• Inicio
  • Autor
  • Credenciales
  • BSD (Banda Sonora Desafectada)
  • The Last Bee (Relato compartido)
    • Una Mascletá marina
    • Flanagan, el Apicarium RX2000 y Wall-And

desafectos

desafectos

Archivos de etiqueta: amanecer

Negro espejo

20 martes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 27 comentarios

Etiquetas

amanecer, amargor, destino, dolor, drama, espejo, Hallelujah!!, huir, imagen, La buena vida, Música, Mi voluntad, padecimiento, reflejo, sino, sombra

Me miro al espejo y no me descubro,

me veo difuso, no me reconozco en él,

observo y no me quiero ver en ese reflejo,

miro taciturno al espejo

y no me quiero,

no quiero ser ese que veo,

pienso que soy otro que aquel

ese oscuro ser ausente,

cierro los ojos,

los abro y me sigo sin reconocer,

auguro dolor insolente

dramas y daños preveo

futuro que me atormente

sin duda allí veo,

padecimientos y congojas

descubro que son el sino,

huidizo me reclino

por ver si se va aquel destino,

tozudo no se mueve,

lanceando con inquina

la imagen perdida tras el azogue,

al que allí habita,

miro y no quiero conocer,

sombra trémula en noche oscura

que me amarga este amanecer.

 

 

.     *Como en la canción de La buena vida, la voluntad del protagonista sería abandonar, no seguir viendo aquel que está y que en un futuro seguirá estando, pero hay que tener algo más que voluntad para dejarlo todo.

«Mi voluntad«

la buena vida - hallelujah

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de abril de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

El primer día de un cambio (3ª parte)

02 viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

Etiquetas

Adiós, Afectos, amanecer, amor, cama, cambio, cariño, complejidades, desamor, desencuentro, deseo, despertar, desvelo, dormir, Efecto Mariposa, encuentro, hastío, hombre, insomnio, ligar, Música, mujer, Otra historia, pareja, Ruptura, sexo, Supermercado, vigilia, vino, Vivo en vivo

Los despertares eran fantásticos, aquello se convertía en tal placer que era difícil que ya el día no fuese ideal. Juntos en la cama él se giraba hacía ella y pasaba suavemente la mano por su pelo y dibujaba con un leve roce su oreja y, muy suave,  pasaba el reverso del dedo por la mejilla y con los ojos chispeantes le decía te quiero, ella entonces le ofrecía una sonrisa, bella, resplandeciente, parecía que no hubiese estado durmiendo ocho horas, esa sonrisa borraba todo atisbo de la imagen que tenemos generalmente al salir del sueño, y que no suele ser la idílica de las películas, más bien el de un rostro embotado, el pelo enmarañado y no digamos si ese despertar viene precedido de haberse acostado algo ebrio o después de una larga noche, o de ambas cosas juntas, que ya nos dejan con un deplorable aspecto.

La cama era grande y con espacio amplio para cada uno, que los separaba para dormir a gusto sin molestar al otro con los giros o movimientos o desvelos que se producen en la horas nocturnas, unos sin consciencia, otros demasiado conscientes con insomnio y vigilia y preocupación que nos arruinan la noche y el descanso. Esa distancia quedaba en nada cada mañana, cuando sus cuerpos se buscaban para darse los buenos días y las primeras caricias y besos matinales y decirse palabras dulces antes de levantarse. Y los fines de semana estos cortejos se alargaban y acercaban sus cuerpos para darse caricias y agasajos con todo ello. Entonces las ropas nocturnas sobraban y se hacía necesario hacerlas desaparecer para sentir la piel de uno sobre el otro y la calidez de los cuerpos que mimosos se mostraban con todo el día por delante para estar y compartir, y juntos dilataban el momento de ir a desayunar, y abrazados y arrullados dejaban el mundo al margen y con esa desnudez y ese amor el deseo se abría paso, y ella sentía como la erección de él iba aumentando y se iba inflamando y al rozarla con ella en la pierna o el culo, era señal inequívoca que seguía excitándole aún con sus 50 años pasados, y era como una tarjeta de visita, como credenciales para ser recibido, y ella tan excitada como él, sentía ya la humedad entre sus piernas y echaba la mano bajo las sábanas en busca de ese miembro que llamaba a su puerta para constatar que lo notado era cierto y real y sentir como ya crecido, más que pedir audiencia, reclamaba y exigía atención. Entonces él ante esa acción busca sus pechos y baja su mano hacía su vagina y descubre lo lúbrica que está, y ella con un leve movimiento abre y separa un poco sus piernas para ofrecerle un acceso mejor, y él comienza a jugar con su clítoris, presionando y masajeando como sabe que le gusta. Y sin mucha más demora por la excitación de ambos, ella se voltea y se pone encima de él y con facilidad hace que el pene inhiesto entre duro y grande, pero deslizándose adentro con dulce suavidad, y ella rítmicamente se mueve buscando el orgasmo y aceptando las embestidas de él desde abajo, aguantando hasta sentir que ella está a punto de venirse, y él entonces se deja llevar al percibir como se contraen todos los músculos vaginales por los espasmos del coito venidero; Y al sentir esa presión no soporta más ese placer y se deja ir y eyacula con violencia llegando juntos al final, jadeantes y con la respiración entrecortada, sudorosos.

Sin duda en la cama lo han pasado bien, siempre supieron gozarlo, desde aquel encuentro en el supermercado, tan deseado por ambos como se confesaron enseguida, cuando ella dudando ante la estantería de vinos cual elegir él se atrevió a recomendarle uno. Y como ambos estaban predispuestos y deseosos de conocerse, todo fue fácil y sencillo. Conectaron muy bien, el utilizó toda su verborrea pero de forma muy natural, nada forzada, cierto que había elegido un tema del que hablar que le gustaba y del que además tenía ciertos conocimientos, quizás por ello se lanzó y atrevió en la sección de vinos a hacer lo que llevaba tiempo pensando sin osarlo, pues lo que dijese no sonaría a tonterías de adolescentes. Ella se sorprendió a si misma mostrándole esa sonrisa que había imaginado darle algún día, y aceptando su consejo, y más se sorprendió cuando instintivamente le sugirió probarlo juntos en su casa para que si no estaba bueno pudiese echarle la culpa y si lo estaba poder darle las gracias de alguna manera. Argumentó que no quisiera regalar ese vino a unos amigos sin haberlo probado y que una botella para ella sola era mucho. Luego, al llegar a casa pensó que quizás él pensase que era una “fresca”, pero en el fondo no le importaba, hacía algunos días que había decidido dar un cambio a su vida.  A él también le entraron dudas sobre su proceder, quizás ella pensase de él que era un frívolo cazador de mujeres solitarias, y además un engreído sabiondo por hablar con esa solvencia de vinos.

Pero todo fue bien en aquella cita para cenar en casa de ella, buena cocinera, algo que a él acabó por desarmarle, ya que él también hacía sus pinitos en los fogones. Parecían hechos el uno para el otro. Esa primera noche terminaron en la alcoba de ella y comenzaron los despertares cómplices.

Cinco años juntos dan para muchas situaciones, y poco a poco se empieza a ver lejos aquel día primero en el que cada uno por su parte pensó que necesitaba un giro en su vida, y precisaba encontrar “el primer día de un cambio”. Y como lo desearon lo obtuvieron y se decidieron a afrontarlo y llevarlo a cabo, y agarraron la ocasión primera, sin pensar demasiado si saldría bien o mal, sin el peso abrumador que nos paraliza cuando tenemos miedo al cambio y tememos lo que vendrá. Primaron el aquí y ahora para potenciar el mañana, que será benévolo o no con las decisiones tomadas.

Todo se va desmoronando con el tiempo. En la cama todo era perfecto, pero se buscaban menos fuera de ella, en los primeros tiempos, incluso de tiendas en los probadores lo hacían, pero ese fuego se fue apagando y extinguiendo, y el deseo y placer no fue sustituyéndose por amor y complicidad, solo por cariño, y con el cariño y el sexo solamente, no se puede sostener el edificio de la pareja, y cada uno a su manera fue buscando su rincón, y hoy en el salón recuerdan amablemente los inicios y los ríen, y les divierten los días alegres y festivos pasados y les enternecen los malos en los que se apoyaron uno en el otro, pero son conscientes que no es suficiente, que queda mucho recorrido por vivir y que prefieren otros lugares comunes que los comunes de los dos. Y se miran y sostienen la mirada, porque el afecto no cambia ni desaparece entre ellos, y se dicen nos vemos, y se dicen adiós.

 

 

.                                                                                          FIN

 

.      *Ya ha pasado lo mejor y todo parece peor, como dice Efecto Mariposa en su canción. Por ello es mejor dejarlo aquí, y desearse lo mejor, y cada uno seguir volando ya más seguros con sus complejidades.

«Otra historia«

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

Destemplado cuerpo

22 miércoles May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 9 comentarios

Etiquetas

abrazar, abrazos, Adiós, amanecer, aroma, calor, casa, Christina Rosenvinge, destemplado, Frío, invernal, jersey, Lágrimas, llanto, Música, Nadie como tú, nostalgia, olor, Ruptura, Traición, Tu labio superior

Ya son muchas las mañanas en las que se repite ese estado anímico, desde aquella primera vez en la que lo sentí así. Cada mañana aparece el recuerdo de su calor, y la cama se hace fría. Las mañanas son gélidas sin un cuerpo que te temple. Ese cuerpo, que furtivo se escabulló de entre las sábanas, dejando un aroma que no se evapora en el aire, que ha quedado impregnado, no ya en las sábanas si no en todo el cuarto, las paredes no consiguen librarse de él. Y cada amanecer ese olor me arrebata los sentidos y caigo otra vez, en el no olvido, aunque lucho cada día por librarme de él y olvidar.

La casa, es pequeña pero se me hace gigante, de pasillos infinitos y estancias enormes. Y no quiero salir de la cama para no perderme por el piso en busca del ser que ya no está, en busca del que dijo sentirse desertor cuando propuso un adiós. Y giro el cuerpo y la cabeza y pongo la cara apretada contra la almohada. La nariz y la boca oprimidas por el peso, sienten la ausencia de aire que respirar y quisiera sentir esa asfixia hasta el final, pero no me atrevo a seguir. Y creo percibir su perfume aún en ella, como si no hubiese pasado ya mucho tiempo sin recibir su cabeza para darle descanso, como si en todo este tiempo ese cabezal no hubiese sido cambiado y lavado, aunque hubo tentaciones de no hacerlo para salvaguardar esa esencia que hoy se vuelve dañina al fantasear que aún está y se aspira. Me doy media vuelta y miro la pared, la silla, el armario. Quizás ahí dentro esté la solución momentánea a esta sensación de tristeza azul, de frescor de auroras invernales que dejan el cuerpo yerto, esperando entrar en calor con el abrazo del amado.

Allí tengo su jersey, ese jersey que le cogí para sentir los abrazos que ya casi no me daba e intuía que no me daría más, y que hace que me acurruque por aquí y por allá de vez en cuando, en los momentos que ya no puedo más con la soledad y la ausencia, los días en los que deambular por la casa que ya no pisará, y por la que paseo y paseo como si de un palacio se tratase, dando pasos y más pasos, recorriendo una y otra vez las mismas habitaciones y el mismo salón, una y otra vez, como si en algún momento fuese a encontrar a quién bien sé que no hallaré. Volvió con su familia, que es lo normal, – me repito-,  que supiese que no iba a prosperar no hace que me deje de odiar, por estúpida, por creer que lo podía cambiar. Y en esas ocasiones en las que me pongo el jersey y me abrazo para sentirle, y cierro los ojos, y su perfume, el que su cuerpo dejó en el tejido que aproximo a mi cara y rozo con suavidad, y son mi nariz y mi olfato los que quieren recuperar para mis adentros aquel resto de él tan leve y efímero y falso. Y acurrucada en un rincón, la angustia y las lágrimas caen y se deslizan lentamente por la mejilla para precipitarse sobre su jersey, ese que ahora le sustituye, y me rasga el alma. Y cada mañana tengo el deseo de sentir sus abrazos y hundir mi cabeza en su jersey y dejarme llevar al tiempo pretérito, al de las promesas, sabedores de la imposibilidad de cumplirlas pero aún así dichas y lanzadas y refrendadas con actos que las hiciesen creíbles y venideras en un futuro, que hoy ya no existe. Solo existe el frío de la soledad no querida, no buscada. Y la mañana se vuelve el peor momento del día y el deseo de acabar por siempre lo empaña todo, y cuesta levantarse sin esa necesidad del llanto, de la triste mueca frente al espejo, y bajo la ducha las lágrimas que me bañan un mañana sí y otro también. Y debería partir y cambiar y huir y empezar, y sé lo que tendría que hacer pero el cuerpo destemplado no ayuda a viajar.

Miro el armario, la distancia hasta la cama se me hace tan larga que me da miedo levantarme, y congelarme por el camino antes de encontrar allá adentro, la fibra que me traiga su calor. Quisiera despedirme de él, tirar su jersey y dejarle atrás, pero no puedo, me cuesta tanto que cuando lo intento me puede la imagen de los buenos ratos y los buenos tiempos, me olvido de la afrenta por la renuncia a seguir, a avanzar juntos. Olvido que la ausencia es para siempre, y su regreso al hogar del que me dijo que escapó para conmigo encontrarse está consumado. Con este frío interior, busco calor, y solo encuentro dentro de mí su abrazo, para hacerme creer que con ese recuerdo no me hielo. Y no añoro sus ojos, ni sus besos, ni sus palabras, sino sus brazos que abrigaban mi desasosiego, que me daban el cariño que hoy ya no siento. La nostalgia de los días anteriores al abandono, cuando no había traición ni engaño, me acomoda cada amanecer un estado de embriaguez, que me tumba y aplasta, que evita la posibilidad de iniciar el día con ánimo renovado de vida, y aunque ya ha pasado tiempo, es ayer siempre para mí y me deja destemplado el cuerpo.

 

 

 

 

.     *Las mañanas de Christina Rosenvinge se convierten en duros amaneceres por el recuerdo de una dolorosa ruptura, igual que la protagonista del texto, con ese frío que no se puede sacar de adentro.

«Nadie como tú«

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Agosto de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Vacío amanecer

20 lunes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 8 comentarios

Etiquetas

abandono, amanecer, ausencia, Desorientación, despertar, duda, El breve espacio en que no estás, Música, Pablo Milanés, Querido Pablo, vacío

Mira de reojo el hueco de su cuerpo ausente, un frío le recorre el suyo, una presciencia le llena de incertidumbre. Se acumula de golpe toda la melancolía, la nostalgia de ese olor que no sabe si es ya suyo, ese olor que no le pertenece, inspira profundamente con los ojos cerrados, pero el aroma no llega, su mente vuela en busca de lo que no está, quiere traer algo que llene la ausencia, ¿pero qué elegir entre tanto recuerdo? Y por un instante fluye el deseo de que vuelva ese mundo que hoy se ha parado, su pájaro no le dio cuerda, pero la mente traicionera no le ayuda, quizás para poner distancia, para darse cuenta  si quiere empezar de nuevo, si otro mundo es posible.

Retornó aquel pensamiento, cuando años atrás se planteó dejarlo todo, empezar de la nada, pero el mundo giraba tan aprisa que el vértigo apartó de su mente esa posibilidad, ahora la decisión no había sido suya, estaba como ausente, sin saber qué hacer, qué decir, todo el mundo que conocía de pronto se había desplomado, mejor dicho, se había quedado quieto, sin movimiento, todo detenido. Un incesante deseo de recuperar la normalidad agitaba su ser, estaba empezando a tener ansiedad por saber, por comprender qué sucedía, y por qué sucedía, que pasó la noche anterior para que este nuevo día fuese tan diferente, tan abrupto, tan… extraño. Salirse de la costumbre ha trastocado todo, no consigue controlar la brújula de su mente, no sabe qué camino tomar, qué dirección será la correcta, cierra los ojos y aspira en busca de un olor que le devuelva la tranquilidad, aún sabiendo que no llegará, ni la esencia ni el sosiego.

Soñamos mucho con el paraíso o paraísos sucesivos que desde ya son paraísos perdidos, este pensamiento le taladra una y otra vez, su paraíso encontrado ha desaparecido de golpe, sin esperarlo, ayer estaba, hoy ya no.

Temor, pero temor a qué. Quizás a levantarse y deambular por la casa, que le hará ser consciente del vacío, del silencio doloroso a sus oídos. Siente un mareo que le ata a las sábanas, siente un gran peso que le aturde y aplasta. Es como una enorme resaca que le embota la mente y el estómago le amenaza con nauseas. Ese estado de malestar que sube desde las entrañas a la cabeza le hace sentir un sudor frío como fiebre por enfermedad que empapa la almohada. Mira de soslayo una vez más, como no queriendo afrontar. El tiempo pausado que parece no avanzar se eterniza aún más en su pensamiento vacuo por la imposibilidad de fijar su pensamiento. Se pregunta si eso será la enfermedad mental, no poder fijar ideas, no ser dueño de los pensamientos y que estos salten de aquí a allá sin razón, y llevándonos a la sinrazón. Siente el latido en la cabeza, que le está mortificando. Porqué se siente así, se pregunta, si no hubo promesas de eternidades. Esa imposibilidad de hilar sus pensamientos le atormenta aún más. Si no consigue dominarse y dominar su juicio, no podrá saber, y sin saber, la duda no desaparecerá, y su sueño se desvanecerá.

 

 

 

.     *Pablo Milanés nos presta su breve espacio de vacío para dar voz al vacío encontrado por el protagonista del texto.

«El breve espacio en que no estás«

.     **NA: Publicado originalmente el 14 de Agosto de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Fría madrugada

14 jueves Dic 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

Etiquetas

alba, alma, amanecer, Amaral, angustia, Esta madrugada, Frío, insomnio, madrugada, Música, Pájaros en la cabeza, Recuerdos, Refree, tristeza

Esta madrugada desperté, y tú no estabas junto a mí, cuánto deseé que no te marcharas esa otra madrugada. Estoy helado en esta noche amarga, en esta mala hora, que se hace infinita. Toda la tristeza me vino a acompañar. Todo el llanto quiere aparecer en esta hora desangelada. No puedo dormir recordándote, cuando ya te había olvidado, pero este silencio me traicionó con un despertar desasosegante, cuando la luna entró por la ventana para ahuyentarme. Quiero que la oscuridad de mi alma se ilumine, deseo que llegue el alba, pero quédate un rato que tengo frío, al menos abrígame con tus recuerdos que quizás ya no compartas con los míos. Ha pasado tanto, que no entiendo porque me vinieron a ver aquellos tiempos, ya no sé por dónde andas, en esta ciudad que compartimos, a la que llegamos juntos y hoy cada uno vaga por distintos caminos. Esta calma me desarma las intenciones de dormir y de poder huir de esta madrugada a un amanecer que nunca llega. Quiero esa luz que alumbre mi oscuridad, en la que de pronto se vio envuelto este insomne glacial. Quiero que llegue el alba para descansar, que el rocío se escarche en la ventana por donde se me escapa el alma. Dame calor aunque sea la última vez, prometo no volver a desfallecer, prometo no pedir más tu regreso en esta mala hora, y no caer en tu recuerdo bajo la intemperie de una noche angustiosa y dolorosa.

Creo oír un Chelo, como un quejido, como un lamento que me acompaña este sentimiento, y no encuentro esa ilusión por vivir que me abrasaba por dentro, que hacía que quisiera comerme el mundo, quizás es por eso, que de pronto se me vino todo el universo al suelo. Y no sé porqué te cuento esto si tú ya estás muy lejos de mí. No sé como vino esto que me pilló desprevenido. Quiero despertar, esto debe ser un mal sueño. Será que perdí todas las ansias por la vida, será que te echo de menos, que te me vuelves como la verdad única que habita mi recuerdo. Quisiera tu calor, quisiera tu cariño esta madrugada, que se me hace eterna de pensar que nunca vas a estar, por mucho que pida que hoy te quedes conmigo hasta que entre la luz por el postigo. En esta mala hora de desvelo que me ahoga.

 

 

 

.     *Esta versión de la canción de Amaral con la colaboración de Refree me sedujo, no pudiendo evitar convertir en un relato bastante fiel a lo que ella canta, una noche triste de insomnio, frío y recuerdos.

«Esta madrugada«

 

.     **NA: Publicado originalmente el 10 Mayo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

No siento

06 lunes Nov 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 20 comentarios

Etiquetas

amanecer, café, Desafectos, desamor, despertar, ducha, Ella Baila Sola, Lo echamos a suertes, Música, rutina

Hoy como todos los días me llamaste desde el cuarto de baño, desde la ducha, me despertaste desde allí, como siempre, diciendo mi nombre. Eres mi despertador, despertador suave, más suave que el sonido insistente y violento de un reloj-despertador, ese que sobresalta cuando suena y que yo no oigo y tú sí, y que rápido apagas para evitarme madrugar. Y te levantas a preparar el café en silencio, respetando mi dormir, procurando que yo aproveche y apure al máximo el descanso y las horas de sueño. Con mucho sigilo, de vuelta de la cocina, entras en el baño a darte la ducha diaria, reparadora y estimulante, y cuando estás finalizando me llamas para que acuda y entre sin cesar el flujo de agua. Y es curioso que oiga esa llamada mucho más leve y moderada que la estridente alarma de un reloj. Me acostumbré a esa modulación, ese grito apagado que llega en cambio, nítido a mí, y me hace dejar de dormir. Esa fonación entra en mí, buscándome allá lejos donde me encuentre, sumido en una tranquilidad eterna, sin conciencia, y de allí me saca y me trae de nuevo a esta existencia.

Pero ya ese reclamo me altera e irrita tanto como un despertar ruidoso y rechinante, despabilar con la voz que antes me era amorosa me disgusta y enoja, me enfada y hace que mi nuevo día aparezca nublado desde el primer segundo. Esa ruptura del silencio que me acunaba, me fastidia y desagrada, esa invocación tuya me resulta desapacible, esa invitación sedosa a ir contigo, a tu encuentro, se me vuelve áspera y exasperante, me crispa y enerva, y si tardo, tú insistes con dulce elevación del tono y yo lo encuentro destemplado y ruidoso, y lo intuyo como insidioso, y sé que no es así que es una percepción mía, que tú solo me das amor y afecto, que casi me idolatras, y la ternura es tu bandera para conmigo, siempre sonriente cuando entro en el baño en respuesta a tu llamada, y me haces comentarios alegres e invitadores a comenzar el día con gozo y jovialidad, esa que dices no ver en mi despertar, y que yo te digo no ser cierto, te desmiento y digo que mi amanecer no es mohíno, pero sé que no muestro la verdad, desde niño ya me pasó, y tú no le das importancia a mí negación, sabes de esa realidad, me conoces como nadie. Y me siento pérfido y tramposo, por mi falta de sinceridad, por no afrontar lo que me pasa, lo que me apaga el día cada mañana, lo que me hunde en cada mirada que cruzamos en el alba, cuando tú me llamas. Y me pregunto qué me ha pasado, qué ha cambiado, qué sucedió en mi vida, en nuestra vida, qué rutinas me asfixiaron.

Tú, siempre tan delicada y cuidadosa conmigo, tan amorosa, que me duele más si cabe sentir esto que siento, sentir que no siento, no siento ese amor que me arrebató por tanto tiempo.

 

 

 

.     *Ella Baila Sola nos pone música a este texto de desafección, doloroso reconocimiento de que ya no se siente lo que se sentía y que no se afronta ni encara con sinceridad.

«Lo echamos a suertes«

.

     **NA: Publicado originalmente el 13 de Abril 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida está llena de afectos y desafectos.

Entradas recientes

  • Me gusta cuando me hablas bajito
  • Resquebrajado
  • Donde se siente el amor
  • Bajo el influjo de la mirada, los gestos y la intención de palabra
  • El Abrazo

abandono Adiós afecto Amaral amigas Amistad amor angustia ausencia Aute Bebe Bunbury calor cambio celos Christina Rosenvinge cuadros desafecto Desafectos Desafecto Social desamor deseo Despedida dolor duda dudas Efecto Mariposa encuentro espera Felicidad Frío hijo Hopper Infidelidad libros llanto locura Los Rodríguez Love of lesbian Lágrimas Marlango Melancolía miedo mirada Muerte mujer Mujeres Música Nada noche nostalgia Odio palabras pareja Pasado pensamientos piel placer Poesía Presente Quique González Recuerdos Ruptura Sabina Serrat sexo silencio Silvio Rodríguez Soledad Soñar Supersubmarina tristeza Verano Vetusta Morla vida

Archivos

Categorías

  • Comentarios (2)
  • Frases (7)
  • Música (351)
  • Micropoesía (11)
  • Microrrelato (27)
  • Poesía (114)
  • Reflexiones (47)
  • Relato (211)

Días de afectos y desafectos

julio 2022
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031
« Nov    

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Únete a 1.304 seguidores más

Desafectados

En instagram

No se encontró ninguna imagen en Instagram.

Follow desafectos on WordPress.com

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Visitas Desafectadas

  • 81.208 hits

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • desafectos
    • Únete a 1.304 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • desafectos
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...