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Archivos de etiqueta: Manolo García

Duda hacia la vejez

10 Viernes Abr 2020

Posted by albertodieguez in Música, Poesía, Reflexiones

≈ 21 comentarios

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Bienaventurados, Desaparecer, duda, Llegar a viejo, Manolo García, Música, Muerte, Nunca el tiempo es perdido, Rosa de Alejandría, Serrat, vejez, viejo

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé si quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé, ¿sí quiero?

No sé si quiero llegar a viejo,

no sé, sí quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

No sé si no quiero.

No sé si quiero llegar a viejo,

No sé, no quiero.

¿Sé que no quiero llegar a viejo?

no sé si no quiero.

Solo sé, que enfermo viejo,

no quiero.

 

 

 

.     *Ante esta duda, para cada día obtengo una respuesta, y muchas veces ni siquiera hallo respuesta si no más duda. Como dice la canción de Manolo García, “Alejarme quiero de esta vida que yo vivo sin convencimiento”, y añado, alejarme quiero, cuando la duda sea la que guíe mi vida.

.     Nota: Hoy dejo dos canciones, una directa, la de Serrat, acorde con el tema, y otra en la que yo leí entre líneas, y creí ver algo de mi texto de manera más simbólica y críptica.

“Rosa de Alejandría“

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

 

 

 

 

 

 

 

 

“Llegar a viejo“

 

 

 

 

 

 

 

 

.     ** Publicado originalmente 30 de Enero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Quién vendrá

04 Miércoles Dic 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 20 comentarios

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amor, Manolo García, Música, Nunca el tiempo es perdido, Recuerdo, Ruptura, Vendrán días

Quién vendrá

que no parezca sobrar,

sí no hay hueco después de lo compartido,

todo está tan a rebosar

que parece que no hay sitio

para nada ni para nadie en este mi nido,

completo todo, de su recuerdo

aún no perdido.

 

 

 

.     *Vendrán días en los que su peso ya no será carga -que todo lo ocupe-… pero mientras, en estos días me seguirá faltando el aire; canta Manolo García para completar y mejorar mi poema.

“Vendrán días“

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

.     ** Publicado originalmente 14 de Enero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Haciendo el amor entre líneas

12 Sábado Oct 2019

Posted by albertodieguez in Música, Microrrelato, Relato

≈ 21 comentarios

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amor, cama, lectura, libros, Manolo García, Música, Nunca el tiempo es perdido, Poesía, sexo, Somos levedad

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Me traigo aquí mi aportación que hice allí a vuela pluma, sobre la foto de Alec Dawson

Alec Dawson

Haciendo el amor entre líneas.

Cada vez que abro un libro te veo allí y me veo haciéndote el amor entre líneas que convergen en tu sexo. Recuerdo cuando te dije que te haría el amor por siempre entre las líneas que has trazado en mi mente y mi corazón y mis recuerdos. Entre las líneas de cada poema y cada libro compartido entre las sábanas testigo de cada suspiro que nos salía al leernos esos versos, leídos en susurros o gritados con jadeos, como una y mil veces lo hicimos. Lecturas poderosas que nos ponían en la boca lo que sentíamos sin saber decirlo más bello que Neruda, Benedetti o Pepe Hierro. Insoportablemente leves, como cuando leíamos a Kundera en nuestro lecho.

. 

.     *Con más certeza ahora, pasado ya el tiempo; en aquellos días, en aquel verano, ya sentíamos que somos levedad, como nos canta Manolo García.

“Somos levedad“

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

.     **Vuelvo a caer en el juego propuesto por el blog “escribe fino”, y me traigo ese texto surgido de la inmediatez con todas sus posibles incorrecciones y pecados, a falta de tener algo mejor que contar.

.     ***NA: Publicado originalmente el 7 de Enero de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

La vida es como los libros

15 Jueves Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Reflexiones, Relato

≈ 23 comentarios

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Aforismos, Aforismos baratos, camino, corrupción, duda, estrellas, existencialismo, fútbol, libros, luna, Manolo García, Nunca el tiempo es perdido, politicos, Por respirar, reflexiones, reto, Universo

Estaba en un proceso de debilidad mental, no hacía más que cuestionarse todo, cualquier cosa se le hacía cuesta arriba, lo más nimio era una montaña a subir, cualquier revés se le volvía como un drama insuperable. Intentaba darse ánimos él solo con mensajes del tipo de los que se dan en los libros de autoayuda, comparando la vida a cosas cotidianas, para dar sentido a lo sucedido y dar un giro a los problemas que le asaltaban o situaciones que se le presentaban y que él , al menos, veía siempre como problemas.

Si era una noche estrellada y estaba angustiado, para encontrar la paz se dejaba llevar por la observación del firmamento y se decía: “la vida es como luz de luna; unas veces brilla resplandeciente y otras es toda ausencia, toda oscuridad”. Porque ante el universo que se le mostraba esa noche con esa luna y estrellas brillantes, a él se le había mostrado su día negro por completo, cayéndosele encima todo su universo personal.

Él sabía que no tenía que dar tanta importancia a las cosas e intentaba trivializar. A veces en casa viendo un partido de fútbol dejaba su mente en blanco – o verde casi mejor dicho por el color del césped -, que era por el que se dejaba llevar. No atendía realmente al juego de los contendientes si no que se le iba el santo al cielo en busca de rescatar alguna imagen de lo último que le estaba intranquilizando. La duda de si conseguiría o no el ascenso en el trabajo lo estaba amargando últimamente, y entonces caía en la cuenta que allí, en casa, no iba a poder solucionar nada, y realmente en el trabajo tampoco, sus jefes ya sabían de su valía y no estaba en su mano que la balanza se decantase por él, y entonces volvía a ser consciente de la imagen de la tele y se decía: “la vida es como el Fútbol; no siempre el que mejor juega es el que se lleva la victoria” . Y cogía la cerveza e intentaba olvidarse de que llevaba más de medio año pidiendo esa mejora laboral, aunque sabía que en estos tiempos de despidos casi era descabellado exigir lo que creía que se merecía y le debían.

La situación del país tampoco le ayudaba mucho, leer las noticias era hablar de recortes y despidos, y estafa política y robos y desarticulación de los beneficios sociales que se tenían, que no eran muchos, pero más de los que los nuevos gobernantes iban a dejar. Y esa rabia que le entraba intentaba racionalizarla y pensar que son cosas de la vida, y se decía: “la vida es como la Política; nunca se sabe en qué momento nos corromperá”.

Aunque él pensaba que nunca sería un tipo corrupto. Mucha gente le decía que no se podía ser taxativo con esas afirmaciones, que quizás llegase un momento en el que si optase a ello él también entraría por el aro, todos somos débiles, le decían, y él que se conocía bien negaba esa posibilidad y se decía: “la vida es como los principios; si los pierdes será un vagar sin rumbo”.

Y cuando pensaba en esto último, en su vagar por la vida, sin un destino claro, sin saber bien el camino por el que avanzar, a veces por veredas estrechas sin margen para la elección, y dejándose llevar las más de las veces fuese como fuese la senda o la intersección o la encrucijada en la que se encontrase, realmente, en casi todas las ocasiones, se dejaba ir sin mucha consciencia ni convicción del motivo de su elección, y entonces se preguntaba para qué seguir, si el destino al que llegar era una incógnita y no sabía ni siquiera si quería despejarla ni si le gustaría aquello por lo que seguía avanzando, y en esos momentos, se decía: “La vida es como los libros; queremos y auto-imponemos llegar a la última página, pero nadie nos obliga a seguir hasta el final”.

Y entonces, cogía un libro y seguía leyendo.

 

 

 

 

.     *Como dice Manolo García en su canción “Renacerás. Si no te empeñas en querer sufrir”. Nuestro hombre en sus bajos momentos, respira e intenta confiar y volver a creer, y sigue leyendo.

.     **NA: Leyendo a adwoa, descubro su entrada “el reto de los aforismos baratos” en la que se deja llevar por el reto iniciado por otra bloguera, Marina massobreloslunes, y a su vez nos incita a seguir con esta rueda sobre “aforismo baratos”. Yo no he dado para los diez que pedía el reto, pero me dejé seducir por el tema y vestí mis cinco aforismos sencillotes con un relato. Lo leído arriba fue el resultado.

“Por respirar“

manolo_garcia-nunca_el_tiempo_es_perdido-front

.     **NA: Publicado originalmente el 21 de febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Regalando palabras (6ª parte)

13 Martes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 21 comentarios

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afecto, Amistad, amor, angustia, aprecio, Arena en los bolsillos, compañera, compañerismo, compañeros, desafecto, desvelo, duda, dudas, En el oscuro abismo en que te meces, Fiesta, frase, Manolo García, Música, miedos, nervios, noche, nota, notas, palabras, Post-it, sentimientos, Trabajo, tristeza

De dadivoso adulador ha pasado a adulado y eso lo tiene descolocado, lo que nunca pensó que le pasaría en su vida, siempre afrontada como mero espectador, sin ánimo de explorar ni pretender nada, en ningún caso como agente activo, más como un elemento vegetativo, quieto, esperando ese final marchito que nos espera a todos dando igual como hayamos pasado la vida. Él se había decantado por un transitar sin sobresaltos, dejando pasar los días, con una existencia anodina y tranquila; buscar y desear, ahora lo atenaza y lo angustia. Como a todos cuando deseamos que algo llegue y nos precipita a la inseguridad e impaciencia y a la duda. Más que nunca la duda se apodera de sus días. Duda de si ha estado equivocándose toda su vida, con esa actitud suya. Duda de si esto es real o se está volviendo algo paranoico. Duda de si ir a esa fiesta. Dudas y más dudas. Siente que se está acobardando; – ¿Y si allí encuentra lo que lleva días deseando encontrar? ¿Qué pasará? ¿Cómo debe actuar? Aunque ahora con estas manos trémulas que sostienen el Post-it duda si realmente quiere que suceda. Mira las palabras escritas en ese cuadradito de papel amarillo, con tinta azul; tinta quizás de alguno de sus dos bolígrafos que tiene encima de la mesa, que no son los que la compañía reparte a los empleados, a él le gusta utilizar los suyos propios. Tiene la tentación de escribir con ellos para comprobar si el color y el grosor del trazo son exactamente iguales, a primera vista sí que se lo parecen. Esto querría decir que a la persona que lo escribió no le importó que alguien, incluso él mismo, le pudiese ver en el acto de escribir y dejar el mensaje. Eso querría decir que no lo hacía a hurtadillas y con el afán de que nadie pudiese saber o averiguar sus intenciones; si no fuese así, hubiese llevado la nota ya escrita para no tardar en dejarla buscando por la mesa, y no encontrando a priori el taco de Post-it puesto que lo guarda en el cajón, y por tanto rebuscando en su intimidad, tardando más y poniendo más aún en peligro esa decisión de moverse en la sombra y la clandestinidad, redactando allí en la misma mesa, el manuscrito a la vista de cualquiera. Quiere pensar que quien le deslizó la nota en su bolsillo y ahora el mensaje pegado en su pantalla del ordenador son la misma persona, de otra forma no ve la manera de poder alcanzar a saber quién era la precursora de su incertidumbre, quien hizo de detonante haciendo estallar delante de sus ojos su planteamiento de subsistencia, y que ha puesto en los últimos días sus convicciones de vida patas arriba, y que lo mantiene en vilo. Quiere pensar que al fin va descubrir a su admiradora o admirador, nunca se puede saber si se despierta ese afán amoroso a los del mismo sexo aunque uno no lo pretenda, pero esto último lo quiere descartar. Si no fuese la misma persona, si no logra acabar con esta situación va a perder la cabeza. Ahora, por este mismo estado de excitación que le hace temblar, se arrepiente un poco, como días atrás, de haber estado repartiendo notas durante estos últimos años sin darse cuenta del daño que puede haber provocado cuando su intención era la contraria. Desde que despegó el mensaje del monitor estaba algo confuso, pensó en lo descabellado que le parecía hace unos días que fuese alguien del entorno laboral su admirador, pero todo se le ha trasmutado con este papelito amarillo que ha hecho volver a pensar en sus compañeras y sin darse cuenta se ha visto imaginando y ensoñando con Helena, con la que más intimó, si se le puede llamar así, por contarse pareceres sobre la vida y los sentimientos y la forma de afrontarlos, y que la empieza a ver con otros ojos, quizás se está forzando él mismo a mirarla con otros ojos, con una mirada que antes ni se le pasó por la cabeza, ni siquiera después de aquella conversación. Él en su mundo, evitando quizás por miedo, otras posibilidades, otros universos. Cómo no se ha fijado en ella antes con este parecer de hoy, que se le ha vuelto ardiente y doloroso, como una llama en el pecho, que le produce quemazón y aprensión y ahogo.

Encaja tanto con él. Nunca se le ocurrió poder dar con alguien con los pies tan en la tierra, sin pájaros en la cabeza sobre los afectos pero que a la vez no renuncia al amor, al compartir, al acompañarse sin grandes pretensiones, sin grandes horizontes que conquistar; solo con el fin de encontrar a alguien con el que estar a gusto durante el camino hacia ese horizonte. Con su ceguera y su sentirse diferente, siempre dudó que hubiese alguna persona que pensase como él. Pero tan llanamente lo expuso ella aquella vez, en la que le compartió ese pensamiento sobre el acompañarse las parejas hasta los últimos días, cuando ya no queda la fogosidad inicial, sustentados sólo en el aprecio mutuo, que es ese rescoldo que queda tras el amor marchito, que no tuvo dudas de que ella era especial, distinta a los demás, que ella era muy similar a él, y quizás por eso mismo no siguió pensando en ella tras aquellos días con ojos amorosos ni románticos; alguien como él, no pensaría en buscarse pareja, en buscarse un apoyo, alguien como él se bastaría sola. Pero ahora todo ha cambiado, todo su planteamiento de vida sufrió un revolcón, y aun sin ese impacto luminoso de partida que reciben dos desconocidos que se encuentran o son presentados por terceros y se atraen de pronto sin remisión alguna, con un palpitar de corazones y brillo en la mirada y deseo desbordado en el sexo; quizás aún sin eso, sea este el momento que el destino les ha deparado para su encuentro y unión. Puede que ellos llegasen directamente a ese momento de acompañarse y del aprecio mutuo por un atajo, sin pasar por la inicial fogosidad, saltándose esos preámbulos. Seguramente haya pasado muchas veces en la vida de otras muchas personas, la historia está llena de casos así, en los que el tiempo cansa el vivir y llega un día en el que se necesita de un sostén, un bastón, y a su vez otros necesitan de nosotros para sostenerse y seguir avanzando, y surge el deseo y la necesidad de acompañarse el uno al otro.

Aunque ese era de siempre su parecer, pasados estos días, está empezando a pensar que quizás nunca pueda ser así, que no hay salto ni atajo posible, que siempre se parte de un ardor catalizador que desboca las llamas y avanzan y arrasan los sentimientos que teníamos pulcramente custodiados, todos bien aislados con un aséptico pensamiento racional, pues él ahora en su pecho percibe esa fogosidad. Mira las dos notas, y se siente tan vulnerable, que le da miedo. Lo intenta analizar fríamente; ¿cómo se ha transmutado en un ser tan endeble y guiñapo de lo que era? Sólo por la hipótesis de que sea y suceda algo que en nada tiene fundamento real, basado sólo en elucubraciones de lo que pudiera ser. Remira las dos notas, y se siente tán ridículo.

 

 

. 

. 

.     *El protagonista que se mecía y complacía mirando y escribiendo a los talles y rostros de bellas y tristes mujeres,  ahora se mece sobre un oscuro abismo como nos canta Manolo García.

“En el oscuro abismo en que te meces“

manolo garcia-arena en los bolsillos

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Abril de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Regalando palabras (2ª parte)

09 Viernes Ago 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 33 comentarios

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amor, Contigo me quedaría, deseo, lisonja, Manolo García, Música, Melancolía, Mujeres, palabras, Saldremos a la lluvia, Soledad, sorpresa, tristeza

Llegó a casa. Estaba cansado, últimamente había tenido bastante trabajo, y llegaba agotado, no era un trabajo físico, pero en esas épocas de mucho jaleo laboral terminaba como si hubiese estado corriendo una maratón, y qué contar del cansancio mental, en esos días locos quedaba aturdido.

En el trayecto de regreso, había estado como siempre hacía, observando a la gente, con ello conseguía relajarse, o al menos, poner su mente en otro lugar alejado a los trajines de la oficina. Le gustaba mirar, sobre todo a las mujeres, quisiera ser el amante de todas ellas, a veces sentía esta forma de ser suya como algo enfermizo, estar enamorado de todas ellas, desear a cada una de las que veía, y especialmente a aquellas que veía algo tristes, hacía pensar en él como alguien un poco trastornado, puede que algo no funcionase bien en su cabeza. La tristeza era algo que le enternecía tanto que no podía dejar de querer ponerse a disposición de quién la sufría para ayudarle y acompañarle en su travesía de grisura, y cederle su hombro y su pecho y sus brazos, para que se apoyasen en él, y vertiesen sus lágrimas, para sentir un abrazo necesitado.

A una distancia no muy lejana, se quedó anclado en una chica, mejor dicho mujer, puesto que no era ya joven, más parecía cerca de los 40 que de los 30. Ella era bastante atractiva, aunque su rostro denotaba que no era uno de sus mejores días, parecía preocupada o tensa por algo, quizás esto también le animó a decidirse por ella, a que ella fuese su víctima. El desamparo que se traslucía en ella, al menos en este día. Él necesitaba salir de su estado anímico de saturación por el trabajo, fuera de él eran pocos los acontecimientos de distracción, y así por unos momentos, llegado a casa él seguiría fantaseando con ella, con lo que habría pensado y sentido al leer lo escrito, si lo habría descubierto enseguida o si por el contrario sería pasados unos días cuando lo hallase. Eso le distraería. Nunca la había visto antes como había sucedido con otras muchas. Pero estaba decidido, además, el texto que llevaba escrito le encajaba perfectamente a ella, el texto decía:

“¡No te preocupes! Tú eres la luz, y  lo que te atenaza te soltará y dejará paso a lo que deseas que llegue. Tú eres la luz, y como tal me has guiado hasta ti. Hoy al verte, me di cuenta que harás conmigo lo que quieras, y me da igual, solo te pido que mires a tu alrededor y me encuentres, y me lleves contigo, eres el amor que siempre he querido, me gustaría ser tu elegido.”

Realmente lo que había escrito como un sentimiento interno, sin una imagen evocadora, se había transmutado de tal manera que se ajustaba a ella como un guante a medida. Esta vez el sentimiento y la emoción de esas palabras iban mucho más allá, el texto se había convertido en realidad, y aunque sabía que era una ingenuidad por su parte, sí que quisiera ser su elegido, él con ella se quedaría.

Lo que parecía sería un problema por la distancia entre ambos, por un acto del azar se derrumbó y dejó de ser problema. En una de las paradas entró una embarazada  y ella se dispuso a cederle el asiento, y seguidamente se desplazó unos metros en dirección a él. Al verla acercarse entendió que era la ocasión idónea, y con el sigilo y el disimulo habitual, consiguió introducir la nota en el bolsillo de su cazadora al quedar un acceso estrecho a su paso ante él, y pasar muy próximos uno del otro. Él ya estaba contento y feliz, ahora seguiría ilusionándose e imaginando su cara y su sorpresa e incluso su posible miedo por lo encontrado en su bolsillo, por lo escrito. Ella se bajó dos estaciones antes que él, esto le alegró también, puesto que quizás la volviese a ver por el barrio, la cosa podía dejar de ser una quimera. Al llegar a casa, aunque agotado no pensaba en el trabajo, pensaba en la mujer, y comenzaba a revisar mentalmente lo sucedido y como otras veces le había pasado, le recorría un escalofrío por el cuerpo, era la soledad que de repente se le hacía presente y le cambiaba un poco el gesto, por que se hacía ilusiones de que alguna vez, además de repartir notas a desconocidas, pudiese tener a alguien cercano a quién lisonjear, dejándole notas bajo la almohada al irse por la mañana, o escondérselas en el cajón de la ropa interior donde sabría que ella lo encontraría en su ausencia. Y ya con la mirada perdida y los ojos algo vidriosos, se dispuso a vaciar los bolsillos de su abrigo, cuando al introducir su mano halló aquel papel que parecía de propaganda, pero que él no reconoció haber cogido, y al girarlo encontró aquella frase que le sobresalto y aceleró el pulso.

 

 

 

.     *Nuestro regalador de palabras se quedaría con ella, con esta última que vio y quizás le toco más que todas las demás vistas e imaginadas y soñadas en sus papeles, como nos canta Manolo García.

“Contigo me quedaría“

manolo garcia-saldremos a la lluvia

.     **NA: Publicado originalmente el 23 de Enero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Un reencuentro escrito

27 Miércoles Feb 2013

Posted by albertodieguez in Música, Relato

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Adolescencia, Amistad, amor, ayer, barrio, carnalidad, cartas, Como la cabeza al sombrero, duda, El último de la fila, escritura, hoy, huida, Llanto de pasión, Manolo García, Música, niñez, Recuerdos, reencuentro

Ella.

Está claro que nos falló eso, decirnos las cosas.

Mira, yo de verdad tengo muy buenos recuerdos y me quedo con eso. Éramos unos pipiolos y nuestros actos surgían a golpe de mata. Los chicos en esa edad sois más carnales, creo que nosotras no tanto, es más, yo pensaba en mi príncipe, en mi mundo de hadas, siempre he sido muy infantiloide y aquello tan “humano” me golpeó en la sesera. Por entonces ya trabajaba, y lo malo de entrar en un mundo de adultos tan precoz es que a veces no se asimila, y eso me pasó a mí. Empecé a ver a los chicos como monstruos, me costó superarlo, de hecho no salí a la calle durante años, eso sí, me lié a hacer cursos de todo tipo. No quería estar en nuestro barrio, por eso me quedaba a dormir en casa de un tío mío.
Nuestro vecino el pobrecillo se paso esa época tirándome los tejos, y me agobiaba mucho. Luego fui cerrándome en mí y así estuve años. No encajaba en ningún sitio. La situación de nuestro barrio es verdad que no me llamaba la atención. Los hombres, la mayoría del tiempo en el bar, y las mujeres en casa con los niños…..no sé, en ese futuro no me veía. Y de las pocas familias que no hacían eso era la tuya, para mí inalcanzable. Luego, un verano coincidí con Anabel bastante, y me dijo que me fuera con ella al pueblo de vacaciones, no sé si debido a que mi madre le dijo a la suya que estaba preocupada pues no salía de casa, el caso es que así lo hice, me marché con ella. Me lo pase bien, allí dejé de pensar en la rutina que hasta el momento me rodeaba y volví a la realidad de la vida que no era tan mala como yo creía, ni los chicos tan tiranos como creía también.
Luego, ya casi no entraba en casa. Salía mucho con ella y empecé a ver todo diferente poco a poco. Eso sí, con un horizonte distinto al del barrio, que seguía siendo mi objetivo, alejarme de él, buscar otros lugares, otros escenarios en los que sentirme bien. De todas formas, en mi mundo fui feliz, sé que me perdí cosas pero que le voy a hacer.
Me quedo con nuestra pequeña experiencia que fue muy bonita, aunque como dices fue nada, solo deseo frustrado, y ahora hemos tenido esta oportunidad para hacer lo que no hicimos en su día, comunicarnos.

Él.

Completamente de acuerdo con lo que me escribes.

Con esto que me cuentas de dormir en casa de tu tío, empiezo a comprender por qué en mis esperas tú muchas veces no aparecías y tenía que marchame y desistir de verte, y no comprendía donde te podías haber metido y me volvía a casa todo taciturno, envidiando con quién estuvieses.

Me alegra ver que no me equivocaba demasiado en lo que presentía y veía en ti. La parte del rechazo a los chicos y los hombres también la llegué a apreciar. Y me alegra que aún con tu auto-encierro lo vivieras feliz.

Respecto a que te tirasen los tejos yo creo que en el barrio nadie dejó de hacerlo, me río pensándolo. Pero nunca pensé que él fuese uno de ellos.

Una curiosidad, antes de cambiarnos al barrio, tu vecina del patio de enfrente, la que era de nuestra edad, con los pechos enormes, no sé si recuerdas, una vez me llegó a decir que pensaba que tú y yo estábamos juntos, por como estábamos siempre y como nos mirábamos.

Recuerdo cuando te esperaba a la vuelta de la calle para que nadie viese que habíamos quedado para dar una vuelta o para ir a jugar a baloncesto, puesto que tus padres estaban allí apostados a la fresca de la tarde con los vecinos. A ellos, tus padres, no les gustaba que estuvieses con chicos. Luego, como dices, te fuiste alejando más y más, y en tu afán de cambio, de abandono de aquel lugar, me fuiste apartando, y fui creyendo y asimilando que yo no era lo que esperabas para tu futuro, y comencé a buscar otros caminos.

Me es grato ver que perdiste algunos de tus miedos, que conseguiste salir del barrio y no tener aquella vida de bar y ama de casa contrapuesta, y que encontrases a alguien que te hiciese feliz con hijos incluidos.

Es verdad, como hemos coincidido, en la carnalidad de los chicos frente a las chicas en esa época, pero yo en el fondo era bastante infantil como tú, no quiero que esto te suene mal, pero siempre he sido un poco chica en ese sentido y, creo que es por haber estado rodeado de ellas desde mi infancia, en mi calle con la hijas del vecino del final de la calle, siempre jugando en su patio, y de las que de una de ellas, de muy pequeño me enamoré, aunque es curioso que se me haya borrado su nombre, a veces intento recordarlo y no lo consigo. Vaya, ahora mismo sí que me ha venido, pero llevaba años sin conseguirlo, qué curioso. También en la escuela, estuve casi siempre rodeado de chicas; fui el primero que hizo una clase mixta en mi colegio, y durante varios cursos no fuimos más que dos o tres chicos en mi clase. Además mi cuerpo que se desarrolló tan tarde no ayudaba a ser un machote y que perdiese esa inseguridad y vergüenza que he tenido constantemente.

Siempre la vergüenza, siempre ese sentido del ridículo que es ridículo en sí. Poco a poco me he ido desembarazando de todos estos traumas. Y con los años, aunque algo vergonzoso, soy más lanzado.

Y claro, sin duda decirte todo esto a ti en estas cartas, eso sí que ha sido una catarsis. Me alegra haberte encontrado y que hayamos vuelto a comunicarnos. Quizás mejor que en el pasado. Además haciéndolo por escrito puede que haya sido más fácil hablar y decir y sacar lo que es y está guardado.

Cuídate.

 

 

 

.     *Los protagonistas del relato, se pensaron muchas veces, pero hasta ahora no se decidieron a escribirse y traer al hoy aquello de ayer, como en la canción de El último de la fila.

“Llanto de Pasión“

Como-la-cabeza-al-sombrero

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