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Archivos de etiqueta: hotel

Cortinas echadas para dormir

26 Jueves Mar 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 12 comentarios

Etiquetas

asiáticos, cena, cita, cortinas, deseo, encuentro, hotel, La noche eterna-Los días no vividos, Los Seres únicos, Love of lesbian, Música, observar, placer, sexo, ventana, voyeur

Pienso si yo lo hago o no, si alguna vez estando en un hotel busqué el amparo del visillo o de la gruesa cortina antes del sueño, para, no ya evitar la luz durante el descanso si no evitar a otros lo que dentro de la habitación acontecía, o si por el contrario no me importó cierto exhibicionismo dejando a la vista sin pudor el interior a posibles observadores. Hay gente que sólo evita la luz o las miradas cuando duerme.

Hacía tiempo que no veía que sucediese, ayer lo volví a presenciar. Estaban allí, con una toalla alrededor del cuerpo, él a la altura de la cintura, ella cubriendo casi todo su cuerpo desde las axilas, no debían tener albornoces. Deduje que se habían bañado o duchado hacía unos minutos, estaban sentados cerca de la ventana, a él lo veía de espaldas a ella de perfil. Comían. Debían haber pedido cena al servicio de habitaciones o quizás ellos mismos habían traído algo para tomar, desde mi observatorio no veía la mesa de donde iban cogiendo la comida ni lo que comían. Parecían contentos, con actitud cómplice. No veía del todo bien sus rostros, no llevaba puestas las gafas y mi miopía hacía que no fuesen del todo nítidas sus caras, pero percibía perfectamente sus rasgos asiáticos y cómo ella sonreía y reía de forma receptiva los comentarios de él que con sus movimientos y lenguaje corporal daban a entender cierto flirteo sexual. Yo me estaba adelantando a algo que no era evidente a priori, pero que a poco que el observador pusiese atención y una pequeña dosis de su propia experiencia podría llevarle a concebir que aquello eran preámbulos al sexo, preámbulos como juego del deseo que transpiraba por los poros de aquella pareja y que se percibía desde la distancia. Uno lo sabe, sabe que aunque están comiendo y bebiendo y charlando animadamente, todo es una escena algo forzada y fingida que ralentiza y retiene esa pasión que se les desboca sin poder evitar que sea percibida por mí e incluso por ellos mismos aun intentando dar sensación de calma y cautela, de no parecer que la avidez les comanda. Me pregunto, como en otras ocasiones ha pasado, cuánto tardarán en levantarse y correr la cortina para lejos de miradas furtivas irse a la cama a dar rienda suelta a ese deseo sexual imparable e inaplazable ya, o si acaso, tras echar la cortina si no podrán evitar comenzar su escarceo sexual allí mismo, sin buscar la cama, dejando caer las toallas y tomándose no ya las viandas habidas hasta el momento si no sus bocas ávidas del fruto corporal, lenguas redentoras de cuerpos lascivos. No me muevo por un rato, esperando que se cumpla lo que creo que sucederá pero con la esperanza, también ha pasado alguna vez, de que no caigan en el pudor de ser vistos por la ventana o qué se olviden de que la cortina está apartada, pero después de unos minutos temiendo que será infructuosa esa espera sigo con mis quehaceres, de vez en cuando vuelvo a mirar para constatar que siguen aún allí, con sus toallas puestas tomando esos bocados que sacien el hambre del cuerpo pero no del deseo. Voy a la habitación a ponerme ropa cómoda, y de paso aprovecho para ponerme las gafas y mejorar la nitidez de la escena algo borrosa por la miopía, desde allí les veo más frontalmente, la tensión sexual ha crecido, no sé, puede parecer raro pero lo percibo desde esta distancia, creo que el desenlace no puede tardar, él, con un leve bamboleo en su asiento se ha aproximado a ella, ambos han reído, ella abiertamente, es como si lo dicho por él hubiese sido una buena ocurrencia que se prestaba a celebrar con jolgorio. Me quedo observando, esperando lo inminente, pero pareciera que tras este trance de breve juerga se hubiesen vuelto a distanciar como si tras el chiste hubiese habido un parón, como cuando hay unas grandes y largas carcajadas y finalmente quedamos sin resuello y la celebración de la gracia es seguida por un silencio para el descanso de tanta risa y fiesta, esos momentos que nos tomamos para coger aire y nuevas fuerzas para poder seguir festejando, ese silencio que a veces se hace incómodo, sobre todo entre nuevos conocidos, por temer que aquella diversión no vaya a continuar así de intensa, les veo volver a dirigir sus movimientos hacia la mesa, ella ahora bebe de una copa. Dudo sin son pareja estable o amantes ocasionales, o si es la primera vez que intiman, por esta última situación vista me decantaría por esta última opción, necesitando parecerse ambos divertidos y sin parar de serlo. No parece que lo que creía inminente fuese a suceder, decido volver a la cocina para prepararme algo de cena. Abro el frigorífico, cojo los ingredientes para una ensalada y los dispongo en la encimera cerca de la ventana para de vez en cuando seguir las evoluciones de la pareja mientras lo preparo. Cuando miro de nuevo ya no están próximos a la ventana, me maldigo, qué poca paciencia tuve, en el breve tiempo que les he perdido de vista entre el dormitorio y la cocina con parada en el frigorífico para sacar la comida, todo se ha precipitado. Ahora les veo en la cama, desnudos, él, algo fofo, encima de ella. Sólo veo dos cuerpos abrazados, no percibo como es ella, esto me da rabia, me hubiese gustado saber cómo es su desnudez. El hombre la cubre con su cuerpo en toda su longitud, tieso, como tenso, se mueve encima de la mujer, aunque es un movimiento casi imperceptible, no sé realmente si es que ya han acabado o es algún juego que están experimentando y simplemente él está dentro y es ella la que con sus movimientos vaginales lo está follando. Desde su posición ella podría verme, justo mi ventana, en una planta superior, está en el ángulo de visión perfecto para que una persona tumbada en la cama a poco que levantase la vista hacia su ventana podría verme con tanta facilidad como yo a ella, pero no tiene la cabeza hacia el lado de la ventana con lo que no hay ese peligro de descubrirme observando si lo hiciese de manera descarada, aun así, me mantengo no demasiado próximo a la ventana, estoy algo agazapado como si por casualidad o necesidades tuviese que permanecer en esa zona de la cocina. No han pasado ni un minuto y ya no se percibe movimiento alguno, me intriga, permanecen allí uno encima del otro, sin ninguna acción más. Sigo elucubrando sobre esta manera de tener sexo, no sé si es una técnica oriental desconocida para mí, o sí es que han sido raudos y ya han terminado, a veces el deseo es tan desaforado que uno no puede evitar acabar tan rápido que lo que se necesita es tiempo para un intento más largo y prolongado, quizás es eso lo que están haciendo ahora, tomarse un tiempo. Dejo de observar y me dedico cinco minutos a elaborar la ensalada, la termino, y vuelvo a buscar con la mirada a mis amantes. Absorto, me quedo mirando, hoy no es mi día, ya no están en la cama, se han debido de levantar en esos minutos que cejé en mi voyerismo, se me ha vuelto a escapar la visión de la desnudez de ella, me quedo un rato por si regresasen a la cama o apareciesen dentro de mí ángulo de visión, pero el resultado es infructuoso con lo que decido ponerme la mesa para la cena en el salón, en cada ida a la cocina a por los cubiertos, los platos, el embutido y demás cosas, voy echando un vistazo por si han regresado. Al final, desisto y me doy por vencido, está claro que ya no tendré más espectáculo de ellos, sin duda están en el cuarto de baño; relajándose en la bañera o bien siguiendo la fiesta allí, hoy está claro que me quedaré sin ver detalles de cuerpos desnudos con tórridas escenas de sexo como en otras ocasiones sí que las disfruté. A media noche me levanto a beber agua a la cocina y no puedo evitar mirar hacia la ventana de los asiáticos, las cortinas están echadas.

 

 

 

 

.     *Desde su atalaya, el protagonista ve aquellos a los que observa como seres únicos, a los que desearía pedir permiso para unirse a ellos y así también sentirse único y no tan trivial, sin darse cuenta que quizás todos seamos únicos como canta Love of lesbian.

“Los Seres únicos“

Love of lesbian. La noche eterna-los días no vividos

.     ** Publicado originalmente 24 de Mayo de 2016. Hoy recibe una segunda oportunidad.

 

Con la mirada de Hopper (4ª parte)

06 Jueves Jun 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

cuadros, deseo, fantasía, habitación, Hopper, hotel, Los Romeos, masturbación, Música, Palmo a palmo, Pinturas, sexo, Soledad, ventanas

Su casa, situada frente a un pequeño hotel, le proporciona al caer la noche vistas de la intimidad de los huéspedes, cuando estos no corren las cortinas y con la luz encendida se le muestran en sus acciones sin sentir que son observados por ella. Allí ha visto un poco de todo, desde un jovencito saboreando el miembro viril de un hombre mayor, otro sodomizar a su pareja masculina observando cómo se tensa su espalda en cada envite, unas piernas de mujer bien alzadas hacia el techo para recibir las embestidas del hombre que la acompañaba, hasta otras muchas parejas en pleno acto sexual, culos de hombres moverse con rapidez en el vaivén de la penetración a sus pares, y bastantes desnudos, de hombres con cuerpos fofos, de penes bajo barrigas incipientes y vientres colgantes, y mujeres con pechos caídos al desprenderse de sus sujetadores. Muchas de estas visiones han sido breves, incluso de segundos, pero lo suficiente como para a veces excitarse con lo visto a hurtadillas, pero sin esconderse. Ella está en su casa y no espía,  se dice, solo mira por la ventana y es lo que se encuentra como paisaje. Se sorprende de que la gente no corra las cortinas en esas horas y en esos momentos de desvestirse y fornicar, bueno, algunos sí que lo hacen desde el principio y otros al darse cuenta de la posibilidad de ser vistos al ver luz en las casas de enfrente, igual que ellos ven, pueden ser vistos. Cierto aire de exhibicionismo detecta en esa gente o quizás simplemente que esa desnudez no les importa que sea vista por otros, pensándolo bien, a ella misma, no le importa demasiado ser vista sin ropa, o incluso no le importaría ser observada durante el acto sexual.

Mirar por aquellas ventanas es como ver tantos cuadros de Hopper de mujeres desnudas en habitaciones de hotel o de hogares solitarios. Algunas veces, como hace poco, ve a una mujer desvestirse en la soledad que arropa una habitación de hotel cuando se viaja sola, y allí un tanto ausente de lo que le rodea, con la última prenda quitada entre las manos, como en esa pintura de Hopper  – “Mañana en la ciudad”-, se queda quieta observando algo que ella no ve, pero intuye que es alguna imagen en el televisor que está encendido. Otras veces ve mujeres yendo y viniendo por la estancia, hacia el baño, hacia la cama, al lugar donde dejó la maleta. En busca de ropa, con una toalla envolviendo su cabeza para secar el pelo y otra alrededor de su cuerpo que dejan caer al conseguir la prenda deseada, de la maleta o que ya yacía sobre la cama, y en ese momento compara su cuerpo con el de esa huésped del hotel. Ella tiene un bonito cuerpo, ya no es joven pero está firme, no muy delgada, quizás con algo más de peso del deseado, pero en el fondo se ve mejor así, con curvas. Y al ver el cuerpo desnudo de otras mujeres se congratula de que no está nada mal y en la mayoría de los casos sale airosa e incluso ganadora en la comparativa.

A veces fantasea con los hombres que ve en el hotel, con los que asomados a la ventana al llegar a la habitación parecen agradables a la vista y prometen tener un cuerpo aceptable, o con aquellos otros a los que ve ir en ropa interior por la habitación, viendo ya claramente que sus cuerpos, sin grandes alardes son dignos para disfrutar con ellos. Imagina que le mandan un mensaje, o le hacen una seña invitándola a cruzar la calle e ir a la habitación. Incluso ella ha pensado en hacer esa locura, que fuese a la inversa y ella ser la invitadora, y que subiesen a su piso. Y cuando tiene estos pensamientos, no puede evitar tumbarse en la cama y fantasear, dejando volar su imaginación y sus manos por el cuerpo, deslizándose hasta el breve vello púbico, jugando con él, y rozar la suavidad de la parte interna de sus muslos, que rápidamente hace que tenga la piel erizada, mientras sus dedos avanzan, hacía su vagina, y pasa suavemente los dedos por los labios, para seguir hasta su clítoris, y su mente ya piensa en un “Adonis” que brevemente le acompañe, que le sirva durante unos minutos, que le de el placer de la penetración sin otra atadura, sin otro fin que el del orgasmo, y ya su mano está masajeando todo su sexo, y así ardiente acaba sintiendo en su cuerpo como entra un sexo masculino imaginario que pareciera se hace real cuando ya no aguanta más y se derrama con un leve grito, casi susurro, de placer, y se siente ya vacía y derrotada  como en el cuadro de Hopper “Verano Interior”, ya otra vez con la soledad como única compañera.

 

 

 

.     *Los Romeos nos trasladan a esos momentos en los que en soledad uno se recorre el cuerpo palmo a palmo dejando volar la imaginación, como nuestra protagonista.

“Palmo a palmo“

.     **NA: Publicado originalmente el 28 de Septiembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad.

                               …Continúa “Con la mirada de Hopper (5ª parte)“

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