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Con la mirada de Hopper (2ª parte)

31 Viernes May 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

coito, Hopper, La mejor versión de ti, Lágrimas, ligar, Música, Midiendo el tiempo con canciones, orgasmo, remordimiento, Ruidoblanco, salir, sexo, Sola, Soledad, techo, tristeza

No quería salir, pero salió, no le apetecía ir de bares, pero no quería estar a solas, y fue en busca de gente, en busca de estar acompañada, de personas que le rodeasen para seguir en soledad pero con cuerpos a su alrededor, para intentar evitar sentir el frío de estar sola. Como en esos bares de Hopper en los que hay gente pero se ven tan solos. Y solitaria, en busca de calor, llegó a donde no quería ir.

Cubrió su apariencia de ganas y sonrisas para tapar los desconchones de desidia y aburrimiento. Ahora desde la cama mira el techo y recuerda y ve y recrea algún pasaje de ayer y se le ha nublado esa visión por la lágrima que ya cae por su cara. Y se dice lo de siempre, que no debe volver a suceder. Pero siempre se repite, una y otra vez,  esta situación, este estado de frustración y de remordimiento. De negación de lo pasado, e intención de olvido. El asiento trasero de un coche no es lo que ella querría, pero es lo que sucede. Una breve sonrisa, una mirada invitadora. Intento de atraer la atención de ese hombre que le resulta agradable, quizás no el más guapo, ni más atractivo, pero sí el que ella cree que puede aceptar el envite y no resultar peligroso. No siempre lo consigue a la primera, a veces tiene que mandar el mensaje a varias bandas, a varios candidatos para conseguirlo. Es una mujer guapa y en ocasiones la timidez del elegido, por entender que es demasiado atractiva para él, hace que no resulte la invitación al acercamiento. Pero hay mucho lobo suelto y ella sabe como mostrarse candorosa para que ellos piensen que es una pieza a la que abordar, y no se dan cuenta de que es ella la que elige siempre. Anoche, una vez más, salió del local, y dejó que el deseo carnal se hiciese camino entre ella y el elegido. Ella se prestó a llevarle en su coche pero no con la intención de llegar a su casa, no lleva a cualquiera allí. De camino, se apartó por unas calles donde sabe que todo queda solitario, y ahí paró ante la sorpresa de él.

En este momento, con la mirada ausente, un tanto ida, algo enfadada consigo misma por no lograr contener su deseo sexual, esa búsqueda con el orgasmo, de anulación del vacío que siente en muchas ocasiones. Un impulso que no puede refrenar, algo que le lleva a pensar en mantener sexo con muchos hombres con los que se cruza en la calle, cuando siente que sus miradas se pararon en su escote, en sus pechos. Nada malo siente en ello, no ve el sexo por mero placer como algo sucio, lo que le enfada es no conseguir hilar sentimientos que aferren algo más que placer a la situación, no logra entablar una relación con nadie, quizás en el fondo se sienta más cómoda así, con encuentros fugaces, casi nunca repite con el mismo hombre, aunque se los vuelva a encontrar. Suplir su carencia afectiva con el sexo la deja derrotada al día siguiente de suceder, cuando recuerda lo pasado. No se entiende así misma, no entiende el motivo por el que prefiere la individualidad total, antes que plegarse a compartir espacios que se le muestran asfixiantes, como en algunos cuadros de Hopper, con parejas ausentes uno del otro. No quisiera estar sola, pero elige estar sola, ¿se engaña entonces cuando se dice que no quiere estar sola? El techo blanco no le da respuesta a su duda, y piensa en la última versión de sí misma, y otra lágrima cae por su rostro.

 

 

 

.     *Ruidoblanco nos habla de distanciarnos de los recuerdos para que duelan menos, y que la soledad se nos presente como la elección acertada, donde estar a salvo, alejados, en un el lugar en el que nadie nos encontrará, como piensa nuestra protagonista.

“La mejor versión de ti“

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                            …Continúa “Con la mirada de Hopper (3ª parte)“

Viejos tiempos (7ª parte)

05 Viernes Abr 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 9 comentarios

Etiquetas

amigas, amor, cambio, Déjame huir, deseo, dudas, huir, Instintos naturales, La rabia, Música, miedo, pareja, Pasado, Presente, salir, temor

No dice. No habla. El silencio se alarga. Ensimismado en sus pensamientos está ausente. Pensando que es un canalla. Qué le sucede, qué originó este estado en el que lo atávico tomó tal importancia que lo trastocó todo. Lo remoto, lo no conocido hasta ahora se presentó con tal fuerza que lo arrasó todo. Piensa que el deseo de cambio que se le ha formado como pensamiento único en el transcurso de la tarde ha sido debido a algún desajuste neuronal, quiere encontrar un motivo fisiológico antes que admitir un motivo emocional. Él quiere a su pareja, cómo no la va a querer, si fue él quien en los momentos primeros, cuando hubo flaqueza por parte de ella, insistió en apostar por la relación. ¿Entonces qué paso? Qué hubo en este paso de tiempo, qué se fue deslizando en el presente continuo, qué se inoculó en él para que el pensamiento se le emponzoñase. Quizás lo cotidiano, lo rutinario, el día a día, el presente sin alicientes se le apareciese hoy como un espectro fantasmal, no esperado, no invitado por nadie, pero invocado por ellas sin darse cuenta, por ese presente pasado que se hizo ente prodigioso que lo volvió consciente de un existencia plana, sin emoción. Ahora se da cuenta de que como pareja poco a poco han ido cerrando el círculo, cada vez menos amigos, cada vez menos contactos con otros, se auto-convencieron de que no necesitaban de nada ni de nadie, que lo que les gustaba hacer y compartir lo podían hacer ellos solos, sin la compañía de otros, sin necesidad de decir y quedar y explicar. Ella tan independiente de lo social, de los convencionalismos, ella siempre quiso ser libre del entorno, y él, también algo misántropo, vio en ella su alter ego, lo ideal encontrado. Quizás por ello le pareció más inaudito lo contado por ambas durante la reunión, durante el desembarco de los viejos tiempos de ellas que ya también son los suyos. Las vivencias en aquel presente chocan con las del presente compartido hasta hoy con él. Esas locuras contadas no encajan con la sobriedad de ella, es como si se le hubiese aparecido una nueva persona junto a él, alguien desconocido, y tiene que asimilar si lo descubierto y lo topado, quiere que forme parte de su presente activo, porque de su presente sí que ya no lo podrá desterrar, pero sí quizás elegir donde ubicarlo y que pase a un segundo término y que quede al margen, en otra dimensión presente pero paralela, que sea parte de su presente coetáneo pero no del más directo y decisorio, aunque en el fondo nunca dejará de estar y siempre formará parte de las decisiones a tomar.

Quisiera hacer un paréntesis, tomarse el tiempo de probar otros cuerpos, otros rostros, otros labios, otras manos que tocar. Saber de otros pensamientos, de otras ilusiones, de otras frustraciones diferentes a las ya conocidas y asumidas, y participadas. Ver en frente la tentación para una mente nueva, dislocada por los acontecimientos, le hace turbarse. Ella, la amiga, delante se le muestra como una divinidad intocable aún teniéndola tan cerca, se le muestra como los frutos que poder salir a recolectar con una vida nueva, pero el miedo atenaza, ¿y si toma el camino equivocado? Hoy no debería tomar decisiones, hacerlo así, por un impulso, de manera poco sosegada, no es lo más inteligente, dejarse llevar por lo irracional, lo primitivo que surgió en él por un entorno que se le volvió hostil no debe guiar sus actos. Siempre ha sido más calmado a la hora de decidir las directrices con las que pautar su vida. Pero a la vez piensa que quizás, este actuar tan cauto es lo que le ha llevado a esta situación, este estado de agitación interna. Por momentos siente ahogo, siente que el corazón le sube a la garganta, y pasado unos minutos se tranquiliza y supera esas crisis física, pero que agudiza la mental. El temor es lo que le está evitando hacer. No habla, no dice, no hace. Egoístamente piensa en la posibilidad de pedir una tregua, un impás de espera, irse con la alternativa de retorno. Quisiera que le dejase huir, salir, y poder volver si piensa que se ha equivocado, que lo que tenía es mejor que lo nuevo lejos hallado.

 

 

.     *El protagonista quisiera carta blanca para irse, pero con la posibilidad de volver, al igual que la canción de La rabia, en la que pide que le deje marchar pero que siga a su lado por si acaso se siente equivocado.

“Déjame huir“

.     **NA: Publicado originalmente el 18 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                                                          …Continúa “Viejos tiempos (8ª parte)“

Cesar

30 Miércoles Ene 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 6 comentarios

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Cerrado, Cesar, Christina Rosenvinge, Desaparecer, Flores raras, huir, marchar, Música, oscuridad, partir, romper, Ruptura, rutina, salir, tristeza

No estar, no querer jugar. Bajo la persiana para no ver, cierro las ventanas para no oír, no me llaméis, no voy a salir. Ya mi piel no quiere sentir. Huyo de todo, no entendéis que quiero cesar de seguir, ausentarme de vosotros y que vosotros os ausentéis de mí. Dimito de lo que esperáis de mi, ya no quiero defraudarme, ni traicionarme, solo busco vivir, pero lejos de aquí. No quiero formar parte de vosotros ni que vosotros forméis parte de mí, no quiero justificarme solo quiero dormir. Descansar de vuestras rutinas que me absorben la vida, esa que ya no quiero vivir, y cerrar los ojos para no ver, y cerrarlos para poder huir. Los amores que me donáis no los quiero, esos me atan a este mundo y necesito romper con ello, por eso no puedo seguir. Encerrado en mí, buscando solo la manera de sacarme de dentro este vacío que lo llena todo y ahoga y asfixia, es la manera que tengo de desasirme de lo que rodea mi existencia, que quizás ya no quiera.

Partir, esa palabra, dice tanto a la vez para mí, significa emprender el viaje pero también significa ruptura, por eso quizás ese verbo que lo llena todo, que lo aúna todo, sea el que ronda constantemente en mi cabeza. Inicio de un viaje, búsqueda de un nuevo destino, quizás no espacial pero si mental, marchar hacia un nuevo horizonte, emigrar hacia nuevos sentimientos que no estén emponzoñados por lo baldío y lo que nos ha secado. Mudarse y mudar a los otros, por otros nuevos o mejor por ningunos, para ser solo y solitario, para no sufrir, y no dañar. Abandonar el lugar, y los sentimientos, quedarse carente de afectos y emociones, ser un Ser vacuo. Irse, no ser. Partir también es cortar, fragmentar, romper con todo lo que hay, o creemos que hay, pues llegado este momento dudo de que haya algo. Miro dentro y lo que hallo es el enrarecimiento que lo llena todo. Separar y separarnos, eso es partir. Separar de nosotros lo que no queremos o hemos dejado de querer, y aquello que se agotó y que antes nos daba fuerzas y razones para ser y estar, y todo esto nos lleva a separarnos sin muy bien saber el fin de ello, el motivo que nos empuja, pero que nos obliga a correr hacia un lugar nuevo, como tierra prometida donde descansar. Descanso para nosotros y para los que nos rodean, puesto que nuestro estado anímico, osco y duro les hace mal y nos hace mal a nosotros. Y todo se vuelve noche en este encierro que necesito, y no sé ni siquiera, si quiero que llegue el día. Si prefiero quedarme así en la oscuridad tenebrosa y que la tristeza sea razón de ser, razón de vida, o esperar que un rayo de luz me devuelva las ganas de vida, o romper por siempre con esta rutina.

 

 

 

.     *Christina Rosenvinge pide que la dejen dormir, al igual que en el relato el protagonista pide que le dejen no ser, no estar en este lugar.

“Cerrado“

 

 

.     **NA: Publicado originalmente el 04 de Julio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

La vida está llena de afectos y desafectos.

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