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Archivos de etiqueta: celos

No molestar aun soñando algo contigo

17 domingo Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato

≈ 31 comentarios

Etiquetas

Algo contigo, amor, Andrés Calamaro, celos, desamor, deseo, El cantante, Enamoramiento, Isabel Vinardell, Isabelle Laudenbach, La Rumorosa, Los Panchos, Música, Vicentico

Me obceco en impedir que aparezcan las preguntas insidiosas, los celos desatinados, inexcusables siempre, sin derecho a espetártelos como lanza hiriente. Los celos posesivos, siempre injustificados; nadie es posesión de nadie y tú menos aún de mí, más cuando veo claro lo baldío de mis intenciones, apartadas y esquivadas por ti. Pero en mi soledad no puedo evitar instigarme a tener algo contigo, cuesta tanto el control y el alejamiento falsamente voluntario. No exagero, intento cada vez molestar menos, no acosar y guardar mi lengua para que no diga lo que no debe, y así, si  no lo pronuncio tampoco lo escribo, pero a veces no lo consigo y me traiciono y hablo de más y digo inoportunamente lo que debería acallar y esconder para que no aflore, y no decir, cuánto deseo tener algo contigo.

.     *Es difícil convivir con el objeto de nuestro deseo tan cercano y tan esquivo a la vez, y acallar las palabras y no decirle lo que nos canta Calamaro.

«Algo contigo«

Andres-Calamaro-El-Cantante-Del-2004-Delantera

**NA: Esta canción de Chico Novarro popularizada por los Panchos, ha sido y es muy versionada, os dejo algunas de ellas por sí queréis escuchar esas variaciones.

Fiel al Original: Los Panchos

Con un ligero toque de Jazz: Isabel Vinardell

Intimista (voz, guitarra y suave arreglo electrónico): Isabel Vinardell y Isabelle Laudenbach

Con leve pincelada aflamencada: Rosario

Con acento de México: La Rumorosa

Por el tamiz salsero: Vicentico (El que fuera componente de Los Fabulosos Cadillacs)

.     *** Publicado originalmente 13 de Abril de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad

Palabras que hieren

19 jueves Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

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Adiós, celos, dolor, escritos, Fiesta, La bien querida, letras, libertad, Música, nausea, Odio, palabras, rabia, Ruptura, seductor, Sentido común, vocablos

Fui yo quién desencadenó el odio o el odio me vino a buscar, ya es mañana qué más da.

Ayer sentiste celos por mí, las palabras leídas te hieren como cuchillos que se clavan en ti. ¿Fui yo el responsable de que me quieras matar o eres tú que no sabes aguantar? Qué más da si no me vas a escuchar.

Que lo escrito duela, si no va para ti, es un problema que no hubo ni habrá. Las palabras, aunque escritas no las lleva el viento, vuelan para los demás, cada uno las acoge como las quiera sentir, si odias que sean para los demás, que anheles que sean solo para ti, no lo puedo remediar. Desencadenan un odio visceral y me golpea cuando me lo echas encima como basura sideral.

No poder escribir, medir comentarios como un desliz que no debiera cometer ni suceder sería coartar la inspiración y eso es cercenar la necesidad de expresar y cabalgar por mundos etéreos, y deseo inconcluso jamás a cumplir. Palabras punzantes, vocablos dentados que se te meten adentro y te corroen y muerden y mastican las vísceras vulnerables a lo externo, y te encoges y retuerces con gran dolor, y la rabia y las lágrimas afloran. La miel en el texto se convierte en hiel para tus labios lectores, y saboreas lo rancio en que se ha convertido el verbo cuando lo sientes arrebatado a ti, cuando el destino no lo sientes como tuyo. Acre sabor discurre por tu paladar y desciende por tu garganta. Y las letras unidas adquieren olores nauseabundos y te hacen torcer el gesto, provocando arcadas y deseas echar afuera ese asco que te rodea, ese aborrecimiento. La cólera se apodera de tu mente enferma por tanta furia provocada al deglutir expresiones que se tornan pestilentes al pensarlas para otros.

Seductor de damiselas y musas y conquistas ficticias y diatribas con encantamiento, son tus argumentos del dolor insuflado por lo redactado. Las acusaciones vertidas y derramadas, recelos obtenidos por un sentido común que dejó de serlo, que ya está dominado por el ánimo detraído por lo visto e imaginado dolientemente. El sueño perdido te hace inestable, moliendo cada verso, delirante en busca de un sentido inescrutable que haga saber si hay detrás de él un destinatario que usurpe tu feudo autoproclamado.

El sentido común lo perdiste cuando te engañaste con la idea que lo escrito era traición e infidelidad, que lo negro sobre fondo blanco era una cuchillada en tu piel, una marca tras otra que te hace recordar a cada momento que no eres la destinataria de aquellos grafismos y caracteres que unidos dicen tanto y tan poco a la vez. Quieres poner coto a los símbolos lingüísticos para que no digan lo que dicen, para que no signifiquen lo que otros pueden interpretar y llevar a error y crear expectativas que solo tú ves posibles. Y no quieres leer más, no quieres compartir, no quieres ver sentimientos ajenos a ti que solo tú ves, y solo divisas palabras que pueden lastimarte aun siendo suaves y delicadas, convirtiéndolas en ásperas y bruscas por tu tamiz, y las sientes como agresión en vez de caricia.

Te preguntas quién eres para mí, y dices que preferirías no haberte fijado en mí. Como me quieres no es sano y te estás mintiendo. Aunque te explico que lo tuyo y lo nuestro es otras cosa, no son palabras son hechos, son actos, son castillos cimentados en algo más fuerte que unos vocablos, son lazos invisibles, y no lo quieres ver, y me espetas que ya no es como ayer, que me diluyo en lo escrito que ya no son para ti todos mis pensamientos, que ahora se evaden en busca de otros oídos que acepten lisonjas que dices que ya no te digo.

Y ya es mañana y cierras la puerta mientras esto te digo y no sé si volverás.

 

 

.     *Al protagonista del texto al igual que al de la canción de La bien querida le expresan las dudas que genera su forma de ser, de estar y de compartir…

«Sentido común«

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Octubre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Un mensaje recuperado

18 miércoles Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

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Algo nos pasa, bilis, celos, daño, dudas, Enfado, Ira, justificaciones, La habitación roja, lanza, madrugada, Música, Mensaje, mentiras, palabras, rabia, universal, Veneno, vigilia

Tiene tantos celos que hasta quiere que deje de ser su amado y amigo, y él  no lo entiende, y recrea y piensa lo brevemente hablado, e imagina qué decirle, qué argumentar, busca palabras que puedan calmar y sosegar su ánimo, el de ella. Y lleva toda la noche desvelado, es incipiente madrugada y solo ha dado vueltas y vueltas en la cama sin poder descansar, proyectando como afrontar lo que vendrá. Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

  • No ha sido necesario eliminar el mensaje, debiste conseguir recuperarlo antes de que me fuese entregado, piensa decirle. No sé lo que pusiste ni a qué hora fue, dices que unas horas antes de ese otro, como alerta recibido, encomendándome a destruir el anterior. Tampoco sé lo que desató la necesidad de escribirme, según tú, con algo que me podía hacer daño si lo leía. Como no lo he podido leer no sé si me produciría dolor o no tus palabras, y esta es la peor situación, que te digan que hubo un mensaje cargado de sentimientos y ¿reproches? y no te llegue nunca. Ahora tengo un desasosiego interior por saber qué es eso que tanto mal podía hacerme. Y tú te niegas a decirme, y hacerme saber, y aunque yo te repito que me hace daño la ignorancia, tú te enrocas y callas, y cierras la puerta y das la espalda a lo dicho, para que así no me llegue de ninguna manera, aliviada de que el mensaje con la crítica y censura no cumpliese su cometido de echar en cara y reconvenir alguna actitud que no fuese del agrado tuyo, de quién lo manda y lanza como lanza en busca del pecho y corazón de alguien que dejó de ser amado y amigo, convertido en odiado y enemigo, al menos en ese momento de fiebre y de nublado pensamiento. Queda claro el camino y no hay flecos ni vericuetos que abran puertas por las que me pueda enredar, que sean diferentes a lo ya transitado, descorriendo esa blanca puerta, apertura al paraíso. Buscando la flor deseada, desflorando el prado y el paisaje florido, ya cerraste esa puerta con el mensaje envenenado, desaprobador, que si bien no llegó, sí que hizo su efecto, y ya sin quererlo me retuerzo de dolor intenso. La bilis insinuada y decidida en tu pensamiento, dicha y verbalizada para tus adentros, escrita y dirigida a mis sentimientos, pueblan ahora mi mente, sin saber ni siquiera si era fundado o infundado tu desvarío de celo doliente, y envidia de lisonjas ficticias, imaginadas por suspicacias inertes. 
  • Quiero recordar el inicio, o lo que encontraste como inicio para el enfado y el delirio. No lo hallo, doy vueltas, y llego al día anterior y no veo ni detecto indicio de error o disensión en el comportamiento o en lo dicho. – Piensa quizás escribirle. 

Y medita para sí. Las palabras que uno dice, si las mide otro y les busca vuelta y enredo seguro que lo encuentra y lo que pareció vago y sin criterio, se alza como duna que avanza por el viento, arrasando y tapando sin remedio. Lo vacuo se llena de inquina si se cree que el eco reverbera en el dañino hueco que queda por las palabras que no son dichas para los oídos que quieren ser únicos y sin contrincante al que disputar esos sonidos.

Y recuerda como si fuera hace un instante, cuando suena una llamada telefónica y tras descolgar se oye al otro lado una voz desesperada. Que dice que no lo abra, que no mire el correo y si lo mira y encuentra mensaje de su parte, que lo borre y destruya sin tentación de saber su contenido, sin ambages que supongan atracción por la misiva y evite la orden que recibe, y que oye con voz trémula. Avanzan desde el otro lado del auricular, que ya no quiere seguir, que no quiere el daño que siente, y presiente provocar o provocarse más, hacer o hacerse, sobre todo teme tomar iniciativa y hostigar sin miramientos al dolor que cause, que el suyo ya lo sufre y quiere evitarlo, y ante todo quiere evitar hacer el mal al otro, el mal que ella en sí advierte.

La voz angustiada, y angustiosa genera un pulular de mariposas en él, y suben a la cabeza, y no entiende lo que sucede, la nublada mente lo empuja al silencio un instante, y luego las palabras emergen y las justificaciones por lo que no entiende ni comprende. Justificaciones que suenan falsas pues lo son, por no ser ciertas, porque no hubo acción primera que pudiese llevar a la necesidad de rectificarse, y cuando se inventa un pretexto para excusar algo inexistente, una acción que no fue,  genera la certidumbre en el otro de que sí la hubo y que se es culpable por escudarse en la mentira. Y ese minuto de conversación abruptamente se interrumpe.

Y el silencio queda de nuevo en el aire, pues no hay respuesta, y ya al otro lado del auricular no hay nadie que siga oyendo las palabras que brotan para tranquilizar una inquietud imaginada, y la rabia se hace cargo de la situación, y marca el número, y no hay contestación, nadie descuelga, y la ira se apodera del ser que no comprende lo sucedido, e indefenso de la acusación queda maltrecho en su calabozo, confinado con sus pensamientos que deberá ordenar para salir cuerdo de este acoso, del  que no le permiten defensa, pues cortaron la comunicación. La noche se le hace eterna, quisiera que el alba despuntase ya, quiere el nuevo día para poder hablarle y decirle que todo es una equivocación, que no hubo lo que elucubra, pero que con ello, con su recelo, lo suyo, lo que había entre ellos queda herido y sin duda algo de lo sucedido no tendrá reparación.

Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

 

 

 

 

.     *En el texto, como en la canción de La habitación roja, el protagonista es consciente de que algo les pasa, y que lo dicho o escrito pero no escuchado o leído es la puerta que cierra el paso definitivo del uno al otro.

«Algo nos pasa«

La habitación roja - Universal

.     **NA: Publicado originalmente el 29 de Abril de 2013). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

K

03 martes Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 17 comentarios

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cartas, celos, comienzo, declaración de amor, desconocida, dudas, Efecto Mariposa, equívoco, Ironía, Ruptura

Querida desconocida K.

Me dejaste una carta en mi buzón, creo que por error, aunque puede que no sea así y que en un pasado remoto sí que tú y yo hayamos compartido afectos, y que pasado el tiempo te surgiese la necesidad de ponerte en contacto conmigo, aunque como tú misma me dices yo te pidiera que nunca lo hicieses, pero sinceramente si es así debe ser en un tiempo muy antiguo y no con la proximidad temporal con la que me hablas, puesto que esa letra con la que firmas no me da ninguna pista sobre quién puedes ser, nadie que yo conozca empieza su nombre o apellido por tal letra, y tampoco me suena como apodo o nombre secreto o en clave para mantener la relación oculta a otros o como simple juego y complicidad entre los dos. En cualquier caso de ser cierta esa posible relación entre ambos yo he desterrado esos recuerdos de mi cabeza por algún motivo. Ha pasado un mes desde que al llegar a casa encontramos tu carta, sí, dije bien, encontramos, quizás no lo sabías pero tengo pareja desde hace tiempo, ese otro nombre que viste en el buzón es el de ella, lo que no te impidió deslizar la carta, fuimos los dos juntos al revisar el correo los que nos topamos con el sobre que se dirigía a mí, sin sellos ni matasellos dejando en evidencia que fue dejado en el buzón directamente sin ser mandado por correo, ni depositado por un cartero y sí dejado por la mano que escribió, algo que me produjo cierto escalofrío. La curiosidad hizo que abriese enseguida la carta en su presencia y al preguntarme sobre su contenido ella no creyó lo que le decía, que era una equivocación que debían haberse equivocado de buzón, que era de carácter íntimo. Ella me solicitó la carta y yo se la mostré, no tenía nada que ocultar, estaba seguro que yo no era el destinatario de aquellas letras pese a que mi nombre sin apellido aparecía en el sobre, pero al leerlo ella misma su semblante cambio, sus ojos se pusieron vidriosos, su cara reflejaba una mezcla entre sorpresa, ira y deseo de llanto. Empezó un interrogatorio cargado de celos, sin atender a mis razones, ninguna de mis respuestas fueron creídas por ella, me desesperaba esa negativa a creer en lo que le decía, rechazaba mis argumentos sobre la imposibilidad de un desliz sentimental por no ser deseado y que además con la vida que llevábamos no había ni siquiera oportunidad de ello, y que si fuese alguien de mi pasado que reaparecía no era bajo mi conformidad, no buscada ni aceptada esa presencia de mi vida anterior a ella, como en la propia carta ponía, si fuese cierto ser yo el destinatario, por tanto no tenía sentido ese ataque de celos, y así pasaron un par de semanas, con el enfado y enojo y la sombra de duda y desconfianza como compañeros cotidianos. Por más que insistía cada día en que no había nada entre la persona de esa carta, es decir, tú K y yo, que no conocía a la responsable de esa desesperada e impulsiva carta de amor, no hubo manera de que ella cambiase de opinión, todo lo nuestro se había derrumbado de golpe, todo estaba acabándose por un error, por unas letras de una desconocida. K, aún sin saberlo seguro, te trato como mujer porque me siento más cómodo pensándote en femenino, me parecería más rocambolesco y ridículo que todo este equívoco que ha desmontado mi vida a día de hoy fuese por las letras de un hombre dirigidas a su deseado amante, que sin duda en este caso sí puedo asegurarlo no sería yo puesto que nunca estuve en esas tesituras. Te escribo ahora pasadas estas dos semanas tras el abandono de mi pareja, ya que me gustaría conocerte, al menos querría ver el rostro de la persona que ha hundido y arruinado mi vida actual en pareja. No temas, no hay ánimo de daño o venganza, solo fuerte deseo de conocerte.

Sin otro particular, te espero pronto, ya sabes en dónde vivo.

Un abrazo.

 

 

.     *Todo se vuelve Irónico al final, como nos canta Efecto Mariposa.

«Ironía«

efecto_mariposa_comienzo-portada

.     *NA: En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto o un texto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Arriba leíste mi aportación a ésta su propuesta;

Imagina: Una ciudad cualquiera, 1957. Regresas a casa después de un viaje y encuentras la carta de un desconocido en el buzón.

Ayer fui a tu casa y no estabas. Sí, ya sé que no debí hacerlo, que me lo prohibiste, pero ¡ay! no puedo vivir así, sin apenas verte, sin saber de ti. La desesperación de sentirte lejos me consume.

Sabes que haré cualquier cosa que me pidas. Por favor, ¡escríbeme!

K.

Evidentemente es un error. No conoces a esa persona de nada, no sabes de qué está hablando ni que une a K. y al destinatario de la carta. Aun así, le contestas… ¿Qué le escribirás?

.

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Septiembre de 2016. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Viejos tiempos (2ª parte)

26 martes Mar 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

amigas, Amistad, celos, dudas, E.B.S., El tiempo de mi felicidad, Ella Baila Sola, Felicidad, Infelicidad, llanto, Música, Pasado, Presente, Recuerdos, tristeza

Se repone, se lava la cara, se la seca con el papel para tal efecto, y respira hondo, muy profundo, no sabe porqué pero tiene ganas de llorar. Por un momento aguanta el tipo, traga saliva, sigue con la cabeza baja, mirando el lavabo, no se atreve a alzar la vista hacia el espejo, no quiere ver, no quiere encontrarse con lo que puede reflejar, ni tampoco lo que pudiese encontrar al otro lado del mismo. Pero el llanto le vence y hace pucheros, callados sonidos, ahogando ese deseo de que las lágrimas se derramen y sean acompañadas de sonidos lastimeros. Llora brevemente, lo suficiente para echar fuera de sí, momentáneamente, la tristeza que le tiene poseído.  Vuelve a refrescarse la cara para eliminar las señales del dolor que le ha atacado de manera sorpresiva, y que le ha dejado maltrecho emocionalmente. Aprieta la mandíbula para desentumecer la sonrisa y poder salir con cara resplandeciente, falsamente alegre, fingiendo normalidad, vestido de hipocresía.

Lo que no entiende es este arrebato que le ha venido, porqué esta situación tan trivial en un principio, tan habitual en reencuentros de viejos amigos, puede haberle llevado a este estado, a esta ansiedad por lo no vivido. El nuevo presente que ahora tiene enfrente le ha dejado trastornado. Quizás esta situación solo ha sido el desencadenante de algo que ya tenía dentro. Esta simple conversación sirvió de espoleta para el estallido en su interior. Lo bueno y agradable se le ha vuelto malo y desagradable. Sentarse allí con ellas y sobrellevar la tarde dignamente va a ser complicado. Se acerca con intranquilidad, no quiere que se le note la desazón que azogado le mantiene algo irritado, no quisiera que ellas tan felices lo noten. Y pareciera que lo consigue, no le han hecho demasiado caso cuando ha llegado de vuelta. Ya se siente fuera del presente de ellas y mucho más fuera del futuro de su pareja. Aparecen más nombres y situaciones lejanas en el tiempo pero que están ahora allí tan vivas y presentes que casi desprenden los aromas de aquellos aires viciados y viciosos que él no aspiró y que en este preciso instante, inhala y llena todos los pulmones de esa brisa salina y de salitre, de pueblo de costa, de playa donde sucedió, y que hoy se hizo presente. Lo ve todo tan próximo, tan cercano a su piel, que cree sentir en este instante el roce de alguna mano, paseándose por la espalda de ella, ve las lentes oscuras de alguien apartarse para ver mejor y dejar ver su ojos y su mirada obscena, invitadora y lo peor es  la sonrisa cómplice que se dibuja en el rostro de ella. Ver esta imagen tan presente le rasga, y no puede por menos apartar la vista a un lado, lejos de la conversación, de las eternas amigas.

Ellas continúan con sus comentarios en tiempo presente, aunque vayan acompañados de un “recuerdas” momentáneo y efímero como parte de un sicalíptico retruécano que ellas conocen y del que a él le dejan ignorante de su origen y finalidad. Un fin de felicidad para ellas y no compartida con él. Nunca pensó que pudiese tener celos del pasado de ella, y ahora, como ese pasado no es pasado sino presente, él se escuda en ello para excusarse de esta flaqueza que jamás pensó tendría. Él siempre fue muy liberal para los sentimientos y al final se siente mal por resultar ser igual que todos o casi todos, posesivo hasta para los pensamientos, más allá de los propios actos del otro. Tener recelo de una amiga de su pareja  es lo que menos hubiese imaginado, quizás de un amigo sí, pero de una mujer, impensable hace tiempo, y sin embargo, aquí está odiándola, sintiendo que le está robando el tiempo de su felicidad.

 

 

 

.     *El protagonista del texto siente que le roban el tiempo de su felicidad, ese tiempo que espera que le llegue algún día a Ella Baila Sola en su canción.

«El tiempo de mi felicidad«

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                      …Continúa «Viejos tiempos (3ª parte)«

Lectura distorsionada

03 viernes Ago 2018

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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amor, celos, crimen, desamor, El mal querer, foto, Música, Pienso en tu mirá, Relato, Rosalia

Foto: Isabel M. Martínez

 

Leo entre rejas la historia de aquella mujer embaucadora, la historia de sonrisa y gafas oscuras en días soleados, leo distorsionado por estos barrotes que no me dejan ver la realidad al completo, que me lo tergiversan a su antojo o quizás a mi antojo para acomodar los hechos a un entendimiento más amable, menos doloroso. Me veo con mis guantes, los mismos que utilice en el macabro acto, en la ilegitima decisión, endiosado, aniquilador. Leo lo que he escrito, lo que relaté, quizás para librarme de fantasmas que anuncian cada noche una tempestad interna o simplemente para intentar entender qué sucedió, qué incitó y activó ese desequilibrio que aquí me ha llevado.

 

 

*Para completar el relato la voz de Rosalía en «Pienso en tu mirá», segundo single de su próximo album «El mal querer».

«Pienso en tu mirá«

 

.     **NA: En el blog “el bic naranja”, antes Fernando Vicente y ahora Anita Dinamita, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto o un texto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Arriba leíste el breve relato que escribí al ver la fotografía de su propuesta: “Creemos que la realidad es una, pero es tan solo nuestra percepción. Así nos lo muestra Isabel M. Martínez en esta fotografía de la serie The weekend. ¿Serías capaz de escribir dos historias a la vez?”

 

No dudes, mi amor

22 miércoles Nov 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 14 comentarios

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Agitar antes de usar, amor, angustia, celos, desconsuelo, dudas, Hombres G, Música, ojos, Si no te tengo a ti, tu mirada

Cruzo mi mirada con la tuya, y veo tus ojos, tus pupilas abiertas, veo un brillo que me estremece, me miras como si me escrutaras, como si quisieras penetrar en mí, me miras para verme internamente, y yo te pregunto qué miras, y tú dices, nada. Y yo siento un escalofrío, tu cara desmiente tus palabras, piensas y repiensas. Y te miro dentro, tus ojos son translúcidos, es más, los percibo trasparentes. Y veo tu interior, muy adentro, en lo profundo de ti, y me da miedo. Veo tus dudas sobre mi amor, veo tus miedos a que no te quiera, veo tu dolor, y me angustia. Temo tus temores y me sobresalto, la garganta se me anuda, y me falta el aire, y siento en mis ojos una humedad interior, y siento como se inflaman y llenan de lágrimas que fácilmente se harían paso si se lo permitiese, y bajarían lentamente por mi mejilla llegando a mis labios y mi boca y las sentiría saladas, muy saladas, amargo llanto. Estoy estupefacto por pensar que dudas de mis caricias, de mis sonrisas, de mis palabras, de mis afectos, de mis “te quiero”. Aterrado por esa mirada que me pone en cuestión, que lanza un mensaje de alarma, que trasciende todos los umbrales que podría haber entre ambos, que pasa hasta el fondo de mí, y que lacera allá en lo hondo. Me pregunto de donde surgen las vacilaciones, de donde te viene la fiebre, de donde te vino la lanza que abrió la herida, qué causó ese titubeo en tu pensamiento, que no en tu sentimiento que sé que no lo acompaña, o eso deseo. Y el reparo que veo en tus ojos, me hunde en un pavor desasosegante, en un encogimiento de estómago. Siento todas las vísceras apretarse y me enferman, y es a mí a quién viene la fiebre y el calor, que sube por todo el cuerpo, y llega a la cabeza en la que aflora el vértigo y produce un vahído, que agrava el malestar, y cierro los ojos para no vomitar. Pensar en tu falta, en el abandono, me deja doliente y abatido. Aquejado de un mal desconocido por no saber el porqué de esta situación, si son mis actos o la ausencia de ellos, mis escritos, mis palabras o mis silencios, cuál es el detonante de este sentimiento que brota en tu mirada o es mi imaginación, y no es cierto lo que veo, o creo que veo. La luz de tus ojos, tan cálida siempre, manda destellos de hielo. Paso de la calentura al frío, quedo helado y triste, y me asusta y me turba la idea de que no estés a mi lado al despertar en cada mañana de los próximos años. Me mata descubrir en tu mirada el recelo y la sospecha infundada. El desconsuelo de lo que pueda venir sin ti, me muestra un horizonte sombrío, y la inquietud de que no acudas a mi lado y salgas andando hacia otro lado, me llena de congoja. Quisiera saber que hay dentro de tu cabeza cuando me miras a los ojos y recorres todo mi rostro de un vistazo, quisiera que te abrieras para ver, aunque sé que dirás que no hay nada encerrado. Pero yo no te creo y barrunto y pienso, y la opresión es creciente y como un paciente agonizante empiezo a desesperar, y poco a poco siento que puedo morir porque tu desamor pueda llegar, y si ya no estás, para qué seguir, para qué vivir. Y sigo mirándote y las palabras se agolpan en la cabeza y no manan por mi boca, quiero decirte muchas cosas y mostrar todos mis sentimientos, pero solo acierto a decirte: no dudes, mi amor.

 

 

.     *Esta canción de los Hombres G, acompaña el texto en el que el temor a los celos infundados y el consecuente desamor por ellos angustian al protagonista.

«Si no te tengo a ti«

 

.     **NA: Publicado originalmente el 16 de Abril 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida está llena de afectos y desafectos.

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