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Archivos de etiqueta: rabia

Pediría un deseo

31 Martes Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

≈ 31 comentarios

Etiquetas

Año nuevo, Desafecto Social, deseo, desterrar, Feliz 2013, Odio, pedir, quimera, rabia, Rabo de nube, Silvio Rodríguez, tristeza

Época de deseos,

de renovar los pasados,

los no cumplidos,

y los cumplidos que han de ser cambiados.

Sacarlos por la ventana en papel escrito,

quemarlos con los primeros instantes

del año nuevo, dicen serán cumplidos.

Aconsejan que elijas uno o varios nuevos.

 

Si pudiera pensar que se cumpliesen,

optaría por la esperanza,

sacar de mí el odio por lo que no comprendo

sobre decisiones sociales tomadas.

Repartir un poco, de lo poco que tengo,

repartir un mucho, de los que mucho tienen.

 

Si tuviera que pedir un deseo,

pediría que las lágrimas no me brotasen por lo que veo.

Que la ira no me nublara el pensamiento,

que la rabia no se apoderase de mí,

cuando nos cortan nuestros derechos.

 

Si pudiera y creyera en los deseos,

pediría desterrar la desigualdad.

Si pudiera y creyera en lo quimérico,

pediría un deseo.

 

 

.    *Con la fuerza de esta canción de Silvio Rodríguez (necesaria escuchar), acompaño mi deseo escrito y que el próximo año nos llegue un rabo de nube. Feliz 2013. Feliz 2020.

“Rabo de Nube”

Silvio Rodriguez- Rabo de nube

.     ** Publicado originalmente 29 de abril de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

.     ***Las cosas no han cambiado demasiado en este tiempo y por eso estos deseos tristemente no han caducado y vuelven a ser mis deseos para este año próximo. Añadiría, que acierte en mis decisiones.

Palabras que hieren

19 Jueves Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

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Adiós, celos, dolor, escritos, Fiesta, La bien querida, letras, libertad, Música, nausea, Odio, palabras, rabia, Ruptura, seductor, Sentido común, vocablos

Fui yo quién desencadenó el odio o el odio me vino a buscar, ya es mañana qué más da.

Ayer sentiste celos por mí, las palabras leídas te hieren como cuchillos que se clavan en ti. ¿Fui yo el responsable de que me quieras matar o eres tú que no sabes aguantar? Qué más da si no me vas a escuchar.

Que lo escrito duela, si no va para ti, es un problema que no hubo ni habrá. Las palabras, aunque escritas no las lleva el viento, vuelan para los demás, cada uno las acoge como las quiera sentir, si odias que sean para los demás, que anheles que sean solo para ti, no lo puedo remediar. Desencadenan un odio visceral y me golpea cuando me lo echas encima como basura sideral.

No poder escribir, medir comentarios como un desliz que no debiera cometer ni suceder sería coartar la inspiración y eso es cercenar la necesidad de expresar y cabalgar por mundos etéreos, y deseo inconcluso jamás a cumplir. Palabras punzantes, vocablos dentados que se te meten adentro y te corroen y muerden y mastican las vísceras vulnerables a lo externo, y te encoges y retuerces con gran dolor, y la rabia y las lágrimas afloran. La miel en el texto se convierte en hiel para tus labios lectores, y saboreas lo rancio en que se ha convertido el verbo cuando lo sientes arrebatado a ti, cuando el destino no lo sientes como tuyo. Acre sabor discurre por tu paladar y desciende por tu garganta. Y las letras unidas adquieren olores nauseabundos y te hacen torcer el gesto, provocando arcadas y deseas echar afuera ese asco que te rodea, ese aborrecimiento. La cólera se apodera de tu mente enferma por tanta furia provocada al deglutir expresiones que se tornan pestilentes al pensarlas para otros.

Seductor de damiselas y musas y conquistas ficticias y diatribas con encantamiento, son tus argumentos del dolor insuflado por lo redactado. Las acusaciones vertidas y derramadas, recelos obtenidos por un sentido común que dejó de serlo, que ya está dominado por el ánimo detraído por lo visto e imaginado dolientemente. El sueño perdido te hace inestable, moliendo cada verso, delirante en busca de un sentido inescrutable que haga saber si hay detrás de él un destinatario que usurpe tu feudo autoproclamado.

El sentido común lo perdiste cuando te engañaste con la idea que lo escrito era traición e infidelidad, que lo negro sobre fondo blanco era una cuchillada en tu piel, una marca tras otra que te hace recordar a cada momento que no eres la destinataria de aquellos grafismos y caracteres que unidos dicen tanto y tan poco a la vez. Quieres poner coto a los símbolos lingüísticos para que no digan lo que dicen, para que no signifiquen lo que otros pueden interpretar y llevar a error y crear expectativas que solo tú ves posibles. Y no quieres leer más, no quieres compartir, no quieres ver sentimientos ajenos a ti que solo tú ves, y solo divisas palabras que pueden lastimarte aun siendo suaves y delicadas, convirtiéndolas en ásperas y bruscas por tu tamiz, y las sientes como agresión en vez de caricia.

Te preguntas quién eres para mí, y dices que preferirías no haberte fijado en mí. Como me quieres no es sano y te estás mintiendo. Aunque te explico que lo tuyo y lo nuestro es otras cosa, no son palabras son hechos, son actos, son castillos cimentados en algo más fuerte que unos vocablos, son lazos invisibles, y no lo quieres ver, y me espetas que ya no es como ayer, que me diluyo en lo escrito que ya no son para ti todos mis pensamientos, que ahora se evaden en busca de otros oídos que acepten lisonjas que dices que ya no te digo.

Y ya es mañana y cierras la puerta mientras esto te digo y no sé si volverás.

 

 

.     *Al protagonista del texto al igual que al de la canción de La bien querida le expresan las dudas que genera su forma de ser, de estar y de compartir…

“Sentido común“

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Octubre de 2012). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Un mensaje recuperado

18 Miércoles Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

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Algo nos pasa, bilis, celos, daño, dudas, Enfado, Ira, justificaciones, La habitación roja, lanza, madrugada, Música, Mensaje, mentiras, palabras, rabia, universal, Veneno, vigilia

Tiene tantos celos que hasta quiere que deje de ser su amado y amigo, y él  no lo entiende, y recrea y piensa lo brevemente hablado, e imagina qué decirle, qué argumentar, busca palabras que puedan calmar y sosegar su ánimo, el de ella. Y lleva toda la noche desvelado, es incipiente madrugada y solo ha dado vueltas y vueltas en la cama sin poder descansar, proyectando como afrontar lo que vendrá. Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

  • No ha sido necesario eliminar el mensaje, debiste conseguir recuperarlo antes de que me fuese entregado, piensa decirle. No sé lo que pusiste ni a qué hora fue, dices que unas horas antes de ese otro, como alerta recibido, encomendándome a destruir el anterior. Tampoco sé lo que desató la necesidad de escribirme, según tú, con algo que me podía hacer daño si lo leía. Como no lo he podido leer no sé si me produciría dolor o no tus palabras, y esta es la peor situación, que te digan que hubo un mensaje cargado de sentimientos y ¿reproches? y no te llegue nunca. Ahora tengo un desasosiego interior por saber qué es eso que tanto mal podía hacerme. Y tú te niegas a decirme, y hacerme saber, y aunque yo te repito que me hace daño la ignorancia, tú te enrocas y callas, y cierras la puerta y das la espalda a lo dicho, para que así no me llegue de ninguna manera, aliviada de que el mensaje con la crítica y censura no cumpliese su cometido de echar en cara y reconvenir alguna actitud que no fuese del agrado tuyo, de quién lo manda y lanza como lanza en busca del pecho y corazón de alguien que dejó de ser amado y amigo, convertido en odiado y enemigo, al menos en ese momento de fiebre y de nublado pensamiento. Queda claro el camino y no hay flecos ni vericuetos que abran puertas por las que me pueda enredar, que sean diferentes a lo ya transitado, descorriendo esa blanca puerta, apertura al paraíso. Buscando la flor deseada, desflorando el prado y el paisaje florido, ya cerraste esa puerta con el mensaje envenenado, desaprobador, que si bien no llegó, sí que hizo su efecto, y ya sin quererlo me retuerzo de dolor intenso. La bilis insinuada y decidida en tu pensamiento, dicha y verbalizada para tus adentros, escrita y dirigida a mis sentimientos, pueblan ahora mi mente, sin saber ni siquiera si era fundado o infundado tu desvarío de celo doliente, y envidia de lisonjas ficticias, imaginadas por suspicacias inertes. 
  • Quiero recordar el inicio, o lo que encontraste como inicio para el enfado y el delirio. No lo hallo, doy vueltas, y llego al día anterior y no veo ni detecto indicio de error o disensión en el comportamiento o en lo dicho. – Piensa quizás escribirle. 

Y medita para sí. Las palabras que uno dice, si las mide otro y les busca vuelta y enredo seguro que lo encuentra y lo que pareció vago y sin criterio, se alza como duna que avanza por el viento, arrasando y tapando sin remedio. Lo vacuo se llena de inquina si se cree que el eco reverbera en el dañino hueco que queda por las palabras que no son dichas para los oídos que quieren ser únicos y sin contrincante al que disputar esos sonidos.

Y recuerda como si fuera hace un instante, cuando suena una llamada telefónica y tras descolgar se oye al otro lado una voz desesperada. Que dice que no lo abra, que no mire el correo y si lo mira y encuentra mensaje de su parte, que lo borre y destruya sin tentación de saber su contenido, sin ambages que supongan atracción por la misiva y evite la orden que recibe, y que oye con voz trémula. Avanzan desde el otro lado del auricular, que ya no quiere seguir, que no quiere el daño que siente, y presiente provocar o provocarse más, hacer o hacerse, sobre todo teme tomar iniciativa y hostigar sin miramientos al dolor que cause, que el suyo ya lo sufre y quiere evitarlo, y ante todo quiere evitar hacer el mal al otro, el mal que ella en sí advierte.

La voz angustiada, y angustiosa genera un pulular de mariposas en él, y suben a la cabeza, y no entiende lo que sucede, la nublada mente lo empuja al silencio un instante, y luego las palabras emergen y las justificaciones por lo que no entiende ni comprende. Justificaciones que suenan falsas pues lo son, por no ser ciertas, porque no hubo acción primera que pudiese llevar a la necesidad de rectificarse, y cuando se inventa un pretexto para excusar algo inexistente, una acción que no fue,  genera la certidumbre en el otro de que sí la hubo y que se es culpable por escudarse en la mentira. Y ese minuto de conversación abruptamente se interrumpe.

Y el silencio queda de nuevo en el aire, pues no hay respuesta, y ya al otro lado del auricular no hay nadie que siga oyendo las palabras que brotan para tranquilizar una inquietud imaginada, y la rabia se hace cargo de la situación, y marca el número, y no hay contestación, nadie descuelga, y la ira se apodera del ser que no comprende lo sucedido, e indefenso de la acusación queda maltrecho en su calabozo, confinado con sus pensamientos que deberá ordenar para salir cuerdo de este acoso, del  que no le permiten defensa, pues cortaron la comunicación. La noche se le hace eterna, quisiera que el alba despuntase ya, quiere el nuevo día para poder hablarle y decirle que todo es una equivocación, que no hubo lo que elucubra, pero que con ello, con su recelo, lo suyo, lo que había entre ellos queda herido y sin duda algo de lo sucedido no tendrá reparación.

Le hubiese gustado dejarlo zanjado, pero no pudo ser, no hubo manera, no quiso responder.

 

 

 

 

.     *En el texto, como en la canción de La habitación roja, el protagonista es consciente de que algo les pasa, y que lo dicho o escrito pero no escuchado o leído es la puerta que cierra el paso definitivo del uno al otro.

“Algo nos pasa“

La habitación roja - Universal

.     **NA: Publicado originalmente el 29 de Abril de 2013). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Refugiado

16 Lunes Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 22 comentarios

Etiquetas

baño, Belice, desamor, desencuentro, Discusión, encerrado, grito, La noche eterna-Los días no vividos, Love of lesbian, Música, pena, rabia, refugiado, refugio, tristeza

Llevaba en el baño varios minutos, ahora se miraba al espejo, había estado sentado en la taza con los pantalones bajados como si estuviese orinando, pero no lo había hecho, era casi una forma inconsciente para dar más realismo al motivo de estar en el aseo, pero después de varios minutos con la mirada perdida al frente, con los pensamientos abstraídos, pensando sin pensar, se preguntó en voz alta qué hacía, porqué estaba ahí encerrado fingiendo que tenía ganas de miccionar y por tanto sin echar una gota, -miccionar, esa palabra cursi siempre le hizo gracia, y esbozó una sonrisa, una mueca incongruente con su estado-. Casi se le saltaban las lágrimas, apretaba los dientes tensando toda la mandíbula, casi hasta hacerse daño. Rabia, era rabia lo que sentía en ese momento, y tristeza, se sentía muy triste.

Una vuelta de tuerca, un nuevo desencuentro, un alzar la voz, y decir cosas sin pararse a pensarlas, sin reflexionarlas. Había vuelto a pasar, su verbo brotó sin medida, había sucedido de nuevo, le había sacado de sus casillas, y sabía que esto le iba a pasar factura, los nervios se le cogerían a la tripa y estaría con dolores y malestar al regreso, ya casi esos nervios le tenían atenazado el estómago. No quería salir, pero no había otra opción, no podía volatilizarse de aquel lugar, de aquella situación, y que nada hubiese pasado, un salto en el tiempo de hace unas horas anteriores a unas horas posteriores. Y que lo pasado no hubiese existido, como un agujero en espacio-tiempo.

Últimamente los enfrentamientos eran más habituales, demasiado habituales diría, choques por todo, por lo más nimio, por lo más absurdo. Ahora, frente al espejo, en aquel lugar que olía a humedad, con paredes llenas de garabatos, se contemplaba perplejo. Sentirse como un niño que se encierra en el baño, no le gustaba, era adulto para afrontar los problemas, sin rehuirlos. Pero no era así, aunque más que huir de ellos, solo evitaba afrontarlos, mirarlos a los ojos, simplemente lo intentaba dejar estar, ahí aparcado a un lado como si ello solo se pudiese solucionar, como si el tiempo hiciese lo que él no se atrevía a solventar, a poner fin al asunto incómodo que día tras día iba creciendo como monstruo amenazante, como pesadilla en noche oscura y tormentosa. Todo se había acentuado últimamente, y la desgana de compartir se había instalado en él. Se dejaba llevar por la inercia de estar, por la rutina, por el miedo a la ruptura, miedo a empezar de nuevo, de cero, sin mochila, sin carga, salvo la de los recuerdos, los rencores y desprecios, que de esos iba a ser difícil desprenderse, si es que alguna vez optaba por ello, si se decidía a no arruinar más tiempo su vida, si quería aprovechar el tiempo que aún tenía. Cada día que dejaba pasar se daba cuenta que era un día perdido, un día errado en su búsqueda de felicidad.

 

 

 

.     *Como en un búnker a salvo se siente en el baño y no quisiera salir, y se querría evaporar como en la canción de Love of Lesbian, para desaparecer y huir, pero a él también le falta valor.

“Belice“

Love of lesbian. La noche eterna-los días no vividos

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Junio de 2013). Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Tal vez

28 Viernes Dic 2018

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 8 comentarios

Etiquetas

caer, gatos, herido, herir, Lo que te hace grande, Mapas, Música, rabia, Tal vez, Vetusta Morla

Tal vez

la audacia

sirva para algo

tal vez

esta rabia

sirva para algo

tal vez

algo sirva para algo.

 

Pero los gatos no bajan

del tejado

siguen locos

por esos tejados

buscando cada día,

¿buscando qué?

 

Tal vez

buscando el calor

tal vez

buscando el candor

de gente ingenua

de gente buena.

 

Lujo lejano,

quisiera creer

tal vez

alguna vez

estará cercano.

 

Gato sin dueño

buscando amor

buscando lo que tú

no supiste dar.

 

Tal vez

yo no te lo puse fácil

tal vez

te ahogué

o simplemente te acosé.

 

Tal vez

no supe motivarte

quizás fuera

espejismo de un día

el amor que creía te tenía.

 

Tal vez mi duda actual

simplifique y desdramatice

este dolor que creía tener.

Tal vez

solo tal vez

pueda volver a querer.

 

Tal vez

algún día piense en ti

y la astucia

me sirva para no herir

como yo caí

gigante herido

 

Tal vez

esta rabia

me sirva para no herir

como yo caí.

Tal vez

te quise

o solo creí.

 

 

 

 

.     *Vetusta Morla nos acompaña los tal vez de dudas del poema con los suyos de alarmas encendidas por los vaivenes de la vida.

“Lo que te hace grande“

.     **NA: Publicado originalmente el 7 de Mayo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida está llena de afectos y desafectos.

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