• Inicio
  • Autor
  • Credenciales
  • BSD (Banda Sonora Desafectada)
  • The Last Bee (Relato compartido)
    • Una Mascletá marina
    • Flanagan, el Apicarium RX2000 y Wall-And

desafectos

desafectos

Archivos de etiqueta: amor

Mística lactante, mística maternal

12 Martes Ene 2021

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 36 comentarios

Etiquetas

afecto, amor, Bebe, Cuídame, desafecto, desamor, dolor, dudas, EBS, Ella Baila Sola, Grietas, hijo, Jorge Drexler, Lactancia, leche, madre, Maternidad, Mística, Música, Parto, pechos, Pedro Guerra, Por ti, Reencuentros

I

Ayer se me cayó una lágrima. Estaba dando el pecho al niño, sentada en el butacón elegido y comprado para ello, para mi comodidad y su comodidad. Lo sostenía entre mis brazos, bien sujeto y colocado para que llegase cómodamente a la mama, llevaba un rato pidiendo comer, y mientras le cambiaba el pañal se empezó a impacientar, y cuando está con esa ansia, es de temer, succiona con toda su fuerza.

Una lágrima grande, muy grande, como esas primeras gotas de tormenta de verano que levantan polvo al contacto con la arena seca y dejan un círculo amplio. Casi ni rozó la mejilla, pero arrastró con ella algunas otras; éstas sí que se deslizaron por el rostro bajando con menos fuerza, despacio, las percibí húmedas y con pesada abundancia, sintiendo como avanzaban por toda la cara, hacia el abismo unas, y continuando por el mentón para seguir su camino por el cuello otras. Esa primera enorme, cayó rápida y se precipitó hacia la almohada en donde tenía apoyado al bebé. No fue una lágrima lánguida y lenta bajando por la mejilla como las siguientes, supongo que fue mi posición, inclinada un poco la cabeza hacia adelante para llevar mi pecho hacia el niño lo que hizo que abriéndose paso entre las pestañas que no fueron capaces de contenerla, y encontrado el vacío enseguida cayese rauda desde el ojo hasta encontrarse con la tela que la recibió como gota de lluvia, dejando marcado un amplio redondel de agua y sal. No era de ternura ni de alegría ni de miedo ni de duda, no era una lágrima de felicidad, era una lágrima de dolor, de dolor inmenso, dolor de grieta profunda. No es la primera vez que me pasa, ya son varias tomas, varios días en los que ha sucedido, en los que dar de comer al pequeño se me convierte en un suplicio. Un dolor que hace que tense mis piernas, que las estire y levante a la vez que mi cuerpo se dobla levemente sobre el bebé, a la vez que un apretar de dientes acalla ese grito que quisiera lanzar al aire, pero que no evita ese brillo en mi mirada que se transforma en agua salada. Un dolor que no quiero que se transforme en rechazo hacia el muchacho, que no es su intención aún hacer daño, ahora es sólo supervivencia e instinto natural, ya le llegará el tiempo en que sus decisiones si sean meditadas y el daño lo haga a propósito y con conciencia de molestar o hacer mal. Nadie nos libramos de hacerlo, de procurar el perjuicio de otros en alguna ocasión o al menos el deseo de que suceda algún padecimiento por envidia o desacuerdo en pensamiento o por una trifulca que nos enfrenta, y que nos lleva a la irracionalidad de querer la amargura y sufrimiento de esos otros. Yo querré que esto no suceda, que sea una persona de bien, pero quién sabe si lo conseguiré, y menos ahora que los inicios duros nublan mi entendimiento.

Me siento como un animal, como una vaca. Cuando me descuido tengo dos grandes marcas en la camiseta que llevo puesta, sin motivo aparente mis pechos comienzan a segregar la leche, me miro y me veo como en esas imágenes de fiestas de camisetas mojadas, pero no me veo atractiva ni seductora como en ellas se ve y se muestran esas chicas.

Siento que huelo a leche todo el día. Ya sea por la leche desbordada que lo empapa todo o por la proximidad de una toma a otra que hace que sienta que todo el día tengo leche cayendo y calándolo todo, como cuando el bebé se aparta y el chorro sigue saliendo – igual que en aquella imagen de la película “La teta y la luna”- y mojo la cara del pobre pequeño o mi ropa o la almohada en la que le apoyo o incluso en ocasiones llega a manchar el suelo. Hay veces que me pongo a dar uno de los pechos y es el otro el que empieza a exudar leche como si fuese un conducto roto, incontenible, como si una fuente tuviese dos caños y al abrir el grifo ambos soltasen el agua, haya o no balde para recogerla, en este caso haya o no niño que pueda aprovechar esa preciada leche. Y empapo todo el sujetador y maldigo mi estupidez y mi falta de cuidado y mi olvido de ponerme los protectores. Los discos absorbentes son mis fieles compañeros para que esto no suceda, pero con las prisas a veces se me olvida ponérmelos; por indicación de la matrona es mejor no abusar de ellos, no llevándolos constantemente para que los pezones se sequen y no queden mucho tiempo húmedos, es por ello, por no secarse bien lo que hace que las heridas y grietas no se cierren, al igual que no debo abusar de las cremas protectoras para los pezones, por el mismo motivo. Y en estas me veo por la casa con las “lolas” al aire durante un buen rato, para que se sequen los pezones y la aureola de forma natural después de cada toma.

Me esfuerzo y persevero pese al dolor que me produce el momento de dar el pecho, entiendo a tantas mujeres que desisten y lo dejan, y deciden no pasar por el calvario cuando este se vuelve insoportable. Incluso algunas ni se ponen a ello, buscan cualquier excusa para no amantar, -nada criticable-. Es fácil convencerse de que no vale la pena ese sufrimiento, ese esclavismo. Las leches de hoy son tan buenas como la materna, y aunque son muchos los que abogan por la natural en detrimento de la manufacturada porque mejora el sistema inmunológico y de defensas del bebé, es entendible que algunas mujeres al primer revés en el proceso de la lactancia tomen la determinación de dar el biberón. Soy algo testaruda y pensando que es mejor mi leche que la tratada químicamente -“en polvo”-, me digo que debo aguantar un poco, si al primer traspié ya doy un paso atrás cómo me mantendré fuerte y firme para una educación correcta, aunque en el fondo una cosa no tiene nada que ver con la otra, no sé si pierdo la lucidez a ratos y me vuelvo paranoica. Quizás esté haciéndolo mal y antes de tirar la toalla voy a buscar el cambio de postura; en el manual para la lactancia aparecen diferentes formas de dar el pecho, para que se elija el que mejor se ajuste a las necesidades de cada mujer según el tamaño del niño y de los pechos de ella.

No sé. No sé si hago bien las cosas. Me encuentro mal, muy mal, no me da tiempo a nada, no puedo salir de casa, estoy en una mazmorra aunque sin llave echada ni barrotes en las ventanas. Pero es una cárcel. Con un carcelero al que empiezo a querer, en un estado de síndrome de Estocolmo que me idiotiza. Me siento como una esclava atada a una “demanda” sin horarios y sin un minuto para mí.

Me intento convencer de que todo va bien. Pero no lo siento así. Lloro. Tengo los sentimientos a flor de piel. Me siento triste en un momento que debería sentir con completa felicidad, es irracional y absurdo que no pueda estar disfrutando de estos momentos únicos e irrepetibles, como tantas veces me han repetido los que ya han pasado por ello; – Disfrútalo, que se pasa rápido-. Quizá por ello mismo me agobio, por no sentir ese placer y disfrute, por notar que pasan los días y se escapan esos momentos irrepetibles y que no soy capaz de aprovecharlos y vivirlos con plena alegría. Contrariamente quiero que pasen rápidos, que pasen estos primeros meses que se me hacen insoportables y largos, demasiado largos. Dicen que después ya es mejor, y quiero que llegue ese mejor cuanto antes, lo de ahora no es mi idea de felicidad.

Sé que debe ser por las hormonas que las tengo alteradas por el embarazo y el parto y todo el proceso químico que sucede en mí interior, pero que lo sepa no quiere decir que consiga evitar sentirme fatal y que me entren ganas de llorar en muchos momentos del día. Día que me paso prácticamente sola con el hijo, sin relacionarme con nadie más. Intento decirme que no soy mala madre por no sentir el misticismo de la maternidad ni de la lactancia. Ese momento que cuentan algunas mujeres en la que hay una simbiosis perfecta entre madre e hijo, un momento que los hombres nunca podrán entender y que las mujeres que no lo han pasado tampoco, un momento en el que una siente que está dándole el maná de vida a aquella criatura que se ve pequeña y desamparada, y que tú como madre vas a proteger sobre todas las cosas, por encima de cualquier eventualidad. Pero yo eso no lo llego a sentir, no llego a percibir ese estado transcendental y mágico, aunque sí lo otro; que daría cualquier cosa por el hijo, por protegerle, por evitarle males y apartarle a los malvados. No he sentido esa plenitud al dar el pecho nunca ni antes de que comenzasen estos dolores infernales, ni por supuesto ahora con las grietas que hacen que no pueda ni levemente rozarme el pezón con nada, hasta la tela del camisón me daña, y que hacen que cada vez que el niño me pide comer sepa que las lágrimas volverán a brotar durante unos instantes.

……..

II

Han pasado días desde las últimas lágrimas. Con los consejos de la matrona y el cambio de postura las grietas se han ido cerrando y aunque en el inicio de la toma sigue molestando un poco, ya no se puede llamar dolor. Estoy más contenta, aunque sigo sin sentir el universo sobre mí cuando doy el pecho, pero sí que noto que cada día quiero más y más al pequeño. Ya han pasado un par de meses desde el parto, difícil parto el que sufrí, y que todo el mundo se empeña en decirme que olvidaré y que no recordaré lo mal que lo pasé, pero yo sé que no será así, hay que ser estúpida para olvidarlo o relativizarlo con el paso de los años, para decir; -bien sufrido fue con el fin de tener lo que se tiene ahora-.

El afecto ha ido creciendo en mí hacia él y cada día le quiero más, un sentimiento que reconozco que no me llegó por el mero hecho de darle a luz, el amor se ha ido cimentando día a día. Quizás por ello he aguantado el dolor en esos días pasados. Con este sentimiento vuelvo a pensar que no soy una buena madre, y que quizás no lo llegue a ser nunca, cómo no sentir inmediatamente un amor desaforado por aquel que llegó al mundo por ti. Incluso me pregunto sobre mi forma de relacionarme con lo que me rodea, no sé si albergo cierta insensibilidad o falta de empatía o si los afectos y desafectos que invoco se me muestran esquivos a la inmediatez, y están purgados del impulso descontrolado e irracional y solo surgen con el trato más largo y cercano, más racional se podría decir, aunque a veces sea lo contrario y el compromiso duradero sea el que lleva a un sentir irracional por la cercanía y proximidad que aturden y ciegan. Se supone que el cariño y el amor deben desvincularse del pensamiento racional y que deben salir de adentro sin entender a que son debidos y sin ponerles dudas o pegas o reparos a esos sentimientos y menos aún trabas. Dicho fríamente, si lo hubiese perdido a las horas de nacer o a los pocos días cuando parecía complicarse su existir o gravitaba sobre él un existir incompleto y nada pleno, me hubiese dolido mucho, muchísimo sin duda, pero si pasase ahora, sentiría que se me desgarra el corazón.

No se puede negar que un lazo existe y amor inicial lo hay, sería también estúpido negarlo. Cómo negar ese dolor y pena por no poder ver al hijo tras el parto, cuando se lo llevaron rápido, y casi ni sabes cómo es, separados, él en la sala de neonatología por sus complicaciones durante la expulsión y yo en la habitación reposando las horas aconsejadas por los médicos, y cuando pasado ese tiempo quieres ir a verlo pero no puedes andar tanto trecho y sentarte en la silla de ruedas es un suplicio por las almorranas enormes que te han salido, y lo intentas y no aguantas el dolor y lloras y dices; -No puedo-, el mundo se te viene encima. Entonces pides al marido que te traiga una foto, que lo quieres ver. No sé si sientes en realidad un deber, o un deseo de comprobar que está bien, o es una imposición tuya de empezar a quererle ya mismo, y solo puedes quererle si lo ves, y realmente no le has visto. Ya cuando al día siguiente por fin los calmantes hacen efecto y puedes ir, y estas frente a la entrada de esa sala en la que se hallan los que han llegado prematuros o con problemas, respiras hondo, y cuando las puertas se abren al contacto del interruptor, entras y no sabes a donde ir, y una voz a tu lado te dice; -Allí, al fondo, en la esquina. Te aproximas con cierto temor de lo que te vas a encontrar, y le ves tan indefenso, con tubitos por la nariz, protegido y al calor de una incubadora, encerrado entre paredes de metacrilato que le aíslan del aire y del mundo al que ha llegado. Las lágrimas te abordan y te emocionas, y lloras, y no puedes evitarlo y quieres mantenerte fuerte pero no lo consigues todo es desconsuelo y llanto y abrazo del marido que te apoya, y escuchas de las enfermeras los ánimos que te dan y dicen que todo va a ir bien. Pero tú tienes miedo de perderle, ya le has visto ya le estás queriendo, ya te está pidiendo tus cuidados aún sin llorar y sin quejido alguno, sólo con su presencia.

Luego avanzan los días y pasan las semanas y ya sólo sientes que te debes a él, ya sólo él, ya no eres tú la prioridad ni para ti misma, y notas que te está robando algo de ti, que te succiona el alma, tienes la sensación de estar en aquella película de “La invasión de los ladrones de cuerpos”, ya no eres tú misma. Los sentimientos han variado de tal manera que siento que no llevo el timón de ellos. Sigo sin sentir la mística de la maternidad pero aprecio que no soy la misma. Quizás sea esa la mística, la perdida de la conciencia del yo.

Esa mística de la que tanto me hablan las que pasaron por ella y la sintieron y la sienten, y no se les va, diría que incluso cada día más se les refuerza, como una ideología o una fe que echa raíces fuertes después de una primera aproximación y ya no se puede arrancar lo que ha brotado.

Me siento mal a ratos por no percibirla, por no hacerme fanática y fiel seguidora de ella, de esa religión en la que se convierte la maternidad, por tener y experimentar sentimientos contradictorios por amar al hijo tanto y por desear a la vez que pase el tiempo rápido, por desear que como en algunos deportes cuando vas ganando el reloj avance más aprisa para llegar antes al pitido final, a la victoria y a la celebración, que sin duda seguro tendré, y pronto me llegará con el hijo. Todos me lo dicen, que antes o después veré la luz y me convertiré. No digo que no, puede que dentro de unos meses o unos años sea la defensora a ultranza de esta fe, y sea la militante más fervorosa, nunca digas de esta agua no beberé, me enseñaron. Mientras tanto intentaré no martirizarme por sentirme una mala madre, y seguiré dedicándome con todo mi esfuerzo y todo mi amor a proteger su fragilidad.

 

 

.     *Cómo nos canta EBS, la protagonista siente su vida empeñada por verle sonreír… y sabe que ese niño le está demandando ya todos los cuidados para mañana, como cantan Pedro Guerra y Jorge Drexler.

“Por ti”                                                      “Cuídame“

Ella Baila Sola     reencuentros

.     **NA: Publicado originalmente el 18 de Marzo de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Una pregunta incómoda

05 Martes Ene 2021

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 15 comentarios

Etiquetas

Amistad, amor, Bisexualidad, cariño, comprensión, Confesión, Depegar, duda, Esposa, Felicidad, Heteroxesualidad, Homosexualidad, Música, Ondina, pareja, ridiculo, Ruptura, sorpresa, vergüenza

El día que ella le preguntó si había tenido alguna experiencia homosexual, él se quedó algo descolocado, sin duda no esperaba esa pregunta, estaban en el coche o tomando algo, no recuerda bien del todo. Quizás el lugar quedó borrado por el impacto de lo ocurrido. Lo que si recuerda es que estaban hablando de la ruptura de ella con su novio después de muchos años emparejados, desde la adolescencia, hacía relativamente poco tiempo que estaban cada uno por su lado, y ella hablaba de la necesidad de estar libre sin ataduras, empezó tan joven su relación que siempre a él estuvo atada. El novio, posesivo y celoso, cometió el desvarío de la infidelidad que provocó la última y definitiva riña. Ella desde largo tiempo lo intuía, o creía saber sin saber de este fraude en la relación, y aquella última vez él no lo pudo o no lo quiso negar.

Esto le sonaba a declaración de intenciones, quizás ella estaba entreabriendo una puerta que creía que se le iba cerrando tan pronto. Parecía decirle que no empujase la puerta, que quería que entrase la luz, y saber que podía salir en cualquier momento. Que casi sentía la necesidad de dejarla de par en par y poner una cortina, de esas de cilindros de plástico que se ponen en algunas casas de los pueblos y que ya aquí en la ciudad están casi olvidadas o solo utilizadas como adorno y decoración de interiores, y así entrar y salir sin problema y que por ella pasase la luz que necesitaba.

Después de la sorpresa por la pregunta, que rápido él negó como defensa u ofensa recibida, como si en ello viese venir una trampa, de la que quisiera salir como un emboscado para evitar la batalla que se cernía por esa cuestión que se le tornó insidiosa y dañina, como si con ella buscase la obtención de ventaja para algo, para algún objetivo que él veía oscuro y sombrío, dudando del motivo de tal interrogación. Reaccionó devolviéndole la misma pregunta. Y su respuesta jamás pensada en un principio, pues su pregunta fue un acto reflejo e instintivo de supervivencia y amparo por la demanda de ella sobre esa posibilidad sexual, y en ningún caso, recapacitada ni elucidada en su seno salvo en ese instante, formulando esa posibilidad por su propia protección. Y quedó boquiabierto ante su sí.

No hacía tanto que se conocían como para estas confesiones, e incluso a veces en toda una vida estos temas ni se airean ni dicen, si no se nombran no son o no lo fueron, y quedan como anécdota en la cabeza del que los guarda, como secreto, y se convence incluso de que no existieron.

Pero ella le decía que sí, que existió ese instante, ese momento, y él un poco atónito, comienza a pensar en cómo sería esa ocasión en la que sucedió, y quiere preguntar si fue gratificante, pero de momento no lo hace, y ella habla que fue no buscado, que tampoco quiere dar muchos detalles, que paso y pasó, que en el despecho y huida por la afrenta del engaño de él, el refugio de la amiga que la acunó y ayudó en ese trance, quizás les llevó a la confusión del amor que se tenían por esa amistad, a otro tipo de amor, llevándolo al terreno sexual de caricia, deseo y placer, y él por fin lo hace, le pregunta si fue gratificante, y ella dice: sí. Pero no le dice quién fue la “partenaire”, le esgrime que eso no tiene importancia, y él, que solo conoce a una de sus amigas, piensa que será ella, y su mente vuela lasciva, se imagina a ambas entre sábanas, entre las mismas sábanas en las que él estuvo. Ella es hermosa, muy hermosa, tirando a delgada aunque con curvas definidas, marcando una buena cintura y unas caderas que se ensanchan lo justo, pechos más bien pequeños, y con un culo fantástico, duro y bien armado, pero su amiga, la que no sabe a ciencia cierta si es la otra parte del “affaire”, es más grandona, si no se cuidase podría derivar en esas persona que cogen peso sin darse cuenta, con pechos grandes y las curvas más acentuadas, hacen de ella una mujer con la que cualquier hombre no dudaría en querer estar. Es más, en ese momento tiene pareja masculina. Su cabeza solo ve ahora esos rostros besándose, con tal dulzura que envidia, y avista sus manos deslizándose por sus cuerpos y sus labios enredados en los senos y deteniéndose en la mama sonrosada de una y más oscura de la otra, imagina. E intuye la mano buscando la vulva que ha explorado una y otra vez, con sus hábiles dedos y con su pene procaz. Pero eso solo es su pensamiento, ella no le dice quién fue la pareja en esa escena que le ha desvelado, tan intima, tan poco habitual de ser relatada y descubierta a los ojos de otros y menos del sexo contrario cuando en ese momento es tu pareja, y más si es reciente.

Y ahora en la distancia, ve absurdo ese apuro ante tal pregunta, esa cortedad ridícula que él tuvo por algo que no hizo pero que igualmente no hubiese reconocido, por pueril vergüenza de ser visto como homosexual, además como si ello pudiese ser la excusa buscada con la pregunta, de no ser lo suficiente macho para hembra como ella. Que ella pudiese ser bisexual no es que le pareciese algo sucio o fuese contra-natura como esgrimen algunas religiones. Es algo que puede darse en cualquier persona, que uno no se ciña al estatus habitual de relaciones afectivas, y llevarlo al entorno sexual, dando rienda al placer de igual manera o de otra manera, tanto con el sexo contrario como con el propio, sin descartar a unos ni otros. Pero no verlo mal, no quiere decir que cuando se sabe de alguien que lo es y lo dice abiertamente, nos genere un recelo por sentirlo como raro y desconocido, y eso le pasó a él, aunque ella enseguida le dio a entender que no fue un giro en su sexualidad, que le seguían gustando los hombres como siempre fue, y que no se sentía bisexual, que no le atraían las mujeres y como muestra es que estaba con él, pero él dudó, dudó de sí esa confesión era para mostrarle el camino de salida de su vida. No entendía muy bien, por su cabeza pasaron imágenes de ellos juntos con la amiga secreta, y eso le agradó, por un instante, luego no tanto pensándose marginado por ellas, quizás la amiga solo desease a la pareja homosexual y no al invitado. Ya en otra ocasión vivió una situación similar, ellas en la cama y él en el sofá. Empezaba a pensar que los fracasos de ellas con los hombres terminaban siempre con amigas en la cama. La ruptura no tuvo nada que ver con esa confesión y sí con el deseo de libertad, esa que hacía poco había descubierto, esa que él ya intuía como necesidad para ella y hacía verse fuera de su vida. Alguna vez se vieron, pasado ya bastante tiempo, y ella le habló de sus conquistas masculinas, durante su labor de viajante. Esas mismas relaciones laborales que estando juntos le daban tantos celos, aunque nunca, se lo declarase.

Cuando con los años pasados, vuelve a su recuerdo, y la visualiza en el presente, se le antoja que estará feliz, y se alegra por ello, siempre fue risueña y vital, y la presiente con pareja, pero ya no puede evitar verla e imaginarla, dichosa en la vida, con Esposa.

.

.

.

.     *Ella quizás no quería ser como dicen que hay que ser, igual que nos cuenta Ondina en su canción.

“Despegar“

ondina - despegar

.     **NA: Publicado originalmente el 08 de Marzo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La habitación

14 Martes Jul 2020

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Relato

≈ 22 comentarios

Etiquetas

amor, amor efímero, desafecto, falsedad, habitación, Música, proyectos, Seguramente me lo merezco, Solo me has rozado, Tulsa, viajes

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Me traigo aquí mi aportación que hice allí a vuela pluma, para la foto de abajo sobre la que él decía:

Esta semana, os planteo un reto: ¿seremos capaces de introducir conflicto y cambio a una imagen de amor tan idílica como esta que os traigo de Puuung?”

La habitación

.

La habitación.

Otro día que se nos va a pasar aquí encerrados, tumbados, perdiéndonos un magnifico día de sol primaveral, enclaustrados en esta asfixiante habitación. Cierro los ojos y me dejo llevar a otros lugares, me fugo con otras compañías, con otras amantes. Acariciando a este gato, haciendo que me place pero que lanzaría por la ventana si pudiera, no soporto a este animal siempre encima de nosotros, se supone que los gatos son independientes y van a su aire y este no hace más que quitarnos el aire de lo pesado e insistente que está siempre. Ella aún no sabe que detesto a los animales. Sigue en su nube desde hace días, ilusionada y empeñada en decidir ya la ruta que quiere que hagamos, planificando con la guía de viajes las vacaciones que por un descuido imprudentemente le propuse.

.14

.

.     *Cuando ella se sacuda esa felicidad “nubladora” quizás cante y sienta suya esta canción de Tulsa.

“Seguramente me lo merezco“

Tulsa - Sólo me has rozado

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Junio de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Cuando era tu Ángel

20 Miércoles May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

alas, amor, caricias, Danza Invisible, Danza Invisible 1984-1989, Edén, El Ángel caído, insomnio, Javier Ojeda, Música, noche, oscuridad, piel, sexo

En la noche, cuando el sueño me quita el sueño, cuando pienso en lo hecho y en lo deshecho, cuando todo lo claro y luminoso se ensombrece, cuando el cansancio no me deja descansar, vienes y vas. En la nocturnidad te haces más evidente, y te veo mejor en la oscuridad, te apareces y presentas, y te acercas y alejas. Sucumbo a un delirio sin rumbo, que me zarandea y me aturde. Te intuyo intrusiva en mi descansar que no consigue llegar. Caes y te levantas a mi lado, y miro y ya no estás. Nítida te veía un instante antes, y te difuminas en cada segundo cuando intento tocarte. Como cuando las caricias que te hacía te erizaban la piel, encrespando todo el vello, y tú estremecida por el escalofrío, te retorcías y me pedías que parara, no podías aguantar ese suplicio que a la vez era placer, e intentabas alejarte un poco para no estar a mi alcance, para que mis manos, mis dedos, no pudiesen seguir rozando centímetro a centímetro cada poro de tu piel, que se me trasformaba en desierto por el que perderme, y sediento buscaba tu boca donde saciar mi avidez. Tu desnudez, me excitaba tanto que no podía esperar y el resto de mi cuerpo, ya no solo las palmas y las yemas, si no todos mis miembros iban al encuentro de la piel, epidermis de aromas tentadores, y humores ansiados, de delicias prometedoras, que cálida me trasportaba feliz por toda ella, con el deseo como guía y cicerone, para saber el camino por donde debía discurrir mi exploración y travesía, rastreando cada uno de tus movimientos, cada una de tus respuestas a mis actos, suaves y delicados, siempre entregados a ti. Y tú dada la vuelta, medio acurrucada como si quisieras poner tierra de por medio, como si darme la espalda fuese tu manera de huir, eras todo provocación y coquetería convirtiéndose esa huida en una falsedad, siendo en realidad la manera invitadora de mostrarme todo lo que querías compartir, para facilitarme el asedio que esperabas recibir, y yo sin dilación te envolvía con todo mi cuerpo como una cascara que te protegiese y quedabas cercada por todo mi yo, te abrazaba como si alas suaves y sedosas tuviese, y tu melena se hacía a un lado para dejar tu cuello libre para mis labios, que se deshacían en besos que volvían a hacer que tu piel se encrespase. Ya, mi sexo endurecido buscaba entrar en ti para un goce que habíamos prolongado y dilatado, y encontraba que era recibido por ti con afán, todo rociado ya con tus efluvios, que deseosos esperaban para mezclarse con los míos. Pero me hago consciente que esto no sucede, ni sucederá más, salvo en mi cabeza, cuando cada noche que insomne y turbado, sin el sosiego necesario para dormir, vuelvas otra vez como espectro y fantasma a revivir en mí, todos esos momentos, agazapados los dos en la cama, y después exhaustos, en los que nos prometíamos amor para el resto de los días. En esta vigilia, hechizado otra vez vuelvo a no entender nada, vuelvo a sentir este sufrimiento que me persigue por ese error que cometí, y que te hizo marchar, debo acostumbrarme a que jamás volverás, me quemaré en mi infierno a donde me mandaste. Caí de tu edén y dejé de ser para ti el ángel que con alas te abrazaba.

 

 

 

.     *Hoy ponemos la música de Danza Invisible para el texto de un ángel caído en desgracia, que recuerda aquel edén perdido.

“El Ángel caído“

 

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Abril 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

El hueco de tu cuerpo

07 Jueves May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

Etiquetas

amor, ausencia, cama, Con las ganas, día 913, La fabulosa historia de, Música, nostalgia, Sin haber venido, tristeza, vacíos, Zahara

Veo el hueco de tu cuerpo, miro al lado, y solo veo el hueco dejado, la cama se hace gigante, miro de soslayo, me da miedo afrontarlo. Solo veo hueco, vacío donde antes hubo tanto, todo lleno, repleto de vivencias, aciertos y fracasos. Ausencia del cuerpo ajado, hoy solo carencia de tu peso a mi lado. Y no recuerdo lo bueno o lo malo, solo la falta de tu presencia, todo lo demás quedó en el pasado. En el despertar me veo solitaria y no encuentro donde posar mis ojos, que siempre buscaron ese lugar que tú ocupabas, hoy reduciendo mis sentimientos a nostalgias, pero no veo nada de lo que fue, solo veo que no estás. Me recreo en buscar, buscarte, me imagino o fantaseo que te levantaste por cualquier motivo que invento, y espero, espero tu vuelta en cualquier momento. Y  me giro, toco tu hueco, ese hundimiento que te acoge en tu sueño, y caigo, vuelvo a equivocarme, ya no acoge tu dormir, desde hace tiempo estás desaparecido, pero a veces no lo tengo asumido. Y me vienes a la mente y te creo conmigo, y te miro sin sentido, no hay nada que mirar no te voy a encontrar, pero sin quererlo insisto. Hace tiempo que lo sé, y me lo repito, pero casi todas las mañanas me pasa lo mismo, me quedo aturdida y por un instante, abstraída, ensoñando como sería el despertar de este día, si tú otra vez, me lo alegrarías, como antes, tantas veces. Y quiero que te aparezcas y visualizar aquellos días de dulzuras, de juegos y  risas, pero no lo consigo ver, se ha borrado tu cuerpo de mi cama y muchas cosas con él, y me pone triste que no pueda sentir otra vez ni siquiera dentro de mi cabeza, lo vivido junto a ti. Es como si todo lo que va unido a tu imagen se haya difuminado o embarrado de tal manera que no lo reconozco, y si aparece no me parece aquello que fue, si no que creo que mezclo las historias y te atribuyo lo que no es y en cambio no consigo atribuirte lo que compartimos. Tu hueco frío, nadie lo ha calentado desde tu partida, lo miro, y lo remiro, y la angustia primera se pasa, dos segundos de tristeza cada mañana, saltan las lágrimas y las trago y me digo “ya pasó”, pero cada amanecer vuelve a suceder. Respiro hondo, muy profundo, cierro los ojos, los abro otra vez, pero todo sigue igual, el silencio atruena por toda la habitación y me hace daño a los oídos. Busco en mi mente qué sonidos nos hubiesen acompañado en el despertar y no los encuentro, ni encuentro las palabras que me decías y me dirías ahora aquí al lado de mi cuerpo, qué susurros eran aquellos que ya no recuerdo, y no hace tanto que fueron, y te maldigo por llevarte todo ello con tu cuerpo. El silencio que no se trunca, hace caer más lágrimas sobre mis manos, que intentan consolar todo este desánimo, este ritual de miedos y preguntas, de alboradas que asustan. Miro el hueco, aún hundido, o es mi invención que lo cree hundido, y me sigo engañando para no sentir el daño, saber que ya no estarás no lo quiero aceptar, y me hurgo dentro para sacarte poco a poco pero ni así puedo, y no sé porqué no te saco de adentro, y me confundo, ¿quiero o no quiero?, e intento corregirme y decir que ya nunca estarás en ese hueco, y tiemblo con la soledad del amanecer, en el que no sé lo que siento, si rabia, odio, amor, tristeza o miedo, no sé qué me pasa, pero sé que te echo de menos.

 

 

 

.     *Zahara nos acompaña el texto con su música sosegada, tranquila y desgarrada de ausencias y huecos vacíos en las madrugadas.

“Con las ganas”                            “Sin haber venido“                                 

.     **NA: Publicado originalmente el 5 de Marzo de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

Volver a empezar

16 Jueves Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 7 comentarios

Etiquetas

Al respirar, amor, Caminos, Desafectos, desamor, Empezar, Música, respirar, Ruptura, Sharabbey Road, Un día en el mundo, Vetusta Morla

Allá, lejos de la multitud, sumidos en el desamparo, en la isla salvaje, despojados de la civilización, nos unimos como nadie, todo estaba en contra de nosotros pero nos hicimos fuertes y luchamos por querernos, pero aquello pasó y hoy he decidido que ya no más, la rutina asesina nos ha hecho desbocar, todos los avatares que pasamos no nos han hecho madurar, el amor se acabó y no queda por lo que batallar, cada uno mira para otro lado cuando despertamos, las lágrimas por ti no me hacen feliz y necesito echar a volar. Del recuerdo no podemos continuar alimentando un futuro que nos hace daño, necesitamos otros corazones que buscar, que nos refugien y quieran y que nos traigan felicidad, esa que ni tú ni yo nos podemos dar. No me digas que los buenos tiempos volverán, es engañarse una vez más, no vale la pena, es mejor afrontar una ruptura que no dejarse acomodar por el tedio, solo hay una vida que vivir y debemos hacerlo sin sufrir, busquemos otras islas donde poder empezar bajo otras palmeras que nos hagan disfrutar de un amor duradero que no nos supimos dar, ese amor se extinguió, no son reproches solo te quiero contar que ya lo nuestro no tiene donde llegar, que el horizonte está tan lejos que es mejor parar, hace tiempo que nos perdimos y no avanzamos de la mano, nuestros caminos se bifurcan y no quiero seguir a tu lado, tu quieres decidir por dos pero yo estoy cansado, necesito descansar, necesito tomar aire y respirar, quiero la soledad, los días están contados y no hay nada más que perder, es hora de volver a empezar.

 

 

 

.     *A veces los caminos no están claros y se ven lejanos y nuestro compañero de viaje no nos deja respirar y necesitamos separarnos para no sucumbir en el trayecto, Vetusta Morla nos lo recuerda.

“Al Respirar”           “Sharabbey Road“

Vetusta_Morla-Un_Dia_En_El_Mundo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 27 de Enero de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

BSO

13 Lunes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 42 comentarios

Etiquetas

Amaral, amor, Banda sonora, Banda sonora desafectada, BSO, Es sólo una canción, Gato negro Dragón rojo, Homosexualidad, Música, Recuerdos

Me dice que la música forma parte de nuestra vida y que todas las personas tenemos en la cabeza una banda sonora, esas canciones que nos han acompañado en el avanzar de los años y conforman un paisaje sonoro de nuestro pasado, de los días vividos, desde la infancia hasta ahora, y que cada día estamos abiertas a dejar entrar una nueva canción o melodía a esa lista. Es inevitable. Nuestro futuro irá musicado también, y antes de ser pasado, justo ahí, cuando ya haya dejado de ser presente es cuando esa música formará parte de nosotros. No todas nos gustan por igual pero hasta esas que no son nuestras preferidas nos transportan en el tiempo. Algunas realmente no han sido elegidas por nosotros para quedarse grabadas en ese imaginario CD, MP4 o “playlist” de nuestra mente, son la BSO de otros, pero nosotros estábamos con ellos y cuando lo oímos nos llevan a ese momento. Suele pasar con el tiempo de nuestra infancia o primera adolescencia, que esa música oída forma parte de nosotros porque era la de otros cercanos; nuestros hermanos o padres, o simplemente son la música del momento, de la época, y sonaba incesantemente, e inconscientemente se nos quedó grabada y no lo sabemos hasta que surge de nuevo en cualquier ocasión, y ¡zas!, nos vemos de regreso a ese instante, y ya no es música de ellos sino nuestra. Sé que tiene razón, pero además de con la música nos pasa con otras percepciones; aromas, sabores, imágenes, paisajes, lecturas, aunque tengo que reconocerle que la música es más potente y más fácil de que entre insospechadamente en acción. Tiene razón cuando me dice; la música está por todas partes. Por ejemplo, andando por la calle te puede llegar por músicos callejeros o en los pasillos del metro o cuando vamos viajando en él, de repente surge esa melodía que te saca de la lectura en la que estás enfrascado, por ese músico que acaba de entrar al vagón y al ponerse en marcha el convoy, toca, y nos despierta sentimientos e imágenes, y a veces nos da un escalofrío y la piel erizada nos duele. Nos duele por la nostalgia y la melancolía que arrasa todo nuestro cuerpo, nos quedamos con la vista perdida en el suelo o mirando la página de ese libro que llevamos entre las manos o en algún pasajero que realmente no vemos puesto que miramos más allá, mucho más allá. Son canciones y sonidos que nos evocan momentos y situaciones a veces placenteras y alegres y otras no tanto, incluso algunas verdaderamente dolorosas. –Es lo que te ha pasado a ti, me dice. Y yo sólo asiento con la cabeza, quisiera decirle que no sólo con la música, también las voces y las palabras moduladas en un tono conocido nos mueven en el tiempo. Me gustaría contarle que hoy le recordé de nuevo, que una voz a mi espalda me hizo darme la vuelta con el corazón agitado, y aunque no pertenecía a quién esperaba y deseaba, yo ya estaba en otro lugar con él, con el dueño verdadero de esa voz, apartada de todos los que me rodeaban en ese momento. Pero no le cuento, no quiero que vuelva a regañarme por agarrarme a su recuerdo a la más mínima oportunidad. Ya me tiró de las orejas antes, cuando le dije que desde que lo dejamos, desde que se fue, ya no hay música en mi vida, que él se la llevó, me secuestró el placer de escucharla, es tanta la música que me evoca a él. Por eso hablamos de la música, de ahí sus palabras diciéndome que es imposible lo que le cuento, que la música forma parte de nosotros como pasa en una película, y que nadie se puede llevar nuestra música, toda nuestra música, sería como si nos robasen la memoria, y sí algunas veces aparecen sin avisar los recuerdos que acompañaron esa música, es normal, son cosas que no se pueden evitar y hay que aprender a convivir con ello aunque sintamos algo de daño, pero seguro que hay mucha música que te trae a otras personas, otras situaciones, que sí son agradables y felices. Intentar borrar canciones o autoextirpar de nosotros algunas de ellas es extirpar parte de nuestra vida. Yo le había contado que hay canciones que no las puedo escuchar, que significan demasiado, y me gustaría que sé esfumasen por completo. Hace un par de días al poner la radio sonó una canción y mi mundo se empezó a resquebrajar, esos cimientos que tantos meses me ha costado ir proyectando, a las primeras de cambio, se tambalean y me dejan hecha mierda. Ella con cariño me ha abroncado. Es un gran apoyo, siempre está ahí, a mi lado, y me ha contado todo eso de nuestra banda sonora, y que no debemos renunciar a los recuerdos, somos lo que somos por lo vivido y eso nos ayuda a seguir, la música forma parte de ello y ayuda a sentir de nuevo, sentir cosas que ya están en el pasado, sí, pero que es necesario revivirlas de vez en cuando, pasar página pero no olvidar. Debemos poder disfrutar de la música y sentir con ella, aunque es verdad que no siempre eso sentido es agradable y hasta el antes bello quejido de un violín resulta doloroso como una puñalada, pero no debemos renunciar a ello, la música es la vida, es lo vivido. Y me ha acariciado y me ha abrazado y me ha dicho que si me dejo ella me cuidará, que si yo quisiera, estaría dispuestas a tener mucha música compartida por las dos.

 

 

.          *A veces pensar que es sólo una canción, como canta Amaral, es lo que necesitaríamos para calmar el corazón.

“Es sólo una canción“

Gato rojo dragon negro amaral

 

 

.          **Todos tenemos una BSO en nuestra vida, y este blog también tiene la suya. Cada texto lleva muy unida una canción que a veces dice mucho más que lo relatado y siempre completa lo escrito, me atrevería a decir que para entender por entero lo que dicen las palabras debería terminarse escuchando la melodía y la letra de las canciones que las acompañan.

.       Para facilitar el seguimiento de esta Banda Sonora, he creado la página BSD, en donde he compilado todas las canciones hasta el momento publicadas y en donde se irán añadiendo las que vayan completando las futuras entradas. Ahora puedes venir en busca sólo de canciones desafectadas para esos días en los que el ánimo te lo pide. Incluso quizás te apetece hacer el camino inverso y descubrir nuevos relatos guiado por la música que quieres escuchar; eligiendo una canción y descubriendo las letras que le acompañan.

.          *** Publicado originalmente 6 de Febrero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Y te pregunto a ti, tú ya sabes, ¿cuál crees que es nuestra canción o será nuestra canción?

No me busques en los paraísos perdidos

08 Miércoles Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 28 comentarios

Etiquetas

afecto, amor, Confesiones de un artista de mierda, insatisfacción, Ivan Ferreiro, Música, Paraísos perdidos, tristeza

Siempre fuiste un soñador

queriendo lo que no había

con las ínfulas de más de lo que tenías.

Siempre entristecido

dañándome con tu nostalgia e insatisfacción

hurgando en esa herida de existencia fallida,

siempre pensando que la vida te maltrató.

No me busques allí donde sueñas,

estoy aquí a tu lado y es lo que soy,

no me busques en paraísos perdidos

en los que nunca estuvimos.

Mira a tu alrededor no hay otra cosa más que yo,

cógeme la mano si quieres que sigamos,

salgamos a los caminos, viajemos sin dirección,

pero no me pidas que busquemos los paraísos perdidos.

 

.

.

 .    *A veces la vida no es como quisiéramos y no resulta tan idílica como está en nuestras cabezas… y ni el pasado fue mejor. Todo ello nos lo canta Iván Ferreiro.

“Paraísos perdidos“

Ivan ferreiro - confesiones

.     ** Publicado originalmente 11 de Noviembre de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Herido corazón

06 Lunes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Frases, Música, Micropoesía

≈ 20 comentarios

Etiquetas

afecto, amor, Carlos Santana, corazón, Corazón espinado, desafecto, Fernando Olvera, herido, Maná, Música, placebo, Supernatural

Micropoema 10-Herido corazón

 

 

 

.     *Santana y Fher Olvera de Maná nos cantan su corazón espinado para acompañar al nuestro herido.

“Corazón espinado“

santana-supernatural

 

     **NA: La tarjeta fue realizada con Notegraphy.

.     ** Publicado originalmente 24 de Marzo de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad6

En ti soy nada

03 Viernes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Micropoesía

≈ 16 comentarios

Etiquetas

amor, anulación, boca, desamor, diluirse, La pareja tóxica, mirada, Nada, Pregunta al polvo, Zahara

Micropoema 5-En ti soy nada

 

 

 

.     *Zahara nos acompaña con su música el texto de hoy, que se vuelve agua, polvo y nada.

“Pregúntale al polvo“

NA: La tarjeta realizada con Notegraphy.

.     ** Publicado originalmente 20 de Noviembre de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

← Entradas anteriores

La vida está llena de afectos y desafectos.

Entradas recientes

  • El mito
  • Desorden emocional
  • Confuso llanto
  • Mística lactante, mística maternal
  • Una pregunta incómoda

abandono Adiós afecto Amaral amigas Amistad amor angustia ausencia Aute Bebe Bunbury calor cambio celos Christina Rosenvinge cuadros desafecto Desafectos Desafecto Social desamor deseo Despedida dolor duda dudas Efecto Mariposa encuentro espera Felicidad Frío hijo Hopper Infidelidad libros llanto locura Los Rodríguez Love of lesbian Lágrimas Marlango Melancolía miedo mirada Muerte mujer Mujeres Música Nada noche nostalgia Odio palabras pareja Pasado pensamientos piel placer Poesía Presente Quique González Recuerdos Ruptura Sabina Serrat sexo silencio Silvio Rodríguez Soledad Soñar Supersubmarina tristeza Verano Vetusta Morla vida

Archivos

Categorías

  • Comentarios (2)
  • Frases (7)
  • Música (351)
  • Micropoesía (11)
  • Microrrelato (27)
  • Poesía (114)
  • Reflexiones (47)
  • Relato (211)

Días de afectos y desafectos

marzo 2021
L M X J V S D
1234567
891011121314
15161718192021
22232425262728
293031  
« Feb    

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Únete a 1.304 seguidores más

Desafectados

En instagram

No se encontró ninguna imagen en Instagram.

Follow desafectos on WordPress.com

Meta

  • Registrarse
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Visitas Desafectadas

  • 80.148 hits

Blog de WordPress.com.

Cancelar

 
Cargando comentarios...
Comentario
    ×
    Privacidad & Cookies: este sitio usa cookies. Al continuar usando este sitio, estás de acuerdo con su uso. Para saber más, incluyendo como controlar las cookies, mira aquí: Política de Cookies.