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Archivos de etiqueta: juego sexual

Un sueño de habitación

23 Sábado Nov 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 22 comentarios

Etiquetas

BDSM, corsé, deseo, fantasía, foto, Gabinete Caligari, Gallina ciega, habitación, juego, juego sexual, liguero, Música, Privado, sexo, Solo se vive una vez

En el blog “el bic naranja”, su autor Fernando Vicente, los viernes propone un ejercicio de creatividad, mostrando un vídeo o una foto para que cada uno desarrolle y cuente la historia que le sugiera ese elemento; catalizador y detonante. Esta es mi aportación sobre la foto de Frédéric Fontenoy, que podréis descubrir abajo tras leer el relato.

(I)

Un sueño de habitación.

Esa habitación del placer era mi sueño. Sabía de ella por un amigo, aunque poco me había contado, se pedía discreción y secreto a los que allí habían estado, un club selecto al que yo deseaba unirme, pero no era un lupanar y no se pagaba por el sexo por lo que el dinero no me abriría las puertas, sólo se tenía acceso por invitación. Me presentaron a dos chicas una noche de copas, y durante el trascurrir de la noche, en un aparte, me revelaron ser partícipes en aquello que yo anhelaba. Mi amigo no me lo había puesto en aviso cumpliendo con la discreción pedida, pero sí a ellas sobre mi interés. En principio me quedé algo sorprendido y perplejo por lo inesperado, además parecían dos chicas “normales”, una de ellas incluso algo entrada en carnes; uno absurdamente no se imagina que la gente que estima común se preste a esos juegos, pero ante su invitación a ser partícipe no lo dudé. Era un lugar de diversión centrado en juegos sexuales entre adultos; todo consentido, salvo golpes y violencia, nada de fustas, como me dejaron claro después, no era realmente un lugar de BDSM como pensé en un principio, y que era algo que me daba cierto reparo, aunque estaba dispuesto a enfrentarme a ello por entrar en aquel cuarto. Me dieron la dirección a donde me debía dirigir la noche del miércoles, era en un barrio céntrico de alto nivel adquisitivo, la finca era señorial. Al llegar al portal desde un coche llamaron mi atención con un toque de claxon, me acerqué y vi que era una de las chicas, que con una bonita sonrisa me dijo que montase, nos dimos un par de besos y me indicó que debía taparme los ojos para llevarme al lugar del encuentro y que a la hora de marcharme todo sería de la misma forma. Transitamos sólo un par de minutos, por lo que intuí que sería en una de las calles aledañas el destino. Estaba nervioso. Entramos en un garaje y desde allí subimos en ascensor unas cuantas plantas que no pude determinar. Entramos a una casa  y me condujo por un largo pasillo, me hizo detenerme y me quitó el pañuelo que tapaba mis ojos, estábamos frente a una puerta, y me dijo; – entraremos, y durante cinco minutos podrás ver como es la habitación y a quiénes estaremos ahí, a la vez te explicaremos cómo será el juego. Aún estás a tiempo de decidir si entrar o no. 

– Si entras, querrás repetir, pero sólo depende de nosotras que vuelvas a estar aquí -, insistió ante mi silencio.

Ligaduras y ataduras, guantes negros, tacones, corsés y ligueros, culos y coños ofreciéndose para dar y recibir placer, es lo que vi y cuanto os puedo contar. Siete mujeres en poses provocadoras, y yo con nervios y miedo de no estar a la altura de la invitación.

.

(II)

El Juego.

Sé que deseas saber cómo es ese juego y él no puede contarlo por su promesa de secreto y discreción, ya contó demasiado y quiere volver, pero yo sí puedo decir cómo será ese juego si entras en aquella habitación. Te taparán los ojos y entre todas te desnudarán y calentarán para enderezar tu pene y ponerle un preservativo, luego se repartirán por la habitación bien oferentes y tendrás que ir recorriéndola en busca de coños y culos, y el primero encontrado será el follado a ciegas y sin miramientos, procaz y lascivamente. Las demás en ese momento podrán participar de tu cuerpo si lo desean, besándolo, rozando sus tetas o su sexo, chupándote los testículos, penetrándote con sus consoladores o haciendo cualquier cosa que se les ocurra sin mediar violencia. O si lo prefieren, jugarán entre ellas hasta ver cómo acabas corriéndote con tus embestidas. Luego abandonarán la estancia para que los dos podáis continuar a solas ya liberados tus ojos del pañuelo. Será en ese  momento cuando veas realmente a tu pareja de juegos, quizá no la que hubieses elegido, quizá no la que se ajusta a tu canon de belleza, quizá la entrada en carnes o quizás la de rostro feo, pero ahí radicaba el juego que ellas han decidido montarse eligiendo a sus invitados, así ninguna podrá ser rechazada por su aspecto, todas tienen las mismas oportunidades y eso les divierte y excita. Iniciado el juego ningún hombre ha dejado a medias lo empezado. Un juego de gallina ciega, en el que el premio es una buena penetración a ciegas primero, y después toda una noche para seguir jugando junto con la agraciada; ella por azar, tú seleccionado.

.

Frederic Fontenoy - Foto

.

 

.     *Sólo se vive una vez dice Gabinete Caligari, quizás por no se duda en aceptar ciertas invitaciones iniciáticas.

“Solo se vive una vez“

Gabinete Caligari - Privado

.     ** Publicado originalmente 6 de Octubre de 2015. Hoy recibe una segunda oportunidad.

Beso, verdad o atrevimiento

05 Miércoles Dic 2018

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 6 comentarios

Etiquetas

atrevimiento, Besos, Bocas prestadas, caricias, descubrimientos, infancia, juego sexual, juegos, labios, lengua, Marlango, Música, Recuerdos, sexualidad, tacto, Un día extraordinario, verdad

En mi infancia de precoz sexualidad, fueron los primeros juegos de descubrimiento. Juegos sexuales de besos, tactos y verdades reales o medio inventadas, y si no inventadas, encubiertas o falseadas. Allá, arriba de mi calle, cuesta empinada, que como desde almena de un castillo veía el resto de la calle y de mi casa allí abajo a un paso. Bajo la luz de las farolas, amarilla y cálida, en aquella acera de cemento y piedra, pegados a la pared para refugiarnos del frío, en tardes y noches invernales de calles desiertas, que se convertían en cómplices de estos rituales, de diversiones menos infantiles que las acostumbradas por la edad que me tocaba. Yo, el más pequeño de todos, participaba como principiante y descubridor de secretos guardados bajo ropajes. Volvía tarde a casa con la bronca consecuente por parte de la madre, preocupada por la hora de regreso para un infante tan pequeño, más de una vez tuvieron que subir mis hermanos en mi busca, pero quién iba pensar en la vuelta con tales juegos. Primeros besos o morreos que se decían, con lenguas que se enlazaban húmedas, primeros contactos de esa parte que siempre había sido utilizada para otros menesteres menos sexuales y más gastronómicos. Por primera vez se progresaba de los besos, en un inicio en las mejillas ruborizadas, para después avanzar por el rostro y ser más osados, acercándonos a los labios que se convertían en el paradigma del placer, en la tierra prometida, pero que tras sentir ese calor de los labios del otro, que se hacía efímero, ya estábamos pensando en más. Y más vendría después, cuando ya no se hablaba de besos, de unir y juntar los labios, ya era un paso más, era dejar que la lengua pasase al otro lado de nuestros dientes en busca del interior de aquella boca que se nos ofrecía tímida, a veces primero teniendo que rozar con nuestra lengua los otros labios para que nos dejasen pasar, y ese breve roce de la lengua con el labio ya era una maravilla nueva, ya era algo mucho mejor que el paraíso anterior de labios unidos, y luego sentir la viscosidad de otra carne, otra lengua que se enredaba, y era algo rápido, muy veloz, con vergüenza por hacer algo nuevo y prohibido o mal visto, y no realizado antes, y que pocas veces será repetido en un futuro cercano. Y tímidos nos mostrábamos todos y todas, que éramos novatos en estas lides. Y más yo, el benjamín del grupo, que no levantaba dos palmos del suelo.

Después, llegaría el atrevimiento, en el que por primera vez se tocarían unos pechos, unas veces incipientes, pues estaban empezando a salir y crecer y que pronto necesitarían de sujetadores, y otras, ya bien formados de mujer recién estrenada, primero sobre la ropa, después, más lanzados aún, bajo la vestimenta.  Y se palparían los primero vellos púbicos, mucho antes que fuese yo quien lo tuviese. Aquellas caricias de carnes suaves y pezones que se encrespaban al roce, eran delirios pacatos, y en el avanzar de la mano, el dulce tacto de la piel de la tripa tan tersa y aterciopelada, no se olvida.

Dentro del juego, la verdad importaba menos, era la elección menos elegida, solo se buscaba ella cuando entre los participantes, el que podía decidir no quería el trato más sexual con el otro, o por el contrario, cuando deseaba saber del otro algo que les conciliase a otros lugares, a otros momentos y este era ese instante en el que poder cerciorarse si el deseo de uno era compartido por el otro más allá de lo inmediato, como si esta confesión fuera la llave para algo más, lejos de allí, sin los otros. Y todos estos actos eran tan livianos y raudos que realmente casi no nos deleitábamos en ese momento que se nos hacía fugaz, si no después en la casa, con el recuerdo agigantado de lo sucedido y vivido, de las nuevas sensaciones aprendidas y aprehendidas con avidez de la novedad que queremos guardar bajo la almohada para que nunca se nos olviden, primeros recuerdos de aromas de sexualidad y deseo.

Aquellos juegos son recuerdos también de los primero desafectos, doliente afecto por aquellas chicas, algunas con mote, qué duros somos en la infancia con las etiquetas y apelativos. En esa época quedé ya marcado por el desafecto, no era el primero, ese me vino aún más pequeño. Las gemelas fueron mis primeros iconos sexuales, los primeros pechos vistos y tocados con libidinosa lujuria y no como mero tacto furtivo, en ese momento eran todas tan mayores que nunca me engañé a mí mismo, con destinos fingidos, sabiendo que lo de aquellos días eran bocas prestadas. Y ellos y ellas, mayores que yo, me descubrieron estos deleites de la vida demasiado pronto. Y pasó después mucho tiempo para que volviera por esos caminos, pero desde entonces solo queda eso, buscar. “Beso, verdad y atrevimiento”.

 

 

 

.     *Marlango nos prestan sus bocas, para poner música al recuerdo de aquellas bocas que nos fueron prestadas para los primeros besos y descubrimientos sexuales en la infancia.

“Bocas prestadas“

.     **NA: Publicado originalmente el 19 de Junio de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

La vida está llena de afectos y desafectos.

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