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Aprovecho para homenajearle, recordando el título y el espíritu de coplilla de la conferencia de Federico García Lorca; “Como canta una ciudad de noviembre a noviembre”. En este caso es de diciembre a diciembre el transcurso que media entre su primer comentario y el último en mi blog, doce meses, un año natural… de relación, -poca he de reconocer- de palabra cruzada, que no de lectura, yo antes ya le leía, me gusta como escribía; divertido pero mordaz, irónico y con trasfondo, y aunque ya no lo vuelva a hacer, ahí siguen sus palabras finamente hiladas, como los buenos escritores a los que hay que releer.

Me sumo, -un poco como intruso-, a este homenaje a Miguel, recientemente fallecido. Sí, murió. Quizás soy bruto con las palabras, y digo esas palabras que nos incomodan tanto decir, que nos suenan duras y difíciles, aunque son las únicas que seguramente en la vida nunca podremos evitar, no ya decirlas nosotros de nosotros mismos, sino que otros las digan para despedirnos, y yo quisiera que las dijesen, que no dijesen que me he ido; “Se ha ido”, “Nos ha dejado”, porque seguramente no sea así, eso conlleva voluntariedad y sin duda, en el fondo, me gustaría no tener la necesidad de esa voluntariedad para desaparecer de esta vida. Y creo que a él le pasaba lo mismo, que él quisiera haber seguido junto a su familia mucho tiempo, y también aquí junto a esa otra familia bloguera que tenía, como le estáis demostrando los más allegados. Yo no tuve una relación tan intensa como otros de vosotros. Le leía desde que le descubrí, pero no siempre le dejé comentarios. Él, me consta que a veces también me leía, pero hasta diciembre del año 12, que diría Rajoy, no me dejó comentario alguno, y fue gracias a participar en el juego “Tertulia bloguera”, cuando me hizo el primero y a partir de ahí unos cuantos comentarios más, siempre con su estilo elegante y no alejado de la guasa.

No sé si a él le habrá pillado tan de sorpresa como a nosotros su muerte; como me decía que sucede cuando no es voluntaria, hace menos de 6 meses, en un comentario a un relato mío «Una vez me moría«. Y espero que los últimos días no los haya pasado angustiado, como también me decía, pero como era él, cargándolo de gran humor. Siempre ese espíritu de Gila acompañándolo.

Y sin embargo… pues eso, que cuando sea será y salvo que sea por propia voluntad, es de suponer que nos pillará por sorpresa.
Yo siempre que pienso en la muerte me angustio, pero porque no se me ocurre nada que hacer                             después. Debe ser muy aburrido una eternidad de “dolce far niente”.
Un abrazo.

Seguro que buscará y encontrará la manera de no aburrirse.

.     *Como no podía ser de otra manera, hoy nos debe acompañar Sabina. Hoy sentimos que fue demasiado pronto ese transitar suyo por ese boulevard de sueños rotos del que nunca más se vuelve.

«Por el boulevard de los sueños rotos«

Sabina - esta boca es mía