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Adiós, celos, dolor, escritos, Fiesta, La bien querida, letras, libertad, Música, nausea, Odio, palabras, rabia, Ruptura, seductor, Sentido común, vocablos
Fui yo quién desencadenó el odio o el odio me vino a buscar, ya es mañana qué más da.
Ayer sentiste celos por mí, las palabras leídas te hieren como cuchillos que se clavan en ti. ¿Fui yo el responsable de que me quieras matar o eres tú que no sabes aguantar? Qué más da si no me vas a escuchar.
Que lo escrito duela, si no va para ti, es un problema que no hubo ni habrá. Las palabras, aunque escritas no las lleva el viento, vuelan para los demás, cada uno las acoge como las quiera sentir, si odias que sean para los demás, que anheles que sean solo para ti, no lo puedo remediar. Desencadenan un odio visceral y me golpea cuando me lo echas encima como basura sideral.
No poder escribir, medir comentarios como un desliz que no debiera cometer ni suceder sería coartar la inspiración y eso es cercenar la necesidad de expresar y cabalgar por mundos etéreos, y deseo inconcluso jamás a cumplir. Palabras punzantes, vocablos dentados que se te meten adentro y te corroen y muerden y mastican las vísceras vulnerables a lo externo, y te encoges y retuerces con gran dolor, y la rabia y las lágrimas afloran. La miel en el texto se convierte en hiel para tus labios lectores, y saboreas lo rancio en que se ha convertido el verbo cuando lo sientes arrebatado a ti, cuando el destino no lo sientes como tuyo. Acre sabor discurre por tu paladar y desciende por tu garganta. Y las letras unidas adquieren olores nauseabundos y te hacen torcer el gesto, provocando arcadas y deseas echar afuera ese asco que te rodea, ese aborrecimiento. La cólera se apodera de tu mente enferma por tanta furia provocada al deglutir expresiones que se tornan pestilentes al pensarlas para otros.
Seductor de damiselas y musas y conquistas ficticias y diatribas con encantamiento, son tus argumentos del dolor insuflado por lo redactado. Las acusaciones vertidas y derramadas, recelos obtenidos por un sentido común que dejó de serlo, que ya está dominado por el ánimo detraído por lo visto e imaginado dolientemente. El sueño perdido te hace inestable, moliendo cada verso, delirante en busca de un sentido inescrutable que haga saber si hay detrás de él un destinatario que usurpe tu feudo autoproclamado.
El sentido común lo perdiste cuando te engañaste con la idea que lo escrito era traición e infidelidad, que lo negro sobre fondo blanco era una cuchillada en tu piel, una marca tras otra que te hace recordar a cada momento que no eres la destinataria de aquellos grafismos y caracteres que unidos dicen tanto y tan poco a la vez. Quieres poner coto a los símbolos lingüísticos para que no digan lo que dicen, para que no signifiquen lo que otros pueden interpretar y llevar a error y crear expectativas que solo tú ves posibles. Y no quieres leer más, no quieres compartir, no quieres ver sentimientos ajenos a ti que solo tú ves, y solo divisas palabras que pueden lastimarte aun siendo suaves y delicadas, convirtiéndolas en ásperas y bruscas por tu tamiz, y las sientes como agresión en vez de caricia.
Te preguntas quién eres para mí, y dices que preferirías no haberte fijado en mí. Como me quieres no es sano y te estás mintiendo. Aunque te explico que lo tuyo y lo nuestro es otras cosa, no son palabras son hechos, son actos, son castillos cimentados en algo más fuerte que unos vocablos, son lazos invisibles, y no lo quieres ver, y me espetas que ya no es como ayer, que me diluyo en lo escrito que ya no son para ti todos mis pensamientos, que ahora se evaden en busca de otros oídos que acepten lisonjas que dices que ya no te digo.
Y ya es mañana y cierras la puerta mientras esto te digo y no sé si volverás.
. *Al protagonista del texto al igual que al de la canción de La bien querida le expresan las dudas que genera su forma de ser, de estar y de compartir…
. **NA: Publicado originalmente el 19 de Octubre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.
¡Ay, hombre; qué dilema! A mí por suerte no me ha tocado en suerte tal costumbre aunque, como bien sabes, por lo visto me han tocado otras.
Es la diaria lucha de vivir, tener que optar, constantemente entre esto y aquello. El punto es: ¿Podrás (o serás capaz ) de dejar de escribir?
Más que tocar en suerte, es premonitoria. Creo que no podría dejarlo, es una necesidad, es como una hemorragia que si no sigue su cuso se coagula y peligra en gangrenarse…
Mejor así; es la única manera de escribir (así dicen, al menos; aunque conozco algún ejemplo contrario). Entonces los mejores deseos para que eso quede en una pesadilla de papel.
Un abrazo.
Tiempo en escribir, tiempo que robamos al que se sienta al lado. Los que están al otro lado de la pantalla, los que nos leen, pasan a ser improtantes y eso, a algunas personas, en determinados momentos, les cuesta entenderlo. Escribimos, con sus baches, por impulsos vitales. No es un robar. Sino un darse. Si alguien lo recoge, esté cerquita o lejos, perfecto; si alguien lo rechaza, después de leerlo, también estupendo, nos enseña, crecemos con las criticas; si lo qeu obtenemos es vacío sinr espuesta puede haber dolor pero no dejará de ser satisfactorio el hecho de haber plasmado, peor es que sea la persona cercana la que desdeña u obvia nuestro ser escrito. Hay que tener sentido común para querer, amar la espalda de alguien que está escribiendo. acercarse y abrazarla pro detrás. Esperar. Suerte, Alberto
Hola Cecilia.
Es verdad que cuando se escribe, se deja al margen al otro y nos volcamos no ya en terceros, a veces ese otro está más presente que nunca, si no en lo sentido, ideado y fantaseado, y ese acto de introspección y de fuga, entiendo y comprendo que puede dañar, si aquel apartado no lo recoge y percibe en su justa medida.
Como le dije a Borgeano, de momento no sufro este sinsabor, pero una presciencia futura pasó cerca, y plasmé lo que puede que nunca sea.
Un beso.
¡Menos mal que así es para ambos, afortunadamente!. Mi pareja, si no hay acontecimiento externo que nos reclame, en cuanto me ve con el portátil, respetuosamente, agarra su ebook y se dispone a disfrutar de sus placeres. creando bienestar y calma.
Pero como dices, hay que tener la clarividencia de que puede ocurrir ese reproche y también la sapiencia para evitarlo a tiempo y no descuidar relaciones, no ahorrar en mimos ni atenciones, evitando que nuestra imaginería se desborde y nos engulla en lo personal (ocupando todo el tiempo libre) y en lo parejil. O, al menos, no habitualmente.
Otro beso de regreso
Totalmente de acuerdo!!! 🙂
Hola Alberto, desde luego no se puede ser más claro
imposible que no lo entienda
Saludos
Sí, Carmen.
Claro y directo, por si hubiese algún atisbo de flaqueza o duda por parte de quién lo tuviese que recibir como mensaje por sentirse apartado.
Un saludo.
Un saludo.
Pue si muy conciso me gusta esto en ti
Saludos con afecto y nada de desafectos