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Archivos de etiqueta: duda

Una pregunta incómoda

05 martes Ene 2021

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 15 comentarios

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Amistad, amor, Bisexualidad, cariño, comprensión, Confesión, Depegar, duda, Esposa, Felicidad, Heteroxesualidad, Homosexualidad, Música, Ondina, pareja, ridiculo, Ruptura, sorpresa, vergüenza

El día que ella le preguntó si había tenido alguna experiencia homosexual, él se quedó algo descolocado, sin duda no esperaba esa pregunta, estaban en el coche o tomando algo, no recuerda bien del todo. Quizás el lugar quedó borrado por el impacto de lo ocurrido. Lo que si recuerda es que estaban hablando de la ruptura de ella con su novio después de muchos años emparejados, desde la adolescencia, hacía relativamente poco tiempo que estaban cada uno por su lado, y ella hablaba de la necesidad de estar libre sin ataduras, empezó tan joven su relación que siempre a él estuvo atada. El novio, posesivo y celoso, cometió el desvarío de la infidelidad que provocó la última y definitiva riña. Ella desde largo tiempo lo intuía, o creía saber sin saber de este fraude en la relación, y aquella última vez él no lo pudo o no lo quiso negar.

Esto le sonaba a declaración de intenciones, quizás ella estaba entreabriendo una puerta que creía que se le iba cerrando tan pronto. Parecía decirle que no empujase la puerta, que quería que entrase la luz, y saber que podía salir en cualquier momento. Que casi sentía la necesidad de dejarla de par en par y poner una cortina, de esas de cilindros de plástico que se ponen en algunas casas de los pueblos y que ya aquí en la ciudad están casi olvidadas o solo utilizadas como adorno y decoración de interiores, y así entrar y salir sin problema y que por ella pasase la luz que necesitaba.

Después de la sorpresa por la pregunta, que rápido él negó como defensa u ofensa recibida, como si en ello viese venir una trampa, de la que quisiera salir como un emboscado para evitar la batalla que se cernía por esa cuestión que se le tornó insidiosa y dañina, como si con ella buscase la obtención de ventaja para algo, para algún objetivo que él veía oscuro y sombrío, dudando del motivo de tal interrogación. Reaccionó devolviéndole la misma pregunta. Y su respuesta jamás pensada en un principio, pues su pregunta fue un acto reflejo e instintivo de supervivencia y amparo por la demanda de ella sobre esa posibilidad sexual, y en ningún caso, recapacitada ni elucidada en su seno salvo en ese instante, formulando esa posibilidad por su propia protección. Y quedó boquiabierto ante su sí.

No hacía tanto que se conocían como para estas confesiones, e incluso a veces en toda una vida estos temas ni se airean ni dicen, si no se nombran no son o no lo fueron, y quedan como anécdota en la cabeza del que los guarda, como secreto, y se convence incluso de que no existieron.

Pero ella le decía que sí, que existió ese instante, ese momento, y él un poco atónito, comienza a pensar en cómo sería esa ocasión en la que sucedió, y quiere preguntar si fue gratificante, pero de momento no lo hace, y ella habla que fue no buscado, que tampoco quiere dar muchos detalles, que paso y pasó, que en el despecho y huida por la afrenta del engaño de él, el refugio de la amiga que la acunó y ayudó en ese trance, quizás les llevó a la confusión del amor que se tenían por esa amistad, a otro tipo de amor, llevándolo al terreno sexual de caricia, deseo y placer, y él por fin lo hace, le pregunta si fue gratificante, y ella dice: sí. Pero no le dice quién fue la “partenaire”, le esgrime que eso no tiene importancia, y él, que solo conoce a una de sus amigas, piensa que será ella, y su mente vuela lasciva, se imagina a ambas entre sábanas, entre las mismas sábanas en las que él estuvo. Ella es hermosa, muy hermosa, tirando a delgada aunque con curvas definidas, marcando una buena cintura y unas caderas que se ensanchan lo justo, pechos más bien pequeños, y con un culo fantástico, duro y bien armado, pero su amiga, la que no sabe a ciencia cierta si es la otra parte del “affaire”, es más grandona, si no se cuidase podría derivar en esas persona que cogen peso sin darse cuenta, con pechos grandes y las curvas más acentuadas, hacen de ella una mujer con la que cualquier hombre no dudaría en querer estar. Es más, en ese momento tiene pareja masculina. Su cabeza solo ve ahora esos rostros besándose, con tal dulzura que envidia, y avista sus manos deslizándose por sus cuerpos y sus labios enredados en los senos y deteniéndose en la mama sonrosada de una y más oscura de la otra, imagina. E intuye la mano buscando la vulva que ha explorado una y otra vez, con sus hábiles dedos y con su pene procaz. Pero eso solo es su pensamiento, ella no le dice quién fue la pareja en esa escena que le ha desvelado, tan intima, tan poco habitual de ser relatada y descubierta a los ojos de otros y menos del sexo contrario cuando en ese momento es tu pareja, y más si es reciente.

Y ahora en la distancia, ve absurdo ese apuro ante tal pregunta, esa cortedad ridícula que él tuvo por algo que no hizo pero que igualmente no hubiese reconocido, por pueril vergüenza de ser visto como homosexual, además como si ello pudiese ser la excusa buscada con la pregunta, de no ser lo suficiente macho para hembra como ella. Que ella pudiese ser bisexual no es que le pareciese algo sucio o fuese contra-natura como esgrimen algunas religiones. Es algo que puede darse en cualquier persona, que uno no se ciña al estatus habitual de relaciones afectivas, y llevarlo al entorno sexual, dando rienda al placer de igual manera o de otra manera, tanto con el sexo contrario como con el propio, sin descartar a unos ni otros. Pero no verlo mal, no quiere decir que cuando se sabe de alguien que lo es y lo dice abiertamente, nos genere un recelo por sentirlo como raro y desconocido, y eso le pasó a él, aunque ella enseguida le dio a entender que no fue un giro en su sexualidad, que le seguían gustando los hombres como siempre fue, y que no se sentía bisexual, que no le atraían las mujeres y como muestra es que estaba con él, pero él dudó, dudó de sí esa confesión era para mostrarle el camino de salida de su vida. No entendía muy bien, por su cabeza pasaron imágenes de ellos juntos con la amiga secreta, y eso le agradó, por un instante, luego no tanto pensándose marginado por ellas, quizás la amiga solo desease a la pareja homosexual y no al invitado. Ya en otra ocasión vivió una situación similar, ellas en la cama y él en el sofá. Empezaba a pensar que los fracasos de ellas con los hombres terminaban siempre con amigas en la cama. La ruptura no tuvo nada que ver con esa confesión y sí con el deseo de libertad, esa que hacía poco había descubierto, esa que él ya intuía como necesidad para ella y hacía verse fuera de su vida. Alguna vez se vieron, pasado ya bastante tiempo, y ella le habló de sus conquistas masculinas, durante su labor de viajante. Esas mismas relaciones laborales que estando juntos le daban tantos celos, aunque nunca, se lo declarase.

Cuando con los años pasados, vuelve a su recuerdo, y la visualiza en el presente, se le antoja que estará feliz, y se alegra por ello, siempre fue risueña y vital, y la presiente con pareja, pero ya no puede evitar verla e imaginarla, dichosa en la vida, con Esposa.

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.

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.     *Ella quizás no quería ser como dicen que hay que ser, igual que nos cuenta Ondina en su canción.

«Despegar«

ondina - despegar

.     **NA: Publicado originalmente el 08 de Marzo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Duda hacia la vejez

10 viernes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

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Bienaventurados, Desaparecer, duda, Llegar a viejo, Manolo García, Música, Muerte, Nunca el tiempo es perdido, Rosa de Alejandría, Serrat, vejez, viejo

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé si quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé, ¿sí quiero?

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé, sí quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

No sé si no quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

No sé, no quiero.

¿Sé que no quiero llegar a viejo?

no sé si no quiero.

Solo sé, que enfermo viejo,

no quiero.

 

 

 

.     *Ante esta duda, para cada día obtengo una respuesta, y muchas veces ni siquiera hallo respuesta si no más duda. Como dice la canción de Manolo García, “Alejarme quiero de esta vida que yo vivo sin convencimiento”, y añado, alejarme quiero, cuando la duda sea la que guíe mi vida.

.     Nota: Hoy dejo dos canciones, una directa, la de Serrat, acorde con el tema, y otra en la que yo leí entre líneas, y creí ver algo de mi texto de manera más simbólica y críptica.

«Rosa de Alejandría«

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

 

 

 

 

 

 

 

 

«Llegar a viejo«

 

 

 

 

 

 

 

 

.     ** Publicado originalmente 30 de Enero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Afligida solución temporal

15 viernes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Relato

≈ 34 comentarios

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Ajuste de cuentas, amor, Caminando en círculos, duda, Homosexualidad, Infidelidad, Música, miedo, Quique González

Cuando se marcha cierra despacio la puerta, y a veces echa la llave como si no quedase nadie dentro, como si no quedase nada. Pero yo sigo allí, aún en la cama, y me sonrío y pienso que su despiste le hace cerrar creyendo que ambos salimos. En ocasiones me recorre cierto escalofrío por el cuerpo como si lo que quisiera es dejarme allí sin poder marcharme como temiendo que no estuviese al volver. Otras veces ese escalofrío me es doloroso por creer que cierra porque ya no piensa en mí, porque al cruzar esa puerta, su mente ya se ha alejado del todo y he sido borrado por completo de él, de su vida. Sospecho que soy sólo un alto en el camino, un soplo de aire fresco necesario de vez en cuando para seguir avanzando cuando el aire de su vida diaria se vicia haciéndose irrespirable, y que me tiene como una ventana que se abre y renueva el oxígeno de una estancia. Quizá sólo soy para él esa ventana, que al salir de la casa cierra hasta que necesite ventilar de nuevo. Entonces veo a su mujer y a sus hijas como un gas tóxico que lo ahoga y que soy una solución temporal para no morir de asfixia.

 

 

 

.

.    *El protagonista quisiera que al marcharse un día su amante le dijese lo que canta en esta canción Quique González; “No nos lo perdonarán, será definitivo, será para volver contigo otra vez”.

«Caminando en círculos«

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.     ** Publicado originalmente 19 de Mayo de 2019. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida es como los libros

15 jueves Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

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Aforismos, Aforismos baratos, camino, corrupción, duda, estrellas, existencialismo, fútbol, libros, luna, Manolo García, Nunca el tiempo es perdido, politicos, Por respirar, reflexiones, reto, Universo

Estaba en un proceso de debilidad mental, no hacía más que cuestionarse todo, cualquier cosa se le hacía cuesta arriba, lo más nimio era una montaña a subir, cualquier revés se le volvía como un drama insuperable. Intentaba darse ánimos él solo con mensajes del tipo de los que se dan en los libros de autoayuda, comparando la vida a cosas cotidianas, para dar sentido a lo sucedido y dar un giro a los problemas que le asaltaban o situaciones que se le presentaban y que él , al menos, veía siempre como problemas.

Si era una noche estrellada y estaba angustiado, para encontrar la paz se dejaba llevar por la observación del firmamento y se decía: “la vida es como luz de luna; unas veces brilla resplandeciente y otras es toda ausencia, toda oscuridad”. Porque ante el universo que se le mostraba esa noche con esa luna y estrellas brillantes, a él se le había mostrado su día negro por completo, cayéndosele encima todo su universo personal.

Él sabía que no tenía que dar tanta importancia a las cosas e intentaba trivializar. A veces en casa viendo un partido de fútbol dejaba su mente en blanco – o verde casi mejor dicho por el color del césped -, que era por el que se dejaba llevar. No atendía realmente al juego de los contendientes si no que se le iba el santo al cielo en busca de rescatar alguna imagen de lo último que le estaba intranquilizando. La duda de si conseguiría o no el ascenso en el trabajo lo estaba amargando últimamente, y entonces caía en la cuenta que allí, en casa, no iba a poder solucionar nada, y realmente en el trabajo tampoco, sus jefes ya sabían de su valía y no estaba en su mano que la balanza se decantase por él, y entonces volvía a ser consciente de la imagen de la tele y se decía: “la vida es como el Fútbol; no siempre el que mejor juega es el que se lleva la victoria” . Y cogía la cerveza e intentaba olvidarse de que llevaba más de medio año pidiendo esa mejora laboral, aunque sabía que en estos tiempos de despidos casi era descabellado exigir lo que creía que se merecía y le debían.

La situación del país tampoco le ayudaba mucho, leer las noticias era hablar de recortes y despidos, y estafa política y robos y desarticulación de los beneficios sociales que se tenían, que no eran muchos, pero más de los que los nuevos gobernantes iban a dejar. Y esa rabia que le entraba intentaba racionalizarla y pensar que son cosas de la vida, y se decía: “la vida es como la Política; nunca se sabe en qué momento nos corromperá”.

Aunque él pensaba que nunca sería un tipo corrupto. Mucha gente le decía que no se podía ser taxativo con esas afirmaciones, que quizás llegase un momento en el que si optase a ello él también entraría por el aro, todos somos débiles, le decían, y él que se conocía bien negaba esa posibilidad y se decía: “la vida es como los principios; si los pierdes será un vagar sin rumbo”.

Y cuando pensaba en esto último, en su vagar por la vida, sin un destino claro, sin saber bien el camino por el que avanzar, a veces por veredas estrechas sin margen para la elección, y dejándose llevar las más de las veces fuese como fuese la senda o la intersección o la encrucijada en la que se encontrase, realmente, en casi todas las ocasiones, se dejaba ir sin mucha consciencia ni convicción del motivo de su elección, y entonces se preguntaba para qué seguir, si el destino al que llegar era una incógnita y no sabía ni siquiera si quería despejarla ni si le gustaría aquello por lo que seguía avanzando, y en esos momentos, se decía: “La vida es como los libros; queremos y auto-imponemos llegar a la última página, pero nadie nos obliga a seguir hasta el final”.

Y entonces, cogía un libro y seguía leyendo.

 

 

 

 

.     *Como dice Manolo García en su canción “Renacerás. Si no te empeñas en querer sufrir”. Nuestro hombre en sus bajos momentos, respira e intenta confiar y volver a creer, y sigue leyendo.

.     **NA: Leyendo a adwoa, descubro su entrada “el reto de los aforismos baratos” en la que se deja llevar por el reto iniciado por otra bloguera, Marina massobreloslunes, y a su vez nos incita a seguir con esta rueda sobre “aforismo baratos”. Yo no he dado para los diez que pedía el reto, pero me dejé seducir por el tema y vestí mis cinco aforismos sencillotes con un relato. Lo leído arriba fue el resultado.

«Por respirar«

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

.     **NA: Publicado originalmente el 21 de febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Regalando palabras (7ª parte)

14 miércoles Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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afecto, amor, café, cena, cita, cobardía, compañera, compañeros, Copas, desafecto, duda, En Transito, Fiesta, frases, insomnio, llanto, Música, miedo, noche, nota, notas, piropo, Porque la quería, Serrat, tristeza

Las dos notas descansaban encima de la mesilla; “Los hombres como tú solo se encuentran en los mejores sueños” y “No te olvides de la fiesta, no vayas a faltar”.  Una, un piropo que cualquiera desearía recibir, la otra una cita que nadie evitaría. Las estuvo contemplando durante mucho tiempo, las cogió y las dejó varias veces, las leyó y las olió como ya hiciera en alguna que otra ocasión por si algún aroma le daba pistas sobre su autoría. Realmente era absurdo buscar olores o perfumes; aunque los hubiese, no tenía en su cabeza con qué compararlos y no se veía aspirando e inhalando por ahí para conseguir certezas de quién estaba detrás de estas palabras regaladas que tanto daño le estaban haciendo. Irónicamente lo que debía ser alegría y placer por ser destinatario de esas letras, no lo eran, contrariamente su mundo se desmoronaba por dos papeles garabateados y eso le dolía, todo lo construido durante tantos años, tantas convicciones derribadas al exhalar esas silabas su boca cuando bisbiseando las leía una y otra vez. Estuvo largo rato con la mirada perdida, absorto. Mirando al frente, mirando su anodino frente de armario, inerte, a ratos parecía catatónico. Se levantó de la cama. Ya lo había hecho antes; dos, tres, quizá cuatro veces, acercándose a la cocina a beber. Tenía la boca seca, optó de nuevo por agua, sin el resultado de saciarse y tranquilizarse que perseguía con esas idas y venidas, pensó que si seguía bebiendo agua terminaría con dolor de barriga; entonces aun siendo horas algo intempestivas decidió prepararse un café bien caliente en taza grande con una pizca de leche para intentar conciliar el sueño, la cafeína no le impedía dormir, al contrario le sumía en un estado reconfortante que lo llevaba con más facilidad al descanso.

Toda la tarde estuvo con los nervios metidos dentro preguntándose si había tomado la mejor decisión, si aquella determinación era valiente o por el contrario de un gran cobarde.

Mientras se toma el café allí sentado en la cocina, en esa madrugada que se le alargaba como si el tiempo no avanzase, se deja llevar por la imaginación pensado como estaría transcurriendo la velada en el lugar al que había evitado ir, el lugar al que le conminaba esa segunda nota, esa cita, que quizás no era una cita y sólo se tornaba así en su parecer. En ese momento ya estarían con las copas, la cena habría acabado hacía un par de horas o más, y ahora estarían repartidos en diversos corrillos, según se sintieran más identificados; agrupándose por las mismas afinidades o afectos o departamentos o jerarquías, como suele pasar en las fiestas de empresa en la que estos grupos suelen ser bastante estancos y  aunque algunas personas tengan la capacidad de moverse con soltura entre varios de ellos, lo normal y general es que cada grupúsculo sea un ente cerrado y endogámico, y sus miembros no tiendan a aventurarse a la mezcla e intercambio. Veía con nitidez el grupo en el que estaría integrado, como las veces anteriores, -las pocas veces anteriores sería más ajustado decir, puesto que en cuanto podía eludía esas reuniones festivas -. Inicialmente se ve en su grupo de compañeros de departamento -en el que no se encuentra demasiado a gusto-, pero sin perder de vista al reducido grupo en el que se sentiría más cómodo sin duda, y al que en cuanto pudiera se deslizaría sigilosamente, que no es otro que el de afinidades en el que se encontraría Helena. Se ve ya en ese grupo y se ve nervioso, más nervioso de lo habitual, sin la naturalidad que debiera por haber intimado con ella no hacía mucho y que se reflejaba en la oficina hasta la llegada de aquellas notas a su vida, o quizás por eso mismo, por haber intimado siente esa inseguridad y ese nerviosismo de adolescente descubriendo al otro sexo. Se ve intentando sosegarse, pero su corazón palpita como nunca, y se le llena la cabeza de palabras que quisiera decir pero su boca no se abre, sus pupilas brillan de emoción y miran con deleite como ella habla y dice y él asiente a todo como un fan a su ídolo, escucha pero no oye, simplemente está colmado de alegría, inmensa alegría que se agolpa en su pecho. Idiotamente se muere de amor.

Se serena y vuelve a la realidad, mira el reloj, es muy tarde, debería irse a dormir, regresa a su cuarto, se siente cansado pero los parpados no quieren caer. Siente humedad en sus ojos, y como se desborda bajando por una de sus mejillas un riachuelo salado. Se limpia el rostro. Se dice que es absurdo todo esto, que se ha hecho castillos en el aire como un inocente. ¿Cómo él, tan analítico se ha dejado llevar por el impulso irracional?

Abrigó la posibilidad de que estuviese equivocado en su elección de vida y que estas notas fuesen la señal que marcaba su error, pero fue efímero ese espejismo, enseguida concibió que la equivocación era el cambio de pensamiento y que lo que creyó una señal era solo una percepción engañosa auspiciada por él mismo. Siente dolor en el pecho. Se acuesta y apaga la luz sin mucha convicción de poder dormir. Mañana debería volver a su nada cotidiana, a su vida sin perspectivas, sin proyectos como tan bien le había ido hasta ahora. Sin vincularse afectivamente a alguien, nadie en su horizonte. Aún estaba a tiempo de volver a su rutina sin desbaratar nada suyo ni de otros, a tiempo de volver a su deambular solitario por la ciudad. Seguro que no saldría bien, no estaba hecho para compartir la soledad, desde siempre lo supo desde la infancia se fue preparando para ello y lo había conseguido, no debía flaquear ahora. Seguro que antes o después se vería que la cosa no funciona por él, algo misántropo. Es mejor que ella no pierda el tiempo con una persona como él.

Tenía todo el fin de semana para pensar como ir alejándose y evitar el contacto con ella, el encuentro y la conversación casual no buscada pero si aceptada con alegría hasta ahora, y deseada los últimos días; sabe que no le va a ser fácil pero no debe dudar en que es lo mejor. El cansancio y la oscuridad lo acunan. No será difícil rehuirla, sabe de sus costumbres y horarios y no será complicado moverse eludiendo esa posible coincidencia en los pasillos. El alba despunta y por fin cae rendido, acomodando el rostro de ella en sus sueños en donde para siempre lo quiere guardar, para cada noche encontrarlo allí, esperando ser retomado.

 

 

 

.                                                                                              Fin

.

.     *Él, que huyó del amor, del enamoramiento, no lo pudo evitar y porque creyó quererla se apartó, no confiaba él… como nos canta Serrat.

«Porque la quería«

Serrat-En_Transito-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 01 de Junio de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Regalando palabras (6ª parte)

13 martes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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afecto, Amistad, amor, angustia, aprecio, Arena en los bolsillos, compañera, compañerismo, compañeros, desafecto, desvelo, duda, dudas, En el oscuro abismo en que te meces, Fiesta, frase, Manolo García, Música, miedos, nervios, noche, nota, notas, palabras, Post-it, sentimientos, Trabajo, tristeza

De dadivoso adulador ha pasado a adulado y eso lo tiene descolocado, lo que nunca pensó que le pasaría en su vida, siempre afrontada como mero espectador, sin ánimo de explorar ni pretender nada, en ningún caso como agente activo, más como un elemento vegetativo, quieto, esperando ese final marchito que nos espera a todos dando igual como hayamos pasado la vida. Él se había decantado por un transitar sin sobresaltos, dejando pasar los días, con una existencia anodina y tranquila; buscar y desear, ahora lo atenaza y lo angustia. Como a todos cuando deseamos que algo llegue y nos precipita a la inseguridad e impaciencia y a la duda. Más que nunca la duda se apodera de sus días. Duda de si ha estado equivocándose toda su vida, con esa actitud suya. Duda de si esto es real o se está volviendo algo paranoico. Duda de si ir a esa fiesta. Dudas y más dudas. Siente que se está acobardando; – ¿Y si allí encuentra lo que lleva días deseando encontrar? ¿Qué pasará? ¿Cómo debe actuar? Aunque ahora con estas manos trémulas que sostienen el Post-it duda si realmente quiere que suceda. Mira las palabras escritas en ese cuadradito de papel amarillo, con tinta azul; tinta quizás de alguno de sus dos bolígrafos que tiene encima de la mesa, que no son los que la compañía reparte a los empleados, a él le gusta utilizar los suyos propios. Tiene la tentación de escribir con ellos para comprobar si el color y el grosor del trazo son exactamente iguales, a primera vista sí que se lo parecen. Esto querría decir que a la persona que lo escribió no le importó que alguien, incluso él mismo, le pudiese ver en el acto de escribir y dejar el mensaje. Eso querría decir que no lo hacía a hurtadillas y con el afán de que nadie pudiese saber o averiguar sus intenciones; si no fuese así, hubiese llevado la nota ya escrita para no tardar en dejarla buscando por la mesa, y no encontrando a priori el taco de Post-it puesto que lo guarda en el cajón, y por tanto rebuscando en su intimidad, tardando más y poniendo más aún en peligro esa decisión de moverse en la sombra y la clandestinidad, redactando allí en la misma mesa, el manuscrito a la vista de cualquiera. Quiere pensar que quien le deslizó la nota en su bolsillo y ahora el mensaje pegado en su pantalla del ordenador son la misma persona, de otra forma no ve la manera de poder alcanzar a saber quién era la precursora de su incertidumbre, quien hizo de detonante haciendo estallar delante de sus ojos su planteamiento de subsistencia, y que ha puesto en los últimos días sus convicciones de vida patas arriba, y que lo mantiene en vilo. Quiere pensar que al fin va descubrir a su admiradora o admirador, nunca se puede saber si se despierta ese afán amoroso a los del mismo sexo aunque uno no lo pretenda, pero esto último lo quiere descartar. Si no fuese la misma persona, si no logra acabar con esta situación va a perder la cabeza. Ahora, por este mismo estado de excitación que le hace temblar, se arrepiente un poco, como días atrás, de haber estado repartiendo notas durante estos últimos años sin darse cuenta del daño que puede haber provocado cuando su intención era la contraria. Desde que despegó el mensaje del monitor estaba algo confuso, pensó en lo descabellado que le parecía hace unos días que fuese alguien del entorno laboral su admirador, pero todo se le ha trasmutado con este papelito amarillo que ha hecho volver a pensar en sus compañeras y sin darse cuenta se ha visto imaginando y ensoñando con Helena, con la que más intimó, si se le puede llamar así, por contarse pareceres sobre la vida y los sentimientos y la forma de afrontarlos, y que la empieza a ver con otros ojos, quizás se está forzando él mismo a mirarla con otros ojos, con una mirada que antes ni se le pasó por la cabeza, ni siquiera después de aquella conversación. Él en su mundo, evitando quizás por miedo, otras posibilidades, otros universos. Cómo no se ha fijado en ella antes con este parecer de hoy, que se le ha vuelto ardiente y doloroso, como una llama en el pecho, que le produce quemazón y aprensión y ahogo.

Encaja tanto con él. Nunca se le ocurrió poder dar con alguien con los pies tan en la tierra, sin pájaros en la cabeza sobre los afectos pero que a la vez no renuncia al amor, al compartir, al acompañarse sin grandes pretensiones, sin grandes horizontes que conquistar; solo con el fin de encontrar a alguien con el que estar a gusto durante el camino hacia ese horizonte. Con su ceguera y su sentirse diferente, siempre dudó que hubiese alguna persona que pensase como él. Pero tan llanamente lo expuso ella aquella vez, en la que le compartió ese pensamiento sobre el acompañarse las parejas hasta los últimos días, cuando ya no queda la fogosidad inicial, sustentados sólo en el aprecio mutuo, que es ese rescoldo que queda tras el amor marchito, que no tuvo dudas de que ella era especial, distinta a los demás, que ella era muy similar a él, y quizás por eso mismo no siguió pensando en ella tras aquellos días con ojos amorosos ni románticos; alguien como él, no pensaría en buscarse pareja, en buscarse un apoyo, alguien como él se bastaría sola. Pero ahora todo ha cambiado, todo su planteamiento de vida sufrió un revolcón, y aun sin ese impacto luminoso de partida que reciben dos desconocidos que se encuentran o son presentados por terceros y se atraen de pronto sin remisión alguna, con un palpitar de corazones y brillo en la mirada y deseo desbordado en el sexo; quizás aún sin eso, sea este el momento que el destino les ha deparado para su encuentro y unión. Puede que ellos llegasen directamente a ese momento de acompañarse y del aprecio mutuo por un atajo, sin pasar por la inicial fogosidad, saltándose esos preámbulos. Seguramente haya pasado muchas veces en la vida de otras muchas personas, la historia está llena de casos así, en los que el tiempo cansa el vivir y llega un día en el que se necesita de un sostén, un bastón, y a su vez otros necesitan de nosotros para sostenerse y seguir avanzando, y surge el deseo y la necesidad de acompañarse el uno al otro.

Aunque ese era de siempre su parecer, pasados estos días, está empezando a pensar que quizás nunca pueda ser así, que no hay salto ni atajo posible, que siempre se parte de un ardor catalizador que desboca las llamas y avanzan y arrasan los sentimientos que teníamos pulcramente custodiados, todos bien aislados con un aséptico pensamiento racional, pues él ahora en su pecho percibe esa fogosidad. Mira las dos notas, y se siente tan vulnerable, que le da miedo. Lo intenta analizar fríamente; ¿cómo se ha transmutado en un ser tan endeble y guiñapo de lo que era? Sólo por la hipótesis de que sea y suceda algo que en nada tiene fundamento real, basado sólo en elucubraciones de lo que pudiera ser. Remira las dos notas, y se siente tán ridículo.

 

 

. 

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.     *El protagonista que se mecía y complacía mirando y escribiendo a los talles y rostros de bellas y tristes mujeres,  ahora se mece sobre un oscuro abismo como nos canta Manolo García.

«En el oscuro abismo en que te meces«

manolo garcia-arena en los bolsillos

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Abril de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Angustias heredadas (50 Palabras y una canción)

24 lunes Jun 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato

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Adiós, angustias, duda, El hambre invisible, herencia, La noche eterna-Los días no vividos, Love of lesbian, Música

La tía Angustias nos transmitía sus miedos y pesares, futuros negros se cernían sobre nosotros, todos los males nos aguardaban y acechaban tras la esquina o camuflados en cualquier lugar. Toda la duda se implantó en mí, y desde entonces creo que nada irá bien, por eso te digo adiós.

 

 

 

.     Love of lesbian y el texto nos hablan de las dificultades para cambiar de actitud por las herencias mentales. (Este es mi texto para el reto de mini-relato de 50 palabras que estaba recopilando Mercedes Molinero)

«El hambre invisible«

.     **NA: Publicado originalmente el 30 de Agosto de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Vacío amanecer

20 lunes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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abandono, amanecer, ausencia, Desorientación, despertar, duda, El breve espacio en que no estás, Música, Pablo Milanés, Querido Pablo, vacío

Mira de reojo el hueco de su cuerpo ausente, un frío le recorre el suyo, una presciencia le llena de incertidumbre. Se acumula de golpe toda la melancolía, la nostalgia de ese olor que no sabe si es ya suyo, ese olor que no le pertenece, inspira profundamente con los ojos cerrados, pero el aroma no llega, su mente vuela en busca de lo que no está, quiere traer algo que llene la ausencia, ¿pero qué elegir entre tanto recuerdo? Y por un instante fluye el deseo de que vuelva ese mundo que hoy se ha parado, su pájaro no le dio cuerda, pero la mente traicionera no le ayuda, quizás para poner distancia, para darse cuenta  si quiere empezar de nuevo, si otro mundo es posible.

Retornó aquel pensamiento, cuando años atrás se planteó dejarlo todo, empezar de la nada, pero el mundo giraba tan aprisa que el vértigo apartó de su mente esa posibilidad, ahora la decisión no había sido suya, estaba como ausente, sin saber qué hacer, qué decir, todo el mundo que conocía de pronto se había desplomado, mejor dicho, se había quedado quieto, sin movimiento, todo detenido. Un incesante deseo de recuperar la normalidad agitaba su ser, estaba empezando a tener ansiedad por saber, por comprender qué sucedía, y por qué sucedía, que pasó la noche anterior para que este nuevo día fuese tan diferente, tan abrupto, tan… extraño. Salirse de la costumbre ha trastocado todo, no consigue controlar la brújula de su mente, no sabe qué camino tomar, qué dirección será la correcta, cierra los ojos y aspira en busca de un olor que le devuelva la tranquilidad, aún sabiendo que no llegará, ni la esencia ni el sosiego.

Soñamos mucho con el paraíso o paraísos sucesivos que desde ya son paraísos perdidos, este pensamiento le taladra una y otra vez, su paraíso encontrado ha desaparecido de golpe, sin esperarlo, ayer estaba, hoy ya no.

Temor, pero temor a qué. Quizás a levantarse y deambular por la casa, que le hará ser consciente del vacío, del silencio doloroso a sus oídos. Siente un mareo que le ata a las sábanas, siente un gran peso que le aturde y aplasta. Es como una enorme resaca que le embota la mente y el estómago le amenaza con nauseas. Ese estado de malestar que sube desde las entrañas a la cabeza le hace sentir un sudor frío como fiebre por enfermedad que empapa la almohada. Mira de soslayo una vez más, como no queriendo afrontar. El tiempo pausado que parece no avanzar se eterniza aún más en su pensamiento vacuo por la imposibilidad de fijar su pensamiento. Se pregunta si eso será la enfermedad mental, no poder fijar ideas, no ser dueño de los pensamientos y que estos salten de aquí a allá sin razón, y llevándonos a la sinrazón. Siente el latido en la cabeza, que le está mortificando. Porqué se siente así, se pregunta, si no hubo promesas de eternidades. Esa imposibilidad de hilar sus pensamientos le atormenta aún más. Si no consigue dominarse y dominar su juicio, no podrá saber, y sin saber, la duda no desaparecerá, y su sueño se desvanecerá.

 

 

 

.     *Pablo Milanés nos presta su breve espacio de vacío para dar voz al vacío encontrado por el protagonista del texto.

«El breve espacio en que no estás«

.     **NA: Publicado originalmente el 14 de Agosto de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Un reencuentro escrito

27 miércoles Feb 2013

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adolescencia, Amistad, amor, ayer, barrio, carnalidad, cartas, Como la cabeza al sombrero, duda, El último de la fila, escritura, hoy, huida, Llanto de pasión, Manolo García, Música, niñez, Recuerdos, reencuentro

Ella.

Está claro que nos falló eso, decirnos las cosas.

Mira, yo de verdad tengo muy buenos recuerdos y me quedo con eso. Éramos unos pipiolos y nuestros actos surgían a golpe de mata. Los chicos en esa edad sois más carnales, creo que nosotras no tanto, es más, yo pensaba en mi príncipe, en mi mundo de hadas, siempre he sido muy infantiloide y aquello tan «humano» me golpeó en la sesera. Por entonces ya trabajaba, y lo malo de entrar en un mundo de adultos tan precoz es que a veces no se asimila, y eso me pasó a mí. Empecé a ver a los chicos como monstruos, me costó superarlo, de hecho no salí a la calle durante años, eso sí, me lié a hacer cursos de todo tipo. No quería estar en nuestro barrio, por eso me quedaba a dormir en casa de un tío mío.
Nuestro vecino el pobrecillo se paso esa época tirándome los tejos, y me agobiaba mucho. Luego fui cerrándome en mí y así estuve años. No encajaba en ningún sitio. La situación de nuestro barrio es verdad que no me llamaba la atención. Los hombres, la mayoría del tiempo en el bar, y las mujeres en casa con los niños…..no sé, en ese futuro no me veía. Y de las pocas familias que no hacían eso era la tuya, para mí inalcanzable. Luego, un verano coincidí con Anabel bastante, y me dijo que me fuera con ella al pueblo de vacaciones, no sé si debido a que mi madre le dijo a la suya que estaba preocupada pues no salía de casa, el caso es que así lo hice, me marché con ella. Me lo pase bien, allí dejé de pensar en la rutina que hasta el momento me rodeaba y volví a la realidad de la vida que no era tan mala como yo creía, ni los chicos tan tiranos como creía también.
Luego, ya casi no entraba en casa. Salía mucho con ella y empecé a ver todo diferente poco a poco. Eso sí, con un horizonte distinto al del barrio, que seguía siendo mi objetivo, alejarme de él, buscar otros lugares, otros escenarios en los que sentirme bien. De todas formas, en mi mundo fui feliz, sé que me perdí cosas pero que le voy a hacer.
Me quedo con nuestra pequeña experiencia que fue muy bonita, aunque como dices fue nada, solo deseo frustrado, y ahora hemos tenido esta oportunidad para hacer lo que no hicimos en su día, comunicarnos.

Él.

Completamente de acuerdo con lo que me escribes.

Con esto que me cuentas de dormir en casa de tu tío, empiezo a comprender por qué en mis esperas tú muchas veces no aparecías y tenía que marchame y desistir de verte, y no comprendía donde te podías haber metido y me volvía a casa todo taciturno, envidiando con quién estuvieses.

Me alegra ver que no me equivocaba demasiado en lo que presentía y veía en ti. La parte del rechazo a los chicos y los hombres también la llegué a apreciar. Y me alegra que aún con tu auto-encierro lo vivieras feliz.

Respecto a que te tirasen los tejos yo creo que en el barrio nadie dejó de hacerlo, me río pensándolo. Pero nunca pensé que él fuese uno de ellos.

Una curiosidad, antes de cambiarnos al barrio, tu vecina del patio de enfrente, la que era de nuestra edad, con los pechos enormes, no sé si recuerdas, una vez me llegó a decir que pensaba que tú y yo estábamos juntos, por como estábamos siempre y como nos mirábamos.

Recuerdo cuando te esperaba a la vuelta de la calle para que nadie viese que habíamos quedado para dar una vuelta o para ir a jugar a baloncesto, puesto que tus padres estaban allí apostados a la fresca de la tarde con los vecinos. A ellos, tus padres, no les gustaba que estuvieses con chicos. Luego, como dices, te fuiste alejando más y más, y en tu afán de cambio, de abandono de aquel lugar, me fuiste apartando, y fui creyendo y asimilando que yo no era lo que esperabas para tu futuro, y comencé a buscar otros caminos.

Me es grato ver que perdiste algunos de tus miedos, que conseguiste salir del barrio y no tener aquella vida de bar y ama de casa contrapuesta, y que encontrases a alguien que te hiciese feliz con hijos incluidos.

Es verdad, como hemos coincidido, en la carnalidad de los chicos frente a las chicas en esa época, pero yo en el fondo era bastante infantil como tú, no quiero que esto te suene mal, pero siempre he sido un poco chica en ese sentido y, creo que es por haber estado rodeado de ellas desde mi infancia, en mi calle con la hijas del vecino del final de la calle, siempre jugando en su patio, y de las que de una de ellas, de muy pequeño me enamoré, aunque es curioso que se me haya borrado su nombre, a veces intento recordarlo y no lo consigo. Vaya, ahora mismo sí que me ha venido, pero llevaba años sin conseguirlo, qué curioso. También en la escuela, estuve casi siempre rodeado de chicas; fui el primero que hizo una clase mixta en mi colegio, y durante varios cursos no fuimos más que dos o tres chicos en mi clase. Además mi cuerpo que se desarrolló tan tarde no ayudaba a ser un machote y que perdiese esa inseguridad y vergüenza que he tenido constantemente.

Siempre la vergüenza, siempre ese sentido del ridículo que es ridículo en sí. Poco a poco me he ido desembarazando de todos estos traumas. Y con los años, aunque algo vergonzoso, soy más lanzado.

Y claro, sin duda decirte todo esto a ti en estas cartas, eso sí que ha sido una catarsis. Me alegra haberte encontrado y que hayamos vuelto a comunicarnos. Quizás mejor que en el pasado. Además haciéndolo por escrito puede que haya sido más fácil hablar y decir y sacar lo que es y está guardado.

Cuídate.

 

 

 

.     *Los protagonistas del relato, se pensaron muchas veces, pero hasta ahora no se decidieron a escribirse y traer al hoy aquello de ayer, como en la canción de El último de la fila.

«Llanto de Pasión«

Como-la-cabeza-al-sombrero

Por lo que fuimos

26 viernes Oct 2012

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 5 comentarios

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amor, búsqueda, desesperante, desquiciante, duda, encuentro, espera, locura, Música, miedo, risa, Solo me has rozado, temor, Tulsa, Ya no somos invencibles

Saldré y te buscaré,

te perseguiré.

Y si no te encuentro,

esperaré.

Desquiciado en la espera,

espera que enloquece,

locura cuerda

por no poder verte,

por no poder sentirte,

por no poder oírte.

Ni siquiera esto.

Poder oír tu risa,

tu grácil gracias,

desquiciante,

desesperante,

por ya no haberlo.

Y si te adivino dónde,

seguiré en la puerta,

parado, a la espera,

con temor de encontrarte

y descubrir que ya no nos queremos.

 

 

 

.     *Tulsa nos recuerda en su canción, que lo habido y destruido, cuando lo reencontramos ya no vuelve a ser como ayer, igual que en el poema, en el que el protagonista teme el encuentro.

«Ya no somos invencibles«

 

La vida está llena de afectos y desafectos.

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