Una Mascletá marina

…Flanagan seguía pensando, y a cada segundo que tardaba en tomar una decisión, las tres naves o vehículos submarinos se le aproximaban más y más. Parecía bloqueado, sólo miraba al frente, como si toda esa belleza de las profundidades, sobre todo la de la sirena, le hubiese dejado atónito y paralizado.

Pascualo le da una voz; -¿¡Qué hacemos!?.

-Joder!! Pacualo, tú te conoces y sabes de tus posibilidades mejor que yo. Pero como siempre tengo que guiarte, hay que joderse. A ver, ¿no te habían instalado unos cohetes y petardos falleros impresionantes adaptados al agua?. Pues eah!, deja que se aproximen y cuando estén a buena distancia les sueltas una buena traca.

Pascualo aminora un poco la velocidad haciendo que se le acerquen rápidamente sus perseguidores, y cuando estos piensan que ya van a atraparles, ven como de Pascualo salen cientos de cohetes dirigidos directamente a ellos, y que comienzan a estallar justo delante de sus mismas narices, como si aquello fuera la mayor Mascletá marina jamás vista y oída, haciendo un gran estruendo a la vez que genera una gran humareda y burbujeo que impide ver nada delante de ellos.

Aprovechándose de esta confusión Flanagan le dice a Pascualo; -Pon el turbo y sal volando.

-Allá vamos, jefe! Agarre bien el Apicarium RX2000, no se nos malogre su última inquilina, que nos jugamos todo por ella.

Y alzando el morro del submarino-coche en el que se había convertido, comienza a desplegar unas alitas laterales, e inicia su ascenso para salir en busca del cielo…

 

 

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