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Archivos de etiqueta: perdida

Susurro perdido

21 Miércoles Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

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Ángel para un final, desdicha, lamento, Música, murmullo, perdida, silencio, Silvio Rodríguez, susurro, Tríptico 2, viento

Esto que te escribo, te cuento y te digo, esto que me contestas, me llega y recibo, es un susurro en el oído, un susurro a veces grato y placentero, a veces punzante y doloroso, pero tanto el dulce como el oneroso, se paladean un segundo y en el tiempo se diluyen. Unas veces y otras con el corazón en la garganta y una lágrima cayendo al pecho. Unas feliz de haber sentido, otras triste por lo dolido del mensaje breve y volátil recibido. Hoy ya casi no percibo el susurro, echo en falta tu murmullo, hoy sin tu arrullo lejano, hace poco tan cercano a mis adentros, y ahora me corroe la desdicha por dentro, siento que desapareces del horizonte, y percibo sólo silencio, agudizo pero no oigo el bisbiseo traído por el viento, las palabras susurradas no me llegan, lo lamento.

 

 

     *En el poema prosado, como en la canción de Silvio, el silencio se apodera de nosotros y ya no llegan las voces ni las palabras, llevándonos al lamento final.

“Ángel para un final“

Silvio Rodriguez - Tríptico 2

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de abril de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

¿Dónde está Abril?

03 Jueves May 2018

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 11 comentarios

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angustia, ¿Quién me ha robado el mes de abril?, despertar, El hombre del traje gris, Música, perdida, primavera, Sabina, Soledad, Solo

Hace un par de días me desperté azarado y no sabía muy bien porqué, solo noté que me faltaba algo. Me incorporé de la cama, estaba solo, completamente solo, tampoco era demasiado raro estarlo, desde hace tiempo lo estoy, pero mis miedos, mis inseguridades y mis angustias vinieron todas de golpe a buscarme, a sacarme de la habitación. Me hicieron recorrer la casa entera, yendo al salón primero, después a la cocina, y todo estaba solitario. Volví al dormitorio y la cama estaba vacía, iluso pensé que allí lo encontraría, te encontraría. Me puse a pensar qué estaba sucediendo, a qué se debía este estado de ánimo, qué me pasaba. No había pensado en los últimos días, en los últimos tiempos, pero de repente me vino toda la conciencia, a visitarme, a avisarme que algo me estaba ocurriendo. Toda la congoja se me agolpó en la garganta. Llevo dos días sin poder recrearlo, sin hablarlo y sin escribir sobre ello. Era tanta la rabia y tanto el dolor que me visitó que no podía afrontarlo, no quería enfrentarme a ello, ni revivir ese estado interior, no quería proyectar imágenes que derivasen de unos momentos de agobio y aflicción. La inquietud se había apoderado de mí, la opresión se adueñó de estos días que me hicieron recordar que todo un mes había pasado de largo, que otro año más lo borré, y me salté treinta días de mi vida. Él, que tiene que ser lluvioso, queda seco, más que seco desértico, sin nada que lo habite, y pasa raudo, como si no hubiese existido. Él, que estuvo tan lleno de vivencias compartidas aparece sumido en un vacio conmovido. Te borré con tantas ansias que me llevé por delante todo un mes. Y cada año me digo que no debe ser así, que el daño me lo hago a mí mismo, por desperdiciar esta vida que es la única que tenemos y que no se repite, que lo que no vivamos, que el tiempo no “vivido” nadie nos lo devolverá, pero caigo en el mismo error una y otra vez, año tras año y ya van demasiados. Y el mes que deber ser de la explosión de la primavera, de los nuevos proyectos, de dejar atrás lo gris, lo invernal y que debería transformarse en luz y color, y transmutarse en alegría y diversión, en búsqueda de nuevos planes y que pase lo triste y frío para encontrar la calidez de un sol nuevo que haga olvidar ese otro que se extinguió y dejó de calentar, de dar vida a un futuro en común, desaparece de mi horizonte. Y resulta que todo eso me lo pierdo, quedo frustrado cada vez que llegan estos tiempos, y me doy cuenta que mi recuerdo vital último es de marzo y hoy ya me encuentro en mayo, y maldigo a quién me robó el mes de abril, y te maldigo por visitarme siempre el primero de mayo, para hacerme ver que otra vez ganaste y me borraste el mes de abril.

 

 

.     *Sabina se pregunta quién le robó el mes de abril, pero el protagonista de nuestro relato no se lo pregunta puesto que cada año lo tiene muy presente, es alguien que le robo el corazón y en él se llevó todo un mes.

“¿Quién me ha robado el mes de abril?“

.     **NA: Publicado originalmente el 3 de Mayo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Lo que haría…

19 Lunes Feb 2018

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

≈ 10 comentarios

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AM, daño, dolor, Javiera Parra y Los Imposibles, Música, perdida, Procuro olvidarte, Soledad, tristeza

Mil veces me pregunto qué haría para que te marcharas, y mil más me pregunto qué haría para que volvieras conmigo. Que haría para no sentirme perdida desde tu partida, desde que dejamos de pasear por las plazas y calles que fueron testigo de cuanto te quería. Y qué daría por no tener que evitar esos lugares para no sentirme así cada día. Sigo la ruta de la herida en mi piel para convencerme de que debo olvidarte. Y reflexionar nunca se me dio bien, siempre fui más de actuar, quizás por eso no encuentro respuesta a esa insistente pregunta que resuena en mi conciencia, que trastornada, se convierte en inconsciencia porque ya no estás. Hago mil cosas en las horas del día, las hago sin necesidad muchas de las veces, para no pensar ni imaginar cómo sería ese día si tú aún siguieras en mi vida, y cuando avanza el día creo haberlo superado, y contenta me decido a afrontar nuevos retos sin que tú me hagas daño. Daño, esa palabra que tú no sabes  que va unida eternamente a ti, esa palabra que sólo con pensarla produce el efecto de lo que describe, ese mal que hace, deterioro de la persona física y psíquica. Nunca me pusiste un dedo violento encima, pero tengo el cuerpo molido como si una tunda de palos me hubieses asestado. Esa palabra, daño, es sinónimo de tu recuerdo, es llanto cuando cae la noche y mi cama está desierta de tu cuerpo. Esa palabra, es la humillación y el ahogo, el perjuicio y la pérdida de juicio, y por mi cabeza pasa quitarme la vida, arrastrarme y pedirte y suplicarte el regreso para no sentirme perdida. Y por eso, busco en mil cuerpos el olvido, y procuro llegar rendida a ese momento nocturno de entrar en el dormitorio, el lugar en el que nos amamos tanto, pensando que así, tú no vendrás a mi encuentro. Y me equivoco, en cuanto entro en el cuarto, apareces en toda tu esencia y me digo que no lo aguanto, y ese momento no sé lo que haría… Todo lo que ha quedado es daño, que es más de lo que tuvimos. Lo que tuvimos me digo, y me pregunto qué tuvimos…  y salgo del cuarto para no sentir la palabra que se torna en pérdida y calamidad y molestia. Procuro olvidarte pero la cabeza no me deja, insiste en condenarme a una depresión, que empuja a la locura y a la desesperación. Necesito salir en busca de aire, aire nuevo que me de respuesta a lo que haría para no sentirme perdida, para no sentir la desdicha.

 

 

 

.     *Javiera Parra y los Imposibles, nos dejan esta versión de la canción de Manuel Alejandro para Hernaldo Zuñiga, que se convertiría en un clásico, y que me sirve para relatar ese sentimiento de vacío que nos hace pensar que haríamos cualquier cosa por el regreso del que ya no está, aunque el poso que haya quedado sea el daño…

“Procuro olvidarte“

.     **NA: Publicado originalmente el 18 de Abril de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

Una nota en la pared

14 Miércoles Jun 2017

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 17 comentarios

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Adiós, Bajo el signo de Caín, Bosé, Hojarasca, Hojas secas, Los chicos no lloran, Música, perdida, Recuerdos, Ruptura, Si tú no vuelves

Me dejaste sentado en el sillón, diciendo que marchabas, que volverías, y hoy sigo aquí sentado todavía. Con la luz apagada, en la penumbra de las velas, siempre con las persianas bajadas, no dejando nunca que se filtre la luz del sol en el salón, para no recordar que pasan los días cuando me encierro. En mi delirio te recreo sumida en un sueño, ese que te dejaba tan entregada a mí en la cama, que hacía que al mirarte me enamorara más cada día. Allí con tu cabeza en la almohada, toda ida, en un mundo infranqueable para mi, cuantas veces deseé estar en tu cabeza, para saber de tus sueños, y ahora con la distancia también para saber si yo estaba en esos sueños, por los que te preguntaba siempre cuando te despertabas, y tú nunca recordabas, o decías no recordar, pero que parecías disfrutar. Y me decías que era un pesado, que los sueños no se piensan, se sienten y se quedan dentro, por eso no se recuerdan, y yo me quedaba celoso de no saber si en tu ánimo interno, yo era parte de eso que se siente y se queda dentro.

Los paseos interminables con el frío del otoño y del invierno, hacían que nos apretásemos uno junto al otro como los matrimonios de antes, cogidos del brazo y bien estrechados. Pisando la hojarasca, ese sonido que acompañaba nuestros pasos y que tanto te gustaba y me gustaba y ahora procuro evitar. Ese ruido rasgado siempre me atrajo desde niño, y me gustaba la palabra, esa palabra que al pronunciarla suena casi igual que lo que describe, suena crujiente, como al pisar esas hojas muertes, caídas de los árboles, y ya secas en el suelo, como manto que arropa a la tierra. Ahora es otoño en mi interior, y no quiero el manto de tu recuerdo que tanto daño me hace, me pesa y me asfixia, me da calor y quema, qué haré si tú no vuelves. No puedo salir por donde salíamos a deambular, cada senda, cada árbol me trae tu imagen, pero si me quedo en casa, el silencio me atenaza y las paredes me susurran las conversaciones que tuvimos, los espejos me devuelven tu mirada, y cierro los ojos y tapo mis oídos, pero no sirve de nada, estás más dentro de mí que fuera, que en el entorno, y da igual que me aísle del mundo, que no quiera ver, ni mirar, ni oír, ni escuchar, todo viaja en mí. Y en el lecho me siento solitario y busco a mi lado tu cabeza con la melena esparcida por la almohada, como una cabeza de “Medusa”, en la que me gustaba enredarme. Tentáculos que me agarraron fuerte y de los que ya nunca podré liberarme. Y mirar la blancura de la almohada sin tu rostro allí, duele, rostro acariciado por las delicadas sábanas en aquel tiempo, y esa visión hace que estire mi mano para acariciar lo que ya no está ni estará. Qué haré si tu no vuelves. Me hago esa pregunta constantemente, y ya ha pasado el suficiente tiempo para saber que no debo creer en tu vuelta y que debo empezar a buscar la respuesta, pero cuesta. Cada noche busco una estrella que me haga compañía, que sustituya la que fuiste, la que me sirvió de guía, ya no serás esa estrella, al menos para mí, no quisiste seguir siendo mi guía. Y desorientado me quedé cuando leí aquella nota en la pared, aquella que me adelantaba que ya no estarías, aunque su fin no era adelantar si no zanjar, pero llegué antes de que partieras y me lo tuviste que decir de palabra, me tuviste que repetir lo que yo no entendía, que tenías que alejarte para tomar perspectiva, que después de tomar aire volverías, y la voz no se te quebró como esperaba, no te tembló como yo creía, las palabras te salieron tersas y duras, no blandas y dubitativas, me las dijiste claras y breves, directas sin muchas explicaciones, según tú no eran necesarias, ya las habría. La nota sigue en la pared aunque han pasado muchos días, y cuando la leo, oigo tu voz diciendo una a una esas sílabas dolorosas que nunca podré entender. Pero ahora sé, que no soy parte de eso que se siente y se queda dentro, ahora estoy seguro, que no estoy en tus sueños.

 

 

.     *Bosé nos pone la música a este relato.

“Si tú no vuelves”                                              “Hojas secas“

  

.     **NA: Publicado originalmente el 21 de Marzo de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Perdiéndote

05 Jueves Jul 2012

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Relato

≈ 5 comentarios

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Amistad, amor, De las dudas infinitas, espera, Música, mirada, perdida, Santacruz, Supersubmarina

Fundido

por la apatía,

sigo la silueta

de tu mirada,

ella me enseña,

me muestra,

lo simple

del alma,

retazos de

un ser

desvalido,

sin casa,

ocupa de

la Nada,

que todo lo llena

y todo lo abraza.

 

La luz trémula

alumbra tu mirada,

tristes ojos,

¿qué te pasa?

deseo acunarte,

te siento desvalida.

Tranquila,

allá donde vayas contigo estaré.

Aunque a mil kilómetros estés,

si me necesitas, yo estaré.

Aún mil años después,

si suspiras, yo estaré.

Si necesitas llorar, yo estaré.

Porque soy tu amigo,

porque no te olvido,

porque te quisiera aquí conmigo,

aunque hayas elegido otro camino.

Si me necesitas, avisa,

llámame con tu risa,

yo te daré la bienvenida

para correr juntos nuevas avenidas.

 

 

 

.     *Muchas veces por las dudas infinitas como las de Supersubmarina, se diluyen afectos, que al final se pierden y nos separan, y solo nos queda esperar que algún día vuelvan a nosotros.

“De las dudas infinitas“

La vida está llena de afectos y desafectos.

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