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Archivos mensuales: mayo 2020

Cuando era tu Ángel

20 Miércoles May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 4 comentarios

Etiquetas

alas, amor, caricias, Danza Invisible, Danza Invisible 1984-1989, Edén, El Ángel caído, insomnio, Javier Ojeda, Música, noche, oscuridad, piel, sexo

En la noche, cuando el sueño me quita el sueño, cuando pienso en lo hecho y en lo deshecho, cuando todo lo claro y luminoso se ensombrece, cuando el cansancio no me deja descansar, vienes y vas. En la nocturnidad te haces más evidente, y te veo mejor en la oscuridad, te apareces y presentas, y te acercas y alejas. Sucumbo a un delirio sin rumbo, que me zarandea y me aturde. Te intuyo intrusiva en mi descansar que no consigue llegar. Caes y te levantas a mi lado, y miro y ya no estás. Nítida te veía un instante antes, y te difuminas en cada segundo cuando intento tocarte. Como cuando las caricias que te hacía te erizaban la piel, encrespando todo el vello, y tú estremecida por el escalofrío, te retorcías y me pedías que parara, no podías aguantar ese suplicio que a la vez era placer, e intentabas alejarte un poco para no estar a mi alcance, para que mis manos, mis dedos, no pudiesen seguir rozando centímetro a centímetro cada poro de tu piel, que se me trasformaba en desierto por el que perderme, y sediento buscaba tu boca donde saciar mi avidez. Tu desnudez, me excitaba tanto que no podía esperar y el resto de mi cuerpo, ya no solo las palmas y las yemas, si no todos mis miembros iban al encuentro de la piel, epidermis de aromas tentadores, y humores ansiados, de delicias prometedoras, que cálida me trasportaba feliz por toda ella, con el deseo como guía y cicerone, para saber el camino por donde debía discurrir mi exploración y travesía, rastreando cada uno de tus movimientos, cada una de tus respuestas a mis actos, suaves y delicados, siempre entregados a ti. Y tú dada la vuelta, medio acurrucada como si quisieras poner tierra de por medio, como si darme la espalda fuese tu manera de huir, eras todo provocación y coquetería convirtiéndose esa huida en una falsedad, siendo en realidad la manera invitadora de mostrarme todo lo que querías compartir, para facilitarme el asedio que esperabas recibir, y yo sin dilación te envolvía con todo mi cuerpo como una cascara que te protegiese y quedabas cercada por todo mi yo, te abrazaba como si alas suaves y sedosas tuviese, y tu melena se hacía a un lado para dejar tu cuello libre para mis labios, que se deshacían en besos que volvían a hacer que tu piel se encrespase. Ya, mi sexo endurecido buscaba entrar en ti para un goce que habíamos prolongado y dilatado, y encontraba que era recibido por ti con afán, todo rociado ya con tus efluvios, que deseosos esperaban para mezclarse con los míos. Pero me hago consciente que esto no sucede, ni sucederá más, salvo en mi cabeza, cuando cada noche que insomne y turbado, sin el sosiego necesario para dormir, vuelvas otra vez como espectro y fantasma a revivir en mí, todos esos momentos, agazapados los dos en la cama, y después exhaustos, en los que nos prometíamos amor para el resto de los días. En esta vigilia, hechizado otra vez vuelvo a no entender nada, vuelvo a sentir este sufrimiento que me persigue por ese error que cometí, y que te hizo marchar, debo acostumbrarme a que jamás volverás, me quemaré en mi infierno a donde me mandaste. Caí de tu edén y dejé de ser para ti el ángel que con alas te abrazaba.

 

 

 

.     *Hoy ponemos la música de Danza Invisible para el texto de un ángel caído en desgracia, que recuerda aquel edén perdido.

“El Ángel caído“

 

.     **NA: Publicado originalmente el 25 de Abril 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

La fiebre de tu veneno

15 Viernes May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 13 comentarios

Etiquetas

Bebe, Fiebre, locura, Música, Muchachito bombo infierno, Ojala no te hubiera conocido, Tu silencio, Veneno

Tu veneno me trae la fiebre, me la trae a la cama, empapo las sábanas, me hace hablar en voz alta, delirar, recordar que me abandonaste sin empezar, intoxicado por ti desde entonces me digo ojalá no te hubiese conocido. Tu silencio me clava una vez más tu presencia en mi cabeza, tu negativa a seguir conmigo, la renuncia a una vida juntos, me lacera. El instinto de supervivencia me dice que debo olvidar pero la soledad todo lo altera, tu veneno me trae la fiebre y el llanto. Busco refugio las horas que te recuerdo, y no lo encuentro, el aislamiento en el que quiero estar para no ver ni recordar no me surte efecto, vuelves y vuelves y no puedo más en esta habitación que se me torna claustrofóbica, donde la humedad de mi cuerpo lo cubre todo, el aire viciado se convierte en ponzoña que me arrastra hasta los infiernos de la locura, desvarío enajenado por lo acontecido, por no superar tu marcha, por pensar que fui el culpable, y ese mutismo tuyo me destruye, no soy persona, soy despojos, soy muñeco, soy trapo, mi mente engendra fantasías de regresos y retornos y reapariciones, que nunca llegan, que me lastiman mil veces, quiero olvidar y no puedo, quiero sentir algo que no sea dolor y no consigo descansar, la fiebre de tu veneno en mi cabeza está.

 

 

 

.    *Muchachito bombo infierno y Bebe nos ayudan con su música a entender este veneno que se nos inocula silenciosamente y nos lleva al borde del abismo.

“Ojala no te hubiera conocido nunca”             “Tu silencio”

              

 

.     **NA: Publicado originalmente el 29 de Enero de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

El hueco de tu cuerpo

07 Jueves May 2020

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 10 comentarios

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amor, ausencia, cama, Con las ganas, día 913, La fabulosa historia de, Música, nostalgia, Sin haber venido, tristeza, vacíos, Zahara

Veo el hueco de tu cuerpo, miro al lado, y solo veo el hueco dejado, la cama se hace gigante, miro de soslayo, me da miedo afrontarlo. Solo veo hueco, vacío donde antes hubo tanto, todo lleno, repleto de vivencias, aciertos y fracasos. Ausencia del cuerpo ajado, hoy solo carencia de tu peso a mi lado. Y no recuerdo lo bueno o lo malo, solo la falta de tu presencia, todo lo demás quedó en el pasado. En el despertar me veo solitaria y no encuentro donde posar mis ojos, que siempre buscaron ese lugar que tú ocupabas, hoy reduciendo mis sentimientos a nostalgias, pero no veo nada de lo que fue, solo veo que no estás. Me recreo en buscar, buscarte, me imagino o fantaseo que te levantaste por cualquier motivo que invento, y espero, espero tu vuelta en cualquier momento. Y  me giro, toco tu hueco, ese hundimiento que te acoge en tu sueño, y caigo, vuelvo a equivocarme, ya no acoge tu dormir, desde hace tiempo estás desaparecido, pero a veces no lo tengo asumido. Y me vienes a la mente y te creo conmigo, y te miro sin sentido, no hay nada que mirar no te voy a encontrar, pero sin quererlo insisto. Hace tiempo que lo sé, y me lo repito, pero casi todas las mañanas me pasa lo mismo, me quedo aturdida y por un instante, abstraída, ensoñando como sería el despertar de este día, si tú otra vez, me lo alegrarías, como antes, tantas veces. Y quiero que te aparezcas y visualizar aquellos días de dulzuras, de juegos y  risas, pero no lo consigo ver, se ha borrado tu cuerpo de mi cama y muchas cosas con él, y me pone triste que no pueda sentir otra vez ni siquiera dentro de mi cabeza, lo vivido junto a ti. Es como si todo lo que va unido a tu imagen se haya difuminado o embarrado de tal manera que no lo reconozco, y si aparece no me parece aquello que fue, si no que creo que mezclo las historias y te atribuyo lo que no es y en cambio no consigo atribuirte lo que compartimos. Tu hueco frío, nadie lo ha calentado desde tu partida, lo miro, y lo remiro, y la angustia primera se pasa, dos segundos de tristeza cada mañana, saltan las lágrimas y las trago y me digo “ya pasó”, pero cada amanecer vuelve a suceder. Respiro hondo, muy profundo, cierro los ojos, los abro otra vez, pero todo sigue igual, el silencio atruena por toda la habitación y me hace daño a los oídos. Busco en mi mente qué sonidos nos hubiesen acompañado en el despertar y no los encuentro, ni encuentro las palabras que me decías y me dirías ahora aquí al lado de mi cuerpo, qué susurros eran aquellos que ya no recuerdo, y no hace tanto que fueron, y te maldigo por llevarte todo ello con tu cuerpo. El silencio que no se trunca, hace caer más lágrimas sobre mis manos, que intentan consolar todo este desánimo, este ritual de miedos y preguntas, de alboradas que asustan. Miro el hueco, aún hundido, o es mi invención que lo cree hundido, y me sigo engañando para no sentir el daño, saber que ya no estarás no lo quiero aceptar, y me hurgo dentro para sacarte poco a poco pero ni así puedo, y no sé porqué no te saco de adentro, y me confundo, ¿quiero o no quiero?, e intento corregirme y decir que ya nunca estarás en ese hueco, y tiemblo con la soledad del amanecer, en el que no sé lo que siento, si rabia, odio, amor, tristeza o miedo, no sé qué me pasa, pero sé que te echo de menos.

 

 

 

.     *Zahara nos acompaña el texto con su música sosegada, tranquila y desgarrada de ausencias y huecos vacíos en las madrugadas.

“Con las ganas”                            “Sin haber venido“                                 

.     **NA: Publicado originalmente el 5 de Marzo de 2012. Hoy recibe una nueva oportunidad.

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