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Archivos de etiqueta: amigas

Lo decía mi madre

04 Viernes Dic 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Amaral, amigas, amores, Cabecita loca, colegio, desamores, madre, Música, Tonta, Trabajo, Una pequeña parte del mundo

Soy tonta. Mi madre ya me lo decía desde pequeña, -“Hija, tú eres tonta”-. Cuando volvía a casa y le contaba algún desencuentro con alguna amiga, siempre me decía que era demasiado buena, que por eso mis amigas me tomaban por “el pito del sereno”, también frase que mi madre me decía mucho y que hasta hace poco no sabía muy bien el origen del dicho, seguro que ella tampoco lo sabía. Luego pasados algunos años cuando le contaba algo del trabajo, me repetía lo mismo de mi bobería, cuando tenía que hacer horas extras y me tiraba una semana entera saliendo a las mil, – “Hija, que no vas a heredar la empresa, que no te tomen el pelo”-, me decía, y yo claro, le contestaba que si fuera fácil decir que no, lo diría, que la cosa está mal como para que te echen del trabajo por no estar disponible para lo que quieran. Ella, arremetía y arremete contra mí diciendo que mi problema de siempre había sido que nunca he sabido decir que no, que de joven ya me pasaba con mis amigas, que siempre volvía a casa lamentándome de cosas que sucedían por decir que sí cuando no era la mejor opción y ahora, además de con las amigas con el trabajo. Y no quiere ni pensar cuando me decida con los chicos, y entonces es cuando yo entro en cólera y le digo que me deje vivir, y que deje el tema, y el de los chicos más aún. Pero las madres ya se sabe como son y no dejan el tema, y menos si se les indica que lo dejen estar, ahí no hay quién les gane para insistir y tocar los  ovarios. Siempre le he contado todo, o eso cree ella, por eso piensa que chicos no ha habido nunca en mi vida, y por ello me dice ahora que trabajando tantas horas nunca conseguiré tiempo para encontrar un novio, por eso se pone pesada con el tema chicos en cuanto puede. Y volvemos a las andadas y a las discusiones y al portazo, antes de la puerta de mi habitación y ahora de la puerta de su casa puesto que yo ya no vivo con ella. Luego como soy tonta, me da remordimientos y tengo que llamarle a disculparme por mi comportamiento, y es que en parte mi madre va a tener razón y eso encima me encabrona más. Los sin sabores con los chicos quedaban al margen de las conversaciones con mi madre, al principio era por pudor, el pudor que se tiene con los padres a contarles los primeros juegos amorosos, dudando si serían aprobados por ellos o más bien castigándote sin salir para evitarlos. El caso es que nunca le conté ningún posible noviete de adolescente, ni después en la universidad. Los dolores del corazón en la tierna juventud los curaba con las amigas, como casi todas hemos hecho siempre. Al llegar a casa conseguía rehacerme de los disgustos y parecer que todo iba bien, pero no iba bien. En mi habitación me hartaba a llorar como cualquier hija de vecina, cuando el chico que me gustaba ni me miraba, o se iba a dar el lote con una amiga o conocida, pero nunca con servidora que era la que estaba más por sus huesos, como ya se lo había contado como secreto a la mejor amiga, y ésta lo había soltado a los cuatro vientos. Y como soy tonta, si alguno que no fuese el amor platónico me decía algo, yo como quién oye llover, ni caso, curso tras curso, y pasaron los años y mis experiencias sexuales fueron tan esporádicas y poco profundas que empezaron a crearme trauma, y mis amigas se ponían pesadas en plan mi madre con el tema de mi tontería, -“Chica tú eres tonta, con el cuerpo que tienes y no te das buenas alegrías”-, tengo que decir que por suerte o desgracia tengo un buen cuerpo, buenos pechos, y una cara agradable. Hasta que ya por fin algo cambió dentro de mí y me empecé a liberar, y ahora si puedo y me gusta alguno, dejo a Platón plantado y me voy con el tipo de turno a la cama, o adonde se tercie. No hay que pensar que ahora frivolizo con las relaciones, que traumatizada he pasado de ser una estrecha a ser una ninfómana, lo que hago es divertirme con el sexo y los sentimientos ya llegarán. Y Ahí está el problema que muchas más de las veces que desearía creo que los sentimientos han llegado y aparecen con un halo de felicidad y flores y aromas de primavera que luego son hedores de vertedero. Y aquí vuelve a aparecer mi madre, esta vez en mi cabeza, -“Hija, tú eres tonta”-.

 

 

 

.     *Las madres siempre se nos muestran y revelan cual “Casandras” y las negamos como a aquella. Pero antes o después sucumbimos y decimos que tenía razón cuando nos hablaba de nuestra idiotez y atolondramiento y nos decía cabecita loca. Y como en la canción de Amaral la sentimos en nuestras horas bajas como ángel de la guarda.

“Cabecita loca“

Una pequeña parte del mundo amaral

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Junio de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (10ª parte)

10 Miércoles Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, cambio, compromiso, decisión, dudas, elegir, iniciático, pareja, Pasado, pensar, Presente, Presuntos Implicados, Siete, Todas las flores, vértigo, viajes

Pensar. Eso es lo malo, pensar, se dice a sí mismo. Hasta hace unas horas, su vida era su presente sin fisuras, su día a día, su ensueño. Él y ella, juntos, como estaban ahora sentados, y en mil facetas más, comprando, leyendo, escuchando música, saboreando comidas y viajando, sobre todo viajando. Divagar sobre otra cosa no se le pasaba por la cabeza, o no al menos con tal fuerza, con esa potencia que hoy le mantiene tenso. Alguna vez le cruzó una visión de un presente futuro diferente, pero tan rápido como ese reflejo aparecía, desaparecía. Se decía que cómo por un deslumbramiento iba a apartarse de lo bueno, de lo mejor que tenía en la vida, de todo lo que había recibido, y abandonar también todo lo dado. Él había dejado parte de sí en esta relación, se había volcado en ella y ahora dudaba de todo lo puesto y de lo expuesto. De esa exposición que lo deja vulnerable y desprotegido. De lo que estaba seguro es que tenía que dejar de pensar, se tenía que dejar llevar, fluir por la vida, estar, simplemente estar. Disfrutar de lo bueno, de lo común y desterrar lo egoísta.

Pero eso,  ¿no sería, no “Ser”?

Simplemente existir, sería lo suficiente para no sufrir, no darle vueltas a lo que estamos haciendo aquí, pensar en disfrutarlo sin padecer, ¿sería suficiente?

Solo buscar la ausencia de dolor, no físico sino mental, con una auto-lobotomía, borrar de la conciencia  lo que nos perdemos, no pensar en otras posibilidades, conformarse con lo hallado, no buscar más allá, no explorar otros horizontes.

Renunciar es la determinación que toma fuerza, renunciar a una vida de dolor. Un dolor impuesto por él mismo, con sus devaneos. Y piensa, que  si está en su mano evitar esa angustia vital porqué no decidir eludirla. Comienza a ver luz en este día tan tenebroso que está padeciendo. No sabe si está temeroso o es un temerario con estos pensamientos de ruptura con su propio pensamiento. Él, surcador siempre de nuevas experiencias y sensaciones, siente que está a punto de cambiar su vida, de tomar una decisión que marcará su presente futuro, y lo va a decidir en un lugar tan extraño como es un bar, a raíz de unos viejos tiempos que se le presentaron hoy, y que le acompañarán ya para siempre. Nunca pensó que lo esencial aparece cuando menos te lo esperas, las determinaciones importantes siempre las imaginó tomadas en lugares más místicos, menos prosaicos. En sus lecturas, los cambios en la vida de algunos, los virajes que la gente contaba haber tenido en su existencia, iban ligados a viajes iniciáticos, y aparecían tras viajar al Tíbet, a la India, a África u otros lugares exóticos, barnizando todo con tintes de introspección personal, por la religiones encontradas y basadas en la meditación o incluso simplemente por ver a otras gentes que no tienen las mismas oportunidades que ellos. Encontraron la luz que les hizo cambiar su destino, cambiar su presente. Pero él, habiendo estado ya en esos lugares nunca tuvo esa necesidad de elección, no se le presentó en aquellos días vividos lo que hoy, en un lugar como este, en un día casi como otro cualquiera, salvo por esos nuevos recuerdos que no conocía y ya son suyos, ya forman parte de su vida. En este lugar, en esta espera, mirando de soslayo a su pareja, intentando averiguar lo que ella podría estar pensando, si ha intuido sus locuras y dudas, si es mejor hablar ya o callar para hacerlo luego más tarde, en soledad, cuando su amiga haya sido despedida de nuestro lado. Tiene decidido que hacer, pero el vértigo le mantiene en un estado ido, con cierta sensación de mareo, la visión no llega a ser borrosa pero sí poco nítida, como en el inicio de una borrachera, en el que empezase a perder facultades, pero sin perder todavía el control, esa sensación de aturdimiento que precede al descontrol y el malestar. Lleva así varias horas, como en un vahído constante. No sabe si su decisión en el fondo es de un paso al frente o de cobardía, de un mayor compromiso consigo mismo o de dejarse vencer por las circunstancias habidas en el día de hoy, de miedo o de coraje.

Está deseando que regrese la amiga de su pareja, desea decir que mejor no van a otro lugar, desea irse a casa. Piensa en los viejos tiempos con su pareja, en aquel presente pasado, los inicios, las primeras citas, las llamadas interminables en las noches de invierno, las citas deseadas, las separaciones retrasadas al máximo por no ser queridas. La belleza de ella cuando bajaba del tren, con el corazón palpitante por el deseo del encuentro. Piensa en los viejos tiempos en los que él no estaba, en lo sabido hoy, en lo descubierto y que le hizo daño injustificado por su pensamiento egoísta, por enterarse de lo oculto. Compara esos tiempos pretéritos. Ambos forman parte de su presente, y añade sus viejos tiempos sin ella, y que a ella no ha hecho partícipe de muchos de ellos. Y piensa en lo injusto que ha sido con ella y con él mismo, cuánto oculto tiene él. Y le pregunta, que si se marchan, y ella contesta que falta su amiga, y él sonríe, y ella le sonríe.

 

 

                                                                                           .FIN

 

.     *Como en la canción de Presunto Implicados el protagonista decide que si ese es el camino que trazaron juntos es mejor no mirar atrás… En sus ojos se ha encontrado siempre que se ha perdido, por ello sabe que es el lugar donde mejor estar.

“Todas las flores“

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (9ª parte)

09 Martes Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, Anni B Sweet, Completamente, deseo, dudas, frustración, Música, Mun Records, pareja, pensamientos

Tiene lo mejor que nunca hubiese imaginado. Toda su vida se sintió a la deriva, y cuando mira hacia atrás ve el trayecto recorrido, y de pronto siente a su lado todo el presente pasado, compañeros de viaje que van junto a él, situaciones que se repiten en su mente y hasta llega a visualizar, aunque algunas quizás algo distorsionadas por la distancia, puesto que aunque siguen con él, van rezagadas. Ella le llegó como una brújula con la que no perderse, el derrotero por el que se estaba deslizando comenzaba a ser peligroso, y con su aparición, deslindó y esclareció cuál debería ser la senda a seguir. Y cuando se le tuerce el pensamiento como hoy, se siente mal, injusto con ella, injusto con él. La sensación de desilusión de lo que tiene, le quema. Todo le parece insustancial. Insatisfacción es la palabra que mejor define su estado. Cuando le ataca ese virus de nostalgias y deseos, cuando lo que posee le parece no ya poco, pero sí no ser lo que quisiera que fuese, cuando lo material no le llena y lo emocional se le atraganta y le ahoga, cuando esto le pasa la depresión le entristece de tal manera que teme por su salud mental. Y hoy está al borde de un abismo.

Su pareja regresa del aseo, con ánimos renovados y deslumbrante vitalidad. Él respira hondo, temía que con lo sucedido antes de marcharse, volviese con la tez mutada por la seriedad y las suspicacias, ahora la preocupación es no dejarlas a solas, de momento, por si la amiga le cuenta, aunque sea de pasada, su comentario invitador a la huída.

La amiga toma el relevo de su pareja, iniciando el camino hacia los aseos, y es ahora entre la pareja donde surge el silencio, que no es incómodo. Con la gente que se conoce y estima, el silencio no es turbador, no sentimos la necesidad de cubrirlo constantemente con palabrería, con sonidos, con ruidos que nos asusten menos que la ausencia de ellos. Al fin ella rompe el silencio, preguntando que si está a disgusto, y él le contesta que no, pero ella insiste en que entonces cuál es el motivo del comportamiento tan raro que está teniendo. Empieza a sentirse algo acorralado. Decide dar una respuesta evasiva, diciendo que es una percepción de ella, incluso contraataca, diciendo que al fin y al cabo, no es que él esté raro si no que está un poco al margen de ellas, puesto que están comentando recuerdos que le dejan sin posibilidad de intervenir, él no estaba en aquellas situaciones, solo podía ser mero escuchador de las aventuras relatadas por ellas. Le dice que se divierte viendo como las “batallitas” del pasado les traen a la cara la felicidad de momentos perdidos, que se las ve radiantes. De pronto ella le hace un comentario que lo pone en guardia, aún esperándolo no lo esperaba ya allí mismo, pensó que sería al regreso cuando ya se hubiesen despedido de la amiga, cuando los comentarios sobre la cita, empezasen a deslizarse entre ambos con algún reproche sobre el comportamiento poco adecuado de él. Pero tan rápido, no lo creía, le hizo repetirlo como si no la hubiese oído bien para tomarse tiempo de pensar en qué sería lo más correcto decir. Y tomó la decisión de no mentir puesto que se notaría demasiado, era tan evidente que decir lo contrario lo hubiese dejado a los pies de los caballos, es mejor una verdad innegable a una mentira muy clara por lo patente de la realidad. Prefirió contestar con un lacónico, “Sí, la verdad que sí que lo es”.

Y era tan cierto que era guapa y simpática, que negarlo era hacer el ridículo, incluso podría generar más desconfianza en su pareja. Ella le dijo que ya había notado por sus miradas que le gustaba. Más atrapado todavía se sentía, demasiado transparente para su pareja, que le conocía a la perfección, no se le escapaba nada de él, como cuando salía una locutora de Telediario y le hacía el mismo comentario, y él solo torcía un poco la boca con una mueca de medio sonrisa, como pillado en renuncio, y negando la verdad. Él enrojeció. Qué podía decir para salvar la situación. Optó por callar. A veces es lo mejor, no hablar. Al hablar se comenten errores, se dicen palabras que nos descubren y nos dejan indefensos por destapar lo encerrado y guardado con precisión para sentirnos protegidos y preservar lo conquistado. Hablar en ocasiones genera un derroche de frases que nos desnudan dejándonos a la intemperie, al frío cortante de miradas gélidas por la incomprensión de palabras que quizás no queríamos decir, que se nos escaparon por decir sin querer decir y que al final dicen más de lo que quisiéramos que hubiesen dicho. Esas ocasiones en las que queremos utilizar la verborrea para enmascarar y no ser claros, que queremos disfrazar el no decir diciendo muchas cosas, que sean vacuas, pero sin darnos cuenta empezamos a filtrar verdades que quisiéramos no decir, que se revelan tras las engañosas locuciones traídas por vocablos que intentan enmarañar y distraer. Por eso él decide guardar silencio. Cree que si habla, dirá lo que no quiere decir. Necesita pensar si sincerarse o no, si dar un paso al frente o no moverse, si mostrar toda la debilidad de su ser, o seguir con su fachada de tranquilidad y control. Si seguir con todo como hasta ahora o salir corriendo, salir en busca de lo que echa en falta en su vida, al menos lo que echa en falta hoy. Si él, que lo tiene todo completamente no se conforma con ello y abiertamente lo menta, o sigue conformándose con una vida que no le llena.

 

 

 

.     *Anni B Sweet nos deja esta versión para el recopilatorio de Mun Records, en la que el protagonista de la canción como nuestro personaje, teniéndolo todo le parece poco.

“Completamente“

.     **NA: Publicado originalmente el 24 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa “Viejos tiempos (10ª parte)“

Viejos tiempos (8ª parte)

06 Sábado Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, ¡Sigue!, deseo, dudas, El canto de la Sirena, estúpido, fantasear, Los Limones, Música, miedo, pareja, Presente, temor, Traición

Miedo. Esa es la palabra, miedo a seguir y miedo a no seguir. Él tiene miedo. Ella algo incómoda por tan largo silencio, se decide a hacer lo que no hace él, habla. La tiene algo desconcertada, al inicio no reparó demasiado en él, luego con su forma de estar se hizo la idea de que era un tipo algo excéntrico, que en el fondo pegaba con su amiga, bastante loca de joven. No era guapo, pero tenía atractivo. Musitó: “a otro bar”.

Él salió de su inopia, algo sorprendido, no creía lo que oía, sus sueños de hace un minuto se convertían en realidad, no esperaba que ella le insinuase largarse de allí, tal deslealtad con su amiga no entraba dentro de su imaginación, al menos que se concretase tan pronto.

¿Cómo? – Le contesta-.

Ella le sonríe, y le dice que era la pregunta de antes, cuando él les contesto de manera tan singular. Que la pregunta era, “que si cambiaban de bar”.

Él volvió a la realidad con la aclaración de ella, qué estúpido se sentía. Siempre fantaseando, siempre esperando que sin mover un dedo todo se le volviese propicio, sin arriesgar se mutase la suerte en su favor, que los cantos de sirena le condujesen y llevasen al puerto deseado y no al equivocado. Cómo se le pudo pasar por la cabeza, ni tan siquiera brevemente, esa idea. Pretender que ocurriese una escena de película.  << Chica conoce a chico, novio de su amiga, y el deseo y amor tórrido surgen de manera imparable y tienen que fugarse en el acto, sin importarles el dolor que van a generar en la otra persona, nexo común de ambos >>.  Estas cosas no pasan en la vida real, o no en la suya, siempre con vida anodina, según él. Inconformista con lo que tiene, nunca satisfecho con lo que hay en su existencia, aunque siempre acomodado a lo que le rodea sin ir a buscar lo que anhela, salvo excepciones, como cuando su sueño era su pareja y lo siguió hasta lograr alcanzarlo. En esos viejos tiempos, en los que su amiga no era compañera de viaje, esos viejos tiempos en los que él no pensaba que hubiese otros tiempos anteriores que un día se presentarían para ser también algo suyo, tiempos de los que recelar y sospechar.

Y vuelve su vista en busca de ella, hacia la puerta de los aseos, ha sido un acto instintivo, no sabe muy bien si esperando su regreso o por el contrario deseando que se alargue y dilate el tiempo, o incluso que se hubiese marchado porque hubiese adivinado su pensamiento y con razón, le dejase y se alejase de su lado para siempre por su felonía. Y le da un escalofrío, pensar en perderla le aterra, y se sorprende de este pensamiento tan contradictorio con el que lleva razonando las últimas horas. Aunque piensa si es razonamiento realmente lo que pasa por su mente, discurrir ordenando las ideas para llegar a una conclusión es razonar, pero él no consigue ordenar las ideas que le vienen y le van, descontroladas, chocando unas con otras, escapándosele del  ordenamiento que les intenta imponer, y claro mucho menos lograr una conclusión, una decisión. ¿La sigue queriendo? el amor no se puede desvanecer así como así, se dice.

Contesta que por él está bien el cambiar de lugar, la sondea. ¿Nos vamos ya?

Le mira intensamente, y le dice que falta ella. Para distender, y que parezca que era broma, él sonríe abiertamente, sabe que no tiene un sonrisa preciosa, pero siempre le dijeron que era bonita, con ella intenta que no parezca que estaba hablando en serio. Sabe del posible error que ha cometido, la cara de ella delata que está pensando si él es “un cara”, tirándole los “tejos” casi en presencia de su amiga. Se arrepiente ipso facto de su comentario poco afortunado. Está perdiendo el dominio de sus actos, dice lo que no debiera como si hubiese tomado una pócima para decir la verdad. Pero, ¿es esa la verdad? ¿No es un desvarío simplemente? La boca de ella entre abierta, con los labios levemente húmedos, se hace tan tentadora, acompañada con esa mirada, insistente, que lo escruta e intimida, pero a la vez le atrae como un imán. Está demente. No sabe a dónde va, no sabe a dónde le lleva este presente.

 

                                                                                             .

 

.     *El protagonista se siente desorientado y confuso, no sabe a dónde va como en la canción de Los Limones.

“El canto de la Sirena“

.     **NA: Publicado originalmente el 20 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                          …Continúa “Viejos tiempos (9ª parte)“

Viejos tiempos (7ª parte)

05 Viernes Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, cambio, Déjame huir, deseo, dudas, huir, Instintos naturales, La rabia, Música, miedo, pareja, Pasado, Presente, salir, temor

No dice. No habla. El silencio se alarga. Ensimismado en sus pensamientos está ausente. Pensando que es un canalla. Qué le sucede, qué originó este estado en el que lo atávico tomó tal importancia que lo trastocó todo. Lo remoto, lo no conocido hasta ahora se presentó con tal fuerza que lo arrasó todo. Piensa que el deseo de cambio que se le ha formado como pensamiento único en el transcurso de la tarde ha sido debido a algún desajuste neuronal, quiere encontrar un motivo fisiológico antes que admitir un motivo emocional. Él quiere a su pareja, cómo no la va a querer, si fue él quien en los momentos primeros, cuando hubo flaqueza por parte de ella, insistió en apostar por la relación. ¿Entonces qué paso? Qué hubo en este paso de tiempo, qué se fue deslizando en el presente continuo, qué se inoculó en él para que el pensamiento se le emponzoñase. Quizás lo cotidiano, lo rutinario, el día a día, el presente sin alicientes se le apareciese hoy como un espectro fantasmal, no esperado, no invitado por nadie, pero invocado por ellas sin darse cuenta, por ese presente pasado que se hizo ente prodigioso que lo volvió consciente de un existencia plana, sin emoción. Ahora se da cuenta de que como pareja poco a poco han ido cerrando el círculo, cada vez menos amigos, cada vez menos contactos con otros, se auto-convencieron de que no necesitaban de nada ni de nadie, que lo que les gustaba hacer y compartir lo podían hacer ellos solos, sin la compañía de otros, sin necesidad de decir y quedar y explicar. Ella tan independiente de lo social, de los convencionalismos, ella siempre quiso ser libre del entorno, y él, también algo misántropo, vio en ella su alter ego, lo ideal encontrado. Quizás por ello le pareció más inaudito lo contado por ambas durante la reunión, durante el desembarco de los viejos tiempos de ellas que ya también son los suyos. Las vivencias en aquel presente chocan con las del presente compartido hasta hoy con él. Esas locuras contadas no encajan con la sobriedad de ella, es como si se le hubiese aparecido una nueva persona junto a él, alguien desconocido, y tiene que asimilar si lo descubierto y lo topado, quiere que forme parte de su presente activo, porque de su presente sí que ya no lo podrá desterrar, pero sí quizás elegir donde ubicarlo y que pase a un segundo término y que quede al margen, en otra dimensión presente pero paralela, que sea parte de su presente coetáneo pero no del más directo y decisorio, aunque en el fondo nunca dejará de estar y siempre formará parte de las decisiones a tomar.

Quisiera hacer un paréntesis, tomarse el tiempo de probar otros cuerpos, otros rostros, otros labios, otras manos que tocar. Saber de otros pensamientos, de otras ilusiones, de otras frustraciones diferentes a las ya conocidas y asumidas, y participadas. Ver en frente la tentación para una mente nueva, dislocada por los acontecimientos, le hace turbarse. Ella, la amiga, delante se le muestra como una divinidad intocable aún teniéndola tan cerca, se le muestra como los frutos que poder salir a recolectar con una vida nueva, pero el miedo atenaza, ¿y si toma el camino equivocado? Hoy no debería tomar decisiones, hacerlo así, por un impulso, de manera poco sosegada, no es lo más inteligente, dejarse llevar por lo irracional, lo primitivo que surgió en él por un entorno que se le volvió hostil no debe guiar sus actos. Siempre ha sido más calmado a la hora de decidir las directrices con las que pautar su vida. Pero a la vez piensa que quizás, este actuar tan cauto es lo que le ha llevado a esta situación, este estado de agitación interna. Por momentos siente ahogo, siente que el corazón le sube a la garganta, y pasado unos minutos se tranquiliza y supera esas crisis física, pero que agudiza la mental. El temor es lo que le está evitando hacer. No habla, no dice, no hace. Egoístamente piensa en la posibilidad de pedir una tregua, un impás de espera, irse con la alternativa de retorno. Quisiera que le dejase huir, salir, y poder volver si piensa que se ha equivocado, que lo que tenía es mejor que lo nuevo lejos hallado.

 

 

.     *El protagonista quisiera carta blanca para irse, pero con la posibilidad de volver, al igual que la canción de La rabia, en la que pide que le deje marchar pero que siga a su lado por si acaso se siente equivocado.

“Déjame huir“

.     **NA: Publicado originalmente el 18 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                          …Continúa “Viejos tiempos (8ª parte)“

Viejos tiempos (6ª parte)

04 Jueves Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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40:04, amigas, cambio, desamor, deseo, Diez minutos, dudas, Efecto Mariposa, estupidez, Infidelidad, Música, Odio, palabras, pareja, preguntas, Presente, ridiculo, Ruptura, silencio

No dice lo que querría decir. Está tan nublado su pensamiento que todo lo que era nítido ya no lo es, su odio hacia esas dos mujeres piensa que no tiene sentido. Aquello por lo que su cabeza no deja de fabular e imaginar es algo que no debería preocuparle. Siente cierto mareo, un vértigo que le lleva a fruncir el entrecejo sin darse cuenta de que está siendo observado, de manera un tanto atónita, por las mujeres que están haciendo de estas horas, de las peores que ha tenido nunca. Debería pensar en el presente activo y actual, con aires positivos de enriquecimiento, de aprendizaje de cosas hechas y lugares no habitados hasta el día de hoy por él. Debería plantarle cara a las suspicacias y tomar este presente con afabilidad. No mirar al frente y ver enemigos. Qué estupidez, no hay ninguna guerra, ningún conflicto. Siente que está haciendo el ridículo. Quiere pensar y no piensa, quiere decir y no dice. Qué diablos le pasa. Alza la vista que tenía clavada en el suelo, mira al frente con la mirada perdida, y después mira a las dos amigas. Ve sus caras, su pareja algo seria pero no enfadada como él cree que podría estarlo por su comportamiento raro. La amiga mantiene dibujada una sonrisa en el rostro. Seguramente, cada vez abunda más en su pensamiento el de: “qué tipo más raro es la pareja de su amiga”. Él piensa que menos mal que todo empezó por la tarde y ella vio que estaba sobrio al llegar, si no parecería por su conducta que estaba muy bebido, pero tres cervezas a lo largo de estas horas no son suficientes para argumentar este estado anímico como fruto de una borrachera, salvo que no estuviese acostumbrado a beber. Al fin, respira profundo y balbucea algo rápido, sin mucho sentido si se escucha lentamente, sin mucho convencimiento de convencer a sus dos oyentes, pero logra salir del atolladero con su vehemente verborrea, que eso sí, cuando está locuaz logra con seguridad dar un mensaje eficaz sobre lo que quiere transmitir, y en este caso logra lo que quiere, es decir, lo contrario, no transmitir nada, decir sin decir. Hablar por hablar. Pareciera que está consiguiendo esquivar este momento complicado, ayudado sin duda, porque su pareja decide ir al aseo, y se levanta dirigiéndose hacia fondo del local, lo que hace revivir por un instante el momento de fragilidad que tuvo él frente al espejo del lavabo. Hay silencio, están ahora solos, frente a frente, dos extraños que están compartiendo tarde, ya casi noche. Tantas palabras hubo hace unos segundos y ahora solo mutismo. No saben que decirse, que no suene forzado para romper esta mudez de ambos. Beben para ocupar sus bocas y tener la excusa para tal insonoridad de sus cuerdas vocales. Él la mira, sí que es guapa – piensa – y está morena, con ese color que a él le gusta, no demasiado tostada, esas pieles requemadas por el sol no le gustan nada. Vuelve a sonreírse internamente, que falsedad la suya, está encabronado por el presente llegado del pasado a su vida, el de su pareja, por los celos de lo desconocido y que activa sus defensas contra ello, y a su vez le gusta ver enfrente ese nuevo presente, que es atractivo, bonito, lujurioso incluso. Qué desfachatez la suya, se dice, es capaz de haber estado juzgando lo oído, de ellas, de sus actos, de sus vivencias, de su correrías, y sin embargo el cometería infidelidad con la amiga de su pareja con un suspiro de ella. No sabe si es un flechazo o es simple deseo, la animadversión de hace un rato se esfumó. Quizás esto que ahora le sucede sea lo real, y que lo escuchado le está sirviendo de coartada para una ruptura que él no sabía que deseaba, y que se dio cuenta esta tarde que la burbuja en la que se había metido lo mantenía en un mundo ficticio, en el que estaba a gusto, apartados los dos de lo que les rodeaba, de las tentaciones del presente actual y de las del presente pasado. Y ahora, mirando ese presente pasado hecho presente actual y que desearía fuese presente futuro, duda si lo tenido es lo querido. O este pensamiento es simplemente el fruto de su estado mental de hoy, poco cuerdo. Está hecho un lío. Pero ahora mismo desearía tener más tiempo para estar así, a solas con ella, y poder decir lo que siente.

 

 

.     *El protagonista está sumido en un mar de dudas, y como Efecto Mariposa necesitaría tiempo para poder decir todo lo que lleva ahora dentro, todo el deseo canalla atrapado en este momento, en este silencio.

“Diez minutos“

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa “Viejos tiempos (7ª parte)“

Viejos tiempos (5ª parte)

03 Miércoles Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, conversación, convidado de piedra, despistado, dudar, Entre dos tierras, evasivas, Héroes del Silencio, Música, pareja, preguntas, Recuerdos, risa, rubor, Senderos de traición, silencio, Timidez, trío, vergüenza

Ellas no entendieron su respuesta, se miraron sorprendidas, y se rieron como si hubiese sido una ocurrencia graciosa que a ellas se les escapaba, y le pidieron que aclarase lo que quería decir. Él rectificó, pidiendo perdón, excusándose de que estaba pensando en otra cosa. Reculó, se acobardó, no se atrevió a descifrarles el sentido de lo dicho, y pidió que le repitiesen la pregunta, diciendo que no la había asimilado, y esbozó una sonrisa para hacer más agradable y simpático el despiste con el que quiso vestir su respuesta insólita. A su pareja no le sorprendió la situación, él era despistado de por sí, ella se lo comentó a su amiga, le contó que esto era habitual, que se despistaba con facilidad, se le olvidaban cosas. Salían a veces a la calle y él tomaba el camino equivocado, puesto que se le había difuminado el objeto y objetivo de su salida. Cuando iban a la compra al mercado, al salir del portal, él se disponía a elegir el camino del supermercado, que era el lugar al que se debían acercar más tarde a comprar el resto de cosas, y ella le conminaba con una risa cómplice, diciéndole “¿pero dónde vas?”. Y él, sonreía, proponiendo cualquier excusa falsa muy evidente, para carcajearse los dos juntos. Entonces ella le decía que le alucinaba su capacidad para extraviar la mente por caminos que ella no adivinaba. Al oír estas palabras de ella, él se removía en su asiento, esto que contaba era real, tan real que era doloroso para él, al sentir como lo narraba, con sonrisa abierta, y feliz de contárselo a su amiga, no intuyendo ella el pensamiento despegado de él en este momento, este presente que ya no era ese presente que ella contaba como presente habitual. Se dio cuenta de que ella no parecía en ese instante querer dejar de ser su presente, o quizás disimulaba muy bien, se sintió por un instante un traicionero hacia ella, hacia la causa común de ambos. Esa traición que vio en las palabras de ella compartidas para con su amiga, esas que a él le habían estado haciendo daño, pareciera que para ella no fueran flechas lanzadas contra él. ¿Será verdad que ella no se haya percatado del daño que estaba haciéndole con su perorata, con su presente pasado, con lo no compartido? Y duda. Duda de que estuviese en lo cierto en su pensamiento, duda de que el ensimismamiento en el que se había encontrado toda la tarde le hubiese llevado a tomar conciencia de una falsa realidad, una realidad que quizás no era como él la veía, y que tamizada por su cerebro, después la decantaba convertida en hiel.

Con la explicación de su pareja a la amiga, puede tomarse un par de minutos para pensarse qué poder decir, ante la nueva pregunta, olvidando sus interrogadoras, la anterior, que de momento no le vuelven a espetar. Ahora le demandan que les diga en qué estaba pensando, que pensamiento podía llevar a una frase como la que había salido por su boca. La amiga de su pareja, encontraba muy divertida la situación, no dejaba de reír abiertamente y su mirada fulguraba. Él evita explicar aquellos pensamientos feroces, de lobos en jauría, acorralando y destrozando lo que tuvieron, con dentelladas a este presente que se le convierte en presente incierto, de pesares por lo que cree haber descubierto. Él insiste en que estaba abstraído por completo, que no tiene importancia lo dicho, que estaba recordando algo de la casa y estaba pensando donde colocarlo. Algo que en el fondo no es mentira. Aunque no es un enser, y a ellas no les dirá que es algo intangible, y que no está en el hogar, si no allí, muy presente. Y que, a lo que se le ha revelado hoy, tiene que buscársele un lugar donde ubicarlo, sobre todo para que no haga rozadura y no se enganchen con ello cuando pasen cerca.

El rubor ha subido a su rostro, siempre le pasa cuando algo le azora, o es pillado en falta, o es sorprendido no ya en falta, pero sí en una acción de la que no esperaba ser descubierto por otros, aunque sea algo sin importancia. Es vergonzoso, aunque actúe con arrojo muchas veces para afrontar esa timidez. Y en este caso, se dice así mismo que necesitará mucho coraje para ser directo y franco. Las miradas de ellas insistentes, coactivas, en espera de respuestas menos peregrinas de las dadas hasta el momento, le ponen nervioso.  El cuerpo le pide mirarles a las dos y preguntarles,  si añoran aquella vida, aquel presente, que hoy se hizo para los tres y del que él se siente convidado de piedra. Se siente como si estuviese en un trío y le hubiese tocado ser sólo observador mientras ellas disfrutan y se deleitan con mil placeres, que a él le duelen más por no poder practicarlos, ni sentirlos, que él no quiere ser un simple voyeur. Desea dar y recibir esa plenitud que ve en ellas, en sus intercambios de palabras, de frases, de risas, de miradas dolorosamente cómplices, de silencios de los que desapareció por completo la incomodidad; Es más, ahora son buscados para acallar comentarios que deben ser silenciados por pulcritud para con los oyentes no implicados en lo presenciado, que en este caso es solo él. Pero le falta la valentía para gritarles: ¡Porqué! Con qué derecho le han mostrado este presente inesperado, cómo encaja todo lo nuevo con lo ya existente en su vida, en su memoria, en sus proyectos. Porqué de repente nos encontramos entre dos tierras.

 

 

.     *El protagonista se siente entre dos tierras; la suya, su presente pasado y la de ellas, su nuevo presente. Ambas se le vuelven movedizas, y al igual que Héroes del Silencio, quisiera gritar. Y si se echa atrás tendrá muchas huellas que borrar.

“Entre dos tierras“

.     **NA: Publicado originalmente el 16 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa “Viejos tiempos (6ª parte)“

Viejos tiempos (4ª parte)

30 Sábado Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 8 comentarios

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amigas, ¿Qué hago ahora?, desamor, deseo, Donde pongo lo hallado, Música, Mujeres, Pasado, pensamientos, placer, Presente, Recuerdos, sexo, Silvio Rodríguez

Ahora se pregunta qué hacer con ella, dónde poner lo hallado, lo que no esperaba o no quería ver. Mira la belleza que él adora en ella, o quizás haya que decir adoraba, no es capaz de verla con los mismos ojos, que hace unas horas, al menos verla por dentro de la misma forma no puede, aunque por fuera si lo sea. Contemplarla es sentir una punzada en el estómago, siente esa acidez de las malas digestiones. Qué bien le vendría tener un almax a mano, piensa. Aprecia lo guapa que está, eso sin duda, cualquiera que le vea allí con esas dos mujeres pensará lo afortunado que es, y ciertamente si no estuviese en este estado de shock, de desilusión y malestar por lo presenciado, lo podría pensar él mismo, es más, cuando vio llegar a la amiga lo pensó, era atractiva y como hace un rato mismo, elucubró con tener sexo con ella si se terciase. Nunca pudo evitar mirar a las mujeres con deseo sexual, algo que no podía evitar. Aunque fuese algo efímero ese transitar por una situación que no se iba a llevar a cabo, se dejaba llevar cinco segundos por la imaginación pensando que se le insinuarían y sin muchos más trámites, terminarían haciendo el amor sin ataduras, sin otro fin que el placer. Ahora tiene allí delante a dos mujeres guapas, luminosas, vestidas con elegancia aunque con toque informal dándoles un aire de modernidad, con escotes insinuantes pero no llamativos, nada chabacano, con faldas cortas que dejan entrever unas piernas desnudas que atraen miradas de los que cerca pasan, tienen cierta aura de sensualidad que apabulla en el ambiente. Y brevemente piensa que sería un sueño poder estar con las dos a la vez, aunque nunca ha tenido esa experiencia, la tiene en la retina como tantos hombres y mujeres. Esas flaquezas físicas se diluyen enseguida y vuelve a ser atacado por el desengaño que él mismo se está infligiendo, y alentando sin saber muy bien de donde salen esas ideas. Vuelve a la carga la sensación de estar en un presente que no es su presente, se da cuenta que lleva bastante tiempo en silencio, pensando en aspectos sexuales que no tienen sentido. Vuela su mente en ficciones que nada tienen que ver con su presente real, que es el de situaciones que le mantienen fuera, al margen de esas mujeres con las que comparte tarde, que no experiencias. Cae en un victimismo que no entiende ni él, que quizás no está siendo realista con los acontecimientos. No es cierto que ellas hayan obviado su presencia totalmente, de vez en cuando se dirigen a él, para hacerle entender cualquier aspecto de lo relatado que pudiese parecer confuso, pero es él el que se aísla más y más. La amiga de su pareja le ha mirado de soslayo varias veces, él lo ha detectado. Al principio no quiso darle importancia pero ahora le asusta un poco que ella se dé cuenta de su estado misantrópico en esta reunión, y que se haga una idea equivocada de él, aunque hoy no estaría equivocada en verdad. Vuelve a dejarse ir por pensamientos un tanto peregrinos e imagina que le mira de esa manera por que le ha gustado. Rápido cae otra vez en la realidad de este presente y no del imaginado, e intuye que la chica o mujer, – no sabe cómo llamarla, los tres están en esa edad que ni son jóvenes ni viejos, y decir chica es pensar en una imagen demasiado juvenil y decir mujer, es envejecer a esa persona -, está evaluándole como si de un examen de reválida se tratase. Definitivamente él piensa que la amiga, así se siente más cómodo al referirse a ella, quisiera saber que tienen en común su amiga y él, y que por eso a su entender, le vigila con miradas sutiles. Ella la conoce bien y viéndole a él junto a ella al llegar, seguramente que no se podía creer que él fuese su pareja, a primera vista no había ninguna incompatibilidad entre ambos que evidenciase esa imposibilidad, pero los amigos ven más allá y perciben este tipo de cosas. Fantaseaba con estas elucubraciones de la mente de la amiga, cuando súbitamente le hicieron una pregunta, no era ya una frase explicativa como muchas de las referidas en la conversación anteriormente. Era una pregunta directa que él no esperaba, le pilló con la guardia baja, él no estaba allí con su mente y menos en la conversación. Se quedaron ambas mirándole esperando una contestación que él no daba, el silencio se apoderó de nuevo del lugar, como al inicio de la tarde, aunque ya sin la incomodidad inicial, al menos para ellas, pero si para él. El breve espacio de tiempo que transcurrió entre el momento que le lanzaron el interrogante y cuando se lo tuvieron que volver a repetir por su falta de respuesta, a él se le hizo enorme, largo y angustioso, y le cayó como jarro de agua fría por la sorpresa inesperada, y nada gratificante, y con esa incomodidad del principio encima, salió al paso, y sin entender la pregunta, sin saber realmente cual era la cuestión, les contestó; y ahora ¿dónde pongo lo hallado?

 

 

 

.     *Nuestro protagonista se deja llevar por el subconsciente y pregunta en voz alta lo mismo que Silvio Rodríguez en su canción.

“¿Qué hago ahora?“

.     **NA: Publicado originalmente el 12 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                        …Continúa “Viejos tiempos (5ª parte)”

Viejos tiempos (3ª parte)

28 Jueves Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, desamor, Música, Pasado, Por quien merece amor, Presente, Recuerdos, Silvio Rodríguez, Te molesta mi amor, Unicornio

La felicidad se le está marchando sigilosamente, o pudiera ser que ya estuviese desaparecida al sentarse esta tarde en este lugar, antes de que todo empezase. No es normal que lo acontecido en las últimas horas, ¿qué horas? Ni siquiera han pasado horas, quizás como mucho un par de ellas. Ya el tiempo para él se le está haciendo elástico. Le parece mucho rato el que llevan compartiendo mesa, compartiendo espacio y lugar, compartiendo presente. Todo se le arruinó hoy, o eso cree. Aunque realmente empieza a desembarazarse de este sentimiento de inquina hacia la persona que hasta hace un momento era alguien desconocido y que de pronto se transmutó en su voraz enemigo. Devorando su presente, dejándole sin futuro o al menos sin el futuro que tenía pensado. Meditándolo bien, él no tenía pensado nada para los siguientes días, ni años, él se dejaba llevar, feliz de estar siempre en un presente constante, presente que avanzaba con él tranquilamente, sin sobresalto, emparejado con ella, que hoy no la ve ya con él, en ese presente continuo que sería su futuro. Infeliz se siente en este instante, en el que se regodea de su mala fortuna, que lo ha llevado a este pensamiento perentorio, con la urgencia de encontrar respuesta a este sentir. Acuciado por estas dudas, por este tenebroso pensamiento, temeroso de lo que pasará a partir de ahora, está ausente de la conversación de ellas de la que desde hace rato intenta evadirse. No logra taponar mentalmente sus oídos para evitar la entrada de los sonidos, para que éstos no le transmitan a su mente el sentido que tienen y conllevan esas palabras dichas y apuntaladas con los argumentos de las situaciones revividas. Vuelve a oír y entender las frases que quisiera no comprender, para no asimilar este nuevo presente, que ve que no soporta tal cual se le aparece. Ese presente de él y de ella, la pareja que quiso ver eterna y no lo es, no lo será.  Mira a la amiga, la mira escrutadoramente, intentando averiguar el motivo de la llamada, ella que no estuvo nunca presente, que solo estuvo como referencia literaria, solo como nombre, como el título de un libro que se sabe que existe pero no se ha leído. Así era ella hasta hoy. Hacerse carne ella y sentir la fiebre él, ha sido uno. Se le ha clavado en el costado como una daga, un dolor que avanza y penetra, pero no hace sangre, el flujo lo siente interior, se desangra hacia dentro, y él piensa que hará que se ahogue, ya en el baño, lo sintió, sintió que el líquido le llegaba a la garganta que le asfixiaba, aunque allí se repuso tragando fuerte. Pero aquí con la mirada penetrante en ella, no lo consigue tan fácilmente, respira como si le faltara el aire, como si ya no fuese a quedar oxígeno para todos los que allí están, pero ellas ni se dan cuenta, de que está algo lívido, marmóreo, con los ojos demasiado brillantes, para estar bien. Pasa desapercibido, ante ellas, y el dolor se agudiza, es transparente ante aquellas dos mujeres, es como no ser. Mira a la amiga de su pareja, que no siente como amiga suya, de él. La observa y se dice que es guapa, que sí que tendría un buen revolcón con ella, hace una mueca de media sonrisa por este pensamiento, cómo somos los hombres se dice, hasta en estos embates, fugazmente nos olvidamos del dolor amoroso por un deseo de sexo, por una imagen que nos despierta la libido y todo el deseo sexual nos aborda de manera frenética. Dirige la vista a su pareja, que en tiempos no quiso ser su pareja, pero él insistente gano para si aquella guerra dando la vuelta a esos primeros rechazos ante sus intentos de conquista amorosa. Esta vista de ella, frente a él, le hace pensar en ese presente  que se le hace reciente en el que le molestaba su amor y él luchó contra su breve rechazo y hoy se siente triste por haber ganado aquella batalla, y se pregunta de que sirvió, si ahora hubiese preferido perecer en aquellas trincheras imaginarias tras el teléfono, con llamadas insistentes, suplicatorias, con peticiones de citas, que ella eludía con largas, pues en ese momento le molestaba su amor.

 

 

 

.     *El protagonista del relato recuerda esos inicios con la pareja, en el que su amor era rechazado y era molesto para ella, como Silvio Rodríguez que nos canta y nos describe como es ese amor suyo que molesta.

“Por quien merece amor“

 

.     **NA: Publicado originalmente el 11 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa “Viejos tiempos (4ª parte)“

Viejos tiempos (2ª parte)

26 Martes Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

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amigas, Amistad, celos, dudas, E.B.S., El tiempo de mi felicidad, Ella Baila Sola, Felicidad, Infelicidad, llanto, Música, Pasado, Presente, Recuerdos, tristeza

Se repone, se lava la cara, se la seca con el papel para tal efecto, y respira hondo, muy profundo, no sabe porqué pero tiene ganas de llorar. Por un momento aguanta el tipo, traga saliva, sigue con la cabeza baja, mirando el lavabo, no se atreve a alzar la vista hacia el espejo, no quiere ver, no quiere encontrarse con lo que puede reflejar, ni tampoco lo que pudiese encontrar al otro lado del mismo. Pero el llanto le vence y hace pucheros, callados sonidos, ahogando ese deseo de que las lágrimas se derramen y sean acompañadas de sonidos lastimeros. Llora brevemente, lo suficiente para echar fuera de sí, momentáneamente, la tristeza que le tiene poseído.  Vuelve a refrescarse la cara para eliminar las señales del dolor que le ha atacado de manera sorpresiva, y que le ha dejado maltrecho emocionalmente. Aprieta la mandíbula para desentumecer la sonrisa y poder salir con cara resplandeciente, falsamente alegre, fingiendo normalidad, vestido de hipocresía.

Lo que no entiende es este arrebato que le ha venido, porqué esta situación tan trivial en un principio, tan habitual en reencuentros de viejos amigos, puede haberle llevado a este estado, a esta ansiedad por lo no vivido. El nuevo presente que ahora tiene enfrente le ha dejado trastornado. Quizás esta situación solo ha sido el desencadenante de algo que ya tenía dentro. Esta simple conversación sirvió de espoleta para el estallido en su interior. Lo bueno y agradable se le ha vuelto malo y desagradable. Sentarse allí con ellas y sobrellevar la tarde dignamente va a ser complicado. Se acerca con intranquilidad, no quiere que se le note la desazón que azogado le mantiene algo irritado, no quisiera que ellas tan felices lo noten. Y pareciera que lo consigue, no le han hecho demasiado caso cuando ha llegado de vuelta. Ya se siente fuera del presente de ellas y mucho más fuera del futuro de su pareja. Aparecen más nombres y situaciones lejanas en el tiempo pero que están ahora allí tan vivas y presentes que casi desprenden los aromas de aquellos aires viciados y viciosos que él no aspiró y que en este preciso instante, inhala y llena todos los pulmones de esa brisa salina y de salitre, de pueblo de costa, de playa donde sucedió, y que hoy se hizo presente. Lo ve todo tan próximo, tan cercano a su piel, que cree sentir en este instante el roce de alguna mano, paseándose por la espalda de ella, ve las lentes oscuras de alguien apartarse para ver mejor y dejar ver su ojos y su mirada obscena, invitadora y lo peor es  la sonrisa cómplice que se dibuja en el rostro de ella. Ver esta imagen tan presente le rasga, y no puede por menos apartar la vista a un lado, lejos de la conversación, de las eternas amigas.

Ellas continúan con sus comentarios en tiempo presente, aunque vayan acompañados de un “recuerdas” momentáneo y efímero como parte de un sicalíptico retruécano que ellas conocen y del que a él le dejan ignorante de su origen y finalidad. Un fin de felicidad para ellas y no compartida con él. Nunca pensó que pudiese tener celos del pasado de ella, y ahora, como ese pasado no es pasado sino presente, él se escuda en ello para excusarse de esta flaqueza que jamás pensó tendría. Él siempre fue muy liberal para los sentimientos y al final se siente mal por resultar ser igual que todos o casi todos, posesivo hasta para los pensamientos, más allá de los propios actos del otro. Tener recelo de una amiga de su pareja  es lo que menos hubiese imaginado, quizás de un amigo sí, pero de una mujer, impensable hace tiempo, y sin embargo, aquí está odiándola, sintiendo que le está robando el tiempo de su felicidad.

 

 

 

.     *El protagonista del texto siente que le roban el tiempo de su felicidad, ese tiempo que espera que le llegue algún día a Ella Baila Sola en su canción.

“El tiempo de mi felicidad“

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                      …Continúa “Viejos tiempos (3ª parte)“

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