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Archivos de etiqueta: desconocida

K

03 Martes Sep 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 17 comentarios

Etiquetas

cartas, celos, comienzo, declaración de amor, desconocida, dudas, Efecto Mariposa, equívoco, Ironía, Ruptura

Querida desconocida K.

Me dejaste una carta en mi buzón, creo que por error, aunque puede que no sea así y que en un pasado remoto sí que tú y yo hayamos compartido afectos, y que pasado el tiempo te surgiese la necesidad de ponerte en contacto conmigo, aunque como tú misma me dices yo te pidiera que nunca lo hicieses, pero sinceramente si es así debe ser en un tiempo muy antiguo y no con la proximidad temporal con la que me hablas, puesto que esa letra con la que firmas no me da ninguna pista sobre quién puedes ser, nadie que yo conozca empieza su nombre o apellido por tal letra, y tampoco me suena como apodo o nombre secreto o en clave para mantener la relación oculta a otros o como simple juego y complicidad entre los dos. En cualquier caso de ser cierta esa posible relación entre ambos yo he desterrado esos recuerdos de mi cabeza por algún motivo. Ha pasado un mes desde que al llegar a casa encontramos tu carta, sí, dije bien, encontramos, quizás no lo sabías pero tengo pareja desde hace tiempo, ese otro nombre que viste en el buzón es el de ella, lo que no te impidió deslizar la carta, fuimos los dos juntos al revisar el correo los que nos topamos con el sobre que se dirigía a mí, sin sellos ni matasellos dejando en evidencia que fue dejado en el buzón directamente sin ser mandado por correo, ni depositado por un cartero y sí dejado por la mano que escribió, algo que me produjo cierto escalofrío. La curiosidad hizo que abriese enseguida la carta en su presencia y al preguntarme sobre su contenido ella no creyó lo que le decía, que era una equivocación que debían haberse equivocado de buzón, que era de carácter íntimo. Ella me solicitó la carta y yo se la mostré, no tenía nada que ocultar, estaba seguro que yo no era el destinatario de aquellas letras pese a que mi nombre sin apellido aparecía en el sobre, pero al leerlo ella misma su semblante cambio, sus ojos se pusieron vidriosos, su cara reflejaba una mezcla entre sorpresa, ira y deseo de llanto. Empezó un interrogatorio cargado de celos, sin atender a mis razones, ninguna de mis respuestas fueron creídas por ella, me desesperaba esa negativa a creer en lo que le decía, rechazaba mis argumentos sobre la imposibilidad de un desliz sentimental por no ser deseado y que además con la vida que llevábamos no había ni siquiera oportunidad de ello, y que si fuese alguien de mi pasado que reaparecía no era bajo mi conformidad, no buscada ni aceptada esa presencia de mi vida anterior a ella, como en la propia carta ponía, si fuese cierto ser yo el destinatario, por tanto no tenía sentido ese ataque de celos, y así pasaron un par de semanas, con el enfado y enojo y la sombra de duda y desconfianza como compañeros cotidianos. Por más que insistía cada día en que no había nada entre la persona de esa carta, es decir, tú K y yo, que no conocía a la responsable de esa desesperada e impulsiva carta de amor, no hubo manera de que ella cambiase de opinión, todo lo nuestro se había derrumbado de golpe, todo estaba acabándose por un error, por unas letras de una desconocida. K, aún sin saberlo seguro, te trato como mujer porque me siento más cómodo pensándote en femenino, me parecería más rocambolesco y ridículo que todo este equívoco que ha desmontado mi vida a día de hoy fuese por las letras de un hombre dirigidas a su deseado amante, que sin duda en este caso sí puedo asegurarlo no sería yo puesto que nunca estuve en esas tesituras. Te escribo ahora pasadas estas dos semanas tras el abandono de mi pareja, ya que me gustaría conocerte, al menos querría ver el rostro de la persona que ha hundido y arruinado mi vida actual en pareja. No temas, no hay ánimo de daño o venganza, solo fuerte deseo de conocerte.

Sin otro particular, te espero pronto, ya sabes en dónde vivo.

Un abrazo.

 

 

.     *Todo se vuelve Irónico al final, como nos canta Efecto Mariposa.

“Ironía“

efecto_mariposa_comienzo-portada

.     *NA: En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto o un texto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Arriba leíste mi aportación a ésta su propuesta;

Imagina: Una ciudad cualquiera, 1957. Regresas a casa después de un viaje y encuentras la carta de un desconocido en el buzón.

Ayer fui a tu casa y no estabas. Sí, ya sé que no debí hacerlo, que me lo prohibiste, pero ¡ay! no puedo vivir así, sin apenas verte, sin saber de ti. La desesperación de sentirte lejos me consume.

Sabes que haré cualquier cosa que me pidas. Por favor, ¡escríbeme!

K.

Evidentemente es un error. No conoces a esa persona de nada, no sabes de qué está hablando ni que une a K. y al destinatario de la carta. Aun así, le contestas… ¿Qué le escribirás?

.

.     **NA: Publicado originalmente el 26 de Septiembre de 2016. Hoy recibe una segunda oportunidad.

El primer día de un cambio (2ª parte)

01 Jueves Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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Complejidad, Depende, desconocida, desconocidos, deseo, dudas, Duerme conmigo, encuentro, fantasear, hombre, Jarabe de Palo, masturbación, Música, mujer, onanismo, sexo, Soñar, Supermercado

Se sentía un poco perdido, desde hace tiempo buscaba dejar de dar tumbos, un parón, un descanso, y encontrar con quién tomar un respiro, un estar y compartir, pero temía perder su libertad, más que su libertad, su espacio, sentía temor a que alguien invadiese esa ínsula en la que se sentía cómodo y seguro, sobre todo seguro. Aunque quién llegase a tomar posesión fuese invitado y no un invasor no esperado.

Estaba convencido de que ella era más mayor que él, aunque no lo pareciese. Él, pasado los cuarenta, ella seguro que rondando los cincuenta, parecía tan joven como él, pero siempre tuvo intuición para esto de las edades y le daba en la nariz que aparentaba menos edad de la real. Tenía un cuerpo escultural, si bien no tenía pinta de ser carne de gimnasio, más bien la naturaleza jugaba a su favor y seguramente cuidaba su dieta, pero sin llegar a la obsesión de rendirse a ella, puesto que no estaba con ese tipo de delgadez, en verdad tenía cuerpo rotundo. En verano había podido constatarlo, con ropa veraniega y vestidos livianos que se amoldaban a su cuerpo sin ser chabacano el resultado, tenía buen gusto, lucía pero sin ser extravagante, cierta elegancia portaba. Quizás este tipo de cosas es lo que le paralizaba ante ella, desprendía seguridad por los cuatro costados. Él que con los años se había dejado llevar por la espontaneidad y se lanzaba a la conversación y al piropeo apartando la vergüenza de juventud, ante aquella mujer no lo conseguía, él experto en soltar sonrisas cómplices, con ella lo más que había podido hacer en un par de ocasiones era sonreír bobamente, cuando ya el encuentro “fortuito” pero realmente buscado se había llevado a cabo, sin poder soltar la frase que llevaba pensada para ese momento tan deseado. La última vez en el supermercado.

Además era como un imán para sus ojos, cuando andaba despistado por el barrio, sin saber cómo levantaba la vista a tiempo para verla torcer por una calle, o verla cruzar por el paso de cebra junto al semáforo. Ese amado semáforo que hacía que a veces quedasen uno frente al otro en la distancia, él disfrutando como un niño de una visión, que se llevaría a casa para degustarla con tranquilidad y regodeándose en los detalles que pudiese haber memorizado, y ya sin memoria por medio puesto que ya los tendría presente allí, junto a él, se mezclarían con los detalles de su fantasía.

Él, estaba convencido que le gustaba a ella, igual que él la miraba un poco a hurtadillas y como avergonzado, sentía que ella hacía algo similar. Toda la entereza en las relaciones que había ganado en los últimos tiempos se desmoronaba ante ella.

Los días que coincidían en el super, como este último día, como hace menos de una hora, se le aceleraba el corazón y la alegría le ponía una sonrisa tonta de felicidad absurda, que luego se pensaba como un adolescente. No podía evitar seguirla con la mirada cuando ella avanzaba por el lineal, sabe que ella le ha descubierto infraganti más de una vez, pero sigue sin poder evitar quedarse atontado, quieto, tieso, y sin disimular haciendo que compra algo, solo con la mirada perdida por el pasillo en busca de sus andares, y si intuye que se girará es cuando sale de su letargo y da media vuelta esperando no ser cogido en falta.

Se dice que un día tiene que decidirse y hablarle. Quizás si fuese a la frutería donde él suele comprar fuera del supermercado, allí en la espera y con el compadreo que se gasta con el vendedor puede que fuese el lugar idóneo.

Aunque realmente, lo que más soñaba era encontrarla en un lugar de copas, donde la situación se presta más al careo, y envilecido por un par de copas se atreviese a conversar y galantear y seducir y quién sabe si conseguir tentar. Es en esos instantes, en los que imagina que ella accede e incluso toma la delantera y hechiza y fascina aún más de lo ya atrapado y cautivado que está por un ser que le resulta tan angelical pero a la vez tan mundano que solo piensa en cómo podría ser un encuentro carnal entre ambos, en el que ella se dejase hacer e hiciese, en el que primero con deseo descontrolado se besasen fuerte y rudamente para lentamente compartir sus lenguas.  Y ahora piensa en la desnudez de dos cuerpos bien adultos, pero en forma. Se sobreexcita, y la imagina con la rotundidad de siempre pero sin un ápice de tela que cubra su piel, sus senos no muy grandes pero tampoco pequeños, se le ofrecen para ser lamidos y mordisqueados por su boca insaciable, y ella mirándole brevemente a los ojos tras alzarle la cabeza de sus pechos, baja despacio en busca de su verga que toda encarnada está como nunca lo estuvo, con una erección dolorosa. Y no puede evitar con esta imagen en su cabeza, tumbarse en la cama y agarrar su falo, que le parece enorme y lo masturba con movimiento rítmico primero y después con rapidez, y frena ese veloz ímpetu y lo hace más despacio para alargar el momento de placer y es a la vez un intento de control para no eyacular enseguida, pero su mano que sube y baja con su miembro se le muestra como si fuese ella quién le masturbase, y piensa que en ese momento le pediría que lo dejase y lo soltase para poder penetrarla, y él ya no puede aguantar más y casi sin movimiento alguno siente como su esperma se abre camino, y él junta la mano para no manchar todo y solo consigue que la simiente quede en su mano que se cerró sobre el glande, sintiendo cómo ha subido un espasmo desde el escroto avanzando por su pene, que lo ha dejado un tanto jadeante. Y abre los ojos que cerró para tenerla bien presente, y sólo ve su patética imagen encogida y triste, por no ser capaz de decir y hacer para llevar a cabo, y le da miedo que tras el sexo se encuentre como ahora, con ganas de soledad, sólo con el deseo sexual y no de pareja y que ella deje de ser anhelo y se convierta en estorbo y rémora y atadura.

 

 

 

.     *Nuestro hombre se siente perdido como en la canción de Jarabe de Palo, y cree que si ella entra en sus sueños conseguirá guiarse y encontrar el camino, pero en el fondo aunque lo desee, tiene miedo de que ella duerma con él.

“Duerme conmigo“

Jarabe de Palo - depende

.     **NA: Publicado originalmente el 13 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

                                    .Continúa… El primer día de un cambio (3ª parte)

La vida está llena de afectos y desafectos.

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