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desafectos

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Archivos de etiqueta: vida

El mito

09 martes Feb 2021

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 1 comentario

Etiquetas

búsqueda, Laberinto, Lodo, Música, Mito, Sueños y Pan, vida, vivir, Xoel López

El mito.

¿Me sirve el mito para contarme?

Quisiera pensar que sí, pero no estoy seguro.

Me encuentro en el laberinto cretense, busco y no encuentro el hilo, o a la propia Ariadna, busco alrededor y busco dentro, sobre todo adentro, y cada vez que miro, más complicado veo el camino, la salida se muestra esquiva, y en ese deambular solo estimo dolor, dolor y dolor. Sé que será momentáneo, pero no deja de ser pesaroso. Este laberinto no tiene hilo, y no tengo Ariadna que me guíe, este es un laberinto de paredes que se mueven, y lo que hoy parece un buen camino, ya ayer se convirtió en ciénaga peligrosa en la que hundirse más, y más, y más. Lodo que hace intransitable el camino y te hace regresar, no al punto de partida, aún peor, solo pasos atrás, sí fuese al lugar de salida, uno se sentiría a salvo para no emprender el viaje, pero el camino ya está iniciado, ya sin vuelta ni acomodo en el que sentirse a salvo, solo queda buscar otra senda, otra salida, otra vereda menos angustiosa, otra pared que evitar, el fin es seguir avanzando, inexorable, detenerse es perecer.

.

.

.

 .   *Uno emprende el viaje para matar a su Minotauro particular, y el camino para salir indemne y entero se vuelve arduo y tortuoso, pero como canta Xoel López; “Del lodo crecen las flores más altas, más altas…”.

«Lodo«

Encontrar el gusto cotidiano por la vida

11 sábado Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 30 comentarios

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Aleluya Nº1, Aute, cotidiano, Diálogos de Rodrígo y Gimena, Luis Eduardo Aute, Música, orgasmos, vida

Uff, qué gusto sería estar cada día

con la sonrisa bobalicona

que nos dejan los orgasmos…

Qué gusto sería al menos

que fuesen en días alternos,

qué gusto sería encontrar

ese placer una vez a la semana,

o ya una al mes,

o que en el año digamos una vez ¡qué placer!,

o que al cabo del lustro

consigamos un orgasmo cotidiano

y lo recordemos como aquel caso memorable…

Qué gusto sería encontrarle el gusto a la vida.

 

.

.

.    *¡Aleluya! gritaría el pesimista si encontrase ese gusto huidizo, como ya nos canta Aute; Sombras sobre luces/en la clara oscuridad/de este mundo absurdo/ que no sabe a dónde va.

.

«Aleluya Nº1«

Aute - diálogo de rodrigo y gimena

.

.   **NA: El poema resultó (prosado) como comentario a una entrada “Pequeños orgasmos” del blog de Borgeano, allí le decía aquellas palabras y esto otro; -Muy de acuerdo contigo, en que debemos exprimir y disfrutar cada instante de la vida para sacarle el jugo placentero, pero hoy me surgió la negrura existencial.

.       *** Publicado originalmente 8 de Mayo de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Una vez me moría

09 jueves Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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ambulancia, bienestar, calmante, camilla, dolor, enfermeros, hospital, La cuenta atras, La otra orilla, Los Enemigos, mareo, Música, morir, Muerte, relajación, sangre, tranquilidad, vida

Una vez me moría, y no vi ninguna luz ni ningún túnel, solo veía gente a mí alrededor, hacendosa, y nerviosa, trajinando en torno mío. Tumbado en la camilla con el brazo extendido y el enfermero intentando cogerme una vía, que no acertaba a tomar, supongo por su tensión y mis convulsiones que no le ayudaban mucho, pero aunque parece ser que le puse perdido de sangre, saltando un chorro de mi vena a su bata, yo no sentía dolor alguno, solo una sensación de tranquilidad y relajación, todo fluía a mi alrededor con veloz movimiento pero que a mí me parecía pasar con lentitud. Ir y venir, angustia en sus caras, yo sin fuerzas pero sin sentirme mal, sólo como flotando, cada vez con menos tensión arterial. Oigo decir:” Tiene dos; rápido, adrenalina!”. Me preguntan como estoy, y yo digo “bien”, con la boca un poco seca, ya no siento el mareo como cuando estaba de pie, ahora en la camilla estoy a gusto. Hablan de una ambulancia, con urgencia quieren mi traslado a un hospital. Me siento algo confuso, si esto es la muerte tampoco está tan mal, te diluyes en nada. No siento miedo, quizás un poco de frío, siento las manos frías. No pasa mi vida por delante de mi cabeza como dicen que sucede, no pasa nada, ¿será que no me estoy muriendo? Me ponen una máscara de oxígeno, no entiendo muy bien para qué, no siento ahogamiento, ni fatiga, ni falta de aire, solo bien estar. Me recuerda esta sensación a aquella otra vez que operado de una rodilla, cuando los efectos de la anestesia se fueron retirando de mi cuerpo, dejando paso a un leve dolor concentrado en la rodilla, que fue subiendo en intensidad hasta llegar a ser unos dolores horribles los que me martirizaban. La analgesia que me administraban en un inicio parecía solventar y disminuir aquel padecimiento, pero conforme avanzaba la tarde se convirtió cada vez más insoportable e insufrible, y lo que antes me evitaba sufrimiento durante varias horas ya no lo conseguía, y a los pocos minutos, ya su efecto sedante quedaba en nada, hasta que a altas horas de la madrugada cerca del amanecer, y viéndome algo desesperado deciden ponerme un potente calmante que me hace volar, y elimina de mí todo dolor y plasma en mi cara una sensación de relajación y bienestar jamás experimentado.  Y pienso y me veo como los drogadictos que he visto muchas veces en mi niñez y adolescencia, con los ojos medio cerrados y un rostro de viaje alucinado, y sonrisa bobalicona. Así me encuentro yo, al fin descansando después de toda la noche sin dormir, por fin, sin el tormento en la rodilla. Y así me siento esta vez de nuevo pero sin ser debido a paliativos para dolores, solo el cuerpo dejándose ir. Y no veo los años transcurridos de vida como película o fotografías, ni me vienen a la cabeza seres queridos o no tan queridos, ni situaciones ni recuerdos dichosos ni mucho menos los desagradables, no hay nada, tampoco siento que sea el fin, si esto es morir no está tan mal. No tuve miedo, quizás no era consciente que me moría, que cesaba de vivir, que ya no existiría, que todo acababa, que mañana no estaría aquí, sólo por un instante al ver a mi mujer algo difusa al fondo de la sala, al otro lado del biombo que me impedía ver toda la estancia, pensé que estaría nerviosa, que estaría angustiada, pero fue muy breve ese pensamiento, enseguida mi mente dejó de nuevo de pensar, solo veía y observaba sin otro entendimiento, pero no existía luz cegadora ni nada de la retorica oída, de aquellos que dicen que en este trance estuvieron. No hubo dolor, y eso me gustó, llegado ese momento lo que quiero es no sufrir, no tener suplicio ni padecimiento, irme tranquilo como en aquel ambulatorio donde perdía la vida y casi ni me importaba.

Cuando muera o me sienta morir de nuevo, quiero que sea como aquella primera vez que me moría y no lo sabía.

 

 

 

.     *Miré la otra orilla y lo que allí había ni siquiera lo vislumbraba, solo sentía que navegaba hacia ella lentamente sin pensar en nada… Los Enemigos nos cantan sobre aquella orilla.

«La otra orilla«

Los enemigos - la cuenta atras

.     ** Publicado originalmente 4 de Marzo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

No me quieras cambiar

23 jueves May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

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cambios, guía, Gurú, identidad, Música, pareja, renuncia, reproches, Santacruz, Supersubmarina, Tecnicolor, vida, vivir

Siempre con reproches, quieres que cambie, pero no lo entiendo, me conociste así, con mis despistes y mis dislates. Desde niño me viene esta forma de ser, toda la vida estuve un poco ensimismado. Fui algo etéreo, con mis pensamientos y ensueños, mi soledad, mis lecturas y juegos en solitario. Me pides que me centre, que así no voy a ninguna parte, pero tú no comprendes que es esencia de mí, que si extirpas algo ya no seré yo, lobotomizado me convertiría en un vegetal, sería cesar antes de tiempo, y eso lo tenía previsto con más de 70, pero no por debajo de los 30. Y no estoy dispuesto a renunciar por ti, si insistes deberé partir, no hay elección no puedo subsistir, si me vetas me puedo morir y no quiero vivir como zombi sin sentir.  La vida con renuncias deja de ser vida plena, frustrar a sabiendas vivencias es renunciar a la existencia.

No puedes pedir que abandone una parte de mí por estar junto a ti. Me estás intentando domar como a un animal, y tienes que concebir que soy adulto para elegir, para tomar mis decisiones, y cuando me dices lo que debo hacer, decir, y como estar, me ahogas y me anulas, y no lo voy a aguantar. Lo intenté, procuré no ser inflexible, y por un momento llegué a pensar que era culpable de que lo nuestro se enquistase, que la relación se fuese bacheando como un camino destartalado y sin destino, que lo que hace es sobresaltarnos a cada paso, en cada salida, haciendo del viaje un martirio en vez de una delicia.

Quieres que deje a mis amigos de antes, que traicione de donde vengo y que comience desde cero, como un androide, sin recuerdos y sin sentimientos. Me dices que si sigo por mi senda me equivocaré y no elegiré el mejor destino, que tú me guiarás y que sabrás llevarme por el buen camino, y me sonrío, pensando que me hablas como un Gurú que intentase dominar mi discernimiento, y casi lo consigues, pero desperté a tiempo para darme cuenta de que ese no era yo. No sería el yo que conocí desde pequeño.

Tus desplantes a mis esfuerzos por amoldarme me dejan perplejo, no te sirven, siempre quieres más y te lo avisé, ya no puedo más, seguramente exploraré en otra parte una nueva opción que me aleje de tu sinrazón. Si no te gusta como soy, deja de enjuiciarme y mira a otro lado para buscar, quizás encuentres una persona que puedas malear. Te doy una oportunidad  para que entiendas que eres tú quién debe cambiar, que no puedes a todos manejar y a tu antojo modificar. Déjate llevar, tanto control te va hacer mal. Vive y disfruta, si no al final te vas a asfixiar. No vives la vida con la alegría debida, siempre pensando en lo que digan. Despójate de todos tus corsés, sino te prometo que la próxima vez que vengas ya no estaré.

 

 

 

 

.     *Supersubmarina nos trae su potente grito contra la pareja que intenta cambiar al otro, al igual que en el texto el protagonista busca respirar y poder mantener su identidad.

«Tecnicolor«

.     **NA: Publicado originalmente el 14 de Junio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Afectos y desafectos

05 martes Feb 2019

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 9 comentarios

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1999, Afectos, amigos, Amistad, amor, Anacronismo, Como hemos cambiado, Cuestiones de familia, Desafectos, desamor, Enemistad, familia, hermanos, hijo, Love of lesbian, Música, padres, pareja, Presuntos Implicados, Recuerdos, rencor, Ronroneando, Ser de agua, Sr. Chinarro, vida

Los afectos y desafectos son lo mismo, unos vigentes y otros caducados o trasmutados, pero que siguen siendo afectos que dejan o dejaron poso y huella. Hablo de afectos desaparecidos o perdidos o con posibilidad de caer en el olvido o ya prescritos o también de afectos dolidos que pasan a ser odios reprimidos. Los afectos a veces se dejan y apartan por decisión propia y ya entonces son desafectos, no siempre barnizados por la inquina y el resentimiento, o el rencor. Los afectos  nos llegan de nacimiento unas veces, y encontrados por el camino muchas más. El cariño que nos profesan nada más nacer y que nosotros devolvemos, es ese primer afecto que nos llena durante tanto tiempo, que no existen casi otros. El más duradero de todos los afectos, ese, familiar, de madre y padre y hermanos, y toda la consanguineidad que nos rodea, como manta que nos quiere proteger de las intemperies que nos llegan, de los fríos con los que nos tendremos que enfrentar y nadie podrá evitar por más que ese abrazo de todos ellos nos quieran aislar de esos gélidos vientos. Y este afecto inicial no está a salvo ni siquiera de ser mutado en desafecto, en malquerencia, por motivaciones que no están muy claras. Cuando niños nos aparece y nos da por pensar que se nos omite la libertad, que nos asfixian con las normas y todo el amor que recibimos o damos se vuelve contra quién nos lo da o quién lo recibe, en forma de desdén y alejamiento, y ya no hay reconciliación, solo desafecto. La ternura desaparece y ese niño que fuimos ya no la inspira, incluso ese recuerdo tierno se entierra, y se borra cualquier posible marca que nos diga donde estuvo ese sentimiento, y al hijo se le repudia, y al padre y la madre se les destierra del futuro del hijo. Y cuando la envidia surge entre hermanos, se ahonda un distanciamiento que la vida abundará, y cada uno llevará su vida y será el desafecto el nexo de unión, un afecto alejado, distante, teñido de amor enrarecido, no indiferente pero en el fondo poco afectivo.

Luego con los años aparecen la amistad y el aprecio por ciertas personas que avanzan junto a nosotros en el día a día, y creemos que ellos nos acompañarán durante todo nuestro camino, no se nos pasa por la cabeza que irán quedándose en la cuneta, por el destino, cambios de residencias, de estudios y de juegos compartidos, mudados a otros lugares, que nos llevan a encontrar a otros compañeros de viaje, también por tiempo limitado. Pero otras veces esos amigos, dejan de serlo no por el devenir de la cotidianidad de los días, o por los caprichos de la vida. La enemistad surge de pronto, por un roce, por una desilusión, por un enfado fundado o infundado, por suspicacias o por cualquier nimiedad, y entonces apartamos al camarada, lo mandamos al exilio, dudando de la fidelidad a nuestra causa, y el desafecto lo deja en un Gulag interior, que mucho tiempo después quizás se rehabilite en la memoria, pero que por siempre quedará como un afecto osco, lejano, sin el calor de algo que nos toque y nos despierte emoción, solo recuerdo de un pasado donde iniciábamos nuestro periplo en comunidad, con otros que no eran los de la sangre propia.

Luego llega el afecto de los afectos, la estima y devoción, el amor. El primero es el más bonito, por lo menos en la memoria así queda, a no ser que por algún motivo como un Mr. Hyde se transforme y ya no quede ese dulce recuerdo. El apego emocional hacia otro nos mueve constantemente, siempre queremos tener a alguien a quién amar, con quién compartir, hacer proyectos, sentirnos importantes para el otro y consecuentemente para nosotros mismos, que nos crecemos al pensar que somos un referente para ese otro en la pareja. Y nos vaciamos y nos damos y se vacían y nos dan todo, tanto que quedamos secos y necesitamos del otro para recuperar energías, y es a la vez un conducto que retroalimenta la relación, nos seca y nos consume, secamos y absorbemos, y acumulamos y colmamos de vigor y fuerzas, y nos recargan con mimos y halagos, devociones y aprecios, que a veces se trastornan y se vuelven desprecios. Y el respeto antes cultivado, queda destronado y se instaura el rencor y toda la tolerancia de antes se hace intransigencia, y todo lo bueno se gira en malo, las bondades de antes se enturbian y parecen vilezas, y ya todo rezuma desafecto. Un desafecto acentuado y tildado de odio y crueldad, la perversión toma el mando y todo lo que antes hacíamos por el bien del  cónyuge, con complacencia y diligencia, con fervor de ofrenda, se transfigura, y la piedad desaparece, de tal manera que nos trasladamos al otro extremo, convertidos en inclementes. Y es ahí con esa fuerza con la que se nos compone todo el desafecto malicioso que podemos dar y recibir, encontrar que nos lo suministran o encontrarnos endilgándoselo al antes amado. Y el aborrecimiento ensombrece nuestro día a día, y llegada la separación física, no nos basta para pasar página, se queda enquistado en la médula la mortificación que nos supone pensar en el otro, no nos conformamos con la ruptura y el olvido. En algunos casos la obsesión es la recuperación del amor y estimas perdidos en el otro, y viendo la imposibilidad, el deseo creciente es el de insuflar el mayor mal, el mayor dolor a la pareja perdida, que nos haga catarsis del nuestro que no nos deja vivir y nos ciega. Y esa enfermedad es el mayor peligro, caer en ese pozo es hacer del desafecto el motivo de vida, pero no como indiferencia si no como sinónimo de penitencia, escarmiento y deseo de castigo. Otras veces aún siendo fortuito y no esperado, el desafecto es tomado como avatar de vida y el alejamiento es civilizado y tomado como un estigma y muesca más que nos deja el oficio de vivir, y el desafecto se queda solo en eso, en desvío de la estima hacia el otro, dejar a otros huérfanos de nuestra estima o al menos con ella bajo mínimos.

Pero otras muchas veces los desafectos son la salida buscada por el miedo a un abrazo de futuro que nos inquieta y del que no estamos seguros, es una puerta de escape para el acorralado, al que los sentimientos le tienen amarrado y atado y duda de que sea lo que él estimaba sería, o de lo que imaginó y de pronto ya no quiere que sea. La mayoría de las veces no queremos el daño del otro como fin al apartarnos, es la consecuencia de auto-protegernos, de salvaguardar nuestro sueño, nuestros anhelos, que a veces simplemente son seguir libres durante más tiempo, no sentir ataduras, ni grilletes que nos mantengan en una celda, o que nosotros vemos como tal. Y aunque no deseamos hacer mal, el mal aparece y la incomprensión, la falta de entendimiento a ese celo que prestamos hacia nuestra intimidad que ya no queremos compartir y que el otro ve como frustrante rechazo por nosotros, y desencadena dolor.

Más allá de todo esto tan cercano, tan de piel con piel, están los otros afectos, esos que son fugaces, cotidianos, que están cincelados por la simpatía, son esos que nos rodean en nuestras relaciones menos profundas o que nosotros estimamos así, más frívolas, sin la hondura que otorgamos a los otros lazos, en estos el vínculo lo manejamos con distanciamiento, intentando que no nos marque, que no deje en nuestra piel el roce cálido que nos traiga afinidades y familiaridades, y que evitamos pues no nos interesan esas bondades que no queremos que profundicen en nosotros. Y estos afectos son muchos menos que los desafectos que destilamos, cuando miramos alrededor son muchas más las antipatías que nos despiertan y despertamos, que las conexiones con las que confraternizamos. La gente la vemos con animosidad, y con aversión, nos molesta el comportamiento de prójimo constantemente, sus acciones nos parecen plagadas de egoísmo y así es en la mayoría de la veces, montarse en un vehículo es encontrar adversarios con los que luchar en la carretera, la solidaridad está escondida, no se sabe dónde, pero claramente atrincherada en algún lugar que no vemos y que se nos muestra como fugitiva y refugiada de una guerra, allá en cualquier sitio menos cerca.

Los desafectos, son afectos perdidos, miedo a los afectos, recuerdos de afectos desaparecidos. Simiente para un futuro de indiferencia, odio o rencor. Siempre de dolor, breve o indefinido.

 

 

 

.     *Para el texto de hoy, traigo varias canciones que recorren los diferentes afectos y desafectos contados en él.  Love of Lesbian nos cantan los familiares, Sr. Chinarro los de pareja, y Presuntos Implicados los de las amistades y amores primeros, transformados por el tiempo.

«Cuestiones de familia»          «Anacronismo»          «Como hemos cambiado»

  

 

 

 

 

 

 

 

.     **NA: Publicado originalmente el 29 de Junio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

Por tu ausencia

15 jueves Mar 2018

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Bebe, carretera, comienzo, huir, marcharse, Música, Me fui, No + llorar, Soledad, vida, Y

Cuando me fui

Lo que esperaba no llegaba

Las llamadas no eran contestadas

Me fui para huir de la soledad

Escapando del silencio que me trastornaba

 

Cuando te necesitaba nunca estabas

Llamadas nocturnas que evitabas

Me fui para no llorar más

Me fui y no me saliste a buscar

Las luces de tu casa ya no están encendidas

Se apagaron al marchar

 

Acorralada por tu recuerdo

Que ahora se hace en mí a cada instante

Tu imagen me recuerda que me fui para salvarme

¿Dónde estabas esas madrugadas?

Agarrada a la almohada te lloraba y añoraba

 

Me fui por el mutismo que recibí

Me fui porque estabas lejos de mí

Para estar lejos de ti me fui

En busca de otras manos fui

En busca de los mimos que no me supiste dar

 

Me fui para encontrar en otro las miradas por ti negadas

Me fui para hallar la alegría ausentada

Me eché a la carretera sin manta y sin cartera

Me fui al frío que era menos frío que ser tu compañera

 

Estuve encerrada en vida

Estuve enterrada sin entender mi vida

Me fui sin algarabía

Me fui para vivir lo que quería

Me fui y no sé si volveré algún día

 

 

 

.     *La música de Bebe inspira este poema, cargado de motivos para salir huyendo.

«Me fui»                                         «No + llorar»

Portada del sencillo       

.     **NA: Publicado originalmente el 11 de Abril de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

Verde vida

25 lunes Nov 2013

Posted by albertodieguez in Microrrelato

≈ 29 comentarios

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amor, Concha Buika, Mi niña Lola, Ojos verdes, Recuerdos, Revivir, vida

En el blog “el bic naranja”, Fernando Vicente los viernes propone un ejercicio de creatividad mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento que actúa como catalizador y detonante.

Me traigo aquí el microrelato que hice allí sobre este vídeo de Davy y Kristin McGuire.

Verde vida.

Nunca olvidaré aquella noche en la que el verdor de tus ojos me devolvió a la vida.

    *La mítica copla cantada por Buika nos pone música al microrrelato.

«Ojos verdes«

Concha Buika - mi niña lola

Fin inexorable

15 viernes Jun 2012

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

≈ 1 comentario

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Albanta, anclarse, Aute, cambio, De paso, final, inexorable, juego, locura, reglas, tiempo, vida

Durante este tiempo,

tiempo singular,

indecente tiempo,

adyacente a lo nuestro,

lo nuestro que es mío y tuyo,

deseo de tránsito,

deseo de paso,

de unión y de gozo,

gozo conjunto y desmedido

de la locura,

locura locuaz

y estrábica.

Estrabismo del amor

que nos da visión falsa,

desenfocada.

La mente engaña,

queremos anclarnos y no debemos,

intentamos el encuentro

y se convierte en desencuentro.

La vida es cambio,

y tú y yo nos asimos demasiado,

y no nos dejamos llevar.

Ponemos reglas por el miedo a fracasar,

y el fracaso nos alcanza inexorable.

Tememos que el otro no esté,

y antes o después no estará.

 

*Aute y el poema nos hablan de la necesidad de no anclarse, ni en la vida ni en los sentimientos, pues estamos de paso.

«De paso»

La vida está llena de afectos y desafectos.

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