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Archivos de etiqueta: tranquilidad

Versando sobre campo y ciudad

12 domingo Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 22 comentarios

Etiquetas

Asfalto, campo, ciudad, Contaminación, Corazón de Neón, Estrés, Javier Gurruchaga, Música, Naturaleza, Neón, ocre, Orquesta Mondragón, Paz, tranquilidad

A veces quisiera estar así, como tú,

cercana a la naturaleza, al campo,

otras me digo; que haría yo sin mi asfalto, sin mis edificios altos.

A ratos, cambio un deseo por el otro,

una añoranza por la otra

y me quedo sentado en donde estoy,

y me digo; quién pudiera disfrutar de todo,

y elegir sin miedos sin tapujos, pero sin alardes,

cuando a uno el deseo le empujase a la ciudad o al campo.

Quién pudiera ser libre e ir y venir, sin angustias de querer y no poder

por estar atado, por un yugo aprisionado,

quién pudiera desatarse, desasirse y aburrirse

de tanto tiempo para nada o para algo.

 

La ciudad me ahoga pero sin su influjo me muero un tanto,

el campo me seduce con sus aromas y su aire caluroso o helado,

con sus ocres en verano, yo buscando el negro de lo umbrío para el descanso,

con sus ocres invernando, yo buscando el brillo y la calidez del rayo

que temple el cuerpo destemplado.

 

Pero me desazona qué hago yo sin el triste teatro

en el que habito con títeres de acetato,

de neones de luz cegadora, de visillos al caer la noche cerrados,

de luces contaminando, que no me dejan ver el cielo estrellado,

ni hacer una foto al astro nocturno que se muestra plateado.

 

Los monstruos dominan las noches

y los días tienen otros más peligrosos acechando,

sucios, incívicos, individuales, grotescos en el desencanto,

también hay limpios y píos corazones

y almas bondadosas que a brazo partido con ellos se baten,

sin tregua, sin piedad, pero sin ánimo para continuar,

sin futuro que atisbar, y en las aceras quedan malheridos,

caídos en la lucha, más que empobrecidos.

 

Entonces las avenidas arboladas o las que por el cemento fueron tomadas,

se me vuelven abominables y quisiera huir del combate,

del lugar de la batalla que angustia la mirada,

entonces, el campo aparece lejano como culmen de paz,

como edén en el que no creo a fe ciega, y del que al minuto querría volver,

pero en esos momentos de flaqueza, de desafecto por la ciudad,

quisiera estar así, como tú,

cercano a la naturaleza, al campo.

 

 

     *Como canta La Orquesta Mondragón, la ciudad dónde vivo es mi cárcel y mi libertad.

«Corazón de Neón«

Orquesta Mondragón - Corazón de neón

 

.   ** NA: Tras hacerle un comentario a Nuría en su entrada «caprichos» las palabras me siguieron brotando dando como resultado este texto.

.          *** Publicado originalmente 9 de Mayo de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Una vez me moría

09 jueves Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 12 comentarios

Etiquetas

ambulancia, bienestar, calmante, camilla, dolor, enfermeros, hospital, La cuenta atras, La otra orilla, Los Enemigos, mareo, Música, morir, Muerte, relajación, sangre, tranquilidad, vida

Una vez me moría, y no vi ninguna luz ni ningún túnel, solo veía gente a mí alrededor, hacendosa, y nerviosa, trajinando en torno mío. Tumbado en la camilla con el brazo extendido y el enfermero intentando cogerme una vía, que no acertaba a tomar, supongo por su tensión y mis convulsiones que no le ayudaban mucho, pero aunque parece ser que le puse perdido de sangre, saltando un chorro de mi vena a su bata, yo no sentía dolor alguno, solo una sensación de tranquilidad y relajación, todo fluía a mi alrededor con veloz movimiento pero que a mí me parecía pasar con lentitud. Ir y venir, angustia en sus caras, yo sin fuerzas pero sin sentirme mal, sólo como flotando, cada vez con menos tensión arterial. Oigo decir:” Tiene dos; rápido, adrenalina!”. Me preguntan como estoy, y yo digo “bien”, con la boca un poco seca, ya no siento el mareo como cuando estaba de pie, ahora en la camilla estoy a gusto. Hablan de una ambulancia, con urgencia quieren mi traslado a un hospital. Me siento algo confuso, si esto es la muerte tampoco está tan mal, te diluyes en nada. No siento miedo, quizás un poco de frío, siento las manos frías. No pasa mi vida por delante de mi cabeza como dicen que sucede, no pasa nada, ¿será que no me estoy muriendo? Me ponen una máscara de oxígeno, no entiendo muy bien para qué, no siento ahogamiento, ni fatiga, ni falta de aire, solo bien estar. Me recuerda esta sensación a aquella otra vez que operado de una rodilla, cuando los efectos de la anestesia se fueron retirando de mi cuerpo, dejando paso a un leve dolor concentrado en la rodilla, que fue subiendo en intensidad hasta llegar a ser unos dolores horribles los que me martirizaban. La analgesia que me administraban en un inicio parecía solventar y disminuir aquel padecimiento, pero conforme avanzaba la tarde se convirtió cada vez más insoportable e insufrible, y lo que antes me evitaba sufrimiento durante varias horas ya no lo conseguía, y a los pocos minutos, ya su efecto sedante quedaba en nada, hasta que a altas horas de la madrugada cerca del amanecer, y viéndome algo desesperado deciden ponerme un potente calmante que me hace volar, y elimina de mí todo dolor y plasma en mi cara una sensación de relajación y bienestar jamás experimentado.  Y pienso y me veo como los drogadictos que he visto muchas veces en mi niñez y adolescencia, con los ojos medio cerrados y un rostro de viaje alucinado, y sonrisa bobalicona. Así me encuentro yo, al fin descansando después de toda la noche sin dormir, por fin, sin el tormento en la rodilla. Y así me siento esta vez de nuevo pero sin ser debido a paliativos para dolores, solo el cuerpo dejándose ir. Y no veo los años transcurridos de vida como película o fotografías, ni me vienen a la cabeza seres queridos o no tan queridos, ni situaciones ni recuerdos dichosos ni mucho menos los desagradables, no hay nada, tampoco siento que sea el fin, si esto es morir no está tan mal. No tuve miedo, quizás no era consciente que me moría, que cesaba de vivir, que ya no existiría, que todo acababa, que mañana no estaría aquí, sólo por un instante al ver a mi mujer algo difusa al fondo de la sala, al otro lado del biombo que me impedía ver toda la estancia, pensé que estaría nerviosa, que estaría angustiada, pero fue muy breve ese pensamiento, enseguida mi mente dejó de nuevo de pensar, solo veía y observaba sin otro entendimiento, pero no existía luz cegadora ni nada de la retorica oída, de aquellos que dicen que en este trance estuvieron. No hubo dolor, y eso me gustó, llegado ese momento lo que quiero es no sufrir, no tener suplicio ni padecimiento, irme tranquilo como en aquel ambulatorio donde perdía la vida y casi ni me importaba.

Cuando muera o me sienta morir de nuevo, quiero que sea como aquella primera vez que me moría y no lo sabía.

 

 

 

.     *Miré la otra orilla y lo que allí había ni siquiera lo vislumbraba, solo sentía que navegaba hacia ella lentamente sin pensar en nada… Los Enemigos nos cantan sobre aquella orilla.

«La otra orilla«

Los enemigos - la cuenta atras

.     ** Publicado originalmente 4 de Marzo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

La tranquilidad trajo desasosigo

18 jueves Feb 2016

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 10 comentarios

Etiquetas

amor, arboleda, desamor, desasosiego, intemperie, Los Secretos, Música, Recuerdos, Sobre un vidrio mojado, soportales, tranquilidad, Verano, viento

Hoy, tan tranquilo todo, a uno le vienen recuerdos de escapadas escaleras abajo, que hoy sería tan factible.
No pude evitar decírtelo en voz alta con una media sonrisa quebrada, aunque sé que eso para ti ya queda lejano e improbable de repetir.
Te pregunto si sueñas alguna vez conmigo como yo a veces me traiciono haciéndolo pese a prometerme que tras el abandono ya quedarías desterrada.
Hoy, tan tranquilo todo, salvo el viento que ruge tras la ventana recordándome que ya no rugiremos juntos, que los soportales ya no verán nuestras sombras arrebolarse en la intemperie nocturna, y en esta tranquilidad de la casa miro agitarse la arboleda que recorríamos en las tardes del apacible verano.
Hoy, tan tranquilo todo, me envuelve una bruma que empaña mis cristales.
Hoy, la tranquilidad me trajo desasosiego.

 

 

.     *Desaparece el sosiego al recordar y ver que nada es igual… como cantan Los Secretos.

«Sobre un vidrio mojado«

Los secretos

La vida está llena de afectos y desafectos.

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