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desafectos

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Archivos de etiqueta: Odio

Dejando ayer

16 jueves Ene 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 40 comentarios

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Adiós, ayer, Despedida, Fue eléctrico, grito, Ira, La habitación roja, Música, Odio, Ruptura, silencio, tristeza

Antes de que llegue el odio,

te digo adiós.

Antes de que llegue el insulto,

te digo, busca algo mejor.

Antes de que la ira haga aparición,

te digo, suspendamos la relación.

Antes de que la tristeza nos ahogue,

te digo, nademos a por bollas de salvación.

Antes de que todo sea silencio,

te digo, lo siento.

Antes de que gritemos, esto no es ayer,

te digo, mañana hay amanecer.

Antes de dejarte de querer,

te digo, lo hago por mi bien,

lo hago por tu bien.

 

 

 

.     * Como en la canción de La habitación roja, al sentir que ya no hay chispa compartida nos encontramos con la necesidad de abandonar la relación antes de que lo bueno habido se vuelva tóxico.

«Ayer«

La habitación roja - fue electrico

.     ** Publicado originalmente 12 de Junio de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Pediría un deseo

31 martes Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

≈ 31 comentarios

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Año nuevo, Desafecto Social, deseo, desterrar, Feliz 2013, Odio, pedir, quimera, rabia, Rabo de nube, Silvio Rodríguez, tristeza

Época de deseos,

de renovar los pasados,

los no cumplidos,

y los cumplidos que han de ser cambiados.

Sacarlos por la ventana en papel escrito,

quemarlos con los primeros instantes

del año nuevo, dicen serán cumplidos.

Aconsejan que elijas uno o varios nuevos.

 

Si pudiera pensar que se cumpliesen,

optaría por la esperanza,

sacar de mí el odio por lo que no comprendo

sobre decisiones sociales tomadas.

Repartir un poco, de lo poco que tengo,

repartir un mucho, de los que mucho tienen.

 

Si tuviera que pedir un deseo,

pediría que las lágrimas no me brotasen por lo que veo.

Que la ira no me nublara el pensamiento,

que la rabia no se apoderase de mí,

cuando nos cortan nuestros derechos.

 

Si pudiera y creyera en los deseos,

pediría desterrar la desigualdad.

Si pudiera y creyera en lo quimérico,

pediría un deseo.

 

 

.    *Con la fuerza de esta canción de Silvio Rodríguez (necesaria escuchar), acompaño mi deseo escrito y que el próximo año nos llegue un rabo de nube. Feliz 2013. Feliz 2020.

«Rabo de Nube»

Silvio Rodriguez- Rabo de nube

.     ** Publicado originalmente 29 de abril de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

.     ***Las cosas no han cambiado demasiado en este tiempo y por eso estos deseos tristemente no han caducado y vuelven a ser mis deseos para este año próximo. Añadiría, que acierte en mis decisiones.

Otra idea de felicidad

25 lunes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Relato

≈ 14 comentarios

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Bebe, cuchillo, Felicidad, Infelicidad, Lo echamos a suertes, Malo, Música, miedo, Muerte, Odio, oportunidad, Pafuera telarañas, pareja, suerte, Violencia, Violencia de género

Dormir separada de su hombre,

no era su idea de felicidad.

Dormir con un cuchillo bajo la almohada,

no era su idea de felicidad.

 

Poner cerrojo en la puerta de su alcoba,

no era su idea de felicidad.

Los gritos a su regreso,

no era su idea de felicidad.

 

Que le llamen puta,

no era su idea de felicidad.

El olor a alcohol a su vuelta,

no era su idea de felicidad.

 

Las amenazas de quitarle la vida,

no era su idea de felicidad.

El maltrato psicológico,

no era su idea de felicidad.

 

Evitar encontrarse en el hogar con su marido,

no era  su idea de felicidad.

Vivir con miedo,

no era su idea de felicidad.

 

Ser su esclava y sirvienta,

no era su idea de felicidad.

Sentirse culpable,

no era su idea de felicidad.

 

Odiar,

no era su idea de felicidad.

Desear la muerte de alguien,

no era su idea de felicidad.

 

Convivir con el padre de sus cuatro hijos,

se convirtió en su idea de infelicidad.

 

Su muerte supuso liberación.

Su muerte le devolvió la felicidad.

 

La suerte le dio otra oportunidad.

 

 

 

.     *Quizás ella debía haberse vuelto como el fuego y haber sacado el valor para quemar sus puños de acero como dice la canción de Bebe, y no esperar y tentar con su pasividad a que la vida le diese una nueva oportunidad, que por suerte tuvo.

«Malo«

Bebe Pa fuera telarañas

.     ** Publicado originalmente 5 de Diciembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Palabras que hieren

19 jueves Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adiós, celos, dolor, escritos, Fiesta, La bien querida, letras, libertad, Música, nausea, Odio, palabras, rabia, Ruptura, seductor, Sentido común, vocablos

Fui yo quién desencadenó el odio o el odio me vino a buscar, ya es mañana qué más da.

Ayer sentiste celos por mí, las palabras leídas te hieren como cuchillos que se clavan en ti. ¿Fui yo el responsable de que me quieras matar o eres tú que no sabes aguantar? Qué más da si no me vas a escuchar.

Que lo escrito duela, si no va para ti, es un problema que no hubo ni habrá. Las palabras, aunque escritas no las lleva el viento, vuelan para los demás, cada uno las acoge como las quiera sentir, si odias que sean para los demás, que anheles que sean solo para ti, no lo puedo remediar. Desencadenan un odio visceral y me golpea cuando me lo echas encima como basura sideral.

No poder escribir, medir comentarios como un desliz que no debiera cometer ni suceder sería coartar la inspiración y eso es cercenar la necesidad de expresar y cabalgar por mundos etéreos, y deseo inconcluso jamás a cumplir. Palabras punzantes, vocablos dentados que se te meten adentro y te corroen y muerden y mastican las vísceras vulnerables a lo externo, y te encoges y retuerces con gran dolor, y la rabia y las lágrimas afloran. La miel en el texto se convierte en hiel para tus labios lectores, y saboreas lo rancio en que se ha convertido el verbo cuando lo sientes arrebatado a ti, cuando el destino no lo sientes como tuyo. Acre sabor discurre por tu paladar y desciende por tu garganta. Y las letras unidas adquieren olores nauseabundos y te hacen torcer el gesto, provocando arcadas y deseas echar afuera ese asco que te rodea, ese aborrecimiento. La cólera se apodera de tu mente enferma por tanta furia provocada al deglutir expresiones que se tornan pestilentes al pensarlas para otros.

Seductor de damiselas y musas y conquistas ficticias y diatribas con encantamiento, son tus argumentos del dolor insuflado por lo redactado. Las acusaciones vertidas y derramadas, recelos obtenidos por un sentido común que dejó de serlo, que ya está dominado por el ánimo detraído por lo visto e imaginado dolientemente. El sueño perdido te hace inestable, moliendo cada verso, delirante en busca de un sentido inescrutable que haga saber si hay detrás de él un destinatario que usurpe tu feudo autoproclamado.

El sentido común lo perdiste cuando te engañaste con la idea que lo escrito era traición e infidelidad, que lo negro sobre fondo blanco era una cuchillada en tu piel, una marca tras otra que te hace recordar a cada momento que no eres la destinataria de aquellos grafismos y caracteres que unidos dicen tanto y tan poco a la vez. Quieres poner coto a los símbolos lingüísticos para que no digan lo que dicen, para que no signifiquen lo que otros pueden interpretar y llevar a error y crear expectativas que solo tú ves posibles. Y no quieres leer más, no quieres compartir, no quieres ver sentimientos ajenos a ti que solo tú ves, y solo divisas palabras que pueden lastimarte aun siendo suaves y delicadas, convirtiéndolas en ásperas y bruscas por tu tamiz, y las sientes como agresión en vez de caricia.

Te preguntas quién eres para mí, y dices que preferirías no haberte fijado en mí. Como me quieres no es sano y te estás mintiendo. Aunque te explico que lo tuyo y lo nuestro es otras cosa, no son palabras son hechos, son actos, son castillos cimentados en algo más fuerte que unos vocablos, son lazos invisibles, y no lo quieres ver, y me espetas que ya no es como ayer, que me diluyo en lo escrito que ya no son para ti todos mis pensamientos, que ahora se evaden en busca de otros oídos que acepten lisonjas que dices que ya no te digo.

Y ya es mañana y cierras la puerta mientras esto te digo y no sé si volverás.

 

 

.     *Al protagonista del texto al igual que al de la canción de La bien querida le expresan las dudas que genera su forma de ser, de estar y de compartir…

«Sentido común«

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Octubre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

La humillación

10 martes Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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agresión, daño, discoteca, escuchante, humillación, miedo, Odio, oyente, Periodistas, Radio, Sávese quien pueda, TV, Un día en el mundo, vejación, venganza, vergüenza, Vetusta Morla

Uno no sabe lo que es la humillación hasta que no ha sido puesto frente a ella o la ha sufrido, aunque a veces uno se expone a ella y la nutre con sus actos o sus palabras y no se da ni cuenta de que se está humillando a sí mismo. Verla de frente, si son otros el objetivo de ella es doloroso y apena y avergüenza, por lo que uno ve, y piensa en la aberración que está presenciando, como cuando uno mira un programa de televisión y el que sale en pantalla es vilipendiado o sirve de diana para la mofa y escarnio de esas personas que le rodean allí si está presente en el plató y si no está da igual, lo denigran y calumnian igualmente, con grandes gritos y aspavientos; o cuando el invitado o entrevistado habla y se expresa fatal por su falta de costumbre ante las cámaras o a veces por incultura y falta de estudios; o todos esos que por la calle responden incongruencias a periodistas o reporteros, y en todos estos casos viéndolo uno se pone colorado por vergüenza ajena y ha de cambiar el canal, y parece que así se libra de ello y descansa de tal turbación.

Y también pasa escuchando la radio, cuando entra en antena una llamada y lo que dice el oyente o escuchante, que ahora dicen, como para darle categoría, no sé ya si a la persona que está al otro lado de las ondas o por vanidad de los profesionales de la radio que se sienten mejor pensando que para quienes hablan les escuchan y no solo les oyen, cosa que me parece horrenda y pretenciosa, aunque lo hagan para darle más empaque a sus seguidores, en el fondo me suena más que es para alimentar su propio ego, no sentir que hablan a la nada, que hablan para nadie. Como decía, también en la radio aparece este sentimiento de bochorno, a veces uno escucha el relato de quién ha llamado a la emisora a dar su opinión entrando en directo o dejándola en un “contestador” y uno intenta pasar de ser escuchante a ser sólo oyente puesto que lo que escucha es penoso, no ya solo por la idea transmitida si no como lo transmite, o se desmarca hablando de algo que no viene a cuento al programa, y es entonces cuando indefectiblemente se va la mano para cambiar el dial y poder librarse de esa humillante imagen que está dejando de sí mismo esa persona, que quizás ni se da cuenta de que se está poniendo en evidencia. Pero en estos casos se es un elemento pasivo, meros observadores y escuchadores, aunque las situaciones nos azoren hasta el punto de intentar desprendernos de aquella visión o de aquellos discursos que nos parecen deleznables para el sentido común, en cambio hay otras situaciones en las que somos participes, protagonistas en esa humillación, no ya impuesta por nosotros mismos ni elegida como algunos de los casos anteriores, si no infligida por otros, unos que creyeron el deber de dar un escarmiento, so pena de limpiar su honor. Un ajuste de cuentas, de unas cuentas que uno no cree deber ni ser moroso de nada para con ese que ahora quiere cobrar para su regocijo y reposición de honra. Invitados como elementos activos de la situación aunque nos reservan un papel pasivo.

De cualquier modo, verlo de frente  y sentirlo si no eres tú el humillado tampoco es lo mismo que si la humillación cae sobre ti, y la vejación se hace en tus propias carnes, y se ceba en tu rostro y en tu dolor y en tu llanto; perdida la dignidad, por el miedo y la indefensión y la repulsión al acto no consentido.

Es un sentimiento horroroso cuando se sufre, quizás difícil de imaginar si nunca has pasado por ello. Lo más próximo a veces es escucharlo de la boca de otros que tuvieron que pasar ese mal trance e incluso les cuesta pensar que la desgracia cayó de esa manera sobre ellos, y no aciertan con las palabras que determinen sus sentimientos, su estado anímico de ahora y de cuando lo sufrieron. El de ahora puedes intentar intuirlo si consigues verle los ojos; bajos, arrastrados por el suelo, van con la cabeza baja, muy agachada como con un gran peso, triste la expresión y el llanto en el borde de los parpados siempre a punto de salir. Pero el de aquel día no se puede intuir ni por aproximación saber si antes no lo has visto, no has visto el rostro del humillado en pleno acto, en pleno momento de ofensa y burla. Pero yo sí lo vi, brevemente o no tan breve siendo sincero; el morbo hace que uno se recree en esas cosas que siempre dice nunca vería, o por las que asegura no se dejará llevar por asco o aprensión y convencimiento de que mirarlo no te hace mejor persona y al verlo formas parte de ello y eres participe de algo nauseabundo, y en vez de apagar o cambiar de canal o de dial como siempre uno hace, o procura hacer y defiende esa postura ante otros, se deja llevar por aquello que resulta hasta desagradable visionar.

Las imágenes no necesitaban grandes comentarios, el sonido grabado era más que descriptivo del trauma acaecido allí.

Parece ser que el encuentro se produjo de manera casual y fortuita, pero llevó a un desenlace grotesco. En aquella discoteca atestada de gente, fue mala pata que el destino hiciese que se pudiesen juntar de nuevo sus vidas, era un local inmenso y con tanta gente que lo normal hubiese sido que no se hubiesen visto, ni haber sabido uno del otro, pero la mala fortuna hizo que él con varios amigos decidiese moverse del lugar donde estaban cerca de una barra para ir a pedir a otra y de paso ver como estaba “el ganado” por otras partes de la “disco”, donde se ubicaban no había chicas accesibles a sus intereses.

Al avanzar entre la multitud, en una zona alta en la que se podía apreciar la pista y gran parte del sitio, vio su cara casi de improviso, y al verlo no le dio gran trascendencia, sólo lo le sonrió y le saludó, pero enseguida se dio cuenta de que su saludo no era bien recibido, al ver como el conocido tensaba la mandíbula y abría ostensiblemente los ojos, y al llegar a su altura le agarró del brazo cuando éste le iba a dar la mano. Él iba el último del grupo, por lo que sus amigos no se percataron de que quedaba rezagado y enseguida lo perdieron de vista. La música estaba muy alta y casi no podían oírse si no se acercaban mucho, el conocido le dijo que cómo se atrevía a saludarlo.

–          ¿Cómo te atreves?

–          ¿Qué dices? – un poco confuso, no entendía ese recibimiento.

–          ¡Cabrón, que sé lo que pasó en la fiesta de fin de año!

(-Ah, era eso, -ya comenzó a comprender esa actitud del conocido).

Era el novio de una amiga suya, y en Nochevieja él no asistió a la fiesta en la que estuvieron, y finalizando la noche con bastante alcohol por las venas de todos los amigos y amigas, se enrolló con ella, con la novia de éste que ahora tenía enfrente. Aunque realmente solo estuvieron besándose sin llegar a nada más, dándose cuenta del error absurdo habían decidido olvidar el “percance”.

El caso es que ahora estaba frente al novio y se preguntaba cómo se había enterado él, a no ser que se lo hubiese dicho ella misma nadie más se lo podía haber contado, casi nadie fue testigo de ello, o eso creía. Pero estaba un poco aturdido, no entendía muy bien qué estaba pasando, él ya no iba con ese grupo de amigos, pero  por lo que tenía entendido, ellos ya no eran pareja, como para que viniese ahora con estas cuentas.

Lo que sucedió a continuación, pasó muy rápido.

El conocido le espetó si le gustaba joder a la gente y romper parejas, que qué era eso de liarse con las novias de otros. De repente se vio rodeado de tres individuos más y empezó a ponerse nervioso. 

En todo el rato el conocido no le soltó del brazo, y esto le había mantenido muy cercano a él, por el ruido estas pocas palabras que se cruzaron fueron muy cerca del oído, y como final y despedida le dijo:

–          ¡Anda, vete de aquí! lárgate de mí vista!

–          ¿De qué vas? ¿Quién eres tú para decirme que me vaya?

–          ¡Cómo que de qué voy, lárgate si no quieres que sea peor!

Una amenaza así de chulesca, en mitad de tanta gente,  es más fácil afrontarla, no creyendo que pueda ser llevado a cabo el acto amenazante. En cualquiera de los casos decidió no tentar a la suerte y marcharse.

–          ¡Que desaparezcas de mi vista!

–          Ya, ya me voy, ¡no hace falta que empujes!

El incidente le había dejado mal cuerpo, una situación así es desagradable y además en el transcurso había perdido de vista a sus amigos, dio una vuelta por el local oteando aquí y allá en busca de sus colegas, cerca de las barras era más fácil que los localizase, por la querencia que ésta tenía para ellos, pero tampoco hubo suerte. Pasada  casi media hora de búsqueda decidió marcharse. Se iba algo preocupado hacia la puerta, una sombra de intranquilidad le ocupaba la mente, estaba nervioso, era ya madrugada avanzada, y quizás sería difícil encontrar un Taxi, y temía volverse a encontrar con el conocido y sus amigos.

Los malos presagios ahogan, y él se ahogaba, el corazón le palpitaba en exceso, no sabía si achacarlo a la gran ingesta de alcohol o al suceso. También estaba un poco dubitativo en qué hacer, si debía marcharse sin sus amigos como si les diese plantón, aunque realmente era al contrario, la imposibilidad de encontrarlos le hacía sentirse plantado.

Todo lo siguiente, cuando a uno se lo cuentan no puede dar pábulo sobre su veracidad, por entenderlo exagerado y desorbitado, son esas cosas que uno no imagina que puedan suceder, salvo en las películas en las que se fuerzan los argumentos para generar historias entretenidas e impactantes, alejadas de la realidad, pero que a la gente le gusta ver. Y esto es, ver, lo que ha hecho que sí que crea no ya el relato del interior de la discoteca, si no lo habido fuera.

En la puerta había poca gente y poco tráfico, la zona no estaba muy bien iluminada y decidió cambiar de calle en busca de un Taxi, por allí a esas horas sería demasiada casualidad que pasase alguno. Según avanzaba oyó pasos a su espalda pero no le dio importancia, seguía saliendo gente de la discoteca aunque aún quedaban un par de horas hasta el cierre. Al girar la esquina fue cuando oyó unos pasos rápidos y fuertes como de alguien corriendo, varias personas corriendo, cuando giró la cabeza para mirar qué sucedía, vio como le agarraban cuatro individuos, y dos chicas que les acompañaban eran testigos de ello. Él quiso protestar, pero recibió un golpe en la cara que le hizo caer mareado, debió ser un golpe certero en el mentón, puesto que le dejó atolondrado, y no supo muy bien que pasó seguidamente, puesto que lo que recuerda es que estaba en el parque cercano a la discoteca, rodeado por los cuatro chicos y las dos chicas, una de ellas con un móvil grabándolo todo.

El miedo debe atenazar de tal manera que deja mudo, uno debe pensar que si grita todo será peor, y si no lo hace puede salir indemne de la situación comprometida en la que se encuentra, que los daños que sufrirá serán menores, que el agresor se compadecerá por no crear jaleo ni importunar su acción con alboroto, que el secuestrador lo liberará antes y sin represalia. Qué equivocado se está, en una situación así, todo lo malo que pienses se quedará corto, no da tiempo a pensar en lo malo que puede sucederte porque primero estás intentando ordenar tus pensamientos en saber por qué estás ahí, qué quieren de ti. Y cuando empiezas a entender y comprender ya es tarde y lo que pensabas podía pasarte ya te está pasando.

Oyó de nuevo la voz del conocido, le vio la cara con sonrisa cínica y los ojos brillantes inyectados en sangre, como de ido, un loco frente a él pensó, pero enseguida se dio cuenta de que estaba hasta arriba de alcohol y droga, posiblemente cocaína por el brillo de los ojos, y anfetaminas por la excitación en los movimientos y su hablar frenético, y que esas sustancias le diesen ese aspecto de demente, los amigos y amigas no le iban a la zaga, todos estaban muy alterados y con risas algo histéricas y absurdas, una de las chicas no dejaba de grabar toda esta situación incompresible para él.

Bajarse los pantalones era el inicio de la humillación, era el primer pago de una deuda no contraída o al menos no conocida, como cuando te embargan la cuenta por una multa de tráfico que no te llegó nunca ni nunca supiste de su existencia por no ser notificada, ni consciente de la posibilidad de ella por no saber que se cometió infracción alguna. La humillación se iba envolviendo de palabras y palabras, en las que sobresalían los exabruptos de machote, del tipo:

–          “Si te gusta joder a los demás también te gustará que te jodan”

–          “Te gustaría joderte también a mis amigas, ellas puede que quieran, dicen que eres guapete”

–          “Enseñadle las tetas, a ver si se le pone dura”

Y ellas divertidas le hacen caso y le muestran los pechos desnudos.

–          “Huy, no parece que te engorde la polla”

–          “No parece que como hace años te la ponga dura la novia de otro, quizás necesitas saber que ellas son nuestras novias para excitarte”

–          Ya sé lo que tú necesitas.

Por si acaso quisiera huir, estaba bien agarrado por dos de los cuatro chicos. Uno de ellos parecía más pasivo, sin intervenir, casi como no queriendo participar, aunque sin hacer nada por evitar la situación.

La denigración seguía avanzando y ya eran los calzoncillos los bajados, dejando su sexo al aire, sexo que supuso risitas de las chicas por verlo pequeño y asustado, tanto como el dueño de ese apéndice que casi desaparecía entre el vello púbico.

Las lágrimas ya asomaban y caían por las mejillas, había entrado en pánico y solo balbuceaba: «¡¡dejadme!!, yo no os he hecho nada”. Para evitar que hablase le taparon la boca con un pañuelo sacado del bolso de una de las chicas que al rebuscar sacó también un “consolador” que llevaba en él, algo que provocó las risotadas de todos los chicos, a la vez que le hacían comentarios de poco gusto sobre sus necesidades sexuales y que ellos le podrían proporcionar algo mejor.

La humillación iba subiendo de tono, le hicieron que se arrodillase  y se pusiese a “cuatro patas”, fue entonces cuando aquello se desbocaba sin remisión, tomando un cariz de juego feo, de burla y ofensa depravada, no ya para dar un susto y una lección por una afrenta lanzada en un remoto pasado y de la que se está cobrando prenda y pasando factura. Una de las chicas se subió a su espalda como si lo montase, y le golpeó en el culo cual si fuese un caballo al que arrease para avanzar. La otra chica no dejaba de grabar. La diversión ya no parecía poder ir más allá, cuando el conocido volvió a repetir: “Te gustará que te jodan”,  y se bajó los pantalones sacando su pene flácido, ante la mirada horrorizada del humillado. Unos segundos que se hicieron largos, muy largos, mirando el miembro viril de aquel tipo, a la vez que se movía con violencia para intentar desembarazarse de los que le sujetaban, y descabalgar a la chica.

“Lo malo es que, ¿ves?, no se me pone dura, no me pones, ´maricón´, estás de suerte”. Y un respiro pareció pasarle por la cara bien enfocada por la cámara. El rostro congestionado con el pañuelo amordazándolo, ese mismo rostro que pareció destensarse un segundo, sufrió un súbito cambio y el horror se hizo más patente de golpe, de repente, transmutando en deseo de morirse y desaparecer y que esta pesadilla terminase, cuando oyó al conocido decirle: “O quizás no tuviste tanta suerte”, a la vez que le mostraba el “consolador” bastante grueso con su forma de pene; “Hay días que es mejor no salir de casa, y lanzó una carcajada”.

Cuando has visto la cara de la humillación es difícil olvidarla, ver la rabia, el dolor, la vergüenza, el miedo. El relato no es comparable a la imagen, uno puede pensar que lo que le cuentan es humillante, degradante, uno puede oírlo de palabra por el mismo humillado o por terceros, o leerlo como relato del que lo sufrió o de otro que transcribe ese relato de lo acontecido, y solidarizarse con la persona que crees que no merece haber pasado por ello, haber recibido una tunda por una cuenta pendiente, por un acto de un pasado lejano, por algo habido en la juventud, cuando casi no somos conscientes de la transcendencia de los actos. Y si es impactante la imagen, ésta es aún más cuando va acompañada del sonido del llanto y el grito y el chillido desgarrador del que están desgarrando, y ver la sangre del vejado y la saña del que veja, es algo que difícilmente no deja huella, y uno piensa en cuantas de estas situaciones hay en el mundo que no nos llegan. Y uno no sabe lo que es la humillación hasta que no ha sido puesto frente a ella.

.

 

 

 

.     *Nos lo canta Vetusta Morla, hay tanto idiota ahí fuera que avergüenza y daña, que solo nos queda el sálvese quien pueda.

«Sálvese quien pueda«

Vetusta_Morla-Un_Dia_En_El_Mundo-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 13 de Agosto de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

Viejos tiempos (6ª parte)

04 jueves Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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40:04, amigas, cambio, desamor, deseo, Diez minutos, dudas, Efecto Mariposa, estupidez, Infidelidad, Música, Odio, palabras, pareja, preguntas, Presente, ridiculo, Ruptura, silencio

No dice lo que querría decir. Está tan nublado su pensamiento que todo lo que era nítido ya no lo es, su odio hacia esas dos mujeres piensa que no tiene sentido. Aquello por lo que su cabeza no deja de fabular e imaginar es algo que no debería preocuparle. Siente cierto mareo, un vértigo que le lleva a fruncir el entrecejo sin darse cuenta de que está siendo observado, de manera un tanto atónita, por las mujeres que están haciendo de estas horas, de las peores que ha tenido nunca. Debería pensar en el presente activo y actual, con aires positivos de enriquecimiento, de aprendizaje de cosas hechas y lugares no habitados hasta el día de hoy por él. Debería plantarle cara a las suspicacias y tomar este presente con afabilidad. No mirar al frente y ver enemigos. Qué estupidez, no hay ninguna guerra, ningún conflicto. Siente que está haciendo el ridículo. Quiere pensar y no piensa, quiere decir y no dice. Qué diablos le pasa. Alza la vista que tenía clavada en el suelo, mira al frente con la mirada perdida, y después mira a las dos amigas. Ve sus caras, su pareja algo seria pero no enfadada como él cree que podría estarlo por su comportamiento raro. La amiga mantiene dibujada una sonrisa en el rostro. Seguramente, cada vez abunda más en su pensamiento el de: “qué tipo más raro es la pareja de su amiga”. Él piensa que menos mal que todo empezó por la tarde y ella vio que estaba sobrio al llegar, si no parecería por su conducta que estaba muy bebido, pero tres cervezas a lo largo de estas horas no son suficientes para argumentar este estado anímico como fruto de una borrachera, salvo que no estuviese acostumbrado a beber. Al fin, respira profundo y balbucea algo rápido, sin mucho sentido si se escucha lentamente, sin mucho convencimiento de convencer a sus dos oyentes, pero logra salir del atolladero con su vehemente verborrea, que eso sí, cuando está locuaz logra con seguridad dar un mensaje eficaz sobre lo que quiere transmitir, y en este caso logra lo que quiere, es decir, lo contrario, no transmitir nada, decir sin decir. Hablar por hablar. Pareciera que está consiguiendo esquivar este momento complicado, ayudado sin duda, porque su pareja decide ir al aseo, y se levanta dirigiéndose hacia fondo del local, lo que hace revivir por un instante el momento de fragilidad que tuvo él frente al espejo del lavabo. Hay silencio, están ahora solos, frente a frente, dos extraños que están compartiendo tarde, ya casi noche. Tantas palabras hubo hace unos segundos y ahora solo mutismo. No saben que decirse, que no suene forzado para romper esta mudez de ambos. Beben para ocupar sus bocas y tener la excusa para tal insonoridad de sus cuerdas vocales. Él la mira, sí que es guapa – piensa – y está morena, con ese color que a él le gusta, no demasiado tostada, esas pieles requemadas por el sol no le gustan nada. Vuelve a sonreírse internamente, que falsedad la suya, está encabronado por el presente llegado del pasado a su vida, el de su pareja, por los celos de lo desconocido y que activa sus defensas contra ello, y a su vez le gusta ver enfrente ese nuevo presente, que es atractivo, bonito, lujurioso incluso. Qué desfachatez la suya, se dice, es capaz de haber estado juzgando lo oído, de ellas, de sus actos, de sus vivencias, de su correrías, y sin embargo el cometería infidelidad con la amiga de su pareja con un suspiro de ella. No sabe si es un flechazo o es simple deseo, la animadversión de hace un rato se esfumó. Quizás esto que ahora le sucede sea lo real, y que lo escuchado le está sirviendo de coartada para una ruptura que él no sabía que deseaba, y que se dio cuenta esta tarde que la burbuja en la que se había metido lo mantenía en un mundo ficticio, en el que estaba a gusto, apartados los dos de lo que les rodeaba, de las tentaciones del presente actual y de las del presente pasado. Y ahora, mirando ese presente pasado hecho presente actual y que desearía fuese presente futuro, duda si lo tenido es lo querido. O este pensamiento es simplemente el fruto de su estado mental de hoy, poco cuerdo. Está hecho un lío. Pero ahora mismo desearía tener más tiempo para estar así, a solas con ella, y poder decir lo que siente.

 

 

.     *El protagonista está sumido en un mar de dudas, y como Efecto Mariposa necesitaría tiempo para poder decir todo lo que lleva ahora dentro, todo el deseo canalla atrapado en este momento, en este silencio.

«Diez minutos«

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                         …Continúa «Viejos tiempos (7ª parte)«

Odio de la Nada

23 martes Ene 2018

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Al final de este viaje, argucia, cárcel, claustro, desamor, Nada, Odio, Ojalá, oscuro, Silvio Rodríguez

«Semblante» (Odio de la nada  I)

 

Semblante oscuro

Semblante y nada

que arruga tu mirada.

Odio esférico

Odio lo que odio

Susurro de la noche

que me azora el alma.

Siguiendo la cruz

que dejó el alba.

 

Odia la psique que

piensa y manda

deseosa del deseo.

Odio de la nada

que con ese semblante

me arruina el alma.

 

***

 

«Noche» (Odio de la nada II)

 

La noche te abomina

el día trae el alba

que nos devuelve el alma

que tenia encarcelada.

Cárcel del adiós

cárcel de la nada

esa nada que permite

seguir cual si no pasara nada.

Nada cotidiana

que supura en tu mirada.

Odio tremendo que suplica

amor por tu alma.

 

***

 

«Perversión» (Odio de la nada III)

 

Sencilla perversión

del claustro, enfangado

por el olvido desmesurado.

Odio de la nada, Odio del todo

cual si quisieras sepultar, la angustia

cotidiana.

Argucias del deseo para traer

el odio, fragmentado, en tu sentido,

en el tuyo y en el mío.

Quisiera no caer, pero ya he caído

te odio porque no te tengo

te odio porque te he tenido.

 

 

 

.     *La “desmesura” de esta canción de Silvio Rodriguez, en la que se desea que la amada quede fulminada, nos ayuda a entender y complementar el poema.

«Ojalá«

 

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Abril de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Entre tú y yo no hay nada

03 lunes Abr 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Desafectos, Las dos caras, Los Romeos, Músca, Odio, Porqué Porqué, Ruptura

Entre tú y yo ya no hay nada. Cuando llegué a tu lado robaste mi voluntad, tú me mirabas y tu mirada me abrasaba, las tardes compartidas en la puerta de tu casa deseando una y otra vez tu sonrisa despreocupada. Mi imaginación desbordada con mi inocencia que me ahogaba esperaba tus señales que a veces llegaban y me confundían hasta el alba, no entendía nada, hoy me acogías y mañana me apartabas, y cierto odio y rencor se fue instalando en mí, y sin darme cuenta, apartándome de ti. Entre los dos solo quedó un halo de traición, no nos supimos decir lo que nos amábamos a la cara y desembocó en amargura y dolor que me inundaban de lágrimas y tristeza mi fachada. Los recuerdos de aquel ayer aún me duelen aunque entre tú y yo no hay nada, solo dolor, y me pregunto qué pasó entre los dos, porqué lo nuestro nunca se consumó si fuiste el amor de mi vida, porqué nunca tus besos fueron reales, porqué tu marcha inesperada. Recuerdo aquel ayer cuando me preguntaba, porqué te vas y mis abrazos quieres rechazar, porqué tú no me puedes querer, porqué. Y no encuentro respuestas que me hagan descansar, me hundo y sólo el ansia por entender me mantiene en pie, pero no entiendo que me quisieras olvidar, que me dijeras «basta» sin empezar, y aún después de tanto tiempo solo en la oscuridad intentando cerrar la herida con los ojos vidriosos me repito; entre tú y yo no queda nada.

 

 

.     *Los Romeos nos traen su potente batería y sus guitarras esta vez un poco más sosegadas para hablarnos de las dos caras del amor y preguntarse porqué lo nuestro no fue, mostrando que del amor al desprecio no hay más que un paso.

«Las dos caras»                                    «Porqué, Porqué»

Los romeos sin conexiónLos Romeos

 

 

 

 

 

 

.     **NA: Publicado originalmente el 28 de Enero de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad, con algunas modificaciones.

 

Desquite en el puente

05 jueves Jun 2014

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amor, asesinato, despecho, El puente azul, Infidelidad, investigador, locura, Música, Muerte, Odio, politica, politicos, Radio Futura, Tierra para bailar

Incluso, sin haber estado contaminado por nuestro seguimiento del caso, yo al leerlo lo hubiese percibido. Era evidente que el crimen no era un crimen político, aunque ella detentase tantos cargos en la administración pública de su región, mi experiencia me decía claramente que no iban por ahí los tiros, -nunca mejor dicho-. Los Periódicos y las redes sociales echaban humo elucubrando con una venganza por diferencias políticas, unos diciendo; “quién siembra vientos recoge tempestades”, otros; “a esto nos ha llevado la crispación política”. Pero ninguno de ellos tenía razón, era una lectura muy sencilla e interesada la de esas afirmaciones. Era bastante evidente si te paras a pensar un poco, en este país las diferencias políticas no se suelen resolver así, salvo de algunos trastornados, y que en casos de este tipo, descerrajar cuatro tiros en mitad de la calle, suena más a ajuste de cuentas o venganza o despecho, y afloran enseguida, con poco que te informes, las causas reales. Pero el deseo de dar una opinión con inmediatez lleva a que se hagan análisis apresurados y equivocados o interesados, hasta de las desgracias se quiere sacar tajada y beneficio tanto los partidarios de la víctima como los detractores y enemigos de la misma. Mucho antes de informarse a fondo, aparecen las primeras hipótesis en los medios, también demasiado raudas como para estar fundamentas. Un despido, una sentencia en contra desestimando la reclamación de indemnización, era el otro argumento que se ponía como móvil para el asesinato, pero no cuadraba que la autora fuese otra persona y no la despedida, que fuese la madre no encajaba en el asunto. Si algunos de los opinantes, se hubiese parado a pensar antes de lanzar sus opiniones a los cuatro vientos, no tendrían que estar rectificando como siempre.

Nos había contratado su novio, el de la fallecida, y en nuestro seguimiento e investigación nos topamos con lo que no esperábamos, bueno, sí que lo esperábamos puesto que las sospechas del novio parecían tener bastante fundamento, por eso aceptamos el caso, no solemos aceptar casos en los que dudamos de la veracidad de la exposición del cliente que nos quiere contratar. Seis meses atrás, cuando empezó toda la investigación, nos costó bastante movernos con sigilo en el seguimiento y recogida de información sobre el objetivo. Era una persona con mucho poder e influencia y había que andarse con pies de plomo, cualquier paso en falso nos delataría, era fácil que alguna de las personas consultadas o preguntadas le fuese con el cuento de que hay gente husmeando por ahí sobre ella y sus intimidades. Este tipo de gente se granjea con facilidad lealtades y más si ha hecho algo por uno. Aunque de igual manera atraen enemigos, por eso mismo, por no haber hecho lo que estimaban que debían haber realizado en su favor o incluso por pensar que han dado a otros lo que estimaban que era suyo. Hay muchos intereses económicos que dependen de decisiones que se muestran arbitrarias y caciquiles y eso conlleva fuertes alianzas y amistades con unos, y grandes enemistades con otros que se sienten vilipendiados y perjudicados. Nuestra profesionalidad hizo que los tres miembros que estuvimos inmersos en la investigación no cometiésemos errores, nuestra maquinaria estaba bien engrasada, aunque no fue fácil ir encajando el sentido de sus movimientos puesto que con tantos cargos las excusas y coartadas para moverse sin una rutina habitual era a veces desesperante. El trabajo de campo fue bastante duro durante los meses que estuvimos tras sus idas y venidas con un seguimiento constante, día y noche, con una climatología bastante adversa. Nosotros no estábamos acostumbrados a esa exigencia climática, no éramos de aquella latitud, nos habíamos desplazado a esa ciudad en la que el invierno es un “crudo invierno”. Nuestro cliente optó por nosotros por nuestra buena fama dentro del sector y además, por no ser de la ciudad, nos aclaró. El seguimiento fue un poco de locos, bastantes contactos y reuniones se sucedían fuera de los múltiples despachos que ella tenía, por lo que no sabíamos qué nos iba a deparar cada día. Solía almorzar a menudo con personas de diferentes ámbitos; gente anónima, políticos de su partido y de los de la oposición, funcionarios, y muchos empresarios, tanto de las empresas participadas en las que ella tenía toma de decisiones como de otras que entendemos intentaban hacérsele presentes por si en un futuro surgiese algún posible negocio o adjudicación. Lo más llamativo era que en muchas ocasiones los comensales eran compañeros de gerencia o de consorcio o de consejería, y que en vez de reunirse en los despachos lo hacía siempre con unas buenas viandas de por medio, que claro está, cargaban a la empresa o consejería o consorcio en cuestión, sin ninguna necesidad de haberse llevado a cabo ese gasto. Los mejores restaurantes de la ciudad eran testigos y acogían a estos comensales. No sabíamos exactamente que trataban en esas comidas, nunca pusimos micrófonos, nuestro cometido no era saber lo que se hablaba, nuestro fin era averiguar con quién se veía, más que de lo que se decía. Su vida social era igualmente viva, saliendo a menudo de cena y recibiendo amigos en su casa, amigos que variaban bastante, pero algunos de ellos eran más constantes y repetían más a menudo. Las pesquisas hicieron que poco a poco el caso tomase sentido, fuimos hilando unas y otras informaciones, hasta llegar a la conclusión final; las sospechas de él eran fundadas. Aunque el cliente no sabía quién podía ser su amante, nosotros ya sí que podíamos darle esa información. Ella se veía con otro como intuía quién nos contrató. Era uno de las personas que más repetía esas visitas a su casa y aunque siempre terminaba por marcharse, en muchas ocasiones lo hacía bien entrada la madrugada, y en algunos casos no lo vimos salir hasta el día siguiente. Descubrimos que esto venía de lejos, de muy lejos. El hombre con el que tenía una relación íntima al margen de su novio oficial era amigo de ella desde hacía muchos años y estaba casado. La mujer del amante conocía a nuestra investigada, es más, ambas mujeres eran bastante amigas también. Conocidas desde su juventud, compañeras de partido político y con una relación de familiaridad notable. Esto no nos sorprendió, pues en muchos de los casos investigados han dado estos mismos resultados, los amantes suelen pertenecer a un entorno muy cercano y conocen bien a los terceros en discordia.

El informe concluyente se lo dimos una semana antes del incidente en aquel puente. Al oír las noticias me sentí mal, pensé que en un arrebato él se había vengado de la ofensa que quizás sintió por considerarse engañado por ella. Uno cuando hace un trabajo y lo da por cerrado no es responsable de los actos que puedan producirse seguidamente. Aunque nunca ha llegado a nuestro conocimiento una acción violenta o de maltrato o definitiva como es un asesinato, uno siempre se pone en alerta con noticas de violencia de género, por si le fuesen familiares los nombres de los involucrados.

En muchos casos, y de forma habitual, es que al descubrirse finalmente la afrenta se produzca una separación de la pareja no muy amistosa. Pero no siempre es así, en todos estos años he visto muchas cosas y reacciones diferentes; desde que el cliente haya roto el informe delante nuestro pidiendo destruir todo lo archivado en la investigación, hasta en otras ocasiones llevarse el cliente el informe pero con la intención de guardarlo en un cajón e intentar olvidarlo. Es curioso como en estos casos la confirmación y constatación de sus dudas y miedos y de que era real lo que pensaban, les bastaba, y simplemente deseaban seguir con su vida en una farsa de desconocimiento. He visto bastantes veces esa reacción, pero aún no la comprendo, seguir la vida como si todo fuese bien, no deja de generarme estupor. ¿Qué soledades quiere uno espantar o dejar al margen como para obviar y asumir que uno no es lo principal para otra persona? ¿Qué oscuridades quieres evitar cerrando los ojos?  Esta forma de encararlo lo he vivido con clientes de ambos sexos. Se de otros casos en la que las parejas se han puesto frente a frente y lo han hablado y han superado la situación como un error cometido por el otro pero que estiman no es lo suficientemente grave para romper el amor que se tienen y ese deseo de seguir conviviendo y envejeciendo juntos. Me pregunto, si la duda no planeará constantemente en esa relación, y cuando uno se ausente por días, el otro no tendrá la sombra del posible engaño acechante. Si se hará gigante esa duda; si ha pasado una vez por que no se ha de repetir. Sería un pensamiento lógico y desquiciante para mi entender, los celos son indomables y si de por sí lo son en el recelo y la sospecha, mayor deberá ser cuando hay certeza y reconocimiento de haber sucedido lo temido ya en alguna ocasión.

Había pasado sólo una semana y ella había sido abatida en ese puente, muerta con cuatro tiros en su cuerpo y el culpable no era mi cliente. Respiré hondo al saberlo. El móvil del asesinato aún se mostraba como una incógnita para  la policía y los medios de comunicación. La presunta asesina parecía tener la sangre fría ante la policía, y eso estaba generando dudas en entender los motivos del posible acto y de su forma  tan febril de llevarlo a cabo. Parece que la relación entre la fallecida y su amante, no debía de saberlo demasiada gente, pero yo intuyo que de alguna manera ella descubrió o llegó a la misma conclusión del informe que nosotros hicimos para nuestro cliente. Eso sí, por la premeditación que pareciera que hay en el asesinato, no creo que hubiese descubierto el engaño hace poco, los datos recogidos en su piso de la ciudad llevan a pensar a la policía que llevaba rumiando el acto de venganza desde hace dos años, pero sin un plan preciso de cómo realizarlo, y esto descoloca más aún a los investigadores; programar un asesinato sin buscarse una coartada que te libre de acusación, y sin prepararse un plan de fuga del lugar del atentado, no estaba dentro de la lógica policial. Si al menos no lo hubiese llevado a cabo a plena luz del día y en un lugar tan transitado, y sí por la noche y en lugar apartado quizás podrían entenderlo y no verlo como un “pronto” o enajenación transitoria.  Pero  ellos no saben lo que yo sé, y no pueden llegar, en este caso, a la conclusión de que el despecho nubla el entendimiento y que no se terminan de planear las cosas cuando el odio se cruza por los ojos. La venganza pasional no atiende a la lógica y la rabia desatada no deja pensar en las consecuencias que ese acto, aun siendo premeditado, podrá tener en su vida futura. Dicen que en la cárcel se la ve tranquila como si se hubiese quitado un peso de encima, como si hubiese cumplido con un deber que la liberó de una mala sangre que le volvía loca.

 

 

.     *Como Radio Futura nos canta; se cruzaron los deseos en el puente azul y a las nubes se fue el pensamiento.

 «El puente azul«

Radio-Futura-Tierra-Para-Bailar-Delantera

Caído

28 lunes Ene 2013

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Adiós, Amaral, arrastrado, Barro, botas, caído, Música, Odio, tirado, Una pequeña parte del mundo

Caído.

Aturdido.

Arrastrado.

Desplomado.

No poder seguir,

queriendo seguir.

Con el pecho en el suelo,

y el rostro contra el lodo.

Mirando tus botas,

que tanto lustré para que lucieras,

siento que me das un puntapié con ellas.

Las hubiese perseguido por donde fueran,

y hoy me echan barro de la acera.

Suplicante, intento tocarlas,

tú las apartas desdeñosa

de mi rostro deformado

por lágrimas dolientes.

Despreciado

Odiando

Odiado

.     *Llegó el invierno y esas botas adoradas, apartan, y se apartan y se alejan bajo la lluvia, como esas botas cantadas por Amaral.

«Botas de terciopelo«

una pequeña parte del mundo amaral 2

La vida está llena de afectos y desafectos.

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