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Archivos de etiqueta: Infidelidad

Afligida solución temporal

15 viernes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Relato

≈ 34 comentarios

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Ajuste de cuentas, amor, Caminando en círculos, duda, Homosexualidad, Infidelidad, Música, miedo, Quique González

Cuando se marcha cierra despacio la puerta, y a veces echa la llave como si no quedase nadie dentro, como si no quedase nada. Pero yo sigo allí, aún en la cama, y me sonrío y pienso que su despiste le hace cerrar creyendo que ambos salimos. En ocasiones me recorre cierto escalofrío por el cuerpo como si lo que quisiera es dejarme allí sin poder marcharme como temiendo que no estuviese al volver. Otras veces ese escalofrío me es doloroso por creer que cierra porque ya no piensa en mí, porque al cruzar esa puerta, su mente ya se ha alejado del todo y he sido borrado por completo de él, de su vida. Sospecho que soy sólo un alto en el camino, un soplo de aire fresco necesario de vez en cuando para seguir avanzando cuando el aire de su vida diaria se vicia haciéndose irrespirable, y que me tiene como una ventana que se abre y renueva el oxígeno de una estancia. Quizá sólo soy para él esa ventana, que al salir de la casa cierra hasta que necesite ventilar de nuevo. Entonces veo a su mujer y a sus hijas como un gas tóxico que lo ahoga y que soy una solución temporal para no morir de asfixia.

 

 

 

.

.    *El protagonista quisiera que al marcharse un día su amante le dijese lo que canta en esta canción Quique González; “No nos lo perdonarán, será definitivo, será para volver contigo otra vez”.

«Caminando en círculos«

quique-gonzalez-ajuste-de-cuentas

.     ** Publicado originalmente 19 de Mayo de 2019. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Aromas y silencio

30 viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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amor, aroma, cama, desamor, dormir, Infidelidad, Mª José Hernández, No voy a llorar, noche, olor, pensamientos, piel, Ruptura, Señales de humo, sexo, Traición

Ella estaba aún despierta cuando sonó la puerta. A él se le oía andar con sigilo, sin duda no quería molestarla ni despertarla, no era demasiado tarde, la madrugada aún no estaba muy avanzada, pero lo suficiente como para que estuviese dormida profundamente. Le sintió desnudarse en la habitación de al lado, e ir al baño que estaba fuera de su habitación, luego entrar en la alcoba y encender la luz del baño del dormitorio para tener luz y poder coger el pijama del armario, -con esa luz se puede ver sin molestar-. Ella no se mueve, no quiere que se dé cuenta de que está despierta,  que se desveló hace rato, pero no le apetece preguntar cómo le ha ido, ni saber dónde estuvo, quisiera de verdad estar dormida. Él, aunque con cuidado de no hacer ruido, se ha movido rápido por la casa y la estancia y ya estaba metido en la cama, había pasado como mucho cinco minutos desde su llegada. Sintió como su cuerpo hundió un poco el colchón, y quedó cerca de ella, de su nariz. Ella estaba girada para el lado donde dormía él.

No le llegó el olor a tabaco que esperaba desprendiera su piel, adherido en los bares de copas en los que habría estado con los amigos con los que dijo salir, y eso la entristeció más. Conocía perfectamente el olor de su piel, y le llegó nítido, pero matizado. Enseguida distinguió otro aroma mezclado con aquel que tan bien conocía, y no era el del jabón de haberse lavado la cara y las manos como le había sentido en el cuarto de baño, era otro diferente, demasiado a limpio para las horas que eran, y ni siquiera era el olor del gel matinal ya conocido. Su cabeza se volvió a llenar de dudas y reproches pensados que decirle, pero callados desde hace días. Es verdad que estaba un poco sorprendida, además de ese tufo a humo y tabaco que no le llegó, tampoco le llegó ese fino perfume que había podido vislumbrar en otros regresos, esta vez no. Esto le llevó a ponerle en el borde de los ojos unas lágrimas, y sintió apretar la mandíbula y la rabia se descontrolaba por su interior, le daban ganas de ponerse a golpearle, a decirle: -” cabrón, eres un cabrón”-. Sin duda ya había dado el paso, ese paso  que ella nunca pensó que llegaría, quizás tapándose y vendándose los ojos.

El perfume en una ropa es fácil de defender, es más, es una demencia acusar por ello, alguien muy perfumado a cualquiera nos deja su marca en nuestra ropa y eso no significa nada. Hay muchas mujeres y algunos hombres que utilizan fuertes fragancias que se van pegando a las prendas y si además ha habido algún contacto físico con ellas ya es inevitable llevártela puesta. Y ella no le acusó, no lo hizo nunca porque le parecía ser una paranoica, aunque internamente se reconcomía por ello. Sobre todo cuando desde hace tiempo, no era en su ropa si no en su piel donde atisbaba otros olores, otros que no eran los del hogar, y los celos afloraban de pensar que otra piel contactaba con la piel de él, la piel amada tanto tiempo, tan deseada, tan mimada por ella. Piel que sentía traicionera y huida a otros campos de placer.

Entre los dos a priori no había distanciamiento ni falta de sexo, ¿cómo él podía jugar al doble juego? Se sentía herida por ver que ya no era su amada, la única, que tantas veces él le dijo al oído ser, por eso su enfado se teñía de dolor. Qué ha pasado para que ya nada sea como fue, qué cansancio provocó ya en él. Y porqué de su cobardía, por qué no le dijo: “Ya no, ya no quiero que seas la única y por ello es mejor hablarlo y dejarlo estar, quiero no hacerte daño”. Sin embargo, aquí me trae a la cama el aroma de otro baño, del baño para limpiar la piel, para evitar que me llegue el aroma de esa otra que no es la mía ni la suya, que así aseada llega como si con ello pudiese librarse de la mala conciencia o esconder la felonía. Pensar en su piel con otra piel, me lo he imaginado siempre en encuentros breves, en cualquier lugar, en un aquí te pillo aquí te mato, quise engañarme y no pensar en hoteles y casas con subterfugios absurdos para no enfrentarme a la posibilidad verdadera e incluso me llegué a decir que eran fantasías mías y que no había nada de infidelidad en aquellos olores nuevos que le acompañaban. Pero un olor a “recién duchado” a estas horas de la noche, me dice que hubo cama, y que el olor a sexo o la culpabilidad o ambas cosas, era tan fuerte que no dudó que debía borrarlo antes del regreso.

En este tiempo corto, no hace mucho de ello, de que lo que intuyo creo que se confirma, empecé a dudar si aún le quiero, y más ahora, más en esta noche terrible, que sé que no fue fortuito su acto como inocente encuentro y abogado por el alcohol que le hizo perder la cabeza, y más lo entiendo como una vileza y no azar del tiempo, y sí premeditado, pues el cuerpo fue lavado para no dejar resto. Si perdonar este posible suceso en un tiempo me preguntaba, ya la pregunta es holgada, el amor se hizo trazas y la pena es la que manda. Me da rabia, claro que le quiero, y no entiendo por qué me ha hecho esto, me va a costar mucho desprenderme de él, de sus caricias, de sus besos, de su mirada cómplice, todo eso que me sigue dando y si no fuese por este olor, de ello yo seguiría participando. Pero no ya, ya sé y como sé no puedo seguir con ello. Cuando los recibido ahora sólo percibo frialdad, como algo falso dado, como un papel interpretado, sin sentimiento real, le veo cínico en cada movimiento, en cada gesto en cada caricia que rechazo y esquivo con leve desdén, pero que ya desde hoy se hará más elocuente, mañana lo acompañaré con verbo, con palabras de reproche seguramente, palabras que tapen las lágrimas y la ira por destruir lo que tenemos, lo que teníamos, lo que ya no será.

Él sigue a mi lado, y puede que sea la última vez.  Cuando hable y diga o quizás balbucee, porque no sé si las frases me saldrán directas o por el contrario no sepa por dónde empezar ni como decir lo que me ahoga y asfixia, hablarle de este aroma que me arranca las lágrimas, de esta noche que me confirma el duelo presentido, le pediré que explique o cuente y afronte como fue. Ya amanece.

 

–          Me quieres contar.

–          ¿El qué?

–          Lo que sucede.

–          . . . .

–          ¿No me dices nada?

–          . . . .

–          ¿Pero tío de qué vas?

–          De nada, ¿por?

–          Joder!! ¿cómo que de nada?

–          No te pillo.

–          ¿Cómo que no te pillo?, yo si te he pillado.

–          Empiezas a levantarme la voz y sabes que no me gusta.

–          No te he levantado la voz, y si la levanto, tengo más que motivos.

–          Eso es lo que no entiendo, qué motivos puedes tener.

–          Venga tío, lo sabes de sobra…

–          ¿Sé, el qué?

–

–

–          Sabes perfectamente que es lo que pasa. Lo que me flipa es esto, ésta compostura tan falsa sabiendo que ya lo sé, pero no, tú sigues a lo tuyo, negando la evidencia.

–          . . . .

 

 

.     * Mª José Hernández acompaña el relato con su música, y al igual que nuestra protagonista siente que él emprendió la huida.

«No voy a llorar«

Señales de humo (2011)

.     **NA: Publicado originalmente el 9 de Octubre de 2013.Hoy recibe una segunda oportunidad.

Humo de tabaco

29 jueves Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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angustia, aromas, deseo, falsedad, humo, Infidelidad, Música, mentira, olores, perfume, remordimientos, Sabina, sexo, suciedad, tabaco, tristeza, Y sin embargo, yo mi me conmigo

Antes era más fácil volver sin temor, el humo del tabaco lo camuflaba y ensuciaba todo, ahora ya no, ahora cuando vuelvo no hay nada que pueda ocultar el olor; el perfume en mi ropa, en mis manos, en mi cuello, en mi cuerpo, el aroma de otras esencias femeninas que no son las conocidas por ella, no las suyas. Aunque no sea demasiado tarde, siempre espero y deseo que esté dormida, para no tener que acercarme enseguida a darle un beso, así no habrá posibilidad de que descubra el acto ilícito en nuestro pacto de pareja, pero por si acaso no estuviese aún con el sueño cogido, entro en la estancia con rápido sigilo y en silencio me dirijo al baño como para no molestar, falsamente. La realidad es que regreso con la angustia de ser descubierto, y por eso enseguida voy al baño, para despojarme de las prendas y llevarlas al cesto de ropa sucia; la ropa es imán para los perfumes que quedan entre sus fibras con facilidad y perduran en el tiempo si no son lavadas, y me lavo las manos y el rostro, de nuevo, para quedar impregnado con el aroma familiar del jabón común, y eliminar todo atisbo de otros olores delatadores, aunque las manos y la cara ya pasaron por un lavado en el cuarto de baño del local o de la casa en donde estuve, si hubo ésta, siguen con ese aroma metido en mi nariz, quizá ya solo esté dentro de mí, en mi cerebro, y esté recreándolo de tal manera que me lo hace presente sin ya estarlo. Vuelvo a llevarme la mano hacía la cara, aproximo los dedos a la nariz, aspiro y aún me llega de entre mis dedos ese olor a sexo, que en el transitar interior de mis exploradores dedos se empaparon con ese jugo viscoso de penetrante olor producto del deseo y el placer, y que se ha quedado impregnando de tal manera que parece estar dentro de la piel, persisto en limpiarlas con más jabón, aunque es ridículo pensar que aún puede quedar su olor allí, lo creo, pienso que quizás sea bajo las uñas en donde quede un atisbo de ello; en la fogosidad del momento uno busca con denuedo el placer de ella y en ese fragor, las yemas y las falanges no son con lo único que se acaricia, sino que también las uñas intervienen sin control, rozando y arrastrando con cierto violento trajinar, indelicadamente, incluso haciendo pequeños rasgados inconscientes que sólo ella percibirá al día siguiente con pequeña molestia y leve dolor, que le hará recordar quién hurgo con violento placer horas antes en sus entrañas, e insisto en su limpieza con un cepillo de uñas. Me daría una ducha para evitar cualquier huella posible de rastrear por un olfato tan fino como el de ella, antes, cuando el humo, había un excusa perfecta para un baño al regreso de la fiesta y la celebración, meterse en la cama con ese asqueroso olor era algo que nunca nos gustó, traerse adentro de las sábanas esa suciedad siempre quisimos evitarlo, y más ese olor a tabaco que se queda impregnado en el cabello, incluso en las manos aún sin haber cogido un solo cigarro, y que nos llevaba a darnos una ducha rápida, no hay nada más placentero que te reciban unas sábanas limpias y con grato olor y meterse entre ellas recién aseado, haciendo de ello una comunión que nos eleva al sueño y la relajación total al llegar la noche o la madrugada tras el cansancio del día o del trasnoche, pero ya esa excusa se diluyó. Uno en su paranoia piensa que quizás podría haberse dado un baño en aquella casa después del sexo, si es que hubo casa, pero enseguida se da cuenta que eso sería aún más delatador, llegar oliendo a más limpio que cuando uno se marchó es como el olor a lejía que pone en aviso a la policía tras la pista de un sospechoso, evidenciando que hubo excesivo empeño en la limpieza de aquel lugar. Frente al espejo mientras seco mis manos y mi cara y mi cuello, sigo percibiendo el sabor de sus besos, el olor de ella, el dulce aroma de su perfume que en días no se irá de mi cabeza, y el olor acre de su sexo que creeré llevar como astillas de bambú bajo las uñas en una falaz tortura de remordimientos, e instintivamente hará que lleve mis dedos a olfatearlos absurdamente como un demente. Miro el espejo y veo una mueca de tristeza y debilidad, y echo de menos el humo con el que emboscarse para un regreso menos temeroso cuando el alcohol y ardor han sido incontrolables.

 

 

 

.     *Como en la canción de Sabina, quizás el protagonista sabe que todo es mejor con ella, y sin embargo…

“Y sin embargo”

Yo_Mi_Me_Contigo sabina -front

 

.     **NA: Publicado originalmente el 27 de Junio de 2016. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (6ª parte)

04 jueves Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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40:04, amigas, cambio, desamor, deseo, Diez minutos, dudas, Efecto Mariposa, estupidez, Infidelidad, Música, Odio, palabras, pareja, preguntas, Presente, ridiculo, Ruptura, silencio

No dice lo que querría decir. Está tan nublado su pensamiento que todo lo que era nítido ya no lo es, su odio hacia esas dos mujeres piensa que no tiene sentido. Aquello por lo que su cabeza no deja de fabular e imaginar es algo que no debería preocuparle. Siente cierto mareo, un vértigo que le lleva a fruncir el entrecejo sin darse cuenta de que está siendo observado, de manera un tanto atónita, por las mujeres que están haciendo de estas horas, de las peores que ha tenido nunca. Debería pensar en el presente activo y actual, con aires positivos de enriquecimiento, de aprendizaje de cosas hechas y lugares no habitados hasta el día de hoy por él. Debería plantarle cara a las suspicacias y tomar este presente con afabilidad. No mirar al frente y ver enemigos. Qué estupidez, no hay ninguna guerra, ningún conflicto. Siente que está haciendo el ridículo. Quiere pensar y no piensa, quiere decir y no dice. Qué diablos le pasa. Alza la vista que tenía clavada en el suelo, mira al frente con la mirada perdida, y después mira a las dos amigas. Ve sus caras, su pareja algo seria pero no enfadada como él cree que podría estarlo por su comportamiento raro. La amiga mantiene dibujada una sonrisa en el rostro. Seguramente, cada vez abunda más en su pensamiento el de: “qué tipo más raro es la pareja de su amiga”. Él piensa que menos mal que todo empezó por la tarde y ella vio que estaba sobrio al llegar, si no parecería por su conducta que estaba muy bebido, pero tres cervezas a lo largo de estas horas no son suficientes para argumentar este estado anímico como fruto de una borrachera, salvo que no estuviese acostumbrado a beber. Al fin, respira profundo y balbucea algo rápido, sin mucho sentido si se escucha lentamente, sin mucho convencimiento de convencer a sus dos oyentes, pero logra salir del atolladero con su vehemente verborrea, que eso sí, cuando está locuaz logra con seguridad dar un mensaje eficaz sobre lo que quiere transmitir, y en este caso logra lo que quiere, es decir, lo contrario, no transmitir nada, decir sin decir. Hablar por hablar. Pareciera que está consiguiendo esquivar este momento complicado, ayudado sin duda, porque su pareja decide ir al aseo, y se levanta dirigiéndose hacia fondo del local, lo que hace revivir por un instante el momento de fragilidad que tuvo él frente al espejo del lavabo. Hay silencio, están ahora solos, frente a frente, dos extraños que están compartiendo tarde, ya casi noche. Tantas palabras hubo hace unos segundos y ahora solo mutismo. No saben que decirse, que no suene forzado para romper esta mudez de ambos. Beben para ocupar sus bocas y tener la excusa para tal insonoridad de sus cuerdas vocales. Él la mira, sí que es guapa – piensa – y está morena, con ese color que a él le gusta, no demasiado tostada, esas pieles requemadas por el sol no le gustan nada. Vuelve a sonreírse internamente, que falsedad la suya, está encabronado por el presente llegado del pasado a su vida, el de su pareja, por los celos de lo desconocido y que activa sus defensas contra ello, y a su vez le gusta ver enfrente ese nuevo presente, que es atractivo, bonito, lujurioso incluso. Qué desfachatez la suya, se dice, es capaz de haber estado juzgando lo oído, de ellas, de sus actos, de sus vivencias, de su correrías, y sin embargo el cometería infidelidad con la amiga de su pareja con un suspiro de ella. No sabe si es un flechazo o es simple deseo, la animadversión de hace un rato se esfumó. Quizás esto que ahora le sucede sea lo real, y que lo escuchado le está sirviendo de coartada para una ruptura que él no sabía que deseaba, y que se dio cuenta esta tarde que la burbuja en la que se había metido lo mantenía en un mundo ficticio, en el que estaba a gusto, apartados los dos de lo que les rodeaba, de las tentaciones del presente actual y de las del presente pasado. Y ahora, mirando ese presente pasado hecho presente actual y que desearía fuese presente futuro, duda si lo tenido es lo querido. O este pensamiento es simplemente el fruto de su estado mental de hoy, poco cuerdo. Está hecho un lío. Pero ahora mismo desearía tener más tiempo para estar así, a solas con ella, y poder decir lo que siente.

 

 

.     *El protagonista está sumido en un mar de dudas, y como Efecto Mariposa necesitaría tiempo para poder decir todo lo que lleva ahora dentro, todo el deseo canalla atrapado en este momento, en este silencio.

«Diez minutos«

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa «Viejos tiempos (7ª parte)«

Nada que hacer

19 jueves Oct 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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4, amores, conquistar, Dices que no, enamoramientos, estaciones, Infidelidad, Infiel, La habitación roja, Música, Ruptura

La primavera trae a la vista la belleza del despertar del letargo invernal, todo es bello. Allá donde miras te parece maravilloso. Las mujeres y los hombres irradian luz y hermosura. Las ropas serias y tupidas dan paso a otras más ligeras y alegres que tapan menos piel. Piel que busca los rayos de sol para tornarse morena, piel que busca el aire libre que roce los cuerpos y los refresque de los primeros calores, pieles que se han liberado de las telas invernales. Y me cuentas esto para decirme que este ambiente te excita y te hace estar receptivo al amor. El verano con su calor sofocante, con sus largas noches, con las terrazas donde disfrutar tomando un aperitivo, una cerveza o una copa si la tarde se alarga y asoma la noche, abriendo la puerta a nuevas relaciones, a conocer gente nueva y nuevas emociones, que te traen y desbocan deseos contenidos, te hacen propenso al amor, me cuentas. En Otoño, el cansancio del verano, los primeros fríos y nubarrones, que hacen dejar de lado las terrazas y pasar al interior de los locales en busca de la calidez de su decoración, y buscando el calor de los cuerpos y la proximidad de ellos y de las miradas que se mantienen fijas cuando se cruzan próximas en la barra del bar, te empujan al anhelo de labios nuevos, me dices. Y llegado el invierno, el frío hace buscar los abrazos de otro cuerpo que te temple, me declaras.

Todo me lo cuentas para decirme que no puedes con el compromiso, me dices que es mejor dejarlo pasar, que eres incapaz de serme fiel, cada vez que sales la tentación te vence. En cada estación encuentras un motivo para irte tras otros labios, otros ojos, dejarte caer en otros brazos, que no son los míos, y tampoco siempre los mismos. Buscas abrazos que sean diferentes a los que yo te doy, sales en busca de besos que piensas con lascivia nueva. Tentado siempre a labios de estreno, manos nuevas que tienten tu cuerpo y que otro cuerpo sea tentador para ti. En tu cabeza está solo el acariciar con novedad, si no es algo distinto no es lo mismo para ti, a veces crees que estás enfermo, pero no lo puedes resistir, salir y desplegar tus encantos por ahí. Explorar otras oportunidades de amar, es lo que te llena, me dices. No lo puedes evitar, cuando unos ojos se posan en ti, cuando por la calle te miran y piensas que es una invitación, cuando una sonrisa la intuyes como una llave para algo más, y te meces en ella, y cuando ya no la estás viendo te recreas pensando que era una llamada, que la sonrisa era una tarjeta de visita con una dirección impresa para poder volver. No te piensas un seductor, pero rehusar a serlo tampoco lo quieres, y te dejas llevar por un ensueño de conquistas infinitas, en el que cada día hay un amor nuevo, una ninfa que dona sus labios lúbricos y húmedos, de fresca sensualidad, me dices. Y lo cuentas con dolor, dices que no consigues quitártelo de la cabeza, que la fidelidad que me prometías no la puedes cumplir, que aquello por lo que te uniste a mí, ya no te llena, que durante un tiempo pudiste poner barrera a tus impulsos de amoríos, y me cuentas que cada momento es de enamoramiento, pero no conmigo, y que no consigues poner fin a ese sentimiento de captura, y de ofrecimiento tuyo para dar amor al otro sexo.

Me afirmas que no quieres serme infiel que luchas cada instante por no hacerlo, que el sufrimiento que tienes por los remordimientos no los quieres padecer, y que tampoco quieres que yo los padezca, y que un día averigüe la traición, no lo deseas. Solo piensas que dejarlo es lo mejor, que tu sigas con tus encuentros, que ya no serán clandestinos y yo haciendo mi vida con otro destino. Dices que no puedes serme fiel y yo no tengo nada que hacer.

 

 

 

.     *La habitación roja nos trae una de sus canciones en las que nos narra la ruptura por la imposibilidad de fidelidad, que enlaza con el relato.

«Dices que no«

.     **NA: Publicado originalmente el 26 Marzo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Piel sin piel

01 jueves Jun 2017

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

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Adiós, desamor, desencuentro, Dile al sol, final, Infidelidad, La Oreja de Van Gogh, Lo que te conté mientras te hacías la dormida, Música, piel, Qué puedo pedir, Tú y yo

La pareja que éramos, quedó herida de muerte aquella primera vez que nos supimos traicionados. No era fácil asimilar un desencuentro como aquel, aunque en los últimos meses nuestra relación estaba en un punto raro, estábamos juntos pero no nos sentíamos unidos, ¿qué nos pasa?, nos preguntábamos, y no había respuestas, solo silencios, realmente el silencio era lo que nos confortaba, era el estado ideal, cada uno en un mutismo y reserva, que dejaba al otro fuera y alejado, algo que ocultábamos con horarios incompatibles para no estar obligados al encuentro no deseado. Y la distancia hace el olvido, aunque esa distancia sea de centímetros, la piel necesita piel, y cuando nos distanciamos de ella, de su tacto y roce, pierde ese recuerdo de calor y escalofrío de la otra piel, de la del amado. La ausencia de piel acentúa el breve trecho que nos separa, convirtiéndolo en kilómetros de distancia. A veces nos aísla más ese espacio tan pequeño y a la vez tan grande, que se transforma en continentes separados por un océano que nos parece infranqueable y nos da pereza comenzar el viaje, el trayecto se nos antoja cansado, y ni siquiera buscamos sacar el pasaje. Y la rutina, nos vuelve la vida insoportablemente tediosa, y quizás ese hastío, nos lleva a buscar algún aliciente a la desgana, algo que nos impulse y active. Nos seduce la novedad, siempre lo novedoso nos excita, nos abre nuevas ventanas por donde mirar, nuevos paisajes con los que deleitarnos, nuevas sensaciones que nos vitalizan y nos sentimos renovados. Sería el empeño de encontrarnos otra vez así, con nuevas fuerzas y nuevas ilusiones lo que hizo que nos distanciáramos más, quizás sería lo que te movió a ti a serme infiel. Y ese día en el que te confesabas, ese día que me clavaste la daga y comencé a sangrar, ese día todo cambió.

Tu reconocimiento de la falta, que acaso ni lo fuese, pensando en lo lejos que estábamos uno del otro aún tan cerca, hizo que lo poco que quedaba se resquebrajase y que incluso con los esfuerzos por minimizar tus palabras y que lo contado quedase en una anécdota, una circunstancia que no interferiría entre nosotros, no fue posible. La llaga ya estaba abierta, y la duda, el peor de los virus entrando por ella, gangrenando todo el sentimiento. Yo por mi parte también buscaba distracciones, aunque nunca hasta culminar, siempre marcando un final antes de caer en la traición, por un pudor que ahora veo absurdo, era juego y diversión, y yo lo ensuciaba con remordimiento y falso sentimiento de lealtad a lo nuestro, cuando sabía que lo nuestro ya no era, pero todavía me sentía en la necesidad de serte fiel, de no caer en la felonía, pues aún no había habido la ruptura verbal, aunque la física, la de la piel, ya era evidente hacía tiempo, pese a que no la queríamos ver. Y necesitábamos a alguien que la arropase, y nos atemperase el frío que sentíamos por la falta de piel próxima, con risa y entretenimiento que nos hiciese olvidar la incomunicación del hogar, donde estaba el otro esperando en su encierro.

Cuando tú me declaraste tu acto, diciendo que estuviste con alguien y que lo sientes, que nos sabes cómo fue, que no lo querías hacer pero pasó, me dolió, más por rabia que por celos, más por ira que por envidia, más por ser el acto antes que la separación, saberse presa del engaño es sufrimiento, incluso cuando ya no había vínculo real, y nuestros sentimientos estaban anestesiados, pero de repente, ese acto, los convierte en sensibles y delicados, los despierta de ese sueño lánguido, y ese despertar nos duele, y recobramos los afectos que en un tiempo creíamos muertos y enterrados. La posesión sobre el otro que creímos eterna, se muestra en fuga y vemos distanciarse, nos sorprendemos diciéndonos que nos daremos tiempo para la reflexión, cuando sabemos que la reflexión ya está hecha y la decisión tomada, pero aún así, lo hicimos y seguimos un poco más, andando uno al lado del otro cada día, siguiendo con nuestros silencios, acompañándonos en la soledad que ambos nos infligíamos, pero la pareja estaba herida de muerte y las palabras que nos negábamos a decir, brotaron solas y el desencuentro se hizo verbo y nos dijimos, ya no puedo.

 

 

 

.     *La oreja de Van Gogh nos arropa el texto con dos canciones que también nos hablan del final de la pareja, cuando ya no queda nada que haga seguir.

«Tú y yo»                                                                   «Qué puedo pedir»

  

 

.     **NA: Publicado originalmente el 14 de Marzo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Fracasados por las celeridades de las vidas paralelas

30 jueves Abr 2015

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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deseo, encuentro, Fracaso, furtivo, Infidelidad, La Deriva, Música, Vestusta Morla, vidas paralelas

Con la aceleración y pensando que se tiene que marchar enseguida y que tiene que ser uno y rápido para poder cumplir con lo previsto y llegar a casa sin levantar sospechas, y que su marido no esté cuando ella llegue, no cumplo como quisiera. Estas prisas me zozobran, y la verga no se enaltece ni se muestra vigorosa como necesitamos para un acto completo, para hacerle y hacerme gozar y derramarme dentro. Yo insisto en que no importa y busco su boca con mi boca, mi lengua penetrando en busca de la suya que se enreda con la mía y pulsean allá dentro ávidos de deseo. Mis manos surcan su espalda, palpando y acariciando la montonera de huesos que percibo allí por su extrema delgadez, y bajo por esa línea de montículos que se me muestran y veo, aún cegado por su cuerpo, sólo con mis manos que me hacen atisbar y sentir el contorno de un dragón o un animal prehistórico al que le imagino devorador. Busco su sexo para con la mano suplir las carencias del falo casi exánime que ni sus labios consiguieron enderezar después de que sus manos hicieran que con él aún flácido rápido me corriese, sin quererlo, y eso le pareció el fin. Esperar tiempo a la recuperación sería imposible, no hay tanto espacio en el reloj para una segunda oportunidad, y ella decide que no quiere sucedáneos que llegó con el deseo de penetración y mis dedos no son lo esperado, que debemos dejarlo que ya no es propicia la ocasión.

.

.     *Canta Vetusta Morla; habrá que inventarse una guarida… habrá que inventarse una salida. Cuando se va a la deriva la ocasión se vuelve esquiva, y ellos crecieron y avanzan sin timón.

«La Deriva«

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Desquite en el puente

05 jueves Jun 2014

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amor, asesinato, despecho, El puente azul, Infidelidad, investigador, locura, Música, Muerte, Odio, politica, politicos, Radio Futura, Tierra para bailar

Incluso, sin haber estado contaminado por nuestro seguimiento del caso, yo al leerlo lo hubiese percibido. Era evidente que el crimen no era un crimen político, aunque ella detentase tantos cargos en la administración pública de su región, mi experiencia me decía claramente que no iban por ahí los tiros, -nunca mejor dicho-. Los Periódicos y las redes sociales echaban humo elucubrando con una venganza por diferencias políticas, unos diciendo; “quién siembra vientos recoge tempestades”, otros; “a esto nos ha llevado la crispación política”. Pero ninguno de ellos tenía razón, era una lectura muy sencilla e interesada la de esas afirmaciones. Era bastante evidente si te paras a pensar un poco, en este país las diferencias políticas no se suelen resolver así, salvo de algunos trastornados, y que en casos de este tipo, descerrajar cuatro tiros en mitad de la calle, suena más a ajuste de cuentas o venganza o despecho, y afloran enseguida, con poco que te informes, las causas reales. Pero el deseo de dar una opinión con inmediatez lleva a que se hagan análisis apresurados y equivocados o interesados, hasta de las desgracias se quiere sacar tajada y beneficio tanto los partidarios de la víctima como los detractores y enemigos de la misma. Mucho antes de informarse a fondo, aparecen las primeras hipótesis en los medios, también demasiado raudas como para estar fundamentas. Un despido, una sentencia en contra desestimando la reclamación de indemnización, era el otro argumento que se ponía como móvil para el asesinato, pero no cuadraba que la autora fuese otra persona y no la despedida, que fuese la madre no encajaba en el asunto. Si algunos de los opinantes, se hubiese parado a pensar antes de lanzar sus opiniones a los cuatro vientos, no tendrían que estar rectificando como siempre.

Nos había contratado su novio, el de la fallecida, y en nuestro seguimiento e investigación nos topamos con lo que no esperábamos, bueno, sí que lo esperábamos puesto que las sospechas del novio parecían tener bastante fundamento, por eso aceptamos el caso, no solemos aceptar casos en los que dudamos de la veracidad de la exposición del cliente que nos quiere contratar. Seis meses atrás, cuando empezó toda la investigación, nos costó bastante movernos con sigilo en el seguimiento y recogida de información sobre el objetivo. Era una persona con mucho poder e influencia y había que andarse con pies de plomo, cualquier paso en falso nos delataría, era fácil que alguna de las personas consultadas o preguntadas le fuese con el cuento de que hay gente husmeando por ahí sobre ella y sus intimidades. Este tipo de gente se granjea con facilidad lealtades y más si ha hecho algo por uno. Aunque de igual manera atraen enemigos, por eso mismo, por no haber hecho lo que estimaban que debían haber realizado en su favor o incluso por pensar que han dado a otros lo que estimaban que era suyo. Hay muchos intereses económicos que dependen de decisiones que se muestran arbitrarias y caciquiles y eso conlleva fuertes alianzas y amistades con unos, y grandes enemistades con otros que se sienten vilipendiados y perjudicados. Nuestra profesionalidad hizo que los tres miembros que estuvimos inmersos en la investigación no cometiésemos errores, nuestra maquinaria estaba bien engrasada, aunque no fue fácil ir encajando el sentido de sus movimientos puesto que con tantos cargos las excusas y coartadas para moverse sin una rutina habitual era a veces desesperante. El trabajo de campo fue bastante duro durante los meses que estuvimos tras sus idas y venidas con un seguimiento constante, día y noche, con una climatología bastante adversa. Nosotros no estábamos acostumbrados a esa exigencia climática, no éramos de aquella latitud, nos habíamos desplazado a esa ciudad en la que el invierno es un “crudo invierno”. Nuestro cliente optó por nosotros por nuestra buena fama dentro del sector y además, por no ser de la ciudad, nos aclaró. El seguimiento fue un poco de locos, bastantes contactos y reuniones se sucedían fuera de los múltiples despachos que ella tenía, por lo que no sabíamos qué nos iba a deparar cada día. Solía almorzar a menudo con personas de diferentes ámbitos; gente anónima, políticos de su partido y de los de la oposición, funcionarios, y muchos empresarios, tanto de las empresas participadas en las que ella tenía toma de decisiones como de otras que entendemos intentaban hacérsele presentes por si en un futuro surgiese algún posible negocio o adjudicación. Lo más llamativo era que en muchas ocasiones los comensales eran compañeros de gerencia o de consorcio o de consejería, y que en vez de reunirse en los despachos lo hacía siempre con unas buenas viandas de por medio, que claro está, cargaban a la empresa o consejería o consorcio en cuestión, sin ninguna necesidad de haberse llevado a cabo ese gasto. Los mejores restaurantes de la ciudad eran testigos y acogían a estos comensales. No sabíamos exactamente que trataban en esas comidas, nunca pusimos micrófonos, nuestro cometido no era saber lo que se hablaba, nuestro fin era averiguar con quién se veía, más que de lo que se decía. Su vida social era igualmente viva, saliendo a menudo de cena y recibiendo amigos en su casa, amigos que variaban bastante, pero algunos de ellos eran más constantes y repetían más a menudo. Las pesquisas hicieron que poco a poco el caso tomase sentido, fuimos hilando unas y otras informaciones, hasta llegar a la conclusión final; las sospechas de él eran fundadas. Aunque el cliente no sabía quién podía ser su amante, nosotros ya sí que podíamos darle esa información. Ella se veía con otro como intuía quién nos contrató. Era uno de las personas que más repetía esas visitas a su casa y aunque siempre terminaba por marcharse, en muchas ocasiones lo hacía bien entrada la madrugada, y en algunos casos no lo vimos salir hasta el día siguiente. Descubrimos que esto venía de lejos, de muy lejos. El hombre con el que tenía una relación íntima al margen de su novio oficial era amigo de ella desde hacía muchos años y estaba casado. La mujer del amante conocía a nuestra investigada, es más, ambas mujeres eran bastante amigas también. Conocidas desde su juventud, compañeras de partido político y con una relación de familiaridad notable. Esto no nos sorprendió, pues en muchos de los casos investigados han dado estos mismos resultados, los amantes suelen pertenecer a un entorno muy cercano y conocen bien a los terceros en discordia.

El informe concluyente se lo dimos una semana antes del incidente en aquel puente. Al oír las noticias me sentí mal, pensé que en un arrebato él se había vengado de la ofensa que quizás sintió por considerarse engañado por ella. Uno cuando hace un trabajo y lo da por cerrado no es responsable de los actos que puedan producirse seguidamente. Aunque nunca ha llegado a nuestro conocimiento una acción violenta o de maltrato o definitiva como es un asesinato, uno siempre se pone en alerta con noticas de violencia de género, por si le fuesen familiares los nombres de los involucrados.

En muchos casos, y de forma habitual, es que al descubrirse finalmente la afrenta se produzca una separación de la pareja no muy amistosa. Pero no siempre es así, en todos estos años he visto muchas cosas y reacciones diferentes; desde que el cliente haya roto el informe delante nuestro pidiendo destruir todo lo archivado en la investigación, hasta en otras ocasiones llevarse el cliente el informe pero con la intención de guardarlo en un cajón e intentar olvidarlo. Es curioso como en estos casos la confirmación y constatación de sus dudas y miedos y de que era real lo que pensaban, les bastaba, y simplemente deseaban seguir con su vida en una farsa de desconocimiento. He visto bastantes veces esa reacción, pero aún no la comprendo, seguir la vida como si todo fuese bien, no deja de generarme estupor. ¿Qué soledades quiere uno espantar o dejar al margen como para obviar y asumir que uno no es lo principal para otra persona? ¿Qué oscuridades quieres evitar cerrando los ojos?  Esta forma de encararlo lo he vivido con clientes de ambos sexos. Se de otros casos en la que las parejas se han puesto frente a frente y lo han hablado y han superado la situación como un error cometido por el otro pero que estiman no es lo suficientemente grave para romper el amor que se tienen y ese deseo de seguir conviviendo y envejeciendo juntos. Me pregunto, si la duda no planeará constantemente en esa relación, y cuando uno se ausente por días, el otro no tendrá la sombra del posible engaño acechante. Si se hará gigante esa duda; si ha pasado una vez por que no se ha de repetir. Sería un pensamiento lógico y desquiciante para mi entender, los celos son indomables y si de por sí lo son en el recelo y la sospecha, mayor deberá ser cuando hay certeza y reconocimiento de haber sucedido lo temido ya en alguna ocasión.

Había pasado sólo una semana y ella había sido abatida en ese puente, muerta con cuatro tiros en su cuerpo y el culpable no era mi cliente. Respiré hondo al saberlo. El móvil del asesinato aún se mostraba como una incógnita para  la policía y los medios de comunicación. La presunta asesina parecía tener la sangre fría ante la policía, y eso estaba generando dudas en entender los motivos del posible acto y de su forma  tan febril de llevarlo a cabo. Parece que la relación entre la fallecida y su amante, no debía de saberlo demasiada gente, pero yo intuyo que de alguna manera ella descubrió o llegó a la misma conclusión del informe que nosotros hicimos para nuestro cliente. Eso sí, por la premeditación que pareciera que hay en el asesinato, no creo que hubiese descubierto el engaño hace poco, los datos recogidos en su piso de la ciudad llevan a pensar a la policía que llevaba rumiando el acto de venganza desde hace dos años, pero sin un plan preciso de cómo realizarlo, y esto descoloca más aún a los investigadores; programar un asesinato sin buscarse una coartada que te libre de acusación, y sin prepararse un plan de fuga del lugar del atentado, no estaba dentro de la lógica policial. Si al menos no lo hubiese llevado a cabo a plena luz del día y en un lugar tan transitado, y sí por la noche y en lugar apartado quizás podrían entenderlo y no verlo como un “pronto” o enajenación transitoria.  Pero  ellos no saben lo que yo sé, y no pueden llegar, en este caso, a la conclusión de que el despecho nubla el entendimiento y que no se terminan de planear las cosas cuando el odio se cruza por los ojos. La venganza pasional no atiende a la lógica y la rabia desatada no deja pensar en las consecuencias que ese acto, aun siendo premeditado, podrá tener en su vida futura. Dicen que en la cárcel se la ve tranquila como si se hubiese quitado un peso de encima, como si hubiese cumplido con un deber que la liberó de una mala sangre que le volvía loca.

 

 

.     *Como Radio Futura nos canta; se cruzaron los deseos en el puente azul y a las nubes se fue el pensamiento.

 «El puente azul«

Radio-Futura-Tierra-Para-Bailar-Delantera

Infiel

12 domingo Feb 2012

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Infidelidad, Música, Sabina, Y sin embargo

Infiel a tus ojos

Infiel a tus labios

a tus palabras

a tus pensamientos

hoy soy Infiel de puro anhelo

 

Infiel a tus caricias

Infiel a tus besos

a tus mimos

a tus deseos

 

Hoy estoy contento

Infiel en este momento

hoy estoy triste

te sigo queriendo.

 

.   *Joaquín Sabina con su canción explica prefectamente la infidelidad de la que habla el poema, infiel y sin embargo sigue queriendo.

«Y sin embargo«

La vida está llena de afectos y desafectos.

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