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desafectos

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Archivos de etiqueta: pensamientos

Triste tristeza

12 Jueves Mar 2020

Posted by albertodieguez in Frases, Música, Micropoesía

≈ 33 comentarios

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Desde que no nos vemos, Enrique Urquijo, Enrique Urquijo y Los Problemas, pensamientos, tristeza, Tu tristeza

Micropoema 6-Triste tristeza

 

 

.     *Quizá un día me quede solo, abandonado, debido a esa tristeza mía, como en la canción de Enrique Urquijo.

“Tu tristeza“

Desde que no nos vemos Enrique Urquijo

*NA: La tarjeta realizada con Notegraphy.

.     ** Publicado originalmente 13 de Febrero de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad, con un mensaje para ti, tú ya sabes quien eres.

.     ***Que esa tristeza que te asola, se diluya, que cambie tu rostro y deje ver de nuevo esa bella sonrisa… ya sabes, puedes contar conmigo, quiero que cuentes conmigo…

 

Y si hubiésemos estado

06 Miércoles Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 27 comentarios

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ardor, Conjeturas, deseo, La calma chicha, Música, Oda al amor efímero, Pasado, pensamientos, posibilidades, rechazo, Tulsa

Podemos elucubrar

y pensar, si hubiésemos estado que habría pasado,

si un nada o un algo,

un, adiós que me estás matando,

o un, bésame con descaro,

un, no insistas que eres pasado,

o un, dame tu sexo por mi anhelado,

dirías; tú tren no para en este andén

a cal y canto ya cerrado,

o por el contrario,

descarrilados a vía muerta hemos llegado,

no hay remedio, perdidos,

sólo nos queda apagar este fuego incendiado.

 

Pero no estuvimos, y lo otro fue pasado.

 

Y si hubiésemos estado.

 

Podemos elucubrar

y pensar, si hubiésemos estado que habría pasado,

si un nada o un algo,

un, corre lejos de mí lado,

o un, hazme el amor sin reparos,

un, no sigas por ese camino que ya está vedado,

o un, dame tu cuerpo por mí tan deseado,

dirías; tú vida no me importa déjame existir alejado,

o por el contrario,

no me llega la vida sin ti, me vuelvo loca sin estar a mi costado.

 

Pero no estuvimos, y lo otro es pasado,

sólo en la mente lo que hubiese sido

si allí hubiésemos estado,

si hubiésemos seguido

si lo efímero nos hubiese abandonado.

 

 

 

 

.     *Y da igual lo que haya o no haya sucedido, no importa, en su cabeza todo podría haber pasado, el acercamiento o el rechazo, todo podría haber sido si aquel día hubiesen estado. Y aun pasado el tiempo el amor ha quedado perdonando cualquier pecado mortal, como nos canta Tulsa.

“Oda al amor efímero“

Tulsa - La calma chicha

.     ** Publicado originalmente 20 de Enero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Aromas y silencio

30 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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amor, aroma, cama, desamor, dormir, Infidelidad, Mª José Hernández, No voy a llorar, noche, olor, pensamientos, piel, Ruptura, Señales de humo, sexo, Traición

Ella estaba aún despierta cuando sonó la puerta. A él se le oía andar con sigilo, sin duda no quería molestarla ni despertarla, no era demasiado tarde, la madrugada aún no estaba muy avanzada, pero lo suficiente como para que estuviese dormida profundamente. Le sintió desnudarse en la habitación de al lado, e ir al baño que estaba fuera de su habitación, luego entrar en la alcoba y encender la luz del baño del dormitorio para tener luz y poder coger el pijama del armario, -con esa luz se puede ver sin molestar-. Ella no se mueve, no quiere que se dé cuenta de que está despierta,  que se desveló hace rato, pero no le apetece preguntar cómo le ha ido, ni saber dónde estuvo, quisiera de verdad estar dormida. Él, aunque con cuidado de no hacer ruido, se ha movido rápido por la casa y la estancia y ya estaba metido en la cama, había pasado como mucho cinco minutos desde su llegada. Sintió como su cuerpo hundió un poco el colchón, y quedó cerca de ella, de su nariz. Ella estaba girada para el lado donde dormía él.

No le llegó el olor a tabaco que esperaba desprendiera su piel, adherido en los bares de copas en los que habría estado con los amigos con los que dijo salir, y eso la entristeció más. Conocía perfectamente el olor de su piel, y le llegó nítido, pero matizado. Enseguida distinguió otro aroma mezclado con aquel que tan bien conocía, y no era el del jabón de haberse lavado la cara y las manos como le había sentido en el cuarto de baño, era otro diferente, demasiado a limpio para las horas que eran, y ni siquiera era el olor del gel matinal ya conocido. Su cabeza se volvió a llenar de dudas y reproches pensados que decirle, pero callados desde hace días. Es verdad que estaba un poco sorprendida, además de ese tufo a humo y tabaco que no le llegó, tampoco le llegó ese fino perfume que había podido vislumbrar en otros regresos, esta vez no. Esto le llevó a ponerle en el borde de los ojos unas lágrimas, y sintió apretar la mandíbula y la rabia se descontrolaba por su interior, le daban ganas de ponerse a golpearle, a decirle: -” cabrón, eres un cabrón”-. Sin duda ya había dado el paso, ese paso  que ella nunca pensó que llegaría, quizás tapándose y vendándose los ojos.

El perfume en una ropa es fácil de defender, es más, es una demencia acusar por ello, alguien muy perfumado a cualquiera nos deja su marca en nuestra ropa y eso no significa nada. Hay muchas mujeres y algunos hombres que utilizan fuertes fragancias que se van pegando a las prendas y si además ha habido algún contacto físico con ellas ya es inevitable llevártela puesta. Y ella no le acusó, no lo hizo nunca porque le parecía ser una paranoica, aunque internamente se reconcomía por ello. Sobre todo cuando desde hace tiempo, no era en su ropa si no en su piel donde atisbaba otros olores, otros que no eran los del hogar, y los celos afloraban de pensar que otra piel contactaba con la piel de él, la piel amada tanto tiempo, tan deseada, tan mimada por ella. Piel que sentía traicionera y huida a otros campos de placer.

Entre los dos a priori no había distanciamiento ni falta de sexo, ¿cómo él podía jugar al doble juego? Se sentía herida por ver que ya no era su amada, la única, que tantas veces él le dijo al oído ser, por eso su enfado se teñía de dolor. Qué ha pasado para que ya nada sea como fue, qué cansancio provocó ya en él. Y porqué de su cobardía, por qué no le dijo: “Ya no, ya no quiero que seas la única y por ello es mejor hablarlo y dejarlo estar, quiero no hacerte daño”. Sin embargo, aquí me trae a la cama el aroma de otro baño, del baño para limpiar la piel, para evitar que me llegue el aroma de esa otra que no es la mía ni la suya, que así aseada llega como si con ello pudiese librarse de la mala conciencia o esconder la felonía. Pensar en su piel con otra piel, me lo he imaginado siempre en encuentros breves, en cualquier lugar, en un aquí te pillo aquí te mato, quise engañarme y no pensar en hoteles y casas con subterfugios absurdos para no enfrentarme a la posibilidad verdadera e incluso me llegué a decir que eran fantasías mías y que no había nada de infidelidad en aquellos olores nuevos que le acompañaban. Pero un olor a “recién duchado” a estas horas de la noche, me dice que hubo cama, y que el olor a sexo o la culpabilidad o ambas cosas, era tan fuerte que no dudó que debía borrarlo antes del regreso.

En este tiempo corto, no hace mucho de ello, de que lo que intuyo creo que se confirma, empecé a dudar si aún le quiero, y más ahora, más en esta noche terrible, que sé que no fue fortuito su acto como inocente encuentro y abogado por el alcohol que le hizo perder la cabeza, y más lo entiendo como una vileza y no azar del tiempo, y sí premeditado, pues el cuerpo fue lavado para no dejar resto. Si perdonar este posible suceso en un tiempo me preguntaba, ya la pregunta es holgada, el amor se hizo trazas y la pena es la que manda. Me da rabia, claro que le quiero, y no entiendo por qué me ha hecho esto, me va a costar mucho desprenderme de él, de sus caricias, de sus besos, de su mirada cómplice, todo eso que me sigue dando y si no fuese por este olor, de ello yo seguiría participando. Pero no ya, ya sé y como sé no puedo seguir con ello. Cuando los recibido ahora sólo percibo frialdad, como algo falso dado, como un papel interpretado, sin sentimiento real, le veo cínico en cada movimiento, en cada gesto en cada caricia que rechazo y esquivo con leve desdén, pero que ya desde hoy se hará más elocuente, mañana lo acompañaré con verbo, con palabras de reproche seguramente, palabras que tapen las lágrimas y la ira por destruir lo que tenemos, lo que teníamos, lo que ya no será.

Él sigue a mi lado, y puede que sea la última vez.  Cuando hable y diga o quizás balbucee, porque no sé si las frases me saldrán directas o por el contrario no sepa por dónde empezar ni como decir lo que me ahoga y asfixia, hablarle de este aroma que me arranca las lágrimas, de esta noche que me confirma el duelo presentido, le pediré que explique o cuente y afronte como fue. Ya amanece.

 

–          Me quieres contar.

–          ¿El qué?

–          Lo que sucede.

–          . . . .

–          ¿No me dices nada?

–          . . . .

–          ¿Pero tío de qué vas?

–          De nada, ¿por?

–          Joder!! ¿cómo que de nada?

–          No te pillo.

–          ¿Cómo que no te pillo?, yo si te he pillado.

–          Empiezas a levantarme la voz y sabes que no me gusta.

–          No te he levantado la voz, y si la levanto, tengo más que motivos.

–          Eso es lo que no entiendo, qué motivos puedes tener.

–          Venga tío, lo sabes de sobra…

–          ¿Sé, el qué?

–

–

–          Sabes perfectamente que es lo que pasa. Lo que me flipa es esto, ésta compostura tan falsa sabiendo que ya lo sé, pero no, tú sigues a lo tuyo, negando la evidencia.

–          . . . .

 

 

.     * Mª José Hernández acompaña el relato con su música, y al igual que nuestra protagonista siente que él emprendió la huida.

“No voy a llorar“

Señales de humo (2011)

.     **NA: Publicado originalmente el 9 de Octubre de 2013.Hoy recibe una segunda oportunidad.

Con la mirada de Hopper (3ª parte)

05 Miércoles Jun 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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cita, cuadros, deseo, espera, Hopper, Música, Midiendo el tiempo con canciones, Octubre, pensamientos, Pinturas, Recuerdos, Ruidoblanco, Ruptura

Se zambulle en sus pensamientos. En la cama, incorporada, con las piernas encogidas y rodeadas por sus brazos,  mirando al frente, mirando nada, como en aquel cuadro de Hopper que tanto le gusta, con el sol entrando por la ventana. Igual que aquella chica que parece ensimismada, ella se encuentra hoy. Recordando y recreando su imagen en un aciago día, esperando cruzada de brazos como en aquella pintura de Hopper de una mujer vestida de rojo a la puerta de una casa en actitud de espera, con aire de enfado y desafío a la vez. Y se vuelve a repetir las palabras que se dijo a sí misma como si se las dijese a él, al regreso de aquel instante.

– “Perdí. La apuesta salió mal. Quería evitar que fuese el último día, pero me equivoqué, el último día ya había sido. En la espera crecía el deseo, y el deseo quedó solo en ello, en algo en la mente que nunca produjo un final con coito. Allí oyendo los pasos, que nunca eran los pasos que te acercaban a mí. El corazón latente, cada vez con más fuerza, fue parándose, al ver los minutos avanzar y entender que no habrá más, que todo ha quedado en recuerdo y olvido, que el delirio tuvo su fin, que la angustia vivida, sería ya angustia eterna, deseo que nunca será colmado. Ya no habrá más besos ni más roces hurtados a la casualidad del encuentro, al cruce de caminos que a veces nos llevaban a un destino próximo. Ya no habrá lo esperado y querido, ya todo será tedio y silencio, sin palabras, solo mirada sin futuro concupiscente. El ruido de puertas que se cerraban hacían creer que habías emprendido el camino hacía el encuentro.  La tortura de la espera, autoflagelación, insistente aun habiendo recibido un no. Creí que no me equivocaría, que habría sido lo suficiente persuasiva para volver a estar juntos buscando nuestro camino, una última vez, una última oportunidad de enmendar, que la llamada sería escuchada y atendida y no recibida con pensamiento de huída evitando la venida a mí.

Ya no te espero, sé que ha sido la última espera, y desesperanzada me cayó toda la tristeza de algo desbaratado, de ruptura impensable minutos antes, cuando me dirigía al lugar elegido pensando que sería parte del idilio contraído y no la ausencia de tu cuerpo delicado. No pensé que llegase el momento del retiro, del abandono de la partida a medio jugar, cuando aún no se atisbaba el final, cuando por sorpresa hiciste un aparte donde descansar y ya no quisiste volver a jugar. El cansancio de no ver donde llevaba la situación te hizo despertar de un sueño absurdo según tú y que yo no quiero entender, como tal. No quería creer tu “no”, transformándolo en un “sí”, y falsamente me engañé. Tu dijiste que es mejor hacer las cosas bien, dejarlo a tiempo es mejor que seguir haciéndonos daño, y vernos las caras más tarde, largas por el dolor infligido, por la desdicha de no ser felices separados pero tampoco juntos. Y no lo quise ver. Allí parada oyendo sonidos de la calle, de andares que no avanzaban en la dirección deseada, y que fantaseé eran el preludio al orgasmo venidero, principio de un placer demorado por la tardanza en el viaje, que aún pensaba habías comenzado, y las manecillas del reloj me atestiguaron que no habías iniciado. Y sola, en silencio, salpicada de leves sonoridades que lanceaban mi costado puesto que no eran los sonidos esperados, me fui derrumbando y asimilando que todo era el fin, que no queda nada de las primeras intenciones”.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos canta que ya no queda nada de lo primero que hubo, como recuerda haber vivido en sus carnes nuestra protagonista.

“Octubre“

.     **NA: Publicado originalmente el 27 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                        …Continúa “Con la mirada de Hopper (4ª parte)“

 

Viejos tiempos (9ª parte)

09 Martes Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amigas, Anni B Sweet, Completamente, deseo, dudas, frustración, Música, Mun Records, pareja, pensamientos

Tiene lo mejor que nunca hubiese imaginado. Toda su vida se sintió a la deriva, y cuando mira hacia atrás ve el trayecto recorrido, y de pronto siente a su lado todo el presente pasado, compañeros de viaje que van junto a él, situaciones que se repiten en su mente y hasta llega a visualizar, aunque algunas quizás algo distorsionadas por la distancia, puesto que aunque siguen con él, van rezagadas. Ella le llegó como una brújula con la que no perderse, el derrotero por el que se estaba deslizando comenzaba a ser peligroso, y con su aparición, deslindó y esclareció cuál debería ser la senda a seguir. Y cuando se le tuerce el pensamiento como hoy, se siente mal, injusto con ella, injusto con él. La sensación de desilusión de lo que tiene, le quema. Todo le parece insustancial. Insatisfacción es la palabra que mejor define su estado. Cuando le ataca ese virus de nostalgias y deseos, cuando lo que posee le parece no ya poco, pero sí no ser lo que quisiera que fuese, cuando lo material no le llena y lo emocional se le atraganta y le ahoga, cuando esto le pasa la depresión le entristece de tal manera que teme por su salud mental. Y hoy está al borde de un abismo.

Su pareja regresa del aseo, con ánimos renovados y deslumbrante vitalidad. Él respira hondo, temía que con lo sucedido antes de marcharse, volviese con la tez mutada por la seriedad y las suspicacias, ahora la preocupación es no dejarlas a solas, de momento, por si la amiga le cuenta, aunque sea de pasada, su comentario invitador a la huída.

La amiga toma el relevo de su pareja, iniciando el camino hacia los aseos, y es ahora entre la pareja donde surge el silencio, que no es incómodo. Con la gente que se conoce y estima, el silencio no es turbador, no sentimos la necesidad de cubrirlo constantemente con palabrería, con sonidos, con ruidos que nos asusten menos que la ausencia de ellos. Al fin ella rompe el silencio, preguntando que si está a disgusto, y él le contesta que no, pero ella insiste en que entonces cuál es el motivo del comportamiento tan raro que está teniendo. Empieza a sentirse algo acorralado. Decide dar una respuesta evasiva, diciendo que es una percepción de ella, incluso contraataca, diciendo que al fin y al cabo, no es que él esté raro si no que está un poco al margen de ellas, puesto que están comentando recuerdos que le dejan sin posibilidad de intervenir, él no estaba en aquellas situaciones, solo podía ser mero escuchador de las aventuras relatadas por ellas. Le dice que se divierte viendo como las “batallitas” del pasado les traen a la cara la felicidad de momentos perdidos, que se las ve radiantes. De pronto ella le hace un comentario que lo pone en guardia, aún esperándolo no lo esperaba ya allí mismo, pensó que sería al regreso cuando ya se hubiesen despedido de la amiga, cuando los comentarios sobre la cita, empezasen a deslizarse entre ambos con algún reproche sobre el comportamiento poco adecuado de él. Pero tan rápido, no lo creía, le hizo repetirlo como si no la hubiese oído bien para tomarse tiempo de pensar en qué sería lo más correcto decir. Y tomó la decisión de no mentir puesto que se notaría demasiado, era tan evidente que decir lo contrario lo hubiese dejado a los pies de los caballos, es mejor una verdad innegable a una mentira muy clara por lo patente de la realidad. Prefirió contestar con un lacónico, “Sí, la verdad que sí que lo es”.

Y era tan cierto que era guapa y simpática, que negarlo era hacer el ridículo, incluso podría generar más desconfianza en su pareja. Ella le dijo que ya había notado por sus miradas que le gustaba. Más atrapado todavía se sentía, demasiado transparente para su pareja, que le conocía a la perfección, no se le escapaba nada de él, como cuando salía una locutora de Telediario y le hacía el mismo comentario, y él solo torcía un poco la boca con una mueca de medio sonrisa, como pillado en renuncio, y negando la verdad. Él enrojeció. Qué podía decir para salvar la situación. Optó por callar. A veces es lo mejor, no hablar. Al hablar se comenten errores, se dicen palabras que nos descubren y nos dejan indefensos por destapar lo encerrado y guardado con precisión para sentirnos protegidos y preservar lo conquistado. Hablar en ocasiones genera un derroche de frases que nos desnudan dejándonos a la intemperie, al frío cortante de miradas gélidas por la incomprensión de palabras que quizás no queríamos decir, que se nos escaparon por decir sin querer decir y que al final dicen más de lo que quisiéramos que hubiesen dicho. Esas ocasiones en las que queremos utilizar la verborrea para enmascarar y no ser claros, que queremos disfrazar el no decir diciendo muchas cosas, que sean vacuas, pero sin darnos cuenta empezamos a filtrar verdades que quisiéramos no decir, que se revelan tras las engañosas locuciones traídas por vocablos que intentan enmarañar y distraer. Por eso él decide guardar silencio. Cree que si habla, dirá lo que no quiere decir. Necesita pensar si sincerarse o no, si dar un paso al frente o no moverse, si mostrar toda la debilidad de su ser, o seguir con su fachada de tranquilidad y control. Si seguir con todo como hasta ahora o salir corriendo, salir en busca de lo que echa en falta en su vida, al menos lo que echa en falta hoy. Si él, que lo tiene todo completamente no se conforma con ello y abiertamente lo menta, o sigue conformándose con una vida que no le llena.

 

 

 

.     *Anni B Sweet nos deja esta versión para el recopilatorio de Mun Records, en la que el protagonista de la canción como nuestro personaje, teniéndolo todo le parece poco.

“Completamente“

.     **NA: Publicado originalmente el 24 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa “Viejos tiempos (10ª parte)“

Viejos tiempos (4ª parte)

30 Sábado Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 8 comentarios

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amigas, ¿Qué hago ahora?, desamor, deseo, Donde pongo lo hallado, Música, Mujeres, Pasado, pensamientos, placer, Presente, Recuerdos, sexo, Silvio Rodríguez

Ahora se pregunta qué hacer con ella, dónde poner lo hallado, lo que no esperaba o no quería ver. Mira la belleza que él adora en ella, o quizás haya que decir adoraba, no es capaz de verla con los mismos ojos, que hace unas horas, al menos verla por dentro de la misma forma no puede, aunque por fuera si lo sea. Contemplarla es sentir una punzada en el estómago, siente esa acidez de las malas digestiones. Qué bien le vendría tener un almax a mano, piensa. Aprecia lo guapa que está, eso sin duda, cualquiera que le vea allí con esas dos mujeres pensará lo afortunado que es, y ciertamente si no estuviese en este estado de shock, de desilusión y malestar por lo presenciado, lo podría pensar él mismo, es más, cuando vio llegar a la amiga lo pensó, era atractiva y como hace un rato mismo, elucubró con tener sexo con ella si se terciase. Nunca pudo evitar mirar a las mujeres con deseo sexual, algo que no podía evitar. Aunque fuese algo efímero ese transitar por una situación que no se iba a llevar a cabo, se dejaba llevar cinco segundos por la imaginación pensando que se le insinuarían y sin muchos más trámites, terminarían haciendo el amor sin ataduras, sin otro fin que el placer. Ahora tiene allí delante a dos mujeres guapas, luminosas, vestidas con elegancia aunque con toque informal dándoles un aire de modernidad, con escotes insinuantes pero no llamativos, nada chabacano, con faldas cortas que dejan entrever unas piernas desnudas que atraen miradas de los que cerca pasan, tienen cierta aura de sensualidad que apabulla en el ambiente. Y brevemente piensa que sería un sueño poder estar con las dos a la vez, aunque nunca ha tenido esa experiencia, la tiene en la retina como tantos hombres y mujeres. Esas flaquezas físicas se diluyen enseguida y vuelve a ser atacado por el desengaño que él mismo se está infligiendo, y alentando sin saber muy bien de donde salen esas ideas. Vuelve a la carga la sensación de estar en un presente que no es su presente, se da cuenta que lleva bastante tiempo en silencio, pensando en aspectos sexuales que no tienen sentido. Vuela su mente en ficciones que nada tienen que ver con su presente real, que es el de situaciones que le mantienen fuera, al margen de esas mujeres con las que comparte tarde, que no experiencias. Cae en un victimismo que no entiende ni él, que quizás no está siendo realista con los acontecimientos. No es cierto que ellas hayan obviado su presencia totalmente, de vez en cuando se dirigen a él, para hacerle entender cualquier aspecto de lo relatado que pudiese parecer confuso, pero es él el que se aísla más y más. La amiga de su pareja le ha mirado de soslayo varias veces, él lo ha detectado. Al principio no quiso darle importancia pero ahora le asusta un poco que ella se dé cuenta de su estado misantrópico en esta reunión, y que se haga una idea equivocada de él, aunque hoy no estaría equivocada en verdad. Vuelve a dejarse ir por pensamientos un tanto peregrinos e imagina que le mira de esa manera por que le ha gustado. Rápido cae otra vez en la realidad de este presente y no del imaginado, e intuye que la chica o mujer, – no sabe cómo llamarla, los tres están en esa edad que ni son jóvenes ni viejos, y decir chica es pensar en una imagen demasiado juvenil y decir mujer, es envejecer a esa persona -, está evaluándole como si de un examen de reválida se tratase. Definitivamente él piensa que la amiga, así se siente más cómodo al referirse a ella, quisiera saber que tienen en común su amiga y él, y que por eso a su entender, le vigila con miradas sutiles. Ella la conoce bien y viéndole a él junto a ella al llegar, seguramente que no se podía creer que él fuese su pareja, a primera vista no había ninguna incompatibilidad entre ambos que evidenciase esa imposibilidad, pero los amigos ven más allá y perciben este tipo de cosas. Fantaseaba con estas elucubraciones de la mente de la amiga, cuando súbitamente le hicieron una pregunta, no era ya una frase explicativa como muchas de las referidas en la conversación anteriormente. Era una pregunta directa que él no esperaba, le pilló con la guardia baja, él no estaba allí con su mente y menos en la conversación. Se quedaron ambas mirándole esperando una contestación que él no daba, el silencio se apoderó de nuevo del lugar, como al inicio de la tarde, aunque ya sin la incomodidad inicial, al menos para ellas, pero si para él. El breve espacio de tiempo que transcurrió entre el momento que le lanzaron el interrogante y cuando se lo tuvieron que volver a repetir por su falta de respuesta, a él se le hizo enorme, largo y angustioso, y le cayó como jarro de agua fría por la sorpresa inesperada, y nada gratificante, y con esa incomodidad del principio encima, salió al paso, y sin entender la pregunta, sin saber realmente cual era la cuestión, les contestó; y ahora ¿dónde pongo lo hallado?

 

 

 

.     *Nuestro protagonista se deja llevar por el subconsciente y pregunta en voz alta lo mismo que Silvio Rodríguez en su canción.

“¿Qué hago ahora?“

.     **NA: Publicado originalmente el 12 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                        …Continúa “Viejos tiempos (5ª parte)”

El lenguaje, un peligroso virus

27 Martes Dic 2016

Posted by albertodieguez in Comentarios, Reflexiones

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Borgeano, enredo, juego, Jugando con las palabras, lenguaje, palabras, pensamientos, reflexiones, virus

Yo creo que si no hay pensamiento no hay lenguaje y sin lenguaje no hay comunicación, y que de ésta necesidad de comunicarse, de comunicar ese pensamiento es lo que nos lleva a tener un lenguaje, y es ahí donde surge el lenguaje como virus, ya que el fin de comunicar nace en mayor o menor medida con la intención de influir en el otro e incluso a veces imponer nuestro pensamiento, y allí toma vida el concepto de virus puesto que ese mensaje/leguaje inoculado, ya como un virus, se reproduce por sí solo en el pensamiento del otro llegando a tomar el control de su pensar; pero entonces en ese caso toma forma que primero es el lenguaje y luego el pensamiento.

Termino de escribir esto y me doy cuenta que no estaba del todo en lo cierto en el inicio de mi comentario. Ahora, (como he terminado escribiendo), creo que el lenguaje y el pensamiento son intrínsecos y generan una relación circular entre ambos, unas veces es primero uno y luego el otro, y siempre uno lleva al otro, aunque realmente el que termina asumiendo las riendas es el lenguaje, puesto que al final siempre nuestro pensamiento lo ajustamos y amoldamos al lenguaje; como decir y transmitir lo que tenemos en la mente. Humm, pienso de nuevo. Entonces creo que vuelvo a estar equivocado y sea cierto que es el lenguaje el dominador del hombre como se me está revelando sin yo quererlo con lo que estoy escribiendo. Al utilizar el lenguaje llegamos a modificar nuestro propio pensamiento, nos inoculamos a nosotros mismos ese virus que se reproduce internamente y nos hace cambiar o modificar la opinión o directamente nos genera una no del todo razonada.

Lo dejo ya, si sigo con el lenguaje quizás vuelva a cambiar de opinión y deje de manifiesto el pensamiento fácilmente voluble y permeable que tengo, dominado por el lenguaje.

 

 

.     *NA: Hoy mi comentario quizás haya quedado un poco enmarañado, discúlpame ha sido el lenguaje… y el pensamiento que no puede tomar asiento, como dice Aute.

“De paso“

Aute - Entre amigos

.     **NA: Este texto es el comentario que hice a una entrada en la que Borgeano reflexionaba sobre si era primero el pensamiento o el lenguaje. Hoy lo comparto aquí.

Disculpad que no haya puesto el enlace con la entrada referida pero es que no he conseguido encontrarla.

Una mujer decidida

16 Miércoles Oct 2013

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Ella es un volcán, Empleada de hogar, enfermo, La unión, pensamientos, Recuerdos, sexo, Soledad, tentación

Prólogo.

Hay historias que surgen y se desarrollan y toman un cariz u otro según se van uniendo las palabras que se eligen para dar cuerpo al texto. Se pueden contar con un tono u otro, dependiendo de cómo se quiere que llegue ese mensaje, de manera simple y directa o barroca y enrevesada, adornada de utopía o más cruda y visceral, elegante o chabacana,  incluso supeditándolo a un estilo u otro según el lector final.

Una historia te puede atraer lectores pero esa misma historia desarrollada de otra manera te puede apartar lectores. En este relato, una misma historia un tanto vana y vulgar, tendrá desde un momento de la misma dos desarrollos diferentes, cada lector podrá elegir que lectura hacer. La lectura del Editor o la del Autor. Para facilitar por cual decantarse, una matización; Como se puede entender la del autor está menos tamizada, es más cruda y mundana, más explícita, ya se sabe cómo son los editores, ven más allá que el autor y defienden el negocio y por extensión creen defender al autor de sí mismo y así evitar dilapidar su crédito para con los lectores.

 

Una mujer decidida (o un ensueño)

Enfermo, en la cama, algo sudoroso por la fiebre, se encuentra mejor que los días anteriores. Soñoliento, un poco cansado, -es curioso como a veces nos acabamos de despertar, acabamos de salir del sueño, que debería haber sido reparador y por el contrario estamos agotados como si acabáramos de correr unos kilómetros, incluso en ocasiones hasta parece que nos falta el resuello-. Pero esta vez es algo normal. Lleva tres días en casa con un fuerte catarro, aunque hoy parece que ya está recuperándose, se siente algo mejor. Piensa que le ha mirado un tuerto, lleva mala racha, no sale de una cuando ya está en otra. Casi ha empalmado este gripazo con el ataque de alergia que le dio hace quince días, incluso al inicio parecía que era lo mismo que se alargaba, hasta que ya le empezó el subidón de fiebre.  Antes estuvo con migrañas, y también se fastidió una muñeca, no sabe cómo, pero tendrá que ir al fisioterapeuta a que le dé un diagnóstico, no se le va el dolor: vamos que no son unos meses para recordar.

Este enclaustramiento solitario, le ha venido como una losa mental. Ha hecho que le dé tiempo a pensar, y es lo peor que le podía pasar, además del malestar físico que se le acentuase con el psíquico. Desde que rompió con Valeria, no está muy bien. Fue de mutuo acuerdo, cada uno veía que juntos no serían felices, y optaron por una decisión adulta y valiente, dejarlo. Pero él la sigue queriendo y la sigue teniendo como referencia. Algo malísimo, ya se lo ha dicho él así mismo: -“ tengo que pasar página”. Este ser aún su horizonte hace que le cueste buscar nuevos paisajes. Desde que lo dejaron no ha vuelto a estar con ninguna mujer, ha salido con alguna, pero lo que es estar en la cama, nada.

Valeria, oh!!, Valeria, su argentinita. Cuatro años con ella y ahora huérfano de su compañía la echa mucho en falta. Tiene que hacer algo para sacársela de la cabeza. Él ya está fuera, muy fuera de la de ella,  eso lo sabe, pero no puede evitarlo, y sabe perfectamente que le hace mal seguir viéndola de vez en cuando y hablando por teléfono, y viendo lo que hace por Facebook, a ratos muriendo de celos y a ratos feliz de estar libre, esa libertad que añoraba cuando estaba con ella. Y eso que eran dos almas unidas pero que casi tenían vidas paralelas, lo que les llevó a la conclusión que era mejor desunir las almas y ser coherentes con sus vidas diarias. Lo crudamente cotidiano siempre se impone a lo etéreo y transcendental.

Son las diez de la mañana, y decide levantarse a tomar algo de desayuno; un zumo y un café con poca leche, no tiene hambre pero sí sed, y además piensa que le vendrá bien meter algo al cuerpo, en los últimos días apenas comió nada por el malestar general. Al terminar va al dormitorio, levanta la persiana y abre la ventana para ventilar un poco, se quita el pijama con el que ha estado durmiendo y desnudo se dirige al cuarto de baño que hay en su misma habitación para darse una ducha después de la sudada que se ha dado por el resfriado, le gustará sentirse aseado, y ponerse otro pijama para después cambiar las sábanas y ya todo limpio, volver descansar y dormirse, y si no duerme por falta de sueño, -sería lógico llevaba trece horas durmiendo del tirón-, podría leer o ver televisión o navegar por internet, incluso quizás ver algo de porno, últimamente sin relaciones desde hace más de seis meses es una manera de relajar su deseo sexual. Muy a gusto, ya está saboreando ese posible momento cuando empieza a abrir el grifo. A mitad de ducha cree haber oído algo, como una puerta cerrarse, pero en su casa no puede ser, no hay nadie más que él, piensa que sería una puerta de los vecinos, desde el baño se les oye hasta las discusiones. Afina el oído, le llega el sonido de la aspiradora de los vecinos que le confirma que están en casa.  Termina la reconfortante ducha, coge su albornoz se lo pone y se seca el cuerpo con él, coge una toalla y se seca el pelo. Sale del baño a la habitación y se despoja del albornoz quedándose desnudo, se mira al espejo de cuerpo entero que hay en la pared, y ve que tiene mejor cara que estos días de atrás, mira la barriga y se dice que tiene que salir a correr ya, si lo pospone aquello va a seguir creciendo sin vuelta atrás, aún está a tiempo de mantener esa grasa de más a raya. Observa un poco alucinado, mira un poco más abajo, tiene el pene bastante gordo, no hay motivo para ello, pero se ríe, y se dice que parece que este “tipo” tenga vida propia al margen de él. Vuelve a oír algo de ruido. Se queda escuchando. Ya no se oye nada. Decide abrir la puerta de su habitación e ir por el pasillo hacía el salón a conectar internet y de paso entrar en la cocina para coger una botella de agua. A medio camino, justo cuando transita al lado de la habitación próxima a la suya, ve a alguien allí, y se pega un susto de muerte por la sorpresa. Allí aparece Alejandra, que a su vez ante la sorpresa de verle, también se sobresalta.

Uff, él resopla, ella hace lo mismo, y musita un; “disculpa”.

–          Joodder!! que susto.

–          Lo siento, no sabía que había gente en casa, he venido un poco antes, para salir más pronto.

Ella está en tanga y sujetador, él se da rápidamente la vuelta para intentar no verla en ropa interior, pero se le queda grabada esa figura en la cabeza, ella ha cogido instintivamente una camiseta engurruñándola contra su cuerpo y con los brazos cruzados ha tapado sus pechos. La situación ha resultado algo violenta. Él habla desde el pasillo, apartado a un lado de la puerta.

–          Vale, vale, no pasa nada, es que como no te esperaba hasta después. La culpa también es mía, lo siento, no te avisé que estaba en casa, que estaba enfermo.

En ese momento él se da cuenta de que está desnudo, y se va a su habitación a ponerse algo, y antes de que le dé tiempo oye que tocan a la puerta.

–          ¿Sí?

–          Nada, que ya estoy visible, y que voy a empezar a limpiar.

–          Ok, en un segundo salgo.

–          Vale.

Coge el pijama limpio que tenía pensado ponerse, y sale de la habitación, ella está al otro lado de la puerta aun esperando. Con camiseta blanca de tirantes, y un pantalón gris de algodón de esos cómodos para estar por casa, y zapatillas deportivas. Lleva el pelo recogido en una coleta, nunca se lo vio así. Bueno realmente la había visto solo tres veces. La primera vez que quedó para ver si le interesaba trabajar en su casa como “empleada doméstica” cuatro horas semanales, -llegó a ella mediante la recomendación de una amiga que la tenía empleada en su casa-, ya hace un año de eso. Las dos siguientes veces que la vio fueron encuentros breves cuando ella llegó y coincidió que el salía de la casa. El horario acordado era matinal, para que hiciese las labores mientras él estaba en el trabajo. El resto de comunicación entre ambos era con alguna llamada telefónica y unos mensajes escritos en una libreta con instrucciones sobre qué hacer, sobre todo cuando había algún cambio respecto a la rutina. Aunque desde hace un par de meses que ella tiene Whatsapp, se escriben por ese medio, y no solo para darse instrucciones sobre la casa, incluso han coqueteado y hablado de tomarse algo un día juntos.

–          Perdona por lo de antes, estaba cambiándome de ropa para trabajar.

–          No pasa nada, es lógico que utilices otro vestuario para limpiar, ya te dije que si además querías ducharte al finalizar de tu jornada, que no había problema. Hace calor en la casa y sí trajinas pues eso, mi propia experiencia cuando yo limpiaba es que terminas sudando.

–          Sí, en verano sí que a veces me tengo que duchar, como habrás podido comprobar por la toalla en el cesto de la ropa sucia. Y te lo agradezco, no me gusta ir en el metro demasiado sudada.

–          Perfecto! Perdona si te incomodé al verte en ropa interior

–          No te preocupes, además he salido ganando yo, (acompaña este comentario con una espléndida sonrisa)

–          Mm, bueno si, perdona, es que ando desnudo por la casa a menudo y, bueno, siento el espectáculo, si fuese un “Boys”, todavía.

Ella echa una carcajada.

–          Que exagerado, estás estupendo.

–          Gracias por el cumplido, hago lo que puedo, pero no veo resultados…-(sonríe). No quiero ser irreverente pero tú sí que estás bien!.

–          Bueno, me has dicho que estás enfermo, ¿necesitas algo?.

–          No, nada, me voy a meter en la cama ahora, me acabo de duchar. Bueno primero cambiaré las sábanas.

–          ¿Te ayudo con la cama?

–          No, comienza con la tarea, mejor por el salón y dejas mi cuarto para el final, luego te dejo libre la habitación, para que la repases.

–          Ok.

Él cambia las sábanas y se acuesta, pone la tele, pero no encuentra canal interesante, la deja en un canal con reportajes de cómo se fabrican diferentes cosas, pero con el tedio y los ruidos de fondo que J hace se queda dormido con la imagen de ella con ese tanga negro y el sujetador blanco.

Se despierta, cuando siente que hay alguien en la habitación.

–          Disculpa, te he despertado.

–          No importa, ya te dejo la habitación.

–          O si quieres quedarte no me molestas.

–          No, mejor me voy un momento al salón.

–          Como quieras.

Se da cuenta que tiene un problema, una erección bastante considerable. A ver cómo se las arregla para que ella no lo vea, decide, sujetársela con la goma de pantalón, como esas tribus amazónicas que ha visto en la televisión alguna vez. Con eso y al ponerse la chaqueta tipo chándal con capucha nada queda evidente.

Pasa por la habitación donde se estaba cambiando Alejandra, y coge un libro para leer en el salón mientras espera. Comienza la lectura pero no pasa de la primera página, se le enredan las letras con los pensamientos, y estos se están imponiendo en la batalla. Valeria siempre gana cuando aparece en la contienda. Desearía llamarla y contarle lo mal que ha estado y lo mal que se encuentra, quisiera pedirle que le haga una visita, que no tiene a quién llamar, con quién compartir. Que en un año sin ella se siente perdido, sin el apoyo que era al regresar al hogar, aunque sabe que es verdad que muchas de las veces no estaba al regreso, o al poco se marchaba, o al contrario era él el que se ausentaba por salidas con gentes que no eran comunes ni de uno del otro, y que se fueron imponiendo a las salidas en común con amigos comunes o incluso a las salidas de ambos solos para disfrutar de una cena o de una obra de teatro. Un año sin nadie, un año, todo un año.

Una voz le saca de sus pensamientos, una voz que dice que ya acabó.

Regresa a la cama. Ella le dice que va a ponerse a planchar. La casa solo tiene dos habitaciones la suya y la de invitados que utiliza como despacho y es donde tiene el cesto de ropa limpia para plancha, es ahí donde por indicación de él hace la plancha.

En la cama, consulta en Internet el periódico con su tableta, pero enseguida lo deja, no le apetece leer. Pone el televisor en el mismo canal que antes, pero no le presta atención, empieza a pensar en ella, no en Valeria, si no en Alejandra. Es guapa, eso no hay duda, para los cuarenta y cinco años que tiene está fantástica de cuerpo, mucho mejor que él a sus treinta y nueve. Además cree que le gusta, sabe que está separada y sin pareja, se lo contó en aquella primera entrevista, aunque él ya lo sabía por su amiga. Quizás él se decida a invitarle por fin un día a quedar y ella acepte, se la ve una mujer decidida.

 

 

Elige la continuación: “Versión Editor” o “Versión Autor”

 

.     *Nuestro protagonista siente que ella es un volcán como en la canción de La unión

“Ella es un volcán“

Versión Editor (continuación de Una mujer decidida)

16 Martes Oct 2012

Posted by albertodieguez in Relato

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Ella es un volcán, Empleada de hogar, enfermo, La unión, pensamientos, Recuerdos, sexo, Soledad, tentación

Se deja llevar por el ensueño, de pronto siente a alguien en la habitación abre los ojos y ve que ella se acerca hacia la cama, le mira y le sonríe. Se despoja de esa camiseta dejándole ver aquel sujetador visto antes, simple, liso, sin encajes, de esos funcionales sin costuras para que no se noten con camisetas ajustadas. La ve quitarse aquel pantalón de algodón que le hace parecer que está en su propia casa, y ya la descubre en ropa interior un instante, pues enseguida se quita el tanga con un movimiento que a él le resulta lo más sexy del mundo, bajándolo hasta media pierna y luego con un leve movimiento de caderas y piernas, haciéndolo descender hasta el suelo. Se quita despacio del sujetador y deja al descubierto los senos. Ella retira la sábana que le está cubriendo, y puede ver que ya tiene una erección incipiente. Se aproxima desde los pies de la cama.

Piensa; “vaya, sí que es decidida”

Él, entre la sorpresa y la estupefacción no puede dejar de mirarla. La ve acercarse y esa desnudez se le vuelve la belleza mayor del mundo. Sigue con el pelo recogido, pero un mechón se ha escapado de la goma que lo sujeta en coleta y le da un aire muy sexy, siempre le gustaron esos pelos liberados y que dan al rostro un aire entre la ingenuidad y la picardía. Llega hasta él y le besa, siente la calidez de esos labios carnosos, que ella tiene, muy diferentes de los suyos no muy gruesos. Siente la boca de ella fresca como agua de montaña, sus lenguas se encuentran y enredan y juguetean, suavemente. La avidez se abre camino y ya sus lenguas parecen echar un pulso, aprietan sus bocas casi hasta el dolor. Solo sus bocas se han tocado hasta ese momento. Ella se tumba junto a él, y por fin puede sentir la piel de ella rozar la suya, piel morena, que al roce con la de él le parece extremadamente suave y delicada. Ella se gira y se tumba encima, sus pechos caen lentamente sobre el pectoral de él, le parecen una delicia al contacto con su piel, los siente en su pecho, blandos pero duros a la vez, no entiende como algo puede tener estas dos características pero le parece una maravilla. Ella comienza a besarle otra vez, y sus lenguas vuelven a enfrentarse como en una batalla, en la que van y vienen oleadas de desenfreno y de languidez. Ella va haciendo y deshaciendo de él. Le guía sus manos por donde quiere que exploren. Él, bajo el influjo de un encantamiento, acata cada orden, mandato y movimiento que ella le induce a hacer.

Sienten como sus sexos se acoplan y ella con movimientos circulares en un principio y violento vaivén después, explorando el placer. Ambos están gozando y todo sin una palabra, solo respiraciones acompasadas en ciertos momentos y desacompasadas a ratos, buscando el deleite y el orgasmo, que llega fuerte como una explosión interior que les une como almas encontradas después de mucho penar, y se abrazan y alargando esa unión, ese estado de comunión. Dibujan una mueca de cansancio placentero adornado con una sonrisa de disfrute, por el hecho de goce consumado.

Siente su mano agarrando su propio sexo, agarrándoselo para evitar lo inevitable, no ha llegado a tiempo, se ha derramado manchando su mano, el pijama y las sábanas. Abre los ojos. Está solo. Ha polucionado dormido.

Oye la puerta abrirse y una voz que dice: -me marcho.

No le salen palabras. No se mueve. Sólo mira hacia la puerta.

–          ¿No te habré despertado?

–          No, no.

–          Bueno, mejórate.

–          Gra, gracias.

–          ¿Te pasa algo?

–          No, nada, ehh, ¿te duchaste?

–          Sí, te dejé la toalla en el otro cuarto.

–          Muy bien, que te vaya bien el día.

Violento, todo empapado y un poco avergonzado, oye por fin un Chao y la puerta de la calle cerrarse.

Se queda mirando el techo, se siente como un imbécil.

 

 

  FIN

“Volver a: Una mujer decidida” para escuchar la canción.

Versión Autor (continuación de Una mujer decidida)

16 Martes Oct 2012

Posted by albertodieguez in Relato

≈ 2 comentarios

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Ella es un volcán, Empleada de hogar, enfermo, La unión, pensamientos, Recuerdos, sexo, Soledad, tentación

Se deja llevar por el ensueño, de pronto siente a alguien en la habitación abre los ojos y ve que ella se acerca hacia la cama, le mira y le sonríe. Se despoja de esa camiseta dejándole ver aquel sujetador visto antes, simple, liso, sin encajes, de esos funcionales sin costuras para que no se noten con camisetas ajustadas. La ve quitarse aquel pantalón de algodón que le hace parecer que está en su propia casa, y ya la descubre en ropa interior un instante pues enseguida se quita el tanga con un movimiento que a él le resulta lo más sexy del mundo, bajándolo hasta media pierna y luego con un leve movimiento de caderas y piernas, haciéndolo descender hasta el suelo. Se quita despacio del sujetador y deja al descubierto los senos. Ella retira la sábana que le está cubriendo, y puede ver que ya tiene una erección incipiente. Se aproxima desde los pies de la cama, avanzando a gatas desde allí hacía él, y con sus pechos va rozando los muslos de él.

Piensa; “vaya, sí que es decidida”.

Llega a la altura del pene que está bastante inhiesto y roza con el glande sus pezones, primero uno y luego el otro, que se han puesto duros y han tomado una coloración más oscura. Con su mano derecha roza suavemente el escroto, que se le arruga y endurece como piel de elefante al leve sentir de sus dedos. Ella ha colocado una de las piernas de él entre las suyas y a la vez que roza los pechos con el miembro viril bien alzado, frota su vulva con el muslo de él que siente la humedad mojarle, él ha intentado acercarle sus manos para tocarla, acariciar sus pechos y retirar el cabello de su cara, pero no le ha dejado, le aparta las manos y le dice; yo hago.

Sube un poco más y pone sus pechos sobre el pectoral de él, ya sus sexos quedan a la misma altura, ella un poquito por encima para sentir el pene por los labios externos y los glúteos, y que le roce un poco al comenzar un movimiento rítmico como si entrase y saliese fornicando, pero sin penetración, solo sintiendo rozar el miembro de él por los labios y medio encastrada entre los dos carrillos. Cada vez se siente más fogosa, a él esa posición forzada hacía abajo del pene le gusta, le da placer. Le ha posado las manos sobre la espalda acariciándola suave, ella esta vez si se deja hacer, le gusta ese tacto, él ha bajado las manos y le agarra el culo apretándolo suave pero firmemente, siguiendo el ritmo que ella a marcado con su vaivén de roce. Ella para ese ritmo y coge el pene y lo eleva hacía el cuerpo de él, ahora, ella frota su sexo ya inflamado, con el pene, pasando todo lo largo de él entre sus labios y haciendo que roce su clítoris con la punta, arriba y abajo, arriba y abajo, pero se demora un poquito en bajar cuando con su punta roza esa bolita mágica que le hace temblar. Cada vez le cuesta más aguantar y no introducírsela dentro, bien adentro. La respiración se le empieza a acelerar e incluso se le va un leve suspiro contenido.

Él está que no aguanta más, siente todo un bullir en sus testículos deseoso por buscar la salida, las entrañas se le están encogiendo, ella aún desea alargar esos momentos que le gustan tanto de preámbulo y avance hasta conseguir el orgasmos. Se controla, aún no quiere ir a buscar el final, quiere algo más, se voltea por completo y queda tumbada encima de él boca arriba, y agarrando el pene de él y presionándolo, siguiendo con el juego del roce por sus labios y su clítoris, él aprovecha para acariciar su pechos, y juega con los pezones duros, le gustaría poder mordisquearlos y besar esa tetas no muy grandes pero que ahora mismo le parecen ideales. Entonces ella agarra la mano derecha de él, y se la lleva a su sexo para que masajee su clítoris, él sumiso, lo hace con suavidad, con destreza, con fruición roza primero sus labios buscando esa humedad que ya hay para lubricar sus dedos, que se mueven con naturalidad y cuidado de no hacer daño. Utiliza todo lo largo de su dedo corazón para acariciar y abrirse paso arriba, y abajo, y que ella sienta todos los otros dedos en los labios internos, y como si tocase un instrumento musical, busca la nota superior llegando a la parte alta, donde se centra en ese punto que ella desea ser acariciado  y que al tocar él ella responde con un pequeño respingo, como si le hubiese hecho daño, el así lo cree y para, pero ella enseguida con un toque de su mano le invita a seguir. Lo hace, primero suave, y despacio, pero luego aumentando la presión y la velocidad, ella cada vez más excitada, viendo que si sigue así llegará al orgasmo, -no necesita su pene para ello-, pero teniéndolo ahí tan erecto cómo no aprovecharlo, y se lo introduce dentro deslizándose con gran facilidad en su cavidad. Está muy lubricada y su sexo amplio por el deseo y el placer, recibe el falo bien duro sin ningún daño, sintiéndolo penetrar y acoplándolo a su interior para sentirlo en cada uno de sus terminaciones nerviosas, para percibir el placer. Es entonces cuando el comienza a moverse con embestidas y movimientos duros, a la vez que la estimula el clítoris, al momento se le hace difícil coordinar la mano y su movimiento pélvico, él le dice que cree que no durará mucho así, esa postura le hace rozarse demasiado el glande. Ella no habla, se muerde los labios, siente los de él apretarse a su cuello cuando de repente nota que ya no aguanta más y que por toda ella pasa un calambre interior, y un escalofrío exterior haciendo que se arqueé y gima y grite, con un alarido contenido, un fuerte y largo; mmmm, siiiiiiiiii. Él se corre casi a la vez, pero sigue moviéndose y con la mano apretando el sexo de ella que le agarra y sujeta para que pare, le dice; quieto, quieeto, ghufff.

Siente su mano agarrando su propio sexo, agarrándoselo para evitar lo inevitable, no ha llegado a tiempo, se ha derramado manchando su mano, el pijama y las sábanas. Abre los ojos. Está solo. Ha polucionado dormido.

Oye la puerta abrirse y una voz que dice; me marcho.

No le salen palabras. No se mueve. Sólo mira hacia la puerta.

–          ¿No te habré despertado?

–          No, no.

–          Bueno, mejórate.

–          Gra, gracias.

–          ¿Te pasa algo?

–          No, nada, ehh, ¿te duchaste?

–          Sí, te dejé la toalla en el otro cuarto.

–          Muy bien, que te vaya bien el día.

Violento, todo empapado y un poco avergonzado, oye por fin un Ciao y la puerta de la calle cerrarse.

Se queda mirando el techo, se siente como un imbécil.

 

 

FIN

“Volver a : Una mujer decidida” para escuchar la canción.

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