Etiquetas
cartas, celos, comienzo, declaración de amor, desconocida, dudas, Efecto Mariposa, equívoco, Ironía, Ruptura
Querida desconocida K.
Me dejaste una carta en mi buzón, creo que por error, aunque puede que no sea así y que en un pasado remoto sí que tú y yo hayamos compartido afectos, y que pasado el tiempo te surgiese la necesidad de ponerte en contacto conmigo, aunque como tú misma me dices yo te pidiera que nunca lo hicieses, pero sinceramente si es así debe ser en un tiempo muy antiguo y no con la proximidad temporal con la que me hablas, puesto que esa letra con la que firmas no me da ninguna pista sobre quién puedes ser, nadie que yo conozca empieza su nombre o apellido por tal letra, y tampoco me suena como apodo o nombre secreto o en clave para mantener la relación oculta a otros o como simple juego y complicidad entre los dos. En cualquier caso de ser cierta esa posible relación entre ambos yo he desterrado esos recuerdos de mi cabeza por algún motivo. Ha pasado un mes desde que al llegar a casa encontramos tu carta, sí, dije bien, encontramos, quizás no lo sabías pero tengo pareja desde hace tiempo, ese otro nombre que viste en el buzón es el de ella, lo que no te impidió deslizar la carta, fuimos los dos juntos al revisar el correo los que nos topamos con el sobre que se dirigía a mí, sin sellos ni matasellos dejando en evidencia que fue dejado en el buzón directamente sin ser mandado por correo, ni depositado por un cartero y sí dejado por la mano que escribió, algo que me produjo cierto escalofrío. La curiosidad hizo que abriese enseguida la carta en su presencia y al preguntarme sobre su contenido ella no creyó lo que le decía, que era una equivocación que debían haberse equivocado de buzón, que era de carácter íntimo. Ella me solicitó la carta y yo se la mostré, no tenía nada que ocultar, estaba seguro que yo no era el destinatario de aquellas letras pese a que mi nombre sin apellido aparecía en el sobre, pero al leerlo ella misma su semblante cambio, sus ojos se pusieron vidriosos, su cara reflejaba una mezcla entre sorpresa, ira y deseo de llanto. Empezó un interrogatorio cargado de celos, sin atender a mis razones, ninguna de mis respuestas fueron creídas por ella, me desesperaba esa negativa a creer en lo que le decía, rechazaba mis argumentos sobre la imposibilidad de un desliz sentimental por no ser deseado y que además con la vida que llevábamos no había ni siquiera oportunidad de ello, y que si fuese alguien de mi pasado que reaparecía no era bajo mi conformidad, no buscada ni aceptada esa presencia de mi vida anterior a ella, como en la propia carta ponía, si fuese cierto ser yo el destinatario, por tanto no tenía sentido ese ataque de celos, y así pasaron un par de semanas, con el enfado y enojo y la sombra de duda y desconfianza como compañeros cotidianos. Por más que insistía cada día en que no había nada entre la persona de esa carta, es decir, tú K y yo, que no conocía a la responsable de esa desesperada e impulsiva carta de amor, no hubo manera de que ella cambiase de opinión, todo lo nuestro se había derrumbado de golpe, todo estaba acabándose por un error, por unas letras de una desconocida. K, aún sin saberlo seguro, te trato como mujer porque me siento más cómodo pensándote en femenino, me parecería más rocambolesco y ridículo que todo este equívoco que ha desmontado mi vida a día de hoy fuese por las letras de un hombre dirigidas a su deseado amante, que sin duda en este caso sí puedo asegurarlo no sería yo puesto que nunca estuve en esas tesituras. Te escribo ahora pasadas estas dos semanas tras el abandono de mi pareja, ya que me gustaría conocerte, al menos querría ver el rostro de la persona que ha hundido y arruinado mi vida actual en pareja. No temas, no hay ánimo de daño o venganza, solo fuerte deseo de conocerte.
Sin otro particular, te espero pronto, ya sabes en dónde vivo.
Un abrazo.
. *Todo se vuelve Irónico al final, como nos canta Efecto Mariposa.
«Ironía«
. *NA: En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto o un texto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Arriba leíste mi aportación a ésta su propuesta;
Imagina: Una ciudad cualquiera, 1957. Regresas a casa después de un viaje y encuentras la carta de un desconocido en el buzón.
Ayer fui a tu casa y no estabas. Sí, ya sé que no debí hacerlo, que me lo prohibiste, pero ¡ay! no puedo vivir así, sin apenas verte, sin saber de ti. La desesperación de sentirte lejos me consume.
Sabes que haré cualquier cosa que me pidas. Por favor, ¡escríbeme!
K.
Evidentemente es un error. No conoces a esa persona de nada, no sabes de qué está hablando ni que une a K. y al destinatario de la carta. Aun así, le contestas… ¿Qué le escribirás?
.
. **NA: Publicado originalmente el 26 de Septiembre de 2016. Hoy recibe una segunda oportunidad.
Una faena que te ha hecho K, pero como los hombres somos picaflores… aprovechaste que el Pisuerga pasa por Valladolid para al menos intentar engancharla a ella. Muy buen relato.
Un poco de todo… 😉
Es irónico en verdad, hay cosas rotas sin ningún remedio y todo vuelve a comenzar, me gustó el ejercicio y la melodía, espero sea sólo inspiración, creo que cuando algo termina por mucho que alarguemos los brazos el abrazo se desvanece, las dudas los hubieras de nada valen , una carta de un desconocido sólo un buen pretexto. Abrazos Alberto buen inicio de otoño y buena semana.
Gracias Shira.
Sí, todo inspiración, pero cierto que cuando las dudas asoman y toman el control lo mejor es terminar por completo, la duda produce infelicidad.
Feliz semana.
Un abrazo.
Lo he leído de un tirón, casi sin respiración …Y ha sido fácil ( y agradable).Hay que ver lo increíble que es la creatividad…Nunca me hubiese planteado celos y ruptura…Gran ejercicio!
NB : me ha picado el gusanillo con el » bici naranja». Voy a investigar..;-)
Gracias By.
Yo soy asiduo a las propuestas de «El bic naranja», ya sabes que tengo algunos otros textos que han surgido de ello. Me gusta hacer el ejercicio, pero sólo si nada más verlo tengo el impulso de escribir algo inmediatamente.
Besos.
Probaremos!
NB: «bici» ha sido el auto corrector …;-)
Ja, ja, lo imaginé, por eso no te dije nada. 🙂
Ah! Y esta tal «K» , al final, me ha caído fatal ( Pobrecilla/o)
Pobre K !!
😉
Sí, resulta bastante irónico. Aunque me pregunto si la carta no sería el detonante de «algo» que ya flotaba entre los dos 😉 😉
Un besazo, Alberto.
Supongo que sí, que algo ya estaba mal en los cimientos de esa relación, pero creo que eso puede pasar en muchas parejas, siguen unidas bajo una falsa calma fácil de romper.
Besos, María.
Por lo menos la carta ha servido para poner en evidencia que la pareja actual no merecía la pena.
Un abrazo.
Cierto Chema, la carta ha podido servir para darse cuenta que lo que los unía era muy endeble…o quizás ha servido de coartada para atreverse a dar ese paso largamente deseado…
Un abrazo.
Buen ejercicio, la «K» es una letra complicada, es normal olvidarla. Sobre todo si en el medio más que ayuda incomoda ¿Estás seguro que la «k» te hizo una carta»?, yo solo he tenido problemas serios por una «H».
Gracias Concordia.
Entiendo tu problema con H, es traviesa, y complica la vida a muchas personas, desapareciendo cuando es necesaria y apareciendo cuando no debe. 😉
Por suerte, de momento no recibo cartas de nadie del abecedario. 🙂
Un abrazo.
No he recibido cartas de la H, pero es problemática e innecesaria. Un abrazo para vos también.