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Archivos de etiqueta: Midiendo el tiempo con canciones

Seca tinta gris

28 Martes Ene 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 26 comentarios

Etiquetas

cerebro, desamor, escritura, folio en blanco, Midiendo el tiempo con canciones, Ni las intenciones, Papel, Ruidoblanco, Ruptura, sentimientos, tinta

Se seca la tinta gris

en el tintero de mi cerebro,

siento que no hay nada,

que agotado el elemento

el papel queda huérfano,

no se puede tintar

no llegan las palabras

no surgen los sentimientos.

 

Se rasga el papel en la tentativa

y no queda constancia de la misiva,

sólo el folio sajado

muestra la herida del proyecto fracasado.

 

Ahondo más y más en el dolor

más y más en cada intento,

apretando como si dependiera de ello

y el fluir obedeciese a la presión

y no al profundo afecto

con el que te quisiera decir y no puedo.

 

Repito la acción y ya no es leve corte,

es un rasgado lamento en el blanco desierto

surgiendo como abismo en el frío glaciar recién descubierto,

insalvable este despeñadero nos aleja sin denuedo.

 

El tajo da vértigo, miro con desaliento,

la duda la mano atenaza,

en el desgarrado,

ya no hay lugar en dónde decir

te echo de menos,

no hay forma de escribir

te quiero,

seca la tinta gris

en el tintero de mi cerebro.

 

 

 

.     *En esta distancia que nos separa, nos quedamos secos, y el objeto de escritura se vuelve filoso y rompe y rasga en donde debería dejar bella palabra, y ya no queda nada que decir, no quedan ni las intenciones, como cantan  Ruidoblanco.

“Ni las intenciones“

ruidoblanco - midiendo el tiempo con canciones

 

.     ** Publicado originalmente 16 de Octubre de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Peinado alrededor de mi universo

21 Sábado Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

Etiquetas

Adiós, adoquín, bordillo, calle, luces, Música, Midiendo el tiempo con canciones, noche, peinado, reflejos, Ruidoblanco, Ruptura, rutina, semáforos, Tu héroe romántico, Universo, Verano

Me dices que no me fijé en tu nuevo peinado, que no me fijo en ti. Pero quedarme en el pelo, mirarlo es mirar al satélite en vez de al planeta. Tu rostro es un imán para mis ojos, no aparto la mirada de tus labios y tus pupilas, y tú quieres que viaje y me quede alrededor cuando lo interesante está en el centro de ese universo que eres. No me crees cuando te digo estas palabras, dices que soy zalamero, que no las siento, y yo me sorprendo. Pusilánime me muestro y me muevo cuando la duda se cierne sobre nosotros, sobre tus ofensivas palabras, que me echan en cara que no percibo los cambios de tus vestidos. No te das cuenta que eres más que ropas y atuendos, pelos teñidos o cortes de flequillo, moños altos o moños  italianos, rizos alisados o ensortijados. No te veo, eso me dices, crees que eres transparente para mí, sin entender que lo que miro está dentro de ti. Dices que no soy tu héroe romántico, ése que antes era, que te mimaba y hacía especial. Y sigo sorprendiéndome, soy tan naif que esto no me lo esperaba, tan inocente que no lo vi venir, y estas palabras que me dices al terminar se me clavan sin saber cómo debo actuar. Tengo cara de idiota seguro. Todos los bares están cerrando y eso mismo siento que está pasando en mi vida, que una puerta se entorna y me está dejando al otro lado. Y tú, sonríes cínica como si fuera un pacto entre los dos cerrar la puerta y decir adiós. Me quedo parado, mirando al frente, mirando la calle adoquinada, mojada por el agua del camión de riego. Brillos en el suelo, refrescante humedad para el caluroso verano. Tú has andado un par de metros y, girándote, me miras con extrañeza, como si te pareciera raro que no asuma lo que a mi cara me has espetado, en esta noche de estío tardío, de calores que comienzan a dejar de serlo, de calor que ahora no siento, me he quedado helado, al entender lo que me estabas contando. Ahora sí que realmente no te veo, eres translúcida bajo mi mirada perdida. Pero has dejado de ser etérea para mí, aunque no te vea ahora igual que antes me pasaba, la diferencia es que ya tampoco te veo por dentro, te has difuminado de pronto. No te veo pero te siento como un plomo que cayó encima y me aplasta. Necesito sentarme para aguantar este peso, y lo hago en el bordillo, quiero pensar, pero no consigo centrarme y fijar algún razonamiento. Proyecto imágenes en mi cabeza, recientes, muy recientes, oigo de nuevo tus palabras, tus argumentos de que no es como antes, o así lo sientes y me lo dices como forma de exculpación por el acto de abandono y fin que insinúas y solicitas que pactemos. Estoy algo atónito, preferiría que me hubieses dicho que ya no me querías, y no argüir que ya no te miraba con el amor y deseo de antes, que no te sentías el centro que pensabas, que era yo el que cesó de amarte, y me dejaba llevar por la rutina que ves en mi retina. Me miras, y dices que es tarde, que no haga un drama y que sigamos adelante, que la noche ha terminado y que debemos volver a nuestros hogares.  Comienzas a dar unos primeros pasos, y de medio lado me dices vamos y me tiendes la mano, y yo sigo sin verte, solo percibo la luz de los semáforos, y te das la vuelta y avanzas por la calle y guardas las manos en los bolsillos y yo quedo varado en ese bordillo, como colilla tirada, los ojos muy abiertos y con la boca de pasmo, incrédulo, tocando fondo. Y ahora sí veo que estás alejándote, te veo cada vez más lejos. Perdiéndote entre la bruma de luces rojas, ámbares y verdes.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos deja su canción en la que el héroe romántico ha caído, como en nuestro relato, y aunque lo ve, no lo asume y quisiera volver a serlo.

“Tu héroe romántico“

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Noviembre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

Con la mirada de Hopper (3ª parte)

05 Miércoles Jun 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 7 comentarios

Etiquetas

cita, cuadros, deseo, espera, Hopper, Música, Midiendo el tiempo con canciones, Octubre, pensamientos, Pinturas, Recuerdos, Ruidoblanco, Ruptura

Se zambulle en sus pensamientos. En la cama, incorporada, con las piernas encogidas y rodeadas por sus brazos,  mirando al frente, mirando nada, como en aquel cuadro de Hopper que tanto le gusta, con el sol entrando por la ventana. Igual que aquella chica que parece ensimismada, ella se encuentra hoy. Recordando y recreando su imagen en un aciago día, esperando cruzada de brazos como en aquella pintura de Hopper de una mujer vestida de rojo a la puerta de una casa en actitud de espera, con aire de enfado y desafío a la vez. Y se vuelve a repetir las palabras que se dijo a sí misma como si se las dijese a él, al regreso de aquel instante.

– “Perdí. La apuesta salió mal. Quería evitar que fuese el último día, pero me equivoqué, el último día ya había sido. En la espera crecía el deseo, y el deseo quedó solo en ello, en algo en la mente que nunca produjo un final con coito. Allí oyendo los pasos, que nunca eran los pasos que te acercaban a mí. El corazón latente, cada vez con más fuerza, fue parándose, al ver los minutos avanzar y entender que no habrá más, que todo ha quedado en recuerdo y olvido, que el delirio tuvo su fin, que la angustia vivida, sería ya angustia eterna, deseo que nunca será colmado. Ya no habrá más besos ni más roces hurtados a la casualidad del encuentro, al cruce de caminos que a veces nos llevaban a un destino próximo. Ya no habrá lo esperado y querido, ya todo será tedio y silencio, sin palabras, solo mirada sin futuro concupiscente. El ruido de puertas que se cerraban hacían creer que habías emprendido el camino hacía el encuentro.  La tortura de la espera, autoflagelación, insistente aun habiendo recibido un no. Creí que no me equivocaría, que habría sido lo suficiente persuasiva para volver a estar juntos buscando nuestro camino, una última vez, una última oportunidad de enmendar, que la llamada sería escuchada y atendida y no recibida con pensamiento de huída evitando la venida a mí.

Ya no te espero, sé que ha sido la última espera, y desesperanzada me cayó toda la tristeza de algo desbaratado, de ruptura impensable minutos antes, cuando me dirigía al lugar elegido pensando que sería parte del idilio contraído y no la ausencia de tu cuerpo delicado. No pensé que llegase el momento del retiro, del abandono de la partida a medio jugar, cuando aún no se atisbaba el final, cuando por sorpresa hiciste un aparte donde descansar y ya no quisiste volver a jugar. El cansancio de no ver donde llevaba la situación te hizo despertar de un sueño absurdo según tú y que yo no quiero entender, como tal. No quería creer tu “no”, transformándolo en un “sí”, y falsamente me engañé. Tu dijiste que es mejor hacer las cosas bien, dejarlo a tiempo es mejor que seguir haciéndonos daño, y vernos las caras más tarde, largas por el dolor infligido, por la desdicha de no ser felices separados pero tampoco juntos. Y no lo quise ver. Allí parada oyendo sonidos de la calle, de andares que no avanzaban en la dirección deseada, y que fantaseé eran el preludio al orgasmo venidero, principio de un placer demorado por la tardanza en el viaje, que aún pensaba habías comenzado, y las manecillas del reloj me atestiguaron que no habías iniciado. Y sola, en silencio, salpicada de leves sonoridades que lanceaban mi costado puesto que no eran los sonidos esperados, me fui derrumbando y asimilando que todo era el fin, que no queda nada de las primeras intenciones”.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos canta que ya no queda nada de lo primero que hubo, como recuerda haber vivido en sus carnes nuestra protagonista.

“Octubre“

.     **NA: Publicado originalmente el 27 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                        …Continúa “Con la mirada de Hopper (4ª parte)“

 

Con la mirada de Hopper (2ª parte)

31 Viernes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

coito, Hopper, La mejor versión de ti, Lágrimas, ligar, Música, Midiendo el tiempo con canciones, orgasmo, remordimiento, Ruidoblanco, salir, sexo, Sola, Soledad, techo, tristeza

No quería salir, pero salió, no le apetecía ir de bares, pero no quería estar a solas, y fue en busca de gente, en busca de estar acompañada, de personas que le rodeasen para seguir en soledad pero con cuerpos a su alrededor, para intentar evitar sentir el frío de estar sola. Como en esos bares de Hopper en los que hay gente pero se ven tan solos. Y solitaria, en busca de calor, llegó a donde no quería ir.

Cubrió su apariencia de ganas y sonrisas para tapar los desconchones de desidia y aburrimiento. Ahora desde la cama mira el techo y recuerda y ve y recrea algún pasaje de ayer y se le ha nublado esa visión por la lágrima que ya cae por su cara. Y se dice lo de siempre, que no debe volver a suceder. Pero siempre se repite, una y otra vez,  esta situación, este estado de frustración y de remordimiento. De negación de lo pasado, e intención de olvido. El asiento trasero de un coche no es lo que ella querría, pero es lo que sucede. Una breve sonrisa, una mirada invitadora. Intento de atraer la atención de ese hombre que le resulta agradable, quizás no el más guapo, ni más atractivo, pero sí el que ella cree que puede aceptar el envite y no resultar peligroso. No siempre lo consigue a la primera, a veces tiene que mandar el mensaje a varias bandas, a varios candidatos para conseguirlo. Es una mujer guapa y en ocasiones la timidez del elegido, por entender que es demasiado atractiva para él, hace que no resulte la invitación al acercamiento. Pero hay mucho lobo suelto y ella sabe como mostrarse candorosa para que ellos piensen que es una pieza a la que abordar, y no se dan cuenta de que es ella la que elige siempre. Anoche, una vez más, salió del local, y dejó que el deseo carnal se hiciese camino entre ella y el elegido. Ella se prestó a llevarle en su coche pero no con la intención de llegar a su casa, no lleva a cualquiera allí. De camino, se apartó por unas calles donde sabe que todo queda solitario, y ahí paró ante la sorpresa de él.

En este momento, con la mirada ausente, un tanto ida, algo enfadada consigo misma por no lograr contener su deseo sexual, esa búsqueda con el orgasmo, de anulación del vacío que siente en muchas ocasiones. Un impulso que no puede refrenar, algo que le lleva a pensar en mantener sexo con muchos hombres con los que se cruza en la calle, cuando siente que sus miradas se pararon en su escote, en sus pechos. Nada malo siente en ello, no ve el sexo por mero placer como algo sucio, lo que le enfada es no conseguir hilar sentimientos que aferren algo más que placer a la situación, no logra entablar una relación con nadie, quizás en el fondo se sienta más cómoda así, con encuentros fugaces, casi nunca repite con el mismo hombre, aunque se los vuelva a encontrar. Suplir su carencia afectiva con el sexo la deja derrotada al día siguiente de suceder, cuando recuerda lo pasado. No se entiende así misma, no entiende el motivo por el que prefiere la individualidad total, antes que plegarse a compartir espacios que se le muestran asfixiantes, como en algunos cuadros de Hopper, con parejas ausentes uno del otro. No quisiera estar sola, pero elige estar sola, ¿se engaña entonces cuando se dice que no quiere estar sola? El techo blanco no le da respuesta a su duda, y piensa en la última versión de sí misma, y otra lágrima cae por su rostro.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos habla de distanciarnos de los recuerdos para que duelan menos, y que la soledad se nos presente como la elección acertada, donde estar a salvo, alejados, en un el lugar en el que nadie nos encontrará, como piensa nuestra protagonista.

“La mejor versión de ti“

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                            …Continúa “Con la mirada de Hopper (3ª parte)“

La vida está llena de afectos y desafectos.

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