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desafectos

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Archivos de etiqueta: Pasado

Sequía

27 viernes Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 3 comentarios

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abismo, desierto, dolor, herida, La ciudad más gris del mundo, Música, Pasado, páramo, Ruidoblanco, Ruptura, senderos, sequía

En la sequía afectiva

los senderos se estrechan

y los abismos se muestran

infinitos.

En el páramo del desconsuelo

los aromas se vician

y se convierten en hedores

inmundos.

En las heridas supuran

recuerdos dolorosos.

En la angustia

se vive el desgarro

de lo perdido.

La ruptura con el pasado

irrumpe en cascada arrolladora

de pretérito presente.

Y en este destierro te concibo,

y en este desierto vivo.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos habla en su canción de un futuro en la ciudad más gris del mundo, tan poco alentador como la vida en el desierto afectivo del poema.

«La ciudad más gris del mundo«

.     ** Publicado originalmente 30 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Cómo será la huella

12 martes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 23 comentarios

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Afectos, Aute, Huellas, Música, Me va la vida en ello, Mira que eres canalla aute, Mujeres, Parejas, Pasado, Recuerdos, relaciones, Silvio Rodríguez

-Hay veces que me desvelo y pienso en ti, y en mí, y en aquellos momentos, en aquellos años, y me pregunto si tú pensarás alguna vez en mí, o soy tan pasado que ni por un segundo soy presente en tu pensamiento. Puede que en tu cabeza esté tan enterrado en vida que no sea ya, aun viviendo-.

Unas veces es una y otras veces es otra la que aparece en ese desvelo, y me pregunto qué será de cada una de las que acompañaron algún instante de mi vida, unas por unas horas, por un día, otras por varios, algunas por unas semanas, las menos por algunos meses, pero todas y cada una de ellas siguen ahí, vivas, no enterradas en vida, aún respiran dentro de mí, y me pregunto si yo vivo en ellas, si respiro en otros cuerpos, o si alguna vez levemente, surjo como sombra de un pasado, o si por el contrario escribieron mi nombre y me borraron como en aquel relato de By y ya no soy, y mi nombre se les desvaneció y con él mi imagen, lo vivido y lo compartido, poco o mucho, quedando en nada. Cada una moldeó un poquito de mí, tanto de las que salí huyendo o aparté o me aparté como de las que desertaron o decidieron otro camino. Me pregunto si cuando ellas hacen bagaje, o echan la vista atrás o miran pretéritamente su vida aunque sea por un segundo, seré uno de los actores que recobran vida o por el contrario no aparezco en escena, ni con una simple frase, ni como secundario, o más aún ni siquiera formo parte de los títulos de crédito. O quizás en algún caso tomo protagonismo y surgen sentimientos hacia mi imagen, unas veces afectuosos y otras de desprecio y odio o resentimiento, algunas otras de indiferencia, supongo que esto último la mayoría de las veces llegado el caso de ese protagonismo ilusionante a la vez que iluso. Uno quisiera que siempre fuese su paso por la vida de otros agradable y amable y no lacerante e hiriente, y ser visto con los ojos del cariño y no con la mirada del rencor y la antipatía. Y sea en un sentido u otro; el afable y benigno o el dañino y desfavorable, el ego empuja a querer conocer el impacto sobre otros y creer que no ha pasado desapercibido para esa gente, que algo dejó en la vida de ellos y más de ellas, claro. Me gustaría saber si dejé huella; profunda o liviana, pero al menos huella, porque ellas, unas y otras sí que la dejaron. Y sin querer evocarlas surgen inesperadas en ocasiones, como en esos desvelos que cada vez aparecen más cotidianos. Todas están dentro de mí, forman parte de mí, aunque algunas de esas huellas son algo más difíciles de rastrear puesto que su paso fue tan veloz que casi ni posaron en su fugacidad, -como esos animales que al correr casi no apoyan sobre la superficie que pisan-. Pero sin gran esfuerzo las encuentro, y aparecen claras y evidentes y me hacen ver a aquella que la dejó y aquel momento que fue. Siempre evitando amarrarme, sé que no me porte bien algunas veces, y que muchas de ellas no nos acompañamos más que en un breve naufragio, a veces mutuamente decidido otras producto de mi escapada y huida, en mi afán de no quedar anclado, por mi deseo de no perderme otros labios y otros cuerpos, por pensar que lo que estaba acaeciendo no era amor definitivo si no sólo deseo, y había tanto deseo alrededor, que uno actuaba pensando que siempre había y habría alguien más con quién disfrutar y que ella, la de ese momento, evitaría que conociese a otras en espera de que llegase la definitiva, aunque realmente dudando de que la hubiese y quizás en el fondo no queriendo que apareciese, convenciéndome de que cada una de ellas, de las que aparecían no era la idónea y plena, engañado por el pecado de juventud  que empujaba  a pensar que podría pasarme la vida de flor en flor con mi libertad intacta, en búsqueda eterna. En esta senectud que va llegando, rememoro esos brazos y esos abrazos y esos besos dados y los no dados que dolientes quedaron y merodean sobre esas huellas, todas encontradas, ninguna sin referencia clara, por mi cuerpo por mi mente por mi alma. Las difusas y las nítidas, las suavemente marcadas y las profundas, las que sajaron y dejaron herida y las dulces que acariciaron.

Y en el insomnio, cuando aparece el recuerdo y vago por él para ir siguiendo los pasos dejados por esa huella, acechante durante el rastreo surge la duda sobre lo apropiado o errado de ese instante, -absurdamente, pues no hay remedio para bien o para mal-. En ese vagar, rememorando el momento que dejó esa huella, a veces me distrae una nueva y me aparta del rastro que me trajo el desvelo y me lleva por otro camino, haciéndome tomar conciencia de que unas y otras huellas se solapan e incluso que sus dueñas cohabitaron, y aparece la pregunta; ¿Cómo sería todo, si hubiese sucedido de otra manera?, y emergen más las equivocaciones que los aciertos, los ahora no haría esto o hubiese debido de actuar de otra manera o que gran error fue decir o hacer, o más aún no hacer no decir, y en estas divagaciones ridículas me envuelvo y acuno para ir mortecinamente entrando en el sueño por el ensueño del pasado, y brumosas flotan las preguntas. ¿Y en ellas? ¿Quedó rastro o rasgo alguno de mi presencia en sus vidas? ¿Se acordarán cuando miran atrás de que estuve allí a su lado? ¿Cómo será, -si la hubo-, esa huella?

 

 

 

.     *Lo dice Aute interpretado por Silvio; vivir era vértigo y no una carrera. Y como a él, a veces, nos va la vida en saber lo que hemos significado para otros y dar sentido a lo vivido, y no pensar que todo ha sido naufragio por malentender el verbo amar.12

«Me va la vida en ello«

Luis_Eduardo_Aute_-_Mira_Que_Eres_Canalla_Aute-front

.     ** Publicado originalmente 2 de Octubre de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Lucidez etílica en los alrededores del “si hubiera”

08 viernes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 21 comentarios

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alcohol, Amistad, charla, conversación, encuentro, Fito y fitipaldis, Música, Me equivocaría otra vez, Pasado, Por la boca vive el pez, posibilidades, Recuerdoos

Llevábamos varias horas bebiendo y recordando viejos tiempos, y viejas situaciones, hablando de antiguos amigos de los que habíamos perdido la pista, y nos preguntábamos qué habría sido de ellos, y venían a nuestra cabeza momentos compartidos con esos de los que ya no sabemos, situaciones hilarantes en muchos casos. Grandes y largas borracheras, en cortos viajes. Caímos en el recuerdo de mujeres que fueron algo, -pocas-, y de otras que fueron nada, -muchas-, y de la gran mayoría que se quedaron sólo en miradas y espejismo, y como siempre pasa, nos centramos en las que no llegaron a buen puerto y en los espejismo; en lo que nos hubiese gustado que muchas del nada estuviesen en el algo incluso que hubiesen entrado a formar parte del mucho y que los espejismos se hubiesen transmutado en realidades palpables. Nos recreamos en imaginar qué hubiese pasado si tal o cual vez hubiésemos aceptado la invitación o insinuación, o si no nos hubiésemos dedicado al alcohol tan denodadamente en aquellas ocasiones en las que decidimos posponer el encuentro para después, llegando a ese después con pocas posibilidades de victoria manejados por la ebriedad, o ya demasiado tarde, como en esas veces en las que tardamos en decidirnos y cuando lo hicimos, empujados por el punto de alcohol, ya era hora de cierre y recogimiento. Tendimos como siempre a fantasear más con lo que podía haber sido que con lo que fue.

Yo le conté mi reciente encuentro con alguien de mi pasado que me dejó algo tocado, y que a veces me daba por pensar en qué hubiese sucedido si hubiese actuado de una u otra forma ante ciertas situaciones, qué hubiese pasado si con esa persona las cosas hubiesen sucedido de otra manera, pero que pensar en ello me parecía pensar en algo muy volátil, puesto que cada vez que lo pienso los sentimientos varían, pasando del deseo a un cambio en aquel momento que hubiese hecho no estar en donde estoy, hasta un rechazo frontal a esa posibilidad, puesto que lo que he vivido me ha dado momentos felices, y en donde estoy, es un buen lugar, -no sé si el mejor-, pero si un lugar agradable y confortable. Y así me muevo constantemente, desorientado por los sentimientos contradictorios que generan esos momentos intangibles del “si hubiera”.

– Cierto, se puede decir que “el si hubiera” es la forma verbal más etérea… tras esa expresión gran parte de la vida queda en el limbo. Y por ello, pensarlo, quizás no valga la pena, y seguramente que no lo vale, pero no se puede evitar dejarse llevar por esa pregunta; ¿Qué hubiese pasado?, ya sea formulada a nosotros mismos o a otros involucrados, para imaginar otros pasados, otros caminos, otros futuros. Esos quizás son la otra vida, esa que se queda en el camino a cada decisión, o a cada casualidad; hay veces que el ir o estar no es decisión propia y sí más el resultado de circunstancias no controladas del todo por nosotros. Regodearse en ello, puede que no sea lo mejor, es vivir en un eterno: Porqué sucedió de aquella manera y no de otra. Es nocivo y tóxico para nuestra salud mental.

Además ese estado melancólico del «hubiera» o «hubiéramos» se cierne una y otra vez sobre nosotros a cada paso que ya es pasado, y en cada decisión que nos deja un único pasado lineal, real y muchos posibles, y ya imposibles, sólo imaginados, desparramados a nuestra espalda… cientos de vidas que podemos volver a vivir falsamente… aunque es verdad,  que cuando caemos en esa nostalgia de la posibilidad no vivida, llegamos a tener sensaciones imaginadas, incluso a veces podemos sentir como pasa de nuestra mente a nuestro cuerpo, lo somatizamos, sentimos acelerarse el corazón, se nos hace un nudo en la garganta, las lágrimas pugnan por salir, y hasta cerramos los ojos para aspirar los aromas de un entorno que no es veraz…

Pero todo es una mentira, no podemos escapar de un lugar, una fotografía, una imagen en nuestra mente, queremos avanzar y no lo conseguimos, estamos encerrados en un mundo finito, y cuando hemos avanzado, acercándonos a los bordes y ya no hay nada conocido y hemos agotado nuestras referencias, como en esos mapas de los primeros navegantes. Somos incapaces de alargar lo que sucedería mucho más allá de ese preciso instante, que sí es muy nítido pero que en el avanzar el horizonte se va difuminando hasta que una niebla nos empaña toda la visión y todo se acaba, dejándonos en un vacío insoportable, entonces despertamos en otro plano astral, éste de realidad a veces complaciente y otras, desplaciente. Toda esa amplitud de posibilidades del pasado, al final se queda en dos únicos planos; lo que ha sido y lo que no ha sido, lo que fue y lo que podría haber sido, no siempre tintado del deseo de que hubiese sido de otra manera,  muchas veces sólo movidos por la curiosidad, y que se repetirá en todos nuestros presentes, incesantemente.

Es verdad que quizás nos queramos engañar pensando que hay algo interesante en los resquicios de lo no vivido, sobre todo, suele pasar cuando añoramos a alguien que ya no es presente, o se nos hace presente alguien del pasado, o lo vivido no nos parece interesante y fantaseamos de cómo sería nuestra vida actual; “Si hubiéramos..”. Pero luego, casi siempre nos rajamos, y nos conformamos con lo que somos y hemos sido y nos quedamos quietecitos no vaya a saltar por los aires lo que tenemos. Con los años nos volvemos conservadores y menos críticos.

Siempre peroraba con insolente profundidad cuando derramaba en su discurso sus pensamientos, como si fuese sentando cátedra, como si estuviese en un aula Magna, y más aún cuando el alcohol inundaba sus venas y le soltaba la lengua, amontonando argumentos a veces inconexos. El estado etílico de ambos era lo suficientemente elevado como para dar vueltas y vueltas sobre una misma cuestión como muchas veces nos había pasado, como otras nos volvería a pasar.

 

 

.     *Tras caer brevemente en la flaqueza del “si hubiera”, la mayoría de las veces la gente, sin verdadera profunda reflexión, suele decir que está contenta con el camino elegido, con el derrotero que llevó su vida, y ante la pregunta de si cambiarían algo, responden que no cambiarían las cosas, incluidas sus erradas decisiones, y al igual que Fito y fitipaldis, se equivocarían otra vez.

 «Me equivocaría otra vez«

Fito y fitipaldid - por la boca vive el pez cover, portada por la boca vive el pez

.     **NA: Este texto surge de las respuestas a los comentarios al poema “Y si hubiésemos estado”.

.     ***Publicado originalmente 26 de Marzo de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Y si hubiésemos estado

06 miércoles Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 27 comentarios

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ardor, Conjeturas, deseo, La calma chicha, Música, Oda al amor efímero, Pasado, pensamientos, posibilidades, rechazo, Tulsa

Podemos elucubrar

y pensar, si hubiésemos estado que habría pasado,

si un nada o un algo,

un, adiós que me estás matando,

o un, bésame con descaro,

un, no insistas que eres pasado,

o un, dame tu sexo por mi anhelado,

dirías; tú tren no para en este andén

a cal y canto ya cerrado,

o por el contrario,

descarrilados a vía muerta hemos llegado,

no hay remedio, perdidos,

sólo nos queda apagar este fuego incendiado.

 

Pero no estuvimos, y lo otro fue pasado.

 

Y si hubiésemos estado.

 

Podemos elucubrar

y pensar, si hubiésemos estado que habría pasado,

si un nada o un algo,

un, corre lejos de mí lado,

o un, hazme el amor sin reparos,

un, no sigas por ese camino que ya está vedado,

o un, dame tu cuerpo por mí tan deseado,

dirías; tú vida no me importa déjame existir alejado,

o por el contrario,

no me llega la vida sin ti, me vuelvo loca sin estar a mi costado.

 

Pero no estuvimos, y lo otro es pasado,

sólo en la mente lo que hubiese sido

si allí hubiésemos estado,

si hubiésemos seguido

si lo efímero nos hubiese abandonado.

 

 

 

 

.     *Y da igual lo que haya o no haya sucedido, no importa, en su cabeza todo podría haber pasado, el acercamiento o el rechazo, todo podría haber sido si aquel día hubiesen estado. Y aun pasado el tiempo el amor ha quedado perdonando cualquier pecado mortal, como nos canta Tulsa.

«Oda al amor efímero«

Tulsa - La calma chicha

.     ** Publicado originalmente 20 de Enero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Volviendo a ser furtivos

23 viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Alevosía, Aute, carnalidad, culo, deseo, embestida, falda, falo, Furtivos, luna, Música, Mojándolo todo, muslo, Pasado, Presente, Recuerdos, sexo

Llegas a casa con tu falda ajustada,

te miro con el deseo de antaño,

cuando en los oscuros portales nos desfogamos.

Y vuelvo a querer hacerlo,

hoy en la comodidad del hogar,

volviendo a sentirnos furtivos.

Y deslizar la falda hacía arriba,

sin desabrocharla, sin quitarla,

subiéndola por las caderas,

lentamente,

dejando ver poco a poco,

abriéndose paso sosegado los muslos,

tersos y tensos,

desprendiéndose de la tela,

quedando al aire cada vez más piel,

viendo como la vista se ensancha,

de la delgadez de la rodilla

a la amplitud y carnalidad,

músculo turgente.

La falda sigue su camino,

ya deja ver la curva, el pliegue,

la redondez que se adivina

y que pronto se verá,

avanza en su ascensión vertical,

y ya lo que se adivinaba es toda redondez,

imán para las manos, la vista y el falo emergente.

Todo queda a la luz tenue,

giro de cuerpo que se muestra y cede,

y esa plasticidad de los glúteos invita

al acercamiento y al tacto,

y te doblas por la cintura,

volviendo la media luna en luna llena,

esperándome,

deseando la embestida con cincel,

erecto ariete de sangre y miel.

 

 

 

.     *Hay momentos en que uno necesita retomar el pasado aunque sea en otro lugar en otro estado, y volver a mojarlo todo como antaño, como nos canta Aute.

«Mojándolo todo«

Luis_Eduardo_Aute-Alevosia-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 2 de Agosto de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (10ª parte)

10 miércoles Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, cambio, compromiso, decisión, dudas, elegir, iniciático, pareja, Pasado, pensar, Presente, Presuntos Implicados, Siete, Todas las flores, vértigo, viajes

Pensar. Eso es lo malo, pensar, se dice a sí mismo. Hasta hace unas horas, su vida era su presente sin fisuras, su día a día, su ensueño. Él y ella, juntos, como estaban ahora sentados, y en mil facetas más, comprando, leyendo, escuchando música, saboreando comidas y viajando, sobre todo viajando. Divagar sobre otra cosa no se le pasaba por la cabeza, o no al menos con tal fuerza, con esa potencia que hoy le mantiene tenso. Alguna vez le cruzó una visión de un presente futuro diferente, pero tan rápido como ese reflejo aparecía, desaparecía. Se decía que cómo por un deslumbramiento iba a apartarse de lo bueno, de lo mejor que tenía en la vida, de todo lo que había recibido, y abandonar también todo lo dado. Él había dejado parte de sí en esta relación, se había volcado en ella y ahora dudaba de todo lo puesto y de lo expuesto. De esa exposición que lo deja vulnerable y desprotegido. De lo que estaba seguro es que tenía que dejar de pensar, se tenía que dejar llevar, fluir por la vida, estar, simplemente estar. Disfrutar de lo bueno, de lo común y desterrar lo egoísta.

Pero eso,  ¿no sería, no “Ser”?

Simplemente existir, sería lo suficiente para no sufrir, no darle vueltas a lo que estamos haciendo aquí, pensar en disfrutarlo sin padecer, ¿sería suficiente?

Solo buscar la ausencia de dolor, no físico sino mental, con una auto-lobotomía, borrar de la conciencia  lo que nos perdemos, no pensar en otras posibilidades, conformarse con lo hallado, no buscar más allá, no explorar otros horizontes.

Renunciar es la determinación que toma fuerza, renunciar a una vida de dolor. Un dolor impuesto por él mismo, con sus devaneos. Y piensa, que  si está en su mano evitar esa angustia vital porqué no decidir eludirla. Comienza a ver luz en este día tan tenebroso que está padeciendo. No sabe si está temeroso o es un temerario con estos pensamientos de ruptura con su propio pensamiento. Él, surcador siempre de nuevas experiencias y sensaciones, siente que está a punto de cambiar su vida, de tomar una decisión que marcará su presente futuro, y lo va a decidir en un lugar tan extraño como es un bar, a raíz de unos viejos tiempos que se le presentaron hoy, y que le acompañarán ya para siempre. Nunca pensó que lo esencial aparece cuando menos te lo esperas, las determinaciones importantes siempre las imaginó tomadas en lugares más místicos, menos prosaicos. En sus lecturas, los cambios en la vida de algunos, los virajes que la gente contaba haber tenido en su existencia, iban ligados a viajes iniciáticos, y aparecían tras viajar al Tíbet, a la India, a África u otros lugares exóticos, barnizando todo con tintes de introspección personal, por la religiones encontradas y basadas en la meditación o incluso simplemente por ver a otras gentes que no tienen las mismas oportunidades que ellos. Encontraron la luz que les hizo cambiar su destino, cambiar su presente. Pero él, habiendo estado ya en esos lugares nunca tuvo esa necesidad de elección, no se le presentó en aquellos días vividos lo que hoy, en un lugar como este, en un día casi como otro cualquiera, salvo por esos nuevos recuerdos que no conocía y ya son suyos, ya forman parte de su vida. En este lugar, en esta espera, mirando de soslayo a su pareja, intentando averiguar lo que ella podría estar pensando, si ha intuido sus locuras y dudas, si es mejor hablar ya o callar para hacerlo luego más tarde, en soledad, cuando su amiga haya sido despedida de nuestro lado. Tiene decidido que hacer, pero el vértigo le mantiene en un estado ido, con cierta sensación de mareo, la visión no llega a ser borrosa pero sí poco nítida, como en el inicio de una borrachera, en el que empezase a perder facultades, pero sin perder todavía el control, esa sensación de aturdimiento que precede al descontrol y el malestar. Lleva así varias horas, como en un vahído constante. No sabe si su decisión en el fondo es de un paso al frente o de cobardía, de un mayor compromiso consigo mismo o de dejarse vencer por las circunstancias habidas en el día de hoy, de miedo o de coraje.

Está deseando que regrese la amiga de su pareja, desea decir que mejor no van a otro lugar, desea irse a casa. Piensa en los viejos tiempos con su pareja, en aquel presente pasado, los inicios, las primeras citas, las llamadas interminables en las noches de invierno, las citas deseadas, las separaciones retrasadas al máximo por no ser queridas. La belleza de ella cuando bajaba del tren, con el corazón palpitante por el deseo del encuentro. Piensa en los viejos tiempos en los que él no estaba, en lo sabido hoy, en lo descubierto y que le hizo daño injustificado por su pensamiento egoísta, por enterarse de lo oculto. Compara esos tiempos pretéritos. Ambos forman parte de su presente, y añade sus viejos tiempos sin ella, y que a ella no ha hecho partícipe de muchos de ellos. Y piensa en lo injusto que ha sido con ella y con él mismo, cuánto oculto tiene él. Y le pregunta, que si se marchan, y ella contesta que falta su amiga, y él sonríe, y ella le sonríe.

 

 

                                                                                           .FIN

 

.     *Como en la canción de Presunto Implicados el protagonista decide que si ese es el camino que trazaron juntos es mejor no mirar atrás… En sus ojos se ha encontrado siempre que se ha perdido, por ello sabe que es el lugar donde mejor estar.

«Todas las flores«

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (7ª parte)

05 viernes Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, cambio, Déjame huir, deseo, dudas, huir, Instintos naturales, La rabia, Música, miedo, pareja, Pasado, Presente, salir, temor

No dice. No habla. El silencio se alarga. Ensimismado en sus pensamientos está ausente. Pensando que es un canalla. Qué le sucede, qué originó este estado en el que lo atávico tomó tal importancia que lo trastocó todo. Lo remoto, lo no conocido hasta ahora se presentó con tal fuerza que lo arrasó todo. Piensa que el deseo de cambio que se le ha formado como pensamiento único en el transcurso de la tarde ha sido debido a algún desajuste neuronal, quiere encontrar un motivo fisiológico antes que admitir un motivo emocional. Él quiere a su pareja, cómo no la va a querer, si fue él quien en los momentos primeros, cuando hubo flaqueza por parte de ella, insistió en apostar por la relación. ¿Entonces qué paso? Qué hubo en este paso de tiempo, qué se fue deslizando en el presente continuo, qué se inoculó en él para que el pensamiento se le emponzoñase. Quizás lo cotidiano, lo rutinario, el día a día, el presente sin alicientes se le apareciese hoy como un espectro fantasmal, no esperado, no invitado por nadie, pero invocado por ellas sin darse cuenta, por ese presente pasado que se hizo ente prodigioso que lo volvió consciente de un existencia plana, sin emoción. Ahora se da cuenta de que como pareja poco a poco han ido cerrando el círculo, cada vez menos amigos, cada vez menos contactos con otros, se auto-convencieron de que no necesitaban de nada ni de nadie, que lo que les gustaba hacer y compartir lo podían hacer ellos solos, sin la compañía de otros, sin necesidad de decir y quedar y explicar. Ella tan independiente de lo social, de los convencionalismos, ella siempre quiso ser libre del entorno, y él, también algo misántropo, vio en ella su alter ego, lo ideal encontrado. Quizás por ello le pareció más inaudito lo contado por ambas durante la reunión, durante el desembarco de los viejos tiempos de ellas que ya también son los suyos. Las vivencias en aquel presente chocan con las del presente compartido hasta hoy con él. Esas locuras contadas no encajan con la sobriedad de ella, es como si se le hubiese aparecido una nueva persona junto a él, alguien desconocido, y tiene que asimilar si lo descubierto y lo topado, quiere que forme parte de su presente activo, porque de su presente sí que ya no lo podrá desterrar, pero sí quizás elegir donde ubicarlo y que pase a un segundo término y que quede al margen, en otra dimensión presente pero paralela, que sea parte de su presente coetáneo pero no del más directo y decisorio, aunque en el fondo nunca dejará de estar y siempre formará parte de las decisiones a tomar.

Quisiera hacer un paréntesis, tomarse el tiempo de probar otros cuerpos, otros rostros, otros labios, otras manos que tocar. Saber de otros pensamientos, de otras ilusiones, de otras frustraciones diferentes a las ya conocidas y asumidas, y participadas. Ver en frente la tentación para una mente nueva, dislocada por los acontecimientos, le hace turbarse. Ella, la amiga, delante se le muestra como una divinidad intocable aún teniéndola tan cerca, se le muestra como los frutos que poder salir a recolectar con una vida nueva, pero el miedo atenaza, ¿y si toma el camino equivocado? Hoy no debería tomar decisiones, hacerlo así, por un impulso, de manera poco sosegada, no es lo más inteligente, dejarse llevar por lo irracional, lo primitivo que surgió en él por un entorno que se le volvió hostil no debe guiar sus actos. Siempre ha sido más calmado a la hora de decidir las directrices con las que pautar su vida. Pero a la vez piensa que quizás, este actuar tan cauto es lo que le ha llevado a esta situación, este estado de agitación interna. Por momentos siente ahogo, siente que el corazón le sube a la garganta, y pasado unos minutos se tranquiliza y supera esas crisis física, pero que agudiza la mental. El temor es lo que le está evitando hacer. No habla, no dice, no hace. Egoístamente piensa en la posibilidad de pedir una tregua, un impás de espera, irse con la alternativa de retorno. Quisiera que le dejase huir, salir, y poder volver si piensa que se ha equivocado, que lo que tenía es mejor que lo nuevo lejos hallado.

 

 

.     *El protagonista quisiera carta blanca para irse, pero con la posibilidad de volver, al igual que la canción de La rabia, en la que pide que le deje marchar pero que siga a su lado por si acaso se siente equivocado.

«Déjame huir«

.     **NA: Publicado originalmente el 18 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                          …Continúa «Viejos tiempos (8ª parte)«

Viejos tiempos (4ª parte)

30 sábado Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 8 comentarios

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amigas, ¿Qué hago ahora?, desamor, deseo, Donde pongo lo hallado, Música, Mujeres, Pasado, pensamientos, placer, Presente, Recuerdos, sexo, Silvio Rodríguez

Ahora se pregunta qué hacer con ella, dónde poner lo hallado, lo que no esperaba o no quería ver. Mira la belleza que él adora en ella, o quizás haya que decir adoraba, no es capaz de verla con los mismos ojos, que hace unas horas, al menos verla por dentro de la misma forma no puede, aunque por fuera si lo sea. Contemplarla es sentir una punzada en el estómago, siente esa acidez de las malas digestiones. Qué bien le vendría tener un almax a mano, piensa. Aprecia lo guapa que está, eso sin duda, cualquiera que le vea allí con esas dos mujeres pensará lo afortunado que es, y ciertamente si no estuviese en este estado de shock, de desilusión y malestar por lo presenciado, lo podría pensar él mismo, es más, cuando vio llegar a la amiga lo pensó, era atractiva y como hace un rato mismo, elucubró con tener sexo con ella si se terciase. Nunca pudo evitar mirar a las mujeres con deseo sexual, algo que no podía evitar. Aunque fuese algo efímero ese transitar por una situación que no se iba a llevar a cabo, se dejaba llevar cinco segundos por la imaginación pensando que se le insinuarían y sin muchos más trámites, terminarían haciendo el amor sin ataduras, sin otro fin que el placer. Ahora tiene allí delante a dos mujeres guapas, luminosas, vestidas con elegancia aunque con toque informal dándoles un aire de modernidad, con escotes insinuantes pero no llamativos, nada chabacano, con faldas cortas que dejan entrever unas piernas desnudas que atraen miradas de los que cerca pasan, tienen cierta aura de sensualidad que apabulla en el ambiente. Y brevemente piensa que sería un sueño poder estar con las dos a la vez, aunque nunca ha tenido esa experiencia, la tiene en la retina como tantos hombres y mujeres. Esas flaquezas físicas se diluyen enseguida y vuelve a ser atacado por el desengaño que él mismo se está infligiendo, y alentando sin saber muy bien de donde salen esas ideas. Vuelve a la carga la sensación de estar en un presente que no es su presente, se da cuenta que lleva bastante tiempo en silencio, pensando en aspectos sexuales que no tienen sentido. Vuela su mente en ficciones que nada tienen que ver con su presente real, que es el de situaciones que le mantienen fuera, al margen de esas mujeres con las que comparte tarde, que no experiencias. Cae en un victimismo que no entiende ni él, que quizás no está siendo realista con los acontecimientos. No es cierto que ellas hayan obviado su presencia totalmente, de vez en cuando se dirigen a él, para hacerle entender cualquier aspecto de lo relatado que pudiese parecer confuso, pero es él el que se aísla más y más. La amiga de su pareja le ha mirado de soslayo varias veces, él lo ha detectado. Al principio no quiso darle importancia pero ahora le asusta un poco que ella se dé cuenta de su estado misantrópico en esta reunión, y que se haga una idea equivocada de él, aunque hoy no estaría equivocada en verdad. Vuelve a dejarse ir por pensamientos un tanto peregrinos e imagina que le mira de esa manera por que le ha gustado. Rápido cae otra vez en la realidad de este presente y no del imaginado, e intuye que la chica o mujer, – no sabe cómo llamarla, los tres están en esa edad que ni son jóvenes ni viejos, y decir chica es pensar en una imagen demasiado juvenil y decir mujer, es envejecer a esa persona -, está evaluándole como si de un examen de reválida se tratase. Definitivamente él piensa que la amiga, así se siente más cómodo al referirse a ella, quisiera saber que tienen en común su amiga y él, y que por eso a su entender, le vigila con miradas sutiles. Ella la conoce bien y viéndole a él junto a ella al llegar, seguramente que no se podía creer que él fuese su pareja, a primera vista no había ninguna incompatibilidad entre ambos que evidenciase esa imposibilidad, pero los amigos ven más allá y perciben este tipo de cosas. Fantaseaba con estas elucubraciones de la mente de la amiga, cuando súbitamente le hicieron una pregunta, no era ya una frase explicativa como muchas de las referidas en la conversación anteriormente. Era una pregunta directa que él no esperaba, le pilló con la guardia baja, él no estaba allí con su mente y menos en la conversación. Se quedaron ambas mirándole esperando una contestación que él no daba, el silencio se apoderó de nuevo del lugar, como al inicio de la tarde, aunque ya sin la incomodidad inicial, al menos para ellas, pero si para él. El breve espacio de tiempo que transcurrió entre el momento que le lanzaron el interrogante y cuando se lo tuvieron que volver a repetir por su falta de respuesta, a él se le hizo enorme, largo y angustioso, y le cayó como jarro de agua fría por la sorpresa inesperada, y nada gratificante, y con esa incomodidad del principio encima, salió al paso, y sin entender la pregunta, sin saber realmente cual era la cuestión, les contestó; y ahora ¿dónde pongo lo hallado?

 

 

 

.     *Nuestro protagonista se deja llevar por el subconsciente y pregunta en voz alta lo mismo que Silvio Rodríguez en su canción.

«¿Qué hago ahora?«

.     **NA: Publicado originalmente el 12 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                        …Continúa «Viejos tiempos (5ª parte)»

Viejos tiempos (3ª parte)

28 jueves Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, amor, desamor, Música, Pasado, Por quien merece amor, Presente, Recuerdos, Silvio Rodríguez, Te molesta mi amor, Unicornio

La felicidad se le está marchando sigilosamente, o pudiera ser que ya estuviese desaparecida al sentarse esta tarde en este lugar, antes de que todo empezase. No es normal que lo acontecido en las últimas horas, ¿qué horas? Ni siquiera han pasado horas, quizás como mucho un par de ellas. Ya el tiempo para él se le está haciendo elástico. Le parece mucho rato el que llevan compartiendo mesa, compartiendo espacio y lugar, compartiendo presente. Todo se le arruinó hoy, o eso cree. Aunque realmente empieza a desembarazarse de este sentimiento de inquina hacia la persona que hasta hace un momento era alguien desconocido y que de pronto se transmutó en su voraz enemigo. Devorando su presente, dejándole sin futuro o al menos sin el futuro que tenía pensado. Meditándolo bien, él no tenía pensado nada para los siguientes días, ni años, él se dejaba llevar, feliz de estar siempre en un presente constante, presente que avanzaba con él tranquilamente, sin sobresalto, emparejado con ella, que hoy no la ve ya con él, en ese presente continuo que sería su futuro. Infeliz se siente en este instante, en el que se regodea de su mala fortuna, que lo ha llevado a este pensamiento perentorio, con la urgencia de encontrar respuesta a este sentir. Acuciado por estas dudas, por este tenebroso pensamiento, temeroso de lo que pasará a partir de ahora, está ausente de la conversación de ellas de la que desde hace rato intenta evadirse. No logra taponar mentalmente sus oídos para evitar la entrada de los sonidos, para que éstos no le transmitan a su mente el sentido que tienen y conllevan esas palabras dichas y apuntaladas con los argumentos de las situaciones revividas. Vuelve a oír y entender las frases que quisiera no comprender, para no asimilar este nuevo presente, que ve que no soporta tal cual se le aparece. Ese presente de él y de ella, la pareja que quiso ver eterna y no lo es, no lo será.  Mira a la amiga, la mira escrutadoramente, intentando averiguar el motivo de la llamada, ella que no estuvo nunca presente, que solo estuvo como referencia literaria, solo como nombre, como el título de un libro que se sabe que existe pero no se ha leído. Así era ella hasta hoy. Hacerse carne ella y sentir la fiebre él, ha sido uno. Se le ha clavado en el costado como una daga, un dolor que avanza y penetra, pero no hace sangre, el flujo lo siente interior, se desangra hacia dentro, y él piensa que hará que se ahogue, ya en el baño, lo sintió, sintió que el líquido le llegaba a la garganta que le asfixiaba, aunque allí se repuso tragando fuerte. Pero aquí con la mirada penetrante en ella, no lo consigue tan fácilmente, respira como si le faltara el aire, como si ya no fuese a quedar oxígeno para todos los que allí están, pero ellas ni se dan cuenta, de que está algo lívido, marmóreo, con los ojos demasiado brillantes, para estar bien. Pasa desapercibido, ante ellas, y el dolor se agudiza, es transparente ante aquellas dos mujeres, es como no ser. Mira a la amiga de su pareja, que no siente como amiga suya, de él. La observa y se dice que es guapa, que sí que tendría un buen revolcón con ella, hace una mueca de media sonrisa por este pensamiento, cómo somos los hombres se dice, hasta en estos embates, fugazmente nos olvidamos del dolor amoroso por un deseo de sexo, por una imagen que nos despierta la libido y todo el deseo sexual nos aborda de manera frenética. Dirige la vista a su pareja, que en tiempos no quiso ser su pareja, pero él insistente gano para si aquella guerra dando la vuelta a esos primeros rechazos ante sus intentos de conquista amorosa. Esta vista de ella, frente a él, le hace pensar en ese presente  que se le hace reciente en el que le molestaba su amor y él luchó contra su breve rechazo y hoy se siente triste por haber ganado aquella batalla, y se pregunta de que sirvió, si ahora hubiese preferido perecer en aquellas trincheras imaginarias tras el teléfono, con llamadas insistentes, suplicatorias, con peticiones de citas, que ella eludía con largas, pues en ese momento le molestaba su amor.

 

 

 

.     *El protagonista del relato recuerda esos inicios con la pareja, en el que su amor era rechazado y era molesto para ella, como Silvio Rodríguez que nos canta y nos describe como es ese amor suyo que molesta.

«Por quien merece amor«

 

.     **NA: Publicado originalmente el 11 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa «Viejos tiempos (4ª parte)«

Viejos tiempos (2ª parte)

26 martes Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

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amigas, Amistad, celos, dudas, E.B.S., El tiempo de mi felicidad, Ella Baila Sola, Felicidad, Infelicidad, llanto, Música, Pasado, Presente, Recuerdos, tristeza

Se repone, se lava la cara, se la seca con el papel para tal efecto, y respira hondo, muy profundo, no sabe porqué pero tiene ganas de llorar. Por un momento aguanta el tipo, traga saliva, sigue con la cabeza baja, mirando el lavabo, no se atreve a alzar la vista hacia el espejo, no quiere ver, no quiere encontrarse con lo que puede reflejar, ni tampoco lo que pudiese encontrar al otro lado del mismo. Pero el llanto le vence y hace pucheros, callados sonidos, ahogando ese deseo de que las lágrimas se derramen y sean acompañadas de sonidos lastimeros. Llora brevemente, lo suficiente para echar fuera de sí, momentáneamente, la tristeza que le tiene poseído.  Vuelve a refrescarse la cara para eliminar las señales del dolor que le ha atacado de manera sorpresiva, y que le ha dejado maltrecho emocionalmente. Aprieta la mandíbula para desentumecer la sonrisa y poder salir con cara resplandeciente, falsamente alegre, fingiendo normalidad, vestido de hipocresía.

Lo que no entiende es este arrebato que le ha venido, porqué esta situación tan trivial en un principio, tan habitual en reencuentros de viejos amigos, puede haberle llevado a este estado, a esta ansiedad por lo no vivido. El nuevo presente que ahora tiene enfrente le ha dejado trastornado. Quizás esta situación solo ha sido el desencadenante de algo que ya tenía dentro. Esta simple conversación sirvió de espoleta para el estallido en su interior. Lo bueno y agradable se le ha vuelto malo y desagradable. Sentarse allí con ellas y sobrellevar la tarde dignamente va a ser complicado. Se acerca con intranquilidad, no quiere que se le note la desazón que azogado le mantiene algo irritado, no quisiera que ellas tan felices lo noten. Y pareciera que lo consigue, no le han hecho demasiado caso cuando ha llegado de vuelta. Ya se siente fuera del presente de ellas y mucho más fuera del futuro de su pareja. Aparecen más nombres y situaciones lejanas en el tiempo pero que están ahora allí tan vivas y presentes que casi desprenden los aromas de aquellos aires viciados y viciosos que él no aspiró y que en este preciso instante, inhala y llena todos los pulmones de esa brisa salina y de salitre, de pueblo de costa, de playa donde sucedió, y que hoy se hizo presente. Lo ve todo tan próximo, tan cercano a su piel, que cree sentir en este instante el roce de alguna mano, paseándose por la espalda de ella, ve las lentes oscuras de alguien apartarse para ver mejor y dejar ver su ojos y su mirada obscena, invitadora y lo peor es  la sonrisa cómplice que se dibuja en el rostro de ella. Ver esta imagen tan presente le rasga, y no puede por menos apartar la vista a un lado, lejos de la conversación, de las eternas amigas.

Ellas continúan con sus comentarios en tiempo presente, aunque vayan acompañados de un “recuerdas” momentáneo y efímero como parte de un sicalíptico retruécano que ellas conocen y del que a él le dejan ignorante de su origen y finalidad. Un fin de felicidad para ellas y no compartida con él. Nunca pensó que pudiese tener celos del pasado de ella, y ahora, como ese pasado no es pasado sino presente, él se escuda en ello para excusarse de esta flaqueza que jamás pensó tendría. Él siempre fue muy liberal para los sentimientos y al final se siente mal por resultar ser igual que todos o casi todos, posesivo hasta para los pensamientos, más allá de los propios actos del otro. Tener recelo de una amiga de su pareja  es lo que menos hubiese imaginado, quizás de un amigo sí, pero de una mujer, impensable hace tiempo, y sin embargo, aquí está odiándola, sintiendo que le está robando el tiempo de su felicidad.

 

 

 

.     *El protagonista del texto siente que le roban el tiempo de su felicidad, ese tiempo que espera que le llegue algún día a Ella Baila Sola en su canción.

«El tiempo de mi felicidad«

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                      …Continúa «Viejos tiempos (3ª parte)«

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