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desafectos

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Archivos de etiqueta: ojos

Mortal

12 viernes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 5 comentarios

Etiquetas

Andrés Calamaro, eternidad, fantasía, Grandes ladridos, ilusiones, Los Animalitos, Música, mentiras, Mortal, Muerte, ojos, Paraíso, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Yo suscribo la deprimente muerte,

la inmortalidad inmoral,

la moralidad mortal.

El delirio de vivir indefinidamente,

de eterno habitar

mundos cambiantes,

agotadores.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

que nos llega para descansar.

Descanso del ser,

inmovilidad, quietud y espera,

fantasiosa espera

de un paraíso mentiroso.

Ilusoria necedad,

proscrita por maestres

de la prestidigitación.

Falsedades etéreas,

creídas por fes

inherentes al miedo.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

si llega con tus ojos

iré dulcemente a ella,

sin promesas eternas,

solo por pensar que allí estarán tus ojos.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

desde que me dejaron tus ojos de mirar

para por otras caras deambular.

Solo sueño con encontrarlos en algún lugar,

y es un lugar seguro aquel que suscribo,

al que ya quiero llegar.

 

 

 

.     *Andrés Calamaro y Los Animalitos cantan a esos ojos que están en todo, hasta en la muerte, donde el protagonista de nuestro poema desea llegar para encontrarlos de nuevo aunque le abandonaron.

«Vendrá la muerte y tendrá tus ojos«

.     **NA: Publicado originalmente el 15 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Soliloquio

31 miércoles Ene 2018

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 14 comentarios

Etiquetas

A por ellos que son pocos y cobardes, Cadillac solitario, cordura, loco, locura, Loquillo, luz, Música, mirada, ojos, olor, Recuerdos, Soliloquios

Soliloquios de locura

espejismos de cordura

sensatez divina

que nadie adivina

suspiros de la psique

que se ahoga y no respira

la voz no se oye

los ojos no aman

todo se vuelve negro

cuando tú faltas

Huelo tu mirada

veo tu voz

oigo tu olor

saboreo tu suavidad

toco tu sabor

te siento en todo

Todo se mezcla al

recordarte

me estremezco solo con

nombrarte

todo en mi mente

se vuelve delirio

por tenerte

Ese olor

te trajo ante mí

Esa voz

te invocó ante mí

Esa luz

creí eras tú

loco de mí

Tú ya no volverás

a mí

Pero mi mente

me traicionará

una vez más

 

 

.     *Loquillo nos pone música al poema, desde su famoso Cadillac, recordando también a otra chica que nunca volverá.

«Cadillac solitario«

.     **NA: Publicado originalmente el 30 de Marzo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

No dudes, mi amor

22 miércoles Nov 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 14 comentarios

Etiquetas

Agitar antes de usar, amor, angustia, celos, desconsuelo, dudas, Hombres G, Música, ojos, Si no te tengo a ti, tu mirada

Cruzo mi mirada con la tuya, y veo tus ojos, tus pupilas abiertas, veo un brillo que me estremece, me miras como si me escrutaras, como si quisieras penetrar en mí, me miras para verme internamente, y yo te pregunto qué miras, y tú dices, nada. Y yo siento un escalofrío, tu cara desmiente tus palabras, piensas y repiensas. Y te miro dentro, tus ojos son translúcidos, es más, los percibo trasparentes. Y veo tu interior, muy adentro, en lo profundo de ti, y me da miedo. Veo tus dudas sobre mi amor, veo tus miedos a que no te quiera, veo tu dolor, y me angustia. Temo tus temores y me sobresalto, la garganta se me anuda, y me falta el aire, y siento en mis ojos una humedad interior, y siento como se inflaman y llenan de lágrimas que fácilmente se harían paso si se lo permitiese, y bajarían lentamente por mi mejilla llegando a mis labios y mi boca y las sentiría saladas, muy saladas, amargo llanto. Estoy estupefacto por pensar que dudas de mis caricias, de mis sonrisas, de mis palabras, de mis afectos, de mis “te quiero”. Aterrado por esa mirada que me pone en cuestión, que lanza un mensaje de alarma, que trasciende todos los umbrales que podría haber entre ambos, que pasa hasta el fondo de mí, y que lacera allá en lo hondo. Me pregunto de donde surgen las vacilaciones, de donde te viene la fiebre, de donde te vino la lanza que abrió la herida, qué causó ese titubeo en tu pensamiento, que no en tu sentimiento que sé que no lo acompaña, o eso deseo. Y el reparo que veo en tus ojos, me hunde en un pavor desasosegante, en un encogimiento de estómago. Siento todas las vísceras apretarse y me enferman, y es a mí a quién viene la fiebre y el calor, que sube por todo el cuerpo, y llega a la cabeza en la que aflora el vértigo y produce un vahído, que agrava el malestar, y cierro los ojos para no vomitar. Pensar en tu falta, en el abandono, me deja doliente y abatido. Aquejado de un mal desconocido por no saber el porqué de esta situación, si son mis actos o la ausencia de ellos, mis escritos, mis palabras o mis silencios, cuál es el detonante de este sentimiento que brota en tu mirada o es mi imaginación, y no es cierto lo que veo, o creo que veo. La luz de tus ojos, tan cálida siempre, manda destellos de hielo. Paso de la calentura al frío, quedo helado y triste, y me asusta y me turba la idea de que no estés a mi lado al despertar en cada mañana de los próximos años. Me mata descubrir en tu mirada el recelo y la sospecha infundada. El desconsuelo de lo que pueda venir sin ti, me muestra un horizonte sombrío, y la inquietud de que no acudas a mi lado y salgas andando hacia otro lado, me llena de congoja. Quisiera saber que hay dentro de tu cabeza cuando me miras a los ojos y recorres todo mi rostro de un vistazo, quisiera que te abrieras para ver, aunque sé que dirás que no hay nada encerrado. Pero yo no te creo y barrunto y pienso, y la opresión es creciente y como un paciente agonizante empiezo a desesperar, y poco a poco siento que puedo morir porque tu desamor pueda llegar, y si ya no estás, para qué seguir, para qué vivir. Y sigo mirándote y las palabras se agolpan en la cabeza y no manan por mi boca, quiero decirte muchas cosas y mostrar todos mis sentimientos, pero solo acierto a decirte: no dudes, mi amor.

 

 

.     *Esta canción de los Hombres G, acompaña el texto en el que el temor a los celos infundados y el consecuente desamor por ellos angustian al protagonista.

«Si no te tengo a ti«

 

.     **NA: Publicado originalmente el 16 de Abril 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Por la luz de tus ojos

07 viernes Abr 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 7 comentarios

Etiquetas

amor, Ariel Rot, deseo, Dulce mirada, La mirada del adiós, Los Rodríguez, Música, mirada, ojos, Recuerdos, Ruptura

Por la luz de tus ojos me podría ir muriendo, luz que emanaba secretos, dulces miradas que detenían el tiempo. Y es morir recordar tus labios que fueron promesas de lascivias y besos mundanos, y sentir tu cuerpo apretado al mío, cálido y tibio, y tu piel sensible a mi tacto, que se estremecía y me hacía estremecer. Abrazos en la desnudez de los sentidos, no nos movíamos por no romper el hechizo. Tras el tiempo amándonos y libándonos mutuamente, nos llegaba el silencio y el sosiego, y el orgasmo quedaba parado, allá, mítico, y nuestra memoria y nuestros cuerpos entrelazados, morían a cada segundo por haberse encontrado. Y el brillo de tu mirada, me hacía temblar, mirada intensa que deslizabas sobre mí. Y el vello se erizaba con tu simple mirar, anticipándose al placer venidero, goces traídos de otro tiempo.

Fingir que aquello no existió es hacernos un flaco favor, sobre todo, es arrancarnos parte de nuestra vida, extirpar lo bueno y bello que nos sucedió. Aquellas tardes, horas en la cama, infinitas, descanso al desenfreno para volver a iniciarlo, una y otra vez, hasta que el atardecer se convertía en noche y la noche en amanecer, y seguíamos allí, encerrados en las sombras del placer. En la penumbra, tus ojos resplandecían aún más, iluminando toda la estancia, y entonces tu sonrisa plena de felicidad se veía clara y diáfana, entregada a mí para que me perdiera por ella. Y yo lo hacía, me iba tras los dientes blancos, perfectos, tras la boca carnosa, presagio de húmedos besos, y por allí me deshacía en ti. No nos queríamos ir, no salir, estar siempre así, uno al lado del otro con la vida alejada, en el lugar que habíamos decidido para que nadie encontrara nuestra fragilidad, que compartíamos y alimentábamos uno del otro, cada vez más quebradizos y sensibles a un mundo hostil.

Y los ojos por los que se me iba acabando la vida, me susurraban esos días que no acabaría nunca ese sentir, y yo lo creí. Y fuimos avanzando, reconociéndonos y explorando los deseos, y los cuerpos indefensos recibieron unos cuantos arañazos, que se profundizaron, y fueron heridas,  que hoy convertidas en cicatrices no se olvidan. Nuestras manos y dedos ansiosos por tener al otro amarrado, nos fueron marcando, y poco a poco asfixiando. Apretando y apretando sin medir el daño, pero cada vez que nos mirábamos, tus ojos me curaban del espanto, en el fondo de ellos yo me diluía y no sentía el daño.

Hoy por aquellos ojos seguiría muriendo, en la distancia lo hago, con el recuerdo, luz que emanabas y te guardaste secretos, y no los compartirás si no con otro, no yo desde aquellos tiempos. De tanto amarnos nos dábamos sufrimiento, de tanto querernos, los afectos se convirtieron en puñales, dagas que se nos clavaron profundas, o peor aún fueron saetas que son difíciles de sacar, más complicadas de extraer, con su punta de garfio. El filo frío, cortante del acero entra y sale, rápido y limpio, sólo manchado de sangre, raudo y mortífero al instante, pero los arpones te desangran poco a poco y la herida que dejan al sacarlos es grande.

Y por los tajos y picas recibidas, nos fuimos vaciando y no quedó nada dentro, quedamos débiles y flojos y sin fuerzas para avanzar, secos los sentimientos, de tanto amar dejamos de amarnos, y el cariño se transformó en cansancio y hastío, que minó lo más profundo, lo de adentro, lo que no se ve y nos mueve, el deseo.

Deseo del otro, deseo de fundirnos en uno, sentirnos inmunes al mundo. Pero no lo fuimos, no fuimos inmunes a lo de alrededor, a la vida, y la burbuja estalló y la eclosión nos lanzó lejos, uno del otro, volvíamos a ser dos. Nuestro estado delicado, nos hizo buscar otros de quién tomar fuerzas, que nos diese lo que nos dejamos atrás, succionado por el otro. Y creíamos que ya no podríamos sentir igual, pero al poco, supimos que no era así, que hay más, y buscaste a quién dar secretos que se quedaron allí dentro de tus ojos, y lo encontraste y me dejaste atrás y yo busqué y encontré, pero nunca secretos como los de tus ojos, por los que aún en este tiempo, por ellos me podría ir muriendo.

 

 

 

.     *Los Rodríguez y Ariel Rot, nos dejan sus miradas para acompañar otra mirada, otros ojos, los del texto.

«La mirada del adiós»               «Dulce mirada»

 

.     **NA: Publicado originalmente el 2 de Marzo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida está llena de afectos y desafectos.

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