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Archivos de etiqueta: Aute

Me gusta cuando me hablas bajito

30 martes Nov 2021

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 25 comentarios

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Albanta, amor, Aute, familia, Felicidad, hijo, juegos, Luis Eduardo Aute, padre, susurros

Me gusta cuando me hablas bajito, como en susurros, como si fuese un secreto lo que vas a decir y no debe llegar en voz alta a los oídos de cualquiera. Me fascina todo lo que haces y dices, que no sé muy bien de donde lo has sacado, supongo que lo aprendiste de nosotros en algunos casos y de la escuela en otros. Me gusta cuando me contestas con tu hilo de voz ese “vale” que me desarma, y también ese otro que dentro de unos años no me hará ninguna gracia, ese “vaaale” alargándolo como de hastío por lo que te digo y que a tus dos años y medio de edad ya te empezaba a salir como cansado por mi insistencia sobre lo que debes hacer o no, y tú accedes a ello con esa obediencia a ratos rebelde que tienes, con ánimo de fastidio unas veces y de juego la mayoría.

Me gusta cuando durante el juego te corrijo y te digo que eso no puede ser, y me dices qué sí puede ser, que estamos jugando, y en el juego eso sí puede suceder, dejándome claro que sabes en todo momento discernir el juego de la realidad con una madurez impropia de tu edad. Me gusta cuando después de haberte dado un buen golpe o tras romperse algún juguete o de haber hecho alguna pequeña trastada, me dices; -no pasa nada-. Y es verdad, no pasa nada.

Me gusta cuando me dices; – vamos a jugar a malos-, y me pides en bajito que me quite los zapatos para subirme a la cama contigo y así poder revolcarnos abrazados, yo dándote besos y rozándote la barba por el cuello y la cabeza porque te hace cosquillas y te da escalofríos, y tú intentando zafarte de mis brazos y de mis manos que también te hacen cosquillas por todo el cuerpo, pero en cuanto lo logras enseguida me buscas subiéndote encima, poniéndote de pie sobre mí pecho para que siga la pugna, y hacemos como que luchamos pero sin ninguna violencia, sólo besos y cosquillas y tu risa lo inunda todo, y buceo en ella y soy feliz porque te veo disfrutar, y aunque termino agotado creo que estás siendo feliz en ese momento, y eso ya lo es todo.

.     *Me gusta acompañarlo por su mundo, que bien podría ser esa Albanta de Aute.

«Albanta«

luis_eduardo_aute_-_albanta-front

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Enero de 2017. Hoy recibe una segunda oportunidad.

.     ***Al hijo.

Bajo el influjo de la mirada, los gestos y la intención de palabra

27 sábado Nov 2021

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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Albanta, amor, Aute, Autorretratos, Gestos, Habla, hijo, Luis Eduardo Aute, Música, mirada, padre

Gestos. Ha aprendido muchos gestos, es una esponja, cada uno de los míos los asume y después los utiliza, hay otros que no sé muy bien dónde los vio o de quién los sacó, supongo que en la escuela, pero le sirven y me sirven a mí para saber y entender lo que quiere. Dice el libro que primero fue el verbo; completamente en desacuerdo, yo digo que primero fue el gesto, aunque incluso en eso no estoy del todo de acuerdo conmigo mismo, lo primero fue la mirada. Una mirada intensa, profunda, escrutadora. Una mirada atenta, de constante interrogante, con afán de entender; todo eso en sus pupilas desde el inicio, y más después cuando su mirada se hizo instigadora como forma de comunicarse. Esa mirada que a veces se queda perdida en algo o en nada, y otras se queda fija en uno, como analizándote, una mirada inteligente siempre y desafiante a veces. En esa evolución suya de aprendizaje constante, el gesto se abre paso con fuerza, él ha entendido que es más eficaz que sólo la mirada. El gesto de indicar y señalar se le muestra como el avance necesario para conseguir lo que desea, que sólo con la mirada no conseguía. A veces se impacienta porque no acierto con lo señalado, entonces niega con la cabeza y repite y repite sus gestos hasta hacer que lo entienda, pero pronto se ha dado cuenta de que el gesto no es suficiente puesto que ese marcar en la distancia no es certero para el entendimiento de los de su alrededor, y tiene que negar demasiadas veces contrariado con el fallo de los otros en su no saber identificar correctamente su intención, hasta que con su insistencia unas veces puede conseguir su empeño y otras quedarse con la frustración, -primeras de las que aprender de tantas otras que se le avecinan en su transitar vital-. Ahora, para ser más certero en la consecución de sus objetivos por parte de los otros, al gesto va uniendo sonidos y habla, teñido de mis onomatopeyas, que me hacen sonreír; un parloteo confuso e ininteligible para mí, breve y conciso en ocasiones y otras como charla disertadora en lengua clara para él, con la que intenta trasmitir y reforzar lo que desea o lo que quiere contar, y yo voy dilucidando poco a poco esas palabras que para él sólo la componen el final o el principio de las mismas, e interpretarlas y entenderlas después a fuerza de su repetición tenaz, y llenarme de felicidad cuando consigo comprender ese primer idioma suyo y así fuera del abrazo, los besos y el tacto indispensables para ambos, entablar una comunicación racional que nos ayuda a entendernos más y mejor; abriéndose camino la emoción con ahogo en el pecho y humedad en los ojos. Y en esa lengua suya, le escucho y me sonrío cuando le veo que nadie más que él es el destinatario de su discurso, y pienso que tiene otro mundo aparte del que entra y sale cuando nosotros estamos perdidos en este mundo que nos lleva; y entonces se gira y me regala sin yo pedírsela, su enorme y bella sonrisa que desarma, que me eriza la piel y hace brillar mis ojos, es entonces que todo se vuelve ternura y amor, y no puedo por más que ir a achucharlo y tomarlo entre mis brazos de los que él se intenta zafar, aún con su sonrisa.

.

.

.     *Aute canta sobre ese sitio en el que todos alguna vez estuvimos, y que sin duda él con su bella sonrisa transita ahora, y durante unos años seguirá haciéndolo felizmente.

«Albanta«

Luis_Eduardo_Aute_-_Autorretratos_Vol_1_-_Front luis_eduardo_aute_-_albanta-front

.     **NA: Publicado originalmente el 3 de Julio de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

.     ***Al hijo.

El Abrazo

26 viernes Nov 2021

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 29 comentarios

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abrazo, abrazos, amor, Aute, El niño que miraba el mar, hijo, Música, Señales de vida

El abrazo.

Lo había vivido ya,

de varias maneras de las muchas concebidas.

Abrazo de amada y amado,

en parques y bancos o encamados.

A escondidas o bien a la vista.

Para el sexo compartido

o después para el descanso ganado.

Abrazo cálido, de pecho con pecho

o de pecho con espalda

rodeando por completo a la persona abrazada.

Un abrazo de calma, de sosiego,

un abrazo de amor, de cariño.

Dado y recibido.

Un abrazo fraternal o de dolor compartido,

un abrazo fuerte, apretado,

de los que te hacen sentir que el otro te corresponde

y te dice; estoy aquí a tu lado.

Un abrazo entregado con el cuerpo y con el alma,

con las lágrimas a punto de brotar o brotando.

Pero nunca pensé en un abrazo suave pero tenso,

un abrazo tan largo que duele el cuerpo después de darlo y recibirlo.

Un abrazo que une las pieles por el cuello,

esa suave que me ha desarmado.

Hoy he descubierto y he sentido ese otro abrazo

que ya ninguno habrá de superarlo.

Muchos minutos de abrazo,

calmado, silente.

Mi abrazo; protector, completo y arrullador,

el suyo que no abarca; liviano, tierno y entregado,

casi imperceptible por su pequeñez,

pero más sentido que ninguno.

Una pluma posada que ya no la percibes fuera

si no que penetra y llega hasta el fondo

y la sientes rozarte y acariciarte el corazón.

Un abrazo nacido de la inconsciencia, del instinto.

Esperando que se prolongue o se repita infinitamente,

aunque inmediatamente sabes que ya no volverá,

ese, ya no volverá,

vendrán otros quizás más conscientes,

seguro que más fuertes y decididos,

no serán ni peores ni mejores,

sólo serán diferentes,

aunque siempre quedará aquel que fue el primero,

que fue único e irrepetible.

Hay sensaciones que se sienten sólo una vez en la vida

y ese momento insólito te llena de felicidad, efímera.

Penumbra. Ojos cerrados. Piel erizada.

Nada fuera de ese abrazo,

sólo nudo en la garganta e inmenso amor.

.

A Martín, por este abrazo.

.     *Aute me ayuda con su canción a completar todo lo que sentí con ese abrazo del poema. Ahora yo también siento muy dentro de mí, señales de vida.

«Señales de vida«

Aute - El niño que miraba al mar

.     **NA: Publicado originalmente el 16 de Julio de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

.     ***Al hijo.

Encontrar el gusto cotidiano por la vida

11 sábado Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 30 comentarios

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Aleluya Nº1, Aute, cotidiano, Diálogos de Rodrígo y Gimena, Luis Eduardo Aute, Música, orgasmos, vida

Uff, qué gusto sería estar cada día

con la sonrisa bobalicona

que nos dejan los orgasmos…

Qué gusto sería al menos

que fuesen en días alternos,

qué gusto sería encontrar

ese placer una vez a la semana,

o ya una al mes,

o que en el año digamos una vez ¡qué placer!,

o que al cabo del lustro

consigamos un orgasmo cotidiano

y lo recordemos como aquel caso memorable…

Qué gusto sería encontrarle el gusto a la vida.

 

.

.

.    *¡Aleluya! gritaría el pesimista si encontrase ese gusto huidizo, como ya nos canta Aute; Sombras sobre luces/en la clara oscuridad/de este mundo absurdo/ que no sabe a dónde va.

.

«Aleluya Nº1«

Aute - diálogo de rodrigo y gimena

.

.   **NA: El poema resultó (prosado) como comentario a una entrada “Pequeños orgasmos” del blog de Borgeano, allí le decía aquellas palabras y esto otro; -Muy de acuerdo contigo, en que debemos exprimir y disfrutar cada instante de la vida para sacarle el jugo placentero, pero hoy me surgió la negrura existencial.

.       *** Publicado originalmente 8 de Mayo de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Colección de fotografías

14 sábado Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 5 comentarios

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Aute, colecionar, Entre amigos, Fotografías, Música, Queda la música, Recuerdos

Siempre me gustaron las fotografías, mirarlas y coleccionarlas, sobre todo esas que el objetivo descubrió a alguien absorto en algo que queda fuera de la visión del que observa la fotografía. Me gusta vagar con la imaginación intentado saber que era aquello que yo no alcanzo a ver y que deja al protagonista de la foto obnubilado o sorprendido o afligido, me dejo ir intentando saber qué pensaba el que allí observa, especulando si yo pensaría lo mismo, si me hubiese quedado también así, pasmado o extrañado o entristecido como el que allí se muestra, con una mirada fija, turbada en unos casos o de desconcierto en otros, y siempre con total abstracción de lo que le rodea en ese instante. A veces he apreciado admiración en el protagonista, esa admiración que no suelo sentir por nada y en cierta manera me genera algo de envidia cuando veo ese halo de fascinación en el rostro del protagonista central de la imagen, aunque realmente el protagonismo central lo tiene lo que sucede al margen de lo que vemos, y que solo el que mira disfruta o sufre o queda fascinado por ello. Quizá lo que está fuera del foco de atención del fotógrafo sea lo importante pero para el fotógrafo en ese instante lo importante es la reacción de los asistentes, lo que crea interés pierde interés para el que está detrás de la cámara tornándose interesante lo que a otros les pasa desapercibido o no les interesa o les importa poco, como puede ser la reacción de los correligionarios ante lo que acontece, el fotógrafo se centra en el público intentando captar el alma de lo que sucede en ese momento, y en ocasiones lo logra sin ser del todo consciente de ello, y como un ladrón se agazapa y se embosca, para ser testigo sin ser visto o delatado para que no se finja entusiasmo o pena o alegría desmesurada, como a veces pasa cuando uno es consciente que se le graba o se le capta con una cámara, apartando la naturalidad del momento y forzando la pose, dejando que la situación pierda espontaneidad y credibilidad. Son esas contadas ocasiones en las que el fotógrafo se quedó con el alma de esa mirada en las que la fotografía que se observa transmite todo lo que allí sucedía, las que siempre busco para mí colección. En ellas se percibe toda la tragedia o celebración o asombro y podemos fantasear con suma facilidad sobre lo que sentía la persona fotografiada e incluso sin ningún dato que nos lo descifre nos podemos aventurar a crear argumentos alrededor de ese personaje central; qué hacía allí, porqué esa mirada limpia o sucia, porqué esa mueca en su cara, y a su vez fantaseando el motivo de su asombro u horror, o si esa cara de admiración era debido a un truco de magia o a estar frente a una celebridad del momento. Me gusta incluir en la colección algunas fotos familiares que tengan esa magia que me atrae, incluidas unas pocas en las que yo he sido protagonista, de muy niño, de cuando no tenemos recuerdos y la mirada a la fotografía nos evoca un supuesto de lo que fue o sucedió más que una realidad recordada y traída al presente por lo que vemos. Sobre todo aquellas en las que no se posa, en las que se capta el momento un poco al margen de la conciencia del grupo familiar y de los que viven ese instante, en la que yo no miro a la cámara, e intento recordar que evento fue aquel y vislumbrar en mí lo que miro y busco otras veces en otros extraños, saber que sentí, porqué de ese gesto o esa sonrisa, o esas lágrimas o ese estado taciturno, porqué estoy allí apartado a un lado en algunas ocasiones alejado del grupo y que quién hizo la foto quiso dejar constancia apartando el objetivo del centro de la celebración en la que probablemente estuviésemos inmersos, y me veo como otro que no soy yo o al menos ahora no me siento aquel, lógico al no haber recuerdos, saber que hubo alrededor de aquel instante y bucear por tu infancia es un juego a veces duro. Igual, dentro de la colección hay cabida para algunas, muy pocas, de amigos, unos que aún lo son y otros que fueron intensos en un periodo de tiempo y luego pasajeros y se difuminaron en el contacto y la memoria como esas fotos muy antiguas que van palideciendo. Cómo no, inevitable que entre la colección persistan las de ellas, también escasas, las que tocaron el corazón, siempre en foto robada en donde siempre se es sincero en el gesto y la pose y la mirada, aunque luego con los años mirando esas fotografías ya no nos reconozcamos ni las reconozcamos en ese gesto y esa pose y ese sentimiento.

 

 

 

.     *Aute nos pone la música al relato, a ese instante que dejó la fotografía y en el que ya no nos reconocemos.

«Queda la música«

.     ** Publicado originalmente 4 de Diciembre de 2017. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Cómo será la huella

12 martes Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 23 comentarios

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Afectos, Aute, Huellas, Música, Me va la vida en ello, Mira que eres canalla aute, Mujeres, Parejas, Pasado, Recuerdos, relaciones, Silvio Rodríguez

-Hay veces que me desvelo y pienso en ti, y en mí, y en aquellos momentos, en aquellos años, y me pregunto si tú pensarás alguna vez en mí, o soy tan pasado que ni por un segundo soy presente en tu pensamiento. Puede que en tu cabeza esté tan enterrado en vida que no sea ya, aun viviendo-.

Unas veces es una y otras veces es otra la que aparece en ese desvelo, y me pregunto qué será de cada una de las que acompañaron algún instante de mi vida, unas por unas horas, por un día, otras por varios, algunas por unas semanas, las menos por algunos meses, pero todas y cada una de ellas siguen ahí, vivas, no enterradas en vida, aún respiran dentro de mí, y me pregunto si yo vivo en ellas, si respiro en otros cuerpos, o si alguna vez levemente, surjo como sombra de un pasado, o si por el contrario escribieron mi nombre y me borraron como en aquel relato de By y ya no soy, y mi nombre se les desvaneció y con él mi imagen, lo vivido y lo compartido, poco o mucho, quedando en nada. Cada una moldeó un poquito de mí, tanto de las que salí huyendo o aparté o me aparté como de las que desertaron o decidieron otro camino. Me pregunto si cuando ellas hacen bagaje, o echan la vista atrás o miran pretéritamente su vida aunque sea por un segundo, seré uno de los actores que recobran vida o por el contrario no aparezco en escena, ni con una simple frase, ni como secundario, o más aún ni siquiera formo parte de los títulos de crédito. O quizás en algún caso tomo protagonismo y surgen sentimientos hacia mi imagen, unas veces afectuosos y otras de desprecio y odio o resentimiento, algunas otras de indiferencia, supongo que esto último la mayoría de las veces llegado el caso de ese protagonismo ilusionante a la vez que iluso. Uno quisiera que siempre fuese su paso por la vida de otros agradable y amable y no lacerante e hiriente, y ser visto con los ojos del cariño y no con la mirada del rencor y la antipatía. Y sea en un sentido u otro; el afable y benigno o el dañino y desfavorable, el ego empuja a querer conocer el impacto sobre otros y creer que no ha pasado desapercibido para esa gente, que algo dejó en la vida de ellos y más de ellas, claro. Me gustaría saber si dejé huella; profunda o liviana, pero al menos huella, porque ellas, unas y otras sí que la dejaron. Y sin querer evocarlas surgen inesperadas en ocasiones, como en esos desvelos que cada vez aparecen más cotidianos. Todas están dentro de mí, forman parte de mí, aunque algunas de esas huellas son algo más difíciles de rastrear puesto que su paso fue tan veloz que casi ni posaron en su fugacidad, -como esos animales que al correr casi no apoyan sobre la superficie que pisan-. Pero sin gran esfuerzo las encuentro, y aparecen claras y evidentes y me hacen ver a aquella que la dejó y aquel momento que fue. Siempre evitando amarrarme, sé que no me porte bien algunas veces, y que muchas de ellas no nos acompañamos más que en un breve naufragio, a veces mutuamente decidido otras producto de mi escapada y huida, en mi afán de no quedar anclado, por mi deseo de no perderme otros labios y otros cuerpos, por pensar que lo que estaba acaeciendo no era amor definitivo si no sólo deseo, y había tanto deseo alrededor, que uno actuaba pensando que siempre había y habría alguien más con quién disfrutar y que ella, la de ese momento, evitaría que conociese a otras en espera de que llegase la definitiva, aunque realmente dudando de que la hubiese y quizás en el fondo no queriendo que apareciese, convenciéndome de que cada una de ellas, de las que aparecían no era la idónea y plena, engañado por el pecado de juventud  que empujaba  a pensar que podría pasarme la vida de flor en flor con mi libertad intacta, en búsqueda eterna. En esta senectud que va llegando, rememoro esos brazos y esos abrazos y esos besos dados y los no dados que dolientes quedaron y merodean sobre esas huellas, todas encontradas, ninguna sin referencia clara, por mi cuerpo por mi mente por mi alma. Las difusas y las nítidas, las suavemente marcadas y las profundas, las que sajaron y dejaron herida y las dulces que acariciaron.

Y en el insomnio, cuando aparece el recuerdo y vago por él para ir siguiendo los pasos dejados por esa huella, acechante durante el rastreo surge la duda sobre lo apropiado o errado de ese instante, -absurdamente, pues no hay remedio para bien o para mal-. En ese vagar, rememorando el momento que dejó esa huella, a veces me distrae una nueva y me aparta del rastro que me trajo el desvelo y me lleva por otro camino, haciéndome tomar conciencia de que unas y otras huellas se solapan e incluso que sus dueñas cohabitaron, y aparece la pregunta; ¿Cómo sería todo, si hubiese sucedido de otra manera?, y emergen más las equivocaciones que los aciertos, los ahora no haría esto o hubiese debido de actuar de otra manera o que gran error fue decir o hacer, o más aún no hacer no decir, y en estas divagaciones ridículas me envuelvo y acuno para ir mortecinamente entrando en el sueño por el ensueño del pasado, y brumosas flotan las preguntas. ¿Y en ellas? ¿Quedó rastro o rasgo alguno de mi presencia en sus vidas? ¿Se acordarán cuando miran atrás de que estuve allí a su lado? ¿Cómo será, -si la hubo-, esa huella?

 

 

 

.     *Lo dice Aute interpretado por Silvio; vivir era vértigo y no una carrera. Y como a él, a veces, nos va la vida en saber lo que hemos significado para otros y dar sentido a lo vivido, y no pensar que todo ha sido naufragio por malentender el verbo amar.12

«Me va la vida en ello«

Luis_Eduardo_Aute_-_Mira_Que_Eres_Canalla_Aute-front

.     ** Publicado originalmente 2 de Octubre de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Tobogán del deseo

15 martes Oct 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 30 comentarios

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Aute, Contraluz, cuerpo, Curvas, deseo, desnudo, Dibujo, mirada, Prodigios, Redondez, Slowly

IMG-20130620-WA0002  Dibujo: Tatiana Muñoz Capataz

-/-

Transita la mirada, por el tobogán de tu espalda,

que muestras oferente,

voluptuosa,

todo curvas y redondeces,

tus pechos perfilados atisbo como tesoro

que aún no quieres mostrarme,

en un juego de paciencia que me impacienta.

Implacable en mí deseo,

me quedo unos segundos anclado

en ese lugar que tanto me gusta besar, y a ti que te bese,

ese inicio de tus senos,

de blanca y blanda suavidad.

Cierro un segundo los ojos y saboreo esa piel,

fresca y dulce a veces, otras acalorada y salada,

pero nunca fría y amarga.

Allí mi lengua cubre tu cuerpo de vello erizado.

y veo sin ver tu pezón apretado.

Alzo los párpados,

y acomodándome a tu cimbreante figura

termino por deslizarme hasta la última redondez,

invitadora, no solo a la vista, si no al tacto imprudente,

temblorosas las manos, quisieran desaparecer la tela,

que impide ver completa la belleza.

Te me apareces seductora,

hechizante de cada uno de mis sentidos,

convidándome a no ser convidado de piedra,

y ya no sirve con la vista recrearse,

es el sexo agonizante, quien empuja al deseo consumarse.

 

 

.    *Desde que Tatiana me mostró este dibujo suyo no tuve otra obsesión que poder deslizarme por ese tobogán… y como en la canción de Aute, soñé y desee ser partícipe de ese prodigio de sombra y de luz detenido en su espalda.

«Prodigios«

Aute - Slowly-cover

 

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Junio de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

 

Encuentro para la perdición (2ª parte)

06 viernes Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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alma, amor, atardecer, Aute, Ay de ti ay de mí, órgano, cuarto, deseo, desnudez, irisado, Música, Perdición, Provocación, sexo

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Me traigo aquí mi aportación que hice allí a vuela pluma, sobre la foto de debajo, de la cual desconozco el autor.

La chica irisada - elbicnaranja Foto: Autor desconocido por mi parte; publicada en el blog “el bic naranja”.

 

Encuentro para la perdición (2ª parte).

Insistías divertida en que tocásemos juntos en aquel cuarto cuando tu madre no estaba en la casa, insistías en seguir con los encuentros para la perdición que tanta angustia y placer me provocaban al mismo tiempo. Una culpa interior, por no estar haciendo lo correcto, un goce sin igual cada vez que me perdía dentro. Imposible negarme a tus deseos con sólo pensar en esa luz irisada sobre tu cuerpo, haciéndote celestial y etérea en esas tardes calurosas, juguetona tú con el órgano, después del sexo.

 

 

. 

.     *Ay de ti, ay de mí, dice la canción de Aute, y algo parecido es lo que sienten los protagonistas del relato, por caer en este amor que es un error imperdonable.

 

.     **NA: En este caso no fui muy original, pero es que la foto me guió casi sin darme cuenta como posible continuación con un relato que de allí mismo surgió otro viernes «El bic naranja; Viernes creativo 15/11/2013«,  y que luego amplié aquí,  «desafectos: Encuentro para la perdición«.

«Ay de ti, ay de mí«

Aute - alma

 

.     **NA: Publicado originalmente el 22 de Julio de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Volviendo a ser furtivos

23 viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 28 comentarios

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Alevosía, Aute, carnalidad, culo, deseo, embestida, falda, falo, Furtivos, luna, Música, Mojándolo todo, muslo, Pasado, Presente, Recuerdos, sexo

Llegas a casa con tu falda ajustada,

te miro con el deseo de antaño,

cuando en los oscuros portales nos desfogamos.

Y vuelvo a querer hacerlo,

hoy en la comodidad del hogar,

volviendo a sentirnos furtivos.

Y deslizar la falda hacía arriba,

sin desabrocharla, sin quitarla,

subiéndola por las caderas,

lentamente,

dejando ver poco a poco,

abriéndose paso sosegado los muslos,

tersos y tensos,

desprendiéndose de la tela,

quedando al aire cada vez más piel,

viendo como la vista se ensancha,

de la delgadez de la rodilla

a la amplitud y carnalidad,

músculo turgente.

La falda sigue su camino,

ya deja ver la curva, el pliegue,

la redondez que se adivina

y que pronto se verá,

avanza en su ascensión vertical,

y ya lo que se adivinaba es toda redondez,

imán para las manos, la vista y el falo emergente.

Todo queda a la luz tenue,

giro de cuerpo que se muestra y cede,

y esa plasticidad de los glúteos invita

al acercamiento y al tacto,

y te doblas por la cintura,

volviendo la media luna en luna llena,

esperándome,

deseando la embestida con cincel,

erecto ariete de sangre y miel.

 

 

 

.     *Hay momentos en que uno necesita retomar el pasado aunque sea en otro lugar en otro estado, y volver a mojarlo todo como antaño, como nos canta Aute.

«Mojándolo todo«

Luis_Eduardo_Aute-Alevosia-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 2 de Agosto de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Regalando palabras (4ª parte)

11 domingo Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 23 comentarios

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amor, angustia, Aute, ¿Quién eres tú?, búsqueda, desamor, deseo, dolor, dudas, ilusión, incertidumbre, Música, palabras, piropos, Slowly, tristeza

Optó por intentar apartarlo de su mente, como algo cotidiano que pasase de forma ordinaria, no queriéndolo ver como  lo que era, algo extraordinario. Por ello lo guardó allí, en ese cajón de donde lo estaba retomando ahora para volver a posar la vista en aquella frase.

Habían pasado cuatro días, cuatro días desde el exabrupto que le sacó de su vida átona y monótona. Este suceso le hizo recapacitar sobre su comportamiento con las notas que había ido dando estos años. Esa desazón que hubiese podido generar en las destinatarias era la que él padecía ahora y no era ciertamente agradable, estaba sufriendo en sus carnes ese malestar interno del no saber quién ni porqué, que tantas veces él mismo inoculó a otras personas, a mujeres desamparadas- según él-, juego inocente e infantil- según su pensamiento-, y que ahora veía como cruel.

Quizás se lo estaba tomando demasiado a pecho, era demasiado ilusionante, y por ello estaba en ese estado de ansia ahora, con la nota entre sus dedos. Quizás simplemente procedía de alguien que como él, dejaba notas a la gente, y esa persona le vio gris y triste y sin luz en la mirada, como él veía a muchas mujeres a las que regalaba sus papeles y sus palabras, para dotarles de fuerza y dignidad. Puede que debiera tomárselo así, simplemente como un empujón y zarandeo, un toque de ánimo para alzar los hombros y estirar su cuerpo cada vez más encorvado por el aburrimiento de lo diario, de la falta de expectativas, por la nulidad afectiva.

Recibir una nota o un mensaje como ese, a cualquier hombre le gustaría, que le digan ese bello y tierno piropo es una de las mejores cosas que pueden decir y querer de uno.

“Los hombres como tú solo se encuentran en los mejores sueños”, uf! Quién no va a volverse loco por buscar a la persona que te diga eso. Quién puede no salir corriendo en busca de ella, del dueño de ese pensamiento hecho poesía hacia uno… Aunque intentó enterrar el papel en aquel cajón y olvidarlo, dejarlo estar, no pudo evitar al día siguiente mirar a cada una de las personas con las que se cruzaba, de manera vigilante, escudriñando cada gesto, cada movimiento. Estaba cansado por no haber dormido bien, pero quería estar alerta y no perderse detalle de las gentes con las que se cruzaba en el trayecto hacía su trabajo. Su trabajo. No había pensado en ello seriamente, solo de manera fugaz en su repaso de lugares en los que podía haber sido víctima de la entrega. Puede que alguna de las compañeras de trabajo, pero no, descartaba, no podía ser; él nunca lanzó mensajes sexuales hacia ninguna de ellas, no había muchas, ¿tres?, no, cuatro con la chica de recepción con la que casi no tenía trato. Ninguna era de su departamento pero, por razones de trazabilidad del trabajo, sí que tenía relación laboral a menudo. En alguna fiesta había confraternizado algo más con ellas, pero nada extraordinario. En ese instante se le pasó por la cabeza algo que le hizo fruncir el ceño con gesto de de sorpresa, a la vez que se le dibujaba una media sonrisa, como el que, concentrado en su pensar, exteriorizase lo que dentro de su mente está aconteciendo, mostrándose como libro abierto, por esa idea que a la vez le pareció absurda y ridícula.

Miró a su alrededor por si alguien le vio. Qué habrá pensado la gente al verle gesticular así con su rostro, él a veces veía a personas en esa situación y se preguntaba que sería aquello que les hizo sonreír o ensombrecer su cara en otros casos, qué pensamiento hizo que se mostrasen abiertamente y que uno se pudiese asomar a su estado anímico y ver tan adentro. Volvió a esa idea que se le ocurrió, pero que entendió claramente peregrina, o no tanto. ¿Porque no podía ser esa posibilidad? Al fin y al cabo, no era tan extraño que pudiese suceder, no por impulso suyo, no porque él mostrase intención o inclinación, pero posible era. Muchas veces le sucedía, desde siempre o desde bastante joven, por la calle o en bares, era mirado con cierta lujuria, atraía sin duda a bastantes homosexuales, incluso alguna vez recibió propuestas más directas y claras que las simples miradas. Nunca se sintió molesto ni violento con ello, en parte a él con su ego tan frágil, esto le agradaba algo, aunque nunca lo llegase a reconocer ni confesar a otros. Cierto que había mujeres que también le miraban con interés, esto equilibraba la cosa,  y puede que fuese lo que le tranquilizaba con vistas a tener alguna vez alguien a quién amar, sentía que había alguna posibilidad para el afecto compartido. Él no tenía tendencia a la homosexualidad y nunca se había planteado esa posibilidad, pero sentir que atraía a hombres y que incluso podía haber alguno enamorado, le creó duda y confusión. Acaso estaba equivocado desde el inicio en sus elucubraciones y no estaba mirando y observando a quién debiera en busca del dueño de aquella nota, o al menos no debería descartar y dejar de observar a los hombres como hasta ese momento había hecho, eliminados de su vista en la búsqueda de su “regaladora de palabras”. En su trabajo había un par compañeros homosexuales con los que se llevaba muy bien. Quizás. Y desde ese instante todos eran sus sospechosos, camino a su trabajo.

Mirando la nota de nuevo, entre sus dedos algo temblorosos, se pregunta: “Quién eres que tan lacerante me dejaste, quién eres que dolido busco tu imagen, quién eres que se me corta el respirar si una mirada intuyo posada en mí, quién eres que mi palpitar me ensordece, quién eres”.

 

 

 

.     *Nuestro protagonista se pregunta quién será y de donde vendrá el dueño o dueña de esa nota, como Aute se pregunta en su canción.

«¿Quién eres tú?«

Aute - Slowly-cover

.     **NA: Publicado originalmente el 22 de Mayo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

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