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Archivos de etiqueta: despertar

Final de la rutina

26 Sábado Oct 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Accidente, despertar, ducha, En Transito, erección, Hoy puede ser un gran día, Música, Muerte, rutina, Serrat, vecinos

Ella le despierta como casi siempre con una llamada desde la ducha, hasta ese momento, el sueño placentero lo mece. Sale del letargo camino del baño como un zombi, casi con los ojos cerrados. Una leve sonrisa en ella lo recibe como primera visión, una bella visión, la sonrisa y el cuerpo desnudo. Ella le dice; -¡¡Hala!!-. Él va con una fuerte erección matinal. Le cede el paso para que sea él el que entre en la ducha a la vez que ella sale diciéndole; -Ten cuidado, no te caigas mareado-, y suelta una pequeña carcajada. Él sonríe, y le dice que no es para tanto.

Sin la ducha no se puede poner en marcha. Tras aquel amanecer como otro cualquiera, llega el desayuno y demás rutinas matinales. Casi de manera mecánica, todo sucede prácticamente igual día tras día antes de emprender el camino al trabajo, preciado trabajo en estos tiempos. A veces piensa que esa rutina lo asfixia; la pareja, el trabajo, los amigos, todo igual, ayer, hoy y mañana. Oye llorar al niño de los vecinos. Se dice: Llora demasiado ese chaval, los padres deben estar cansados y desquiciados de tanto grito y llanto, se le oye en todo momento, en la noche y al amanecer, en la siesta y al atardecer, y cuando la noche se aproxima también. Se apiada de los padres aunque no le caen bien, no son muy educados en el trato, incluso diría que son mal educados, no saludando por la calle como extraños y no vecinos que se conocen, otras veces evitan el contacto visual para no estar forzados al saludo, haciéndose los despistados mirando para otro lado. Siempre con caras serias, siempre como infelices, con lo que uno puede pensar que es el agotamiento lo que les ha hecho tener ese carácter huidizo para lo afable y amistoso con los vecinos, pero ya lo eran antes del hijo, con lo que el agotamiento no es el motivo de su conducta.

La rutina, es su devenir diario. Tras el desayuno y lavado de boca, breve paso por el baño. Despedirse de ella. Coger el bolso y la chaqueta, salir de casa, pulsar el botón del ascensor, bajar al garaje, montarse en el coche, ponerlo en marcha, abrir la puerta del garaje, subir la rampa y salir a la calle, encender la radio, -nunca antes de salir del garaje-, y durante el trayecto, escuchar las noticias o la tertulia matinal o música indistintamente, pasando de una emisora a otra, pero no dejando de ser rutinario todo, desde el despertar hasta la llegada al trabajo que es más rutina, más aburrimiento, y tras la jornada laboral el regreso al hogar. Pero hoy la rutina ya no es tal, hoy ha cambiado algo. Hoy, ahora, se da cuenta de que eso que tanto detestaba, ese pasar un día y otro y otro casi de la misma manera, sin cambios sin sobresaltos, no es otra cosa que la vida. Vivir, la vida, es eso, lo que pasa mientras no pasa nada. Pero hoy si ha pasado. La primera sensación ha sido de fastidio, en el fondo aunque le hastía la rutina, cuando algo se sale de lo pensado y previsto lo altera, lo primero que pensó es que llegaría tarde a trabajar y le ha trastornado, no le gusta llegar tarde, siempre lo hace antes de que entre el resto de empleados, y sobre todo lo hace, porque le gusta tener organizado el trabajo que luego debe distribuir, hoy pensó que no le daría tiempo. Luego pasados unos minutos ya no le ha dado importancia, es más, no ha dado importancia a nada, ni siquiera a tantas cosas a las que siempre se las había dado. Todo ha sido muy rápido. Zarandeado y agitado violentamente durante un breve momento, hasta quedar quieto, todo muy quieto, y rodeado de nylon blanco. Ha intentado fijar la vista pero le costaba enfocar. De pronto se ha sentido muy cansado, con mucho sueño, ha querido pensar pero no ha podido, estaba con una rara sensación de placidez, como drogado, se ha sentido relajado, muy relajado. Advertía caras. Caras muy próximas a las suya, las veía como en una nebulosa. Caras que no conocía, y que quizás a él sí le conocían puesto que le hablaban, o eso creía, al menos movían sus labios, pero pronto dejó de verlas. Llegó el final de la rutina, el final de todo.

 

 

 

.     *Nunca sabemos cuándo y cuánto de abrupto será el final de la rutina, por lo que lo ideal es evitar sentirse aplastado por ella y seguir los consejos de la canción de Serrat para cada uno de los días que vivimos.

“Hoy puede ser un gran día“

Serrat-En_Transito-Frontal

.     ** Publicado originalmente 19 de Mayo de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

El primer día de un cambio (3ª parte)

02 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

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Adiós, Afectos, amanecer, amor, cama, cambio, cariño, complejidades, desamor, desencuentro, deseo, despertar, desvelo, dormir, Efecto Mariposa, encuentro, hastío, hombre, insomnio, ligar, Música, mujer, Otra historia, pareja, Ruptura, sexo, Supermercado, vigilia, vino, Vivo en vivo

Los despertares eran fantásticos, aquello se convertía en tal placer que era difícil que ya el día no fuese ideal. Juntos en la cama él se giraba hacía ella y pasaba suavemente la mano por su pelo y dibujaba con un leve roce su oreja y, muy suave,  pasaba el reverso del dedo por la mejilla y con los ojos chispeantes le decía te quiero, ella entonces le ofrecía una sonrisa, bella, resplandeciente, parecía que no hubiese estado durmiendo ocho horas, esa sonrisa borraba todo atisbo de la imagen que tenemos generalmente al salir del sueño, y que no suele ser la idílica de las películas, más bien el de un rostro embotado, el pelo enmarañado y no digamos si ese despertar viene precedido de haberse acostado algo ebrio o después de una larga noche, o de ambas cosas juntas, que ya nos dejan con un deplorable aspecto.

La cama era grande y con espacio amplio para cada uno, que los separaba para dormir a gusto sin molestar al otro con los giros o movimientos o desvelos que se producen en la horas nocturnas, unos sin consciencia, otros demasiado conscientes con insomnio y vigilia y preocupación que nos arruinan la noche y el descanso. Esa distancia quedaba en nada cada mañana, cuando sus cuerpos se buscaban para darse los buenos días y las primeras caricias y besos matinales y decirse palabras dulces antes de levantarse. Y los fines de semana estos cortejos se alargaban y acercaban sus cuerpos para darse caricias y agasajos con todo ello. Entonces las ropas nocturnas sobraban y se hacía necesario hacerlas desaparecer para sentir la piel de uno sobre el otro y la calidez de los cuerpos que mimosos se mostraban con todo el día por delante para estar y compartir, y juntos dilataban el momento de ir a desayunar, y abrazados y arrullados dejaban el mundo al margen y con esa desnudez y ese amor el deseo se abría paso, y ella sentía como la erección de él iba aumentando y se iba inflamando y al rozarla con ella en la pierna o el culo, era señal inequívoca que seguía excitándole aún con sus 50 años pasados, y era como una tarjeta de visita, como credenciales para ser recibido, y ella tan excitada como él, sentía ya la humedad entre sus piernas y echaba la mano bajo las sábanas en busca de ese miembro que llamaba a su puerta para constatar que lo notado era cierto y real y sentir como ya crecido, más que pedir audiencia, reclamaba y exigía atención. Entonces él ante esa acción busca sus pechos y baja su mano hacía su vagina y descubre lo lúbrica que está, y ella con un leve movimiento abre y separa un poco sus piernas para ofrecerle un acceso mejor, y él comienza a jugar con su clítoris, presionando y masajeando como sabe que le gusta. Y sin mucha más demora por la excitación de ambos, ella se voltea y se pone encima de él y con facilidad hace que el pene inhiesto entre duro y grande, pero deslizándose adentro con dulce suavidad, y ella rítmicamente se mueve buscando el orgasmo y aceptando las embestidas de él desde abajo, aguantando hasta sentir que ella está a punto de venirse, y él entonces se deja llevar al percibir como se contraen todos los músculos vaginales por los espasmos del coito venidero; Y al sentir esa presión no soporta más ese placer y se deja ir y eyacula con violencia llegando juntos al final, jadeantes y con la respiración entrecortada, sudorosos.

Sin duda en la cama lo han pasado bien, siempre supieron gozarlo, desde aquel encuentro en el supermercado, tan deseado por ambos como se confesaron enseguida, cuando ella dudando ante la estantería de vinos cual elegir él se atrevió a recomendarle uno. Y como ambos estaban predispuestos y deseosos de conocerse, todo fue fácil y sencillo. Conectaron muy bien, el utilizó toda su verborrea pero de forma muy natural, nada forzada, cierto que había elegido un tema del que hablar que le gustaba y del que además tenía ciertos conocimientos, quizás por ello se lanzó y atrevió en la sección de vinos a hacer lo que llevaba tiempo pensando sin osarlo, pues lo que dijese no sonaría a tonterías de adolescentes. Ella se sorprendió a si misma mostrándole esa sonrisa que había imaginado darle algún día, y aceptando su consejo, y más se sorprendió cuando instintivamente le sugirió probarlo juntos en su casa para que si no estaba bueno pudiese echarle la culpa y si lo estaba poder darle las gracias de alguna manera. Argumentó que no quisiera regalar ese vino a unos amigos sin haberlo probado y que una botella para ella sola era mucho. Luego, al llegar a casa pensó que quizás él pensase que era una “fresca”, pero en el fondo no le importaba, hacía algunos días que había decidido dar un cambio a su vida.  A él también le entraron dudas sobre su proceder, quizás ella pensase de él que era un frívolo cazador de mujeres solitarias, y además un engreído sabiondo por hablar con esa solvencia de vinos.

Pero todo fue bien en aquella cita para cenar en casa de ella, buena cocinera, algo que a él acabó por desarmarle, ya que él también hacía sus pinitos en los fogones. Parecían hechos el uno para el otro. Esa primera noche terminaron en la alcoba de ella y comenzaron los despertares cómplices.

Cinco años juntos dan para muchas situaciones, y poco a poco se empieza a ver lejos aquel día primero en el que cada uno por su parte pensó que necesitaba un giro en su vida, y precisaba encontrar “el primer día de un cambio”. Y como lo desearon lo obtuvieron y se decidieron a afrontarlo y llevarlo a cabo, y agarraron la ocasión primera, sin pensar demasiado si saldría bien o mal, sin el peso abrumador que nos paraliza cuando tenemos miedo al cambio y tememos lo que vendrá. Primaron el aquí y ahora para potenciar el mañana, que será benévolo o no con las decisiones tomadas.

Todo se va desmoronando con el tiempo. En la cama todo era perfecto, pero se buscaban menos fuera de ella, en los primeros tiempos, incluso de tiendas en los probadores lo hacían, pero ese fuego se fue apagando y extinguiendo, y el deseo y placer no fue sustituyéndose por amor y complicidad, solo por cariño, y con el cariño y el sexo solamente, no se puede sostener el edificio de la pareja, y cada uno a su manera fue buscando su rincón, y hoy en el salón recuerdan amablemente los inicios y los ríen, y les divierten los días alegres y festivos pasados y les enternecen los malos en los que se apoyaron uno en el otro, pero son conscientes que no es suficiente, que queda mucho recorrido por vivir y que prefieren otros lugares comunes que los comunes de los dos. Y se miran y sostienen la mirada, porque el afecto no cambia ni desaparece entre ellos, y se dicen nos vemos, y se dicen adiós.

 

 

.                                                                                          FIN

 

.      *Ya ha pasado lo mejor y todo parece peor, como dice Efecto Mariposa en su canción. Por ello es mejor dejarlo aquí, y desearse lo mejor, y cada uno seguir volando ya más seguros con sus complejidades.

“Otra historia“

Efecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

Vacío amanecer

20 Lunes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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abandono, amanecer, ausencia, Desorientación, despertar, duda, El breve espacio en que no estás, Música, Pablo Milanés, Querido Pablo, vacío

Mira de reojo el hueco de su cuerpo ausente, un frío le recorre el suyo, una presciencia le llena de incertidumbre. Se acumula de golpe toda la melancolía, la nostalgia de ese olor que no sabe si es ya suyo, ese olor que no le pertenece, inspira profundamente con los ojos cerrados, pero el aroma no llega, su mente vuela en busca de lo que no está, quiere traer algo que llene la ausencia, ¿pero qué elegir entre tanto recuerdo? Y por un instante fluye el deseo de que vuelva ese mundo que hoy se ha parado, su pájaro no le dio cuerda, pero la mente traicionera no le ayuda, quizás para poner distancia, para darse cuenta  si quiere empezar de nuevo, si otro mundo es posible.

Retornó aquel pensamiento, cuando años atrás se planteó dejarlo todo, empezar de la nada, pero el mundo giraba tan aprisa que el vértigo apartó de su mente esa posibilidad, ahora la decisión no había sido suya, estaba como ausente, sin saber qué hacer, qué decir, todo el mundo que conocía de pronto se había desplomado, mejor dicho, se había quedado quieto, sin movimiento, todo detenido. Un incesante deseo de recuperar la normalidad agitaba su ser, estaba empezando a tener ansiedad por saber, por comprender qué sucedía, y por qué sucedía, que pasó la noche anterior para que este nuevo día fuese tan diferente, tan abrupto, tan… extraño. Salirse de la costumbre ha trastocado todo, no consigue controlar la brújula de su mente, no sabe qué camino tomar, qué dirección será la correcta, cierra los ojos y aspira en busca de un olor que le devuelva la tranquilidad, aún sabiendo que no llegará, ni la esencia ni el sosiego.

Soñamos mucho con el paraíso o paraísos sucesivos que desde ya son paraísos perdidos, este pensamiento le taladra una y otra vez, su paraíso encontrado ha desaparecido de golpe, sin esperarlo, ayer estaba, hoy ya no.

Temor, pero temor a qué. Quizás a levantarse y deambular por la casa, que le hará ser consciente del vacío, del silencio doloroso a sus oídos. Siente un mareo que le ata a las sábanas, siente un gran peso que le aturde y aplasta. Es como una enorme resaca que le embota la mente y el estómago le amenaza con nauseas. Ese estado de malestar que sube desde las entrañas a la cabeza le hace sentir un sudor frío como fiebre por enfermedad que empapa la almohada. Mira de soslayo una vez más, como no queriendo afrontar. El tiempo pausado que parece no avanzar se eterniza aún más en su pensamiento vacuo por la imposibilidad de fijar su pensamiento. Se pregunta si eso será la enfermedad mental, no poder fijar ideas, no ser dueño de los pensamientos y que estos salten de aquí a allá sin razón, y llevándonos a la sinrazón. Siente el latido en la cabeza, que le está mortificando. Porqué se siente así, se pregunta, si no hubo promesas de eternidades. Esa imposibilidad de hilar sus pensamientos le atormenta aún más. Si no consigue dominarse y dominar su juicio, no podrá saber, y sin saber, la duda no desaparecerá, y su sueño se desvanecerá.

 

 

 

.     *Pablo Milanés nos presta su breve espacio de vacío para dar voz al vacío encontrado por el protagonista del texto.

“El breve espacio en que no estás“

.     **NA: Publicado originalmente el 14 de Agosto de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

¿Dónde está Abril?

03 Jueves May 2018

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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angustia, ¿Quién me ha robado el mes de abril?, despertar, El hombre del traje gris, Música, perdida, primavera, Sabina, Soledad, Solo

Hace un par de días me desperté azarado y no sabía muy bien porqué, solo noté que me faltaba algo. Me incorporé de la cama, estaba solo, completamente solo, tampoco era demasiado raro estarlo, desde hace tiempo lo estoy, pero mis miedos, mis inseguridades y mis angustias vinieron todas de golpe a buscarme, a sacarme de la habitación. Me hicieron recorrer la casa entera, yendo al salón primero, después a la cocina, y todo estaba solitario. Volví al dormitorio y la cama estaba vacía, iluso pensé que allí lo encontraría, te encontraría. Me puse a pensar qué estaba sucediendo, a qué se debía este estado de ánimo, qué me pasaba. No había pensado en los últimos días, en los últimos tiempos, pero de repente me vino toda la conciencia, a visitarme, a avisarme que algo me estaba ocurriendo. Toda la congoja se me agolpó en la garganta. Llevo dos días sin poder recrearlo, sin hablarlo y sin escribir sobre ello. Era tanta la rabia y tanto el dolor que me visitó que no podía afrontarlo, no quería enfrentarme a ello, ni revivir ese estado interior, no quería proyectar imágenes que derivasen de unos momentos de agobio y aflicción. La inquietud se había apoderado de mí, la opresión se adueñó de estos días que me hicieron recordar que todo un mes había pasado de largo, que otro año más lo borré, y me salté treinta días de mi vida. Él, que tiene que ser lluvioso, queda seco, más que seco desértico, sin nada que lo habite, y pasa raudo, como si no hubiese existido. Él, que estuvo tan lleno de vivencias compartidas aparece sumido en un vacio conmovido. Te borré con tantas ansias que me llevé por delante todo un mes. Y cada año me digo que no debe ser así, que el daño me lo hago a mí mismo, por desperdiciar esta vida que es la única que tenemos y que no se repite, que lo que no vivamos, que el tiempo no “vivido” nadie nos lo devolverá, pero caigo en el mismo error una y otra vez, año tras año y ya van demasiados. Y el mes que deber ser de la explosión de la primavera, de los nuevos proyectos, de dejar atrás lo gris, lo invernal y que debería transformarse en luz y color, y transmutarse en alegría y diversión, en búsqueda de nuevos planes y que pase lo triste y frío para encontrar la calidez de un sol nuevo que haga olvidar ese otro que se extinguió y dejó de calentar, de dar vida a un futuro en común, desaparece de mi horizonte. Y resulta que todo eso me lo pierdo, quedo frustrado cada vez que llegan estos tiempos, y me doy cuenta que mi recuerdo vital último es de marzo y hoy ya me encuentro en mayo, y maldigo a quién me robó el mes de abril, y te maldigo por visitarme siempre el primero de mayo, para hacerme ver que otra vez ganaste y me borraste el mes de abril.

 

 

.     *Sabina se pregunta quién le robó el mes de abril, pero el protagonista de nuestro relato no se lo pregunta puesto que cada año lo tiene muy presente, es alguien que le robo el corazón y en él se llevó todo un mes.

“¿Quién me ha robado el mes de abril?“

.     **NA: Publicado originalmente el 3 de Mayo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

No siento

06 Lunes Nov 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 20 comentarios

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amanecer, café, Desafectos, desamor, despertar, ducha, Ella Baila Sola, Lo echamos a suertes, Música, rutina

Hoy como todos los días me llamaste desde el cuarto de baño, desde la ducha, me despertaste desde allí, como siempre, diciendo mi nombre. Eres mi despertador, despertador suave, más suave que el sonido insistente y violento de un reloj-despertador, ese que sobresalta cuando suena y que yo no oigo y tú sí, y que rápido apagas para evitarme madrugar. Y te levantas a preparar el café en silencio, respetando mi dormir, procurando que yo aproveche y apure al máximo el descanso y las horas de sueño. Con mucho sigilo, de vuelta de la cocina, entras en el baño a darte la ducha diaria, reparadora y estimulante, y cuando estás finalizando me llamas para que acuda y entre sin cesar el flujo de agua. Y es curioso que oiga esa llamada mucho más leve y moderada que la estridente alarma de un reloj. Me acostumbré a esa modulación, ese grito apagado que llega en cambio, nítido a mí, y me hace dejar de dormir. Esa fonación entra en mí, buscándome allá lejos donde me encuentre, sumido en una tranquilidad eterna, sin conciencia, y de allí me saca y me trae de nuevo a esta existencia.

Pero ya ese reclamo me altera e irrita tanto como un despertar ruidoso y rechinante, despabilar con la voz que antes me era amorosa me disgusta y enoja, me enfada y hace que mi nuevo día aparezca nublado desde el primer segundo. Esa ruptura del silencio que me acunaba, me fastidia y desagrada, esa invocación tuya me resulta desapacible, esa invitación sedosa a ir contigo, a tu encuentro, se me vuelve áspera y exasperante, me crispa y enerva, y si tardo, tú insistes con dulce elevación del tono y yo lo encuentro destemplado y ruidoso, y lo intuyo como insidioso, y sé que no es así que es una percepción mía, que tú solo me das amor y afecto, que casi me idolatras, y la ternura es tu bandera para conmigo, siempre sonriente cuando entro en el baño en respuesta a tu llamada, y me haces comentarios alegres e invitadores a comenzar el día con gozo y jovialidad, esa que dices no ver en mi despertar, y que yo te digo no ser cierto, te desmiento y digo que mi amanecer no es mohíno, pero sé que no muestro la verdad, desde niño ya me pasó, y tú no le das importancia a mí negación, sabes de esa realidad, me conoces como nadie. Y me siento pérfido y tramposo, por mi falta de sinceridad, por no afrontar lo que me pasa, lo que me apaga el día cada mañana, lo que me hunde en cada mirada que cruzamos en el alba, cuando tú me llamas. Y me pregunto qué me ha pasado, qué ha cambiado, qué sucedió en mi vida, en nuestra vida, qué rutinas me asfixiaron.

Tú, siempre tan delicada y cuidadosa conmigo, tan amorosa, que me duele más si cabe sentir esto que siento, sentir que no siento, no siento ese amor que me arrebató por tanto tiempo.

 

 

 

.     *Ella Baila Sola nos pone música a este texto de desafección, doloroso reconocimiento de que ya no se siente lo que se sentía y que no se afronta ni encara con sinceridad.

“Lo echamos a suertes“

.

     **NA: Publicado originalmente el 13 de Abril 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida está llena de afectos y desafectos.

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