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Archivos de etiqueta: ventanas

En la ducha

23 Martes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 12 comentarios

Etiquetas

amor, Aute, Christina Rosenvinge, ducha, erotismo, fantasía, fisgar, imaginación, intemperie, La bien querida, Música, Nacho Vegas, pareja, Quiéreme, ropa interior, Sílvia Comes, sexo, Shinoflow, Sidonie, Soledad, tristeza, ventanas

La veo en braguitas blancas, ahora ya no está. Braguitas blancas y camiseta también blanca, pero se fue de mi vista. Continúo mirando, observo desde la ventana, la persiana, mi persiana no me deja ver con nitidez. Vuelve a aparecer, es un blanco inmaculado que se ve muy bien, incluso muy brillante diría; coge algo y desaparece de nuevo. Sigo impasible con la vista al frente, en leve penumbra. No me impaciento, un minuto, dos, y un tercero pasan; y sigue sin volver a aparecer por delante de la ventana. Ahora sí me desespero, quiero que entre en mi campo visual de nuevo, deseo que suceda algo. Intento imaginar qué hace en otra parte de la habitación, creo que está en el baño, pero no lo sé con certeza. Quizás se esté dando un baño o una ducha relajante con toda el agua cayendo por su cabeza y su cuerpo, bajo un chorro de los llamados “lluvia”, que ahora se estilan. Y dejo volar mi imaginación y veo caer esa agua por sus cabellos y sus hombros y más, bajando y cayendo hacia sus pechos, pechos que creo que deben ser turgentes, antes vislumbré bajo aquella camiseta blanca esa posibilidad.

Él tampoco está al alcance de mi vista, a él también le vi con ropa interior, unos boxes ajustados y el torso desnudo. Pasó por delante de la ventana un par de veces, también asió algo y ya no le he vuelto a ver. Ahora aparece un momento, pero ha sido brevísimo, ya no está, se marchó hacia la parte a la que ella se desplazó. Me dejo llevar otra vez por las posibilidades que se estén dando en aquel lugar, al margen de lo que veo. Llevo aquí plantado bastante rato, y no hay novedades, sigo mirando al frente, al interior de esa ventana que me brinda la posibilidad de ver su interior por la luz encendida, ya es de noche.

Son más o menos jóvenes, en torno a los treinta y tantos, pudiera ser que cercanos a los cuarenta. Al verles ya a medio desnudar, y no siendo una hora avanzada de la tarde-noche pensé que quizás iban a tener sexo, y yo podría estar invitado a verlo si no cerraban el cortinaje de la ventana. Por eso me he quedado en el balcón frente a aquella ventana que se me muestra como una pantalla de cine. La pantalla de una sala X, lugar que nunca he visitado, lo más que he visto de cine “porno” ha sido algunas imágenes de películas en vídeo, nunca una película al completo, algunas escenas en Internet, sí que también he visto, a veces son estimulantes.

Están tardando en aparecer los dos. Si se hubiesen duchado por turnos, uno de los dos ya habría salido hacia la habitación y le hubiese visto pasar por delante de la ventana. Imagino que se están duchando juntos, que ella entró antes bajo el chorro de agua y él se demoro unos segundos, lo justo para que ella ya tuviese todo el cabello y el cuerpo mojado, cuando él se ha dispuesto a acompañarla. Ella no fue al baño con la intención de ducharse juntos y ni siquiera él, pero al verla tan atractiva toda mojada, decidió entrar para hacerlo junto a ella.

Ella se sorprende un poco, pero enseguida se sonríe y se echa a un lado para hacerle hueco, el espacio no es estrecho pero tampoco de gran dimensión. Le da un beso en el cuello y ella se estremece levemente, le ha empezado a tocar los pechos, los tiene suaves, tersos y deslizantes por el agua, a él le encanta sentir esa sensación en el tacto de sus manos, y al pasar los dedos por los pezones ha notado como estos se han endurecido. Se pone detrás de ella, a su espalda, y rodeando con sus brazos todo su cuerpo la sigue tocando los pechos, la aproxima hacia él, y ella ya siente el pene de él bastante erecto rozándole las nalgas. Ella, traviesa, mueve su culo por la zona genital de él, y la erección termina por ascender vertiginosa, tanto que ya ella nota sus testículos sobre su culo y el pene deslizarse apoyado verticalmente por el inicio de su espalda. Ella busca a tientas con su mano hacia atrás, y nota la verga dura de él. La agarra y la masajea con suave fruición. El agua sigue cayendo ya sobre los dos, como si estuviesen bajo la lluvia en algún callejón, al que han tenido que apartarse para poder aliviar la calentura que traían por la calle, como en aquellas imágenes de “Nueve semanas y media”. Ella siente gran calor en la entrepierna, ya toda húmeda de sus secreciones por la excitación. Sigue con el miembro viril bien agarrado. Él deja una de las manos en el pecho izquierdo y con la otra, deslizándola suave y lentamente por toda la tripa y el vientre hasta el vello púbico recortado graciosamente, por el que él pasa rápidamente en busca del ansiado clítoris que presiona con su dedo corazón. Ella da un leve respingo al sentir esa presión, y enseguida abre un poco las piernas y baja el falo para que encuentre sitio entre las piernas. Él entiende lo que ella quiere, que es lo mismo que él. Ella se pone un poco de puntillas para que el pueda encontrar la manera de penetrarla desde esa postura posterior, y con facilidad consigue que entre en su vagina, él lo hace con delicadeza pero no evitando que ella sienta la dureza del miembro abrirse paso por las cavidades del placer. Da un nimio gemido, y entonces él comienza a follarla con ímpetu, ella se dobla un poco hacia adelante apoyando sus manos en la pared, y siente como él sigue con ritmo entrando y saliendo, ahora parando y moviendo circularmente para que perciba en todas las partes de su interior el pene, y ya con tal excitación, ambos están a punto de correrse , y con los últimos movimientos acompasados él ya no aguanta más y se viene dentro de ella, apretando toda su pelvis contra el cuerpo de la pareja y a la vez la mujer se está corriendo, y aprieta sus nalgas contra las caderas de él, para sentir bien el falo dentro, que ya comienza a estar sin esa tensión de hace unos segundos cuando el placer venidero le mantenía duro y vibrante. Él queda abrazado sobre la espalda de ella jadeante, y ella coge resuello saboreando este instante de placer.

Se abrazan y besan con gran amor. Y comienzan a ducharse.

Ahora les veo aparecer frente a la ventana, ambos con albornoz y sonrientes, sin duda lo han pasado bien, parecen felices. Y esa imagen me hace daño, la tristeza me embarga, otra vez me siento solo. Cada vez que allí, enfrente, veo las parejas de las que no consigo formar parte, de las que en otro tiempo huía y ahora anhelo, me ataca este malestar. Me veo como ese amante de madera que he sido, sin sentimientos, como un tarugo insensible, que no da afecto ni deja que se lo den, pero que en la soledad, frente a esas vistas y esas ausencias añoro y pido que me quieran.

 

 

 

.     *Luis Eduardo Aute acompañado de varios cantantes jóvenes como Christina Rosenvinge, Nacho Vegas, La Bien Querida, Shinoflow, Marc Ros (Sidonie) y Sílvia Comesnos, cantan esta petición y deseo de ser querido como el protagonista del relato quisiera para sí.

“Quiéreme“

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Con la mirada de Hopper (4ª parte)

06 Jueves Jun 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

cuadros, deseo, fantasía, habitación, Hopper, hotel, Los Romeos, masturbación, Música, Palmo a palmo, Pinturas, sexo, Soledad, ventanas

Su casa, situada frente a un pequeño hotel, le proporciona al caer la noche vistas de la intimidad de los huéspedes, cuando estos no corren las cortinas y con la luz encendida se le muestran en sus acciones sin sentir que son observados por ella. Allí ha visto un poco de todo, desde un jovencito saboreando el miembro viril de un hombre mayor, otro sodomizar a su pareja masculina observando cómo se tensa su espalda en cada envite, unas piernas de mujer bien alzadas hacia el techo para recibir las embestidas del hombre que la acompañaba, hasta otras muchas parejas en pleno acto sexual, culos de hombres moverse con rapidez en el vaivén de la penetración a sus pares, y bastantes desnudos, de hombres con cuerpos fofos, de penes bajo barrigas incipientes y vientres colgantes, y mujeres con pechos caídos al desprenderse de sus sujetadores. Muchas de estas visiones han sido breves, incluso de segundos, pero lo suficiente como para a veces excitarse con lo visto a hurtadillas, pero sin esconderse. Ella está en su casa y no espía,  se dice, solo mira por la ventana y es lo que se encuentra como paisaje. Se sorprende de que la gente no corra las cortinas en esas horas y en esos momentos de desvestirse y fornicar, bueno, algunos sí que lo hacen desde el principio y otros al darse cuenta de la posibilidad de ser vistos al ver luz en las casas de enfrente, igual que ellos ven, pueden ser vistos. Cierto aire de exhibicionismo detecta en esa gente o quizás simplemente que esa desnudez no les importa que sea vista por otros, pensándolo bien, a ella misma, no le importa demasiado ser vista sin ropa, o incluso no le importaría ser observada durante el acto sexual.

Mirar por aquellas ventanas es como ver tantos cuadros de Hopper de mujeres desnudas en habitaciones de hotel o de hogares solitarios. Algunas veces, como hace poco, ve a una mujer desvestirse en la soledad que arropa una habitación de hotel cuando se viaja sola, y allí un tanto ausente de lo que le rodea, con la última prenda quitada entre las manos, como en esa pintura de Hopper  – “Mañana en la ciudad”-, se queda quieta observando algo que ella no ve, pero intuye que es alguna imagen en el televisor que está encendido. Otras veces ve mujeres yendo y viniendo por la estancia, hacia el baño, hacia la cama, al lugar donde dejó la maleta. En busca de ropa, con una toalla envolviendo su cabeza para secar el pelo y otra alrededor de su cuerpo que dejan caer al conseguir la prenda deseada, de la maleta o que ya yacía sobre la cama, y en ese momento compara su cuerpo con el de esa huésped del hotel. Ella tiene un bonito cuerpo, ya no es joven pero está firme, no muy delgada, quizás con algo más de peso del deseado, pero en el fondo se ve mejor así, con curvas. Y al ver el cuerpo desnudo de otras mujeres se congratula de que no está nada mal y en la mayoría de los casos sale airosa e incluso ganadora en la comparativa.

A veces fantasea con los hombres que ve en el hotel, con los que asomados a la ventana al llegar a la habitación parecen agradables a la vista y prometen tener un cuerpo aceptable, o con aquellos otros a los que ve ir en ropa interior por la habitación, viendo ya claramente que sus cuerpos, sin grandes alardes son dignos para disfrutar con ellos. Imagina que le mandan un mensaje, o le hacen una seña invitándola a cruzar la calle e ir a la habitación. Incluso ella ha pensado en hacer esa locura, que fuese a la inversa y ella ser la invitadora, y que subiesen a su piso. Y cuando tiene estos pensamientos, no puede evitar tumbarse en la cama y fantasear, dejando volar su imaginación y sus manos por el cuerpo, deslizándose hasta el breve vello púbico, jugando con él, y rozar la suavidad de la parte interna de sus muslos, que rápidamente hace que tenga la piel erizada, mientras sus dedos avanzan, hacía su vagina, y pasa suavemente los dedos por los labios, para seguir hasta su clítoris, y su mente ya piensa en un “Adonis” que brevemente le acompañe, que le sirva durante unos minutos, que le de el placer de la penetración sin otra atadura, sin otro fin que el del orgasmo, y ya su mano está masajeando todo su sexo, y así ardiente acaba sintiendo en su cuerpo como entra un sexo masculino imaginario que pareciera se hace real cuando ya no aguanta más y se derrama con un leve grito, casi susurro, de placer, y se siente ya vacía y derrotada  como en el cuadro de Hopper “Verano Interior”, ya otra vez con la soledad como única compañera.

 

 

 

.     *Los Romeos nos trasladan a esos momentos en los que en soledad uno se recorre el cuerpo palmo a palmo dejando volar la imaginación, como nuestra protagonista.

“Palmo a palmo“

.     **NA: Publicado originalmente el 28 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                               …Continúa “Con la mirada de Hopper (5ª parte)“

Con la mirada de Hopper

25 Sábado May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 12 comentarios

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Confesiones de un artista de mierda, cuadros, habitaciones, Hopper, Ivan Ferreiro, Música, Mi coco, Pinturas, Soledad, ventanas

Mira las pinturas de Hopper y se siente arrebatada, siente esa soledad, esa languidez, ese estar solitario aún estando en pareja, aún estando en grupo.

Un grupo de gente y cómicos en un bar. Un hombre lee el periódico y una mujer juguetea con las teclas del piano. Observa a mujeres. Mujeres en hoteles solas y solitarias, mujeres en camas con ventanas por las que mirar y sentir cómo pasa el tiempo. Ventanas por las que entra la luz y se mira hacia fuera. Ventanas por las que se cuela a la cotidianidad de otros, como a ella le gusta, como cuando pasea y mira con deseo de saber al encontrar ventanas sin cortinas que tapen y guarden los secretos de familia.

En este país se es celoso de mostrar impúdicamente lo que hacemos en nuestros hogares. No como cuando paseaba por Amsterdam y podía ver todo ese mundo interior de las casas, estrechas y alargadas pudiendo recorrer todo ese espacio con una mirada, un breve vistazo, que dejaba vislumbrar las estancias y su decoración, pero faltaban ellos, los habitantes. Cuando ellos estaban presentes no se atrevía casi ni a mirar, si cruzase su mirada con las de ellos, se sentiría como espía, como si le hubiesen cogido en falta. Parecería que se inmiscuía en sus vidas, vidas abiertas sin nada que esconder, por su educación protestante en la que las cortinas están mal vistas.

Las escenas denotan la cotidianeidad, el tedio, el aburrimiento, la rutina. Paisajes urbanos y rurales, carreteras, gasolineras. Edificios y casas solitarias. Todo le parece que rezuma soledad, o es su estado anímico lo que transforma los cuadros en visiones próximas a su sentir.

Tiempo hace que se siente desubicada, quizás siempre lo estuvo, quizás nunca encontró su lugar en el mundo, o al menos en el mundo que le rodeaba y le sigue rodeando. Constantemente esa sensación de estar sola que no sabría cómo explicar a otros, cómo plasmar un sentimiento difícil de explicarse a ella misma. Hopper le hace ver su interior, allí donde normalmente no quiere mirar, ese lugar que ella siente y ve sombrío, que ve decadente, como una ciudad portuguesa, con las paredes con desconchones a la espera de reformas que no llegan, y así se percibe, con la necesidad de reformarse, de remozarse y mostrarse lustrosa, pero para qué, se dice, ¿para quién?, ¿para ella misma? No siente el ánimo suficiente y necesario para buscar motivos por los que mejorar sus habitaciones interiores y menos las exteriores, el mundo se le hizo hace tiempo hosco y no ve la necesidad de salir a él y menos esforzarse en aparecer renovada, porque sabe que solo sería apariencia y no quiere jugar al juego de la perfección, de que todo está bien y es fantástico en la vida, cuando interiormente no lo siente, y se diluye en ese pensamiento, por donde ve pasar su vida.

 

 

 

.     *Iván Ferreiro nos deja el buceo interior en su coco, para arropar con su música el estado anímico de la protagonista del texto.

“Mi Coco“

.     **NA: Publicado originalmente el 24 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

                            …Continua “Con la mirada de Hopper (2ª parte)“

La vida está llena de afectos y desafectos.

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