo, yo soy de su pensamiento y esta vez me traicioné.

***Ellos 7 y los motivos:

Dessjuest, para saber si su pasión por el ciclismo está ligada a los pecados de la lectura.

Nergal, para encontrar las raíces del Nergalés.

Inspi, para encontrar las fuentes de ese romanticismo.

Comedieta, porque sé que últimamente no escribe y así la obligo a poner unas líneas, y de paso saber algo más de ella.

Ana Azul, me intriga esa pasión suya por las listas con curiosidades, a veces estrafalarias.

Kátharsis – Masalladelapalabra, para saber algo más de esos ojos hipnóticos.

Después del sexo, porque seguro que Carlos me sorprende con sus respuestas.

La vida está llena de afectos y desafectos.

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