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Archivos de etiqueta: Sola

Hiere y arruina, la palabra

15 Miércoles Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 34 comentarios

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Al fin sola al fin loca, Christina Rosenvinge, desafecto, desamor, desencuentro, Enfado, Flores raras, loca, locura, Música, palabras, Ruptura, Sola

¿Puede una palabra arruinarlo todo? ¿Una frase puede arruinar un pasado común y un futuro posible que ya no será? ¿Puede un momento de ofuscación desbaratar lo común? ¿Puede deshacerse el lazo por una palabra que resulta ofensiva y dolorosa? ¿Puede para alguien doler tanto un vocablo, a priori inocuo y sólo descriptivo sobre un acto para el que lo verbaliza? Puede.

La voz no ahogada, a veces ahoga. Lo dicho como defensa o purga en un enredo o discusión o enfado, pero sin intención de ser arma arrojadiza se transforma en dardo o daga que hiere y saja. La palabra que no parecía en exceso grave se convierte para el otro en un exceso y hace yaga incurable y comienza su desangre a borbotones, licuando el amor hasta ese momento habido por ser insoportable e inasumible el insulto que ha sentido recibir. Y duele más ese sonido expelido por el amante que un bofetón, mucho más, duele como si lo más grave hubiese sido dicho, como si lo más deshonroso hubiese sido puesto en boca del amado, que ya no puede entenderse como tal; y el –perdón- y la disculpa no bastan cuando el puñal en forma de palabra ha entrado tan hondo que corta la respiración.

Nunca se sabe bien del todo con que carga emocional está lleno el vocabulario que guarda y atesora cada uno; las palabras son palabras pero cada uno las hincha y moldea con unos matices que las transforman y dan vigores e importancias no compartidos y no comunes. No hablo de palabras gruesas y cargadas de acritud que por sí solas denotan insulto y humillación o agravio y ofensa entendidas por todos por igual. Hablo de palabras menos agresivas o al menos dichas sin el ánimo de provocación y más como descripción ante el acto imprudente. Pero lo escuchado en un momento crítico puede cegar el entendimiento de tal manera que ante lo oído se rompa todo y no quede nada. Una palabra, seguida de una corta frase desliza el final de manera abrupta.

– Loca. Estás loca.

Y seguido, como una exhalación surge la respuesta tajante de ruptura, y el silencio, largo silencio, denso silencio, tenso silencio por horas. Después, los días compartidos en los que continúa el silencio y el trato formal de los que cohabitan pero cargado de duelo, con deseo de fin y olvido. Insostenible lo cotidiano en una atmósfera colmada de ultraje que si se alarga se emponzoña más, caldo perfecto para el rencor cuando ya nada queda para ella, salvo un adiós con miradas huidizas.

Como siempre hizo con sus decisiones no hubo cambio de opinión, no reculó, no dio un paso atrás después de la reflexión y el pensamiento en frío. No aceptó la disculpa ni apartó su enfado, se dejó llevar hasta el final por lo que entendía como dolorosa afrenta. La rabia y el dolor tensan el rostro y la mirada queda brillante, apartando los restos del naufragio para evitar la posible salvación.

Uno se pregunta qué fantasmas recorrieron sus estancias, qué miedos cargaron la palabra que la hizo tan pesada, que vivencias afloraron con esa palabra temida y odiada, qué pasado hubo cercano o lejano que infirió a ese estado como lo peor con lo que a uno se le puede designar, o si hubo sangre de su sangre o sangre cercana realmente marcada por ese adjetivo común que deja de serlo para convertirse en un epíteto tan ominoso que lleva a un acto, ahora sin duda, cargado de cierta locura, de pérdida de la razón, un acto visceral, nada meditado que acaba con todo.

 

.

.

.     *Quizá sin saberlo su destino era arruinar lo común para terminar al fin sola, al fin loca, como canta Christina Rosenvinge.

“Al fin sola, al fin loca“

Christina Rosenvinge - flores raras

.     ** Publicado originalmente 23 de Octubre de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

El primer día de un cambio

31 Miércoles Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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cambio, candidez, cándida, Complejidad, comprar, deseos, Efecto Mariposa, Empezar, ligar, masturbación, Música, onanismo, Ruptura, Sola, Soledad, Supermercado, timorata

Cándida, ella por eso se tenía, se creía un ser cándido, vulnerable, frágil y lo quería cambiar, quería convertirse en una persona fuerte y menos crédula de los demás, que por experiencia le habían defraudado una y otra vez.

En ese camino de cambio en el que se había dispuesto a embarcar, quería dejar de ser lo que había sido hasta ahora, ¿pero qué había sido? Ni siquiera podía responderse a esa pregunta. Quería cambios en su vida para salir de lo que era hasta ese momento, pero salir de qué, si no sabía ella misma el origen de lo que debía cambiar y mutar, del significado de ese “había sido”. Lo que sí sabía era que había decidido vivir la vida sin miramientos, sin detenerse en los dimes y diretes, ni en las apariencias, ya tenía una edad en la que no debía desaprovechar los placeres del estar aquí y ahora, y se proponía abandonar el ser timorata. Sería una nueva mujer.

Quizás el anhelo de ese cambio, la chispa que le hizo querer salir del letargo, fue él.

Se habían visto por el barrio, miradas furtivas, lejanas, al cruzarse por la calle. En el supemercado se vieron algunas veces y se miraron de soslayo como unos más de los usuarios de aquel mercado. Ella estaba en esa edad de esplendor de madurez de la mujer rondando los 50. Aún guardaba un buen porte, con figura buena y cierta seguridad y altivez de la mujer que se siente guapa, incluso “estupenda”, al menos de cuerpo, y con esté sentir corporal quería cambiar su estado anímico y mental.

Esta última vez se toparon de forma fortuita, despistadamente, y con el choque de carros se sonrieron, y él no pudo evitar girarse para ver otra vez su figura según se iba alejando ella por el pasillo mirando los lineales. Figura de la cual poco podía ver por su vestimenta de invierno, pero el imaginó que veía lo que ya conocía y plantó allí mismo la figura que guardaba en su cabeza del verano, con vestido vaporoso y sensual, que con ligereza caía sobre su cuerpo marcando sus curvas de manera elegante y muy atrayente. Ella por su parte estuvo tentada de darse la vuelta inmediatamente para comprobar si él la miraba, estaba segura que así sería, pero lo evitó, esperando unos segundos para echar ese vistazo aprovechando al girar por el pasillo siguiente.

Echó una sonrisa enorme para sí misma al ver que él estaba aún parado mirando hacia ella, aunque él al verla cambiar de dirección intentó parecer ocupado y distraído en otra cosa. Ese encuentro fugaz fue el inicio de un deseo desaforado, el era atractivo, no era  guapo, tampoco era muy alto, pero lo suficiente para con su delgadez parecer más alto que la media. Ella se quedó pensando frente a la estantería de los cereales, realmente no era un lugar en el que debía detenerse no busca ninguna marca, ella no los consumía, pero necesitaba pararse unos segundos, su mente vagaba de forma distraída, un poco infantil, con el corazón algo acelerado, igual que cuando era jovencita, y un chico le atraía. Pensaba cómo podría hacer para dar el paso a un encuentro sexual con él, estaba bastante acalorada, sentía unas ganas locas de tener sexo. Y fantaseó con que él apareciese de nuevo por el pasillo y se atreviese a lanzarle una propuesta provocativa. Tras unos minutos siguió con la compra, y ya no volvió a verle, ni por los pasillos, ni por el lineal de cajas. Quedó frustrada.

De camino a casa, no podía quitárselo de la cabeza, se sentía algo tonta. Porqué se había quedado prendada de él, quizás estuviese incluso casado y no soltero como ella. Para animarse, se dice que los casados también tontean si tienen oportunidad, igual que se dice que las casadas no, pero ella duda de esto último, todo el mundo hoy en día tontea con el sexo opuesto, y ella, que no lo solía hacer, se había propuesto cambiar en este punto de su vida. Ya en casa no puede por menos que sacar las cosas del carro de la compra rápido y colocarlo todo con premura en el frigorífico y la despensa. Llegó con ganas de sentir sus manos, las de él, y sus dedos deslizándose por su cuerpo, hasta llegar a su sexo, y con urgencia se va al dormitorio y sin tiempo de quitarse la ropa, se tumba en la cama, y metiendo la mano por encima de los pantys, van directos los dedos a su sexo, pensando con que es él quién la acompañó y son los suyos los aviesos, y se muerde el labio inferior, y cierra los ojos y  piensa que la próxima vez lo traerá y dejará que la penetre con su pene que imagina duro y caliente, muy caliente y siente ese calor subiendo por todo su interior, y suspira y jadea y se encoge cuando el orgasmo golpea por dentro y le da un espasmo que recorre todas sus entrañas, y con el corazón bombeando aún potente, abre los ojos y se ve sola en la cama, con su complejidad.

 

 

 

.     *Ella en su complejidad quiere un cambio, tomar las riendas hacia para una nueva vida y alzar la vista sin mirar atrás, como en la canción de Efecto Mariposa.

“Complejidad“

Efecto_Mariposa-Complejidad-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 6 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

.                                     .Continúa… El primer día de un cambio (2ª parte)

 

Con la mirada de Hopper (2ª parte)

31 Viernes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

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coito, Hopper, La mejor versión de ti, Lágrimas, ligar, Música, Midiendo el tiempo con canciones, orgasmo, remordimiento, Ruidoblanco, salir, sexo, Sola, Soledad, techo, tristeza

No quería salir, pero salió, no le apetecía ir de bares, pero no quería estar a solas, y fue en busca de gente, en busca de estar acompañada, de personas que le rodeasen para seguir en soledad pero con cuerpos a su alrededor, para intentar evitar sentir el frío de estar sola. Como en esos bares de Hopper en los que hay gente pero se ven tan solos. Y solitaria, en busca de calor, llegó a donde no quería ir.

Cubrió su apariencia de ganas y sonrisas para tapar los desconchones de desidia y aburrimiento. Ahora desde la cama mira el techo y recuerda y ve y recrea algún pasaje de ayer y se le ha nublado esa visión por la lágrima que ya cae por su cara. Y se dice lo de siempre, que no debe volver a suceder. Pero siempre se repite, una y otra vez,  esta situación, este estado de frustración y de remordimiento. De negación de lo pasado, e intención de olvido. El asiento trasero de un coche no es lo que ella querría, pero es lo que sucede. Una breve sonrisa, una mirada invitadora. Intento de atraer la atención de ese hombre que le resulta agradable, quizás no el más guapo, ni más atractivo, pero sí el que ella cree que puede aceptar el envite y no resultar peligroso. No siempre lo consigue a la primera, a veces tiene que mandar el mensaje a varias bandas, a varios candidatos para conseguirlo. Es una mujer guapa y en ocasiones la timidez del elegido, por entender que es demasiado atractiva para él, hace que no resulte la invitación al acercamiento. Pero hay mucho lobo suelto y ella sabe como mostrarse candorosa para que ellos piensen que es una pieza a la que abordar, y no se dan cuenta de que es ella la que elige siempre. Anoche, una vez más, salió del local, y dejó que el deseo carnal se hiciese camino entre ella y el elegido. Ella se prestó a llevarle en su coche pero no con la intención de llegar a su casa, no lleva a cualquiera allí. De camino, se apartó por unas calles donde sabe que todo queda solitario, y ahí paró ante la sorpresa de él.

En este momento, con la mirada ausente, un tanto ida, algo enfadada consigo misma por no lograr contener su deseo sexual, esa búsqueda con el orgasmo, de anulación del vacío que siente en muchas ocasiones. Un impulso que no puede refrenar, algo que le lleva a pensar en mantener sexo con muchos hombres con los que se cruza en la calle, cuando siente que sus miradas se pararon en su escote, en sus pechos. Nada malo siente en ello, no ve el sexo por mero placer como algo sucio, lo que le enfada es no conseguir hilar sentimientos que aferren algo más que placer a la situación, no logra entablar una relación con nadie, quizás en el fondo se sienta más cómoda así, con encuentros fugaces, casi nunca repite con el mismo hombre, aunque se los vuelva a encontrar. Suplir su carencia afectiva con el sexo la deja derrotada al día siguiente de suceder, cuando recuerda lo pasado. No se entiende así misma, no entiende el motivo por el que prefiere la individualidad total, antes que plegarse a compartir espacios que se le muestran asfixiantes, como en algunos cuadros de Hopper, con parejas ausentes uno del otro. No quisiera estar sola, pero elige estar sola, ¿se engaña entonces cuando se dice que no quiere estar sola? El techo blanco no le da respuesta a su duda, y piensa en la última versión de sí misma, y otra lágrima cae por su rostro.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos habla de distanciarnos de los recuerdos para que duelan menos, y que la soledad se nos presente como la elección acertada, donde estar a salvo, alejados, en un el lugar en el que nadie nos encontrará, como piensa nuestra protagonista.

“La mejor versión de ti“

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                            …Continúa “Con la mirada de Hopper (3ª parte)“

Por quererte… la soledad

05 Jueves Ene 2012

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Reflexiones

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40:04, Desafectos, Efecto Mariposa, Música, Por quererte, Sola, Soledad, Vivo en vivo

Un día descubres que ese amor que tenemos nos ha llevado a la soledad, que ya no nos reconocemos y que no reconocemos al otro, que desde donde estamos ya no escuchamos su voz aunque nos grite, y entonces decides que quieres estar sola y que no necesitas a nadie para volar, aunque por dentro te sigan ardiendo las heridas…

 

 

 

     *Efecto Mariposa nos cuenta estas historias de afectos perdidos en estas dos canciones que enlazan a la perfección.
“Por quererte”                y               “Sola”

Efecto_Mariposa-40_04-FrontalEfecto_Mariposa-Vivo_En_Vivo-Frontal

La vida está llena de afectos y desafectos.

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