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Asfalto, campo, ciudad, Contaminación, Corazón de Neón, Estrés, Javier Gurruchaga, Música, Naturaleza, Neón, ocre, Orquesta Mondragón, Paz, tranquilidad
A veces quisiera estar así, como tú,
cercana a la naturaleza, al campo,
otras me digo; que haría yo sin mi asfalto, sin mis edificios altos.
A ratos, cambio un deseo por el otro,
una añoranza por la otra
y me quedo sentado en donde estoy,
y me digo; quién pudiera disfrutar de todo,
y elegir sin miedos sin tapujos, pero sin alardes,
cuando a uno el deseo le empujase a la ciudad o al campo.
Quién pudiera ser libre e ir y venir, sin angustias de querer y no poder
por estar atado, por un yugo aprisionado,
quién pudiera desatarse, desasirse y aburrirse
de tanto tiempo para nada o para algo.
La ciudad me ahoga pero sin su influjo me muero un tanto,
el campo me seduce con sus aromas y su aire caluroso o helado,
con sus ocres en verano, yo buscando el negro de lo umbrío para el descanso,
con sus ocres invernando, yo buscando el brillo y la calidez del rayo
que temple el cuerpo destemplado.
Pero me desazona qué hago yo sin el triste teatro
en el que habito con títeres de acetato,
de neones de luz cegadora, de visillos al caer la noche cerrados,
de luces contaminando, que no me dejan ver el cielo estrellado,
ni hacer una foto al astro nocturno que se muestra plateado.
Los monstruos dominan las noches
y los días tienen otros más peligrosos acechando,
sucios, incívicos, individuales, grotescos en el desencanto,
también hay limpios y píos corazones
y almas bondadosas que a brazo partido con ellos se baten,
sin tregua, sin piedad, pero sin ánimo para continuar,
sin futuro que atisbar, y en las aceras quedan malheridos,
caídos en la lucha, más que empobrecidos.
Entonces las avenidas arboladas o las que por el cemento fueron tomadas,
se me vuelven abominables y quisiera huir del combate,
del lugar de la batalla que angustia la mirada,
entonces, el campo aparece lejano como culmen de paz,
como edén en el que no creo a fe ciega, y del que al minuto querría volver,
pero en esos momentos de flaqueza, de desafecto por la ciudad,
quisiera estar así, como tú,
cercano a la naturaleza, al campo.
*Como canta La Orquesta Mondragón, la ciudad dónde vivo es mi cárcel y mi libertad.
. ** NA: Tras hacerle un comentario a Nuría en su entrada “caprichos” las palabras me siguieron brotando dando como resultado este texto.
. *** Publicado originalmente 9 de Mayo de 2014. Hoy recibe una segunda oportunidad.
A mi me pasa que si estoy habitualmente en un lugar anhelo otro. Y al revés: cuando llevo un tiempo fuera de mi lugar habitual, muero por volver a él.
Llámame culo inquieto, si eso, jejeje.
Sabes a qué creo que es debido? a que, sabemos valorar lo bueno pero en el fondo somos animales de costumbres.
Como decía Vicent Andrés Estellés (creo recordar) “Animal de costumbres, lento y triste animal, ya no vives. Ya no vives, solo recuerdas haber vivido alguna vez en algún lugar.”
Feliz finde lleno de alegrías
P.D.: Me voy al pirineo pero…. volveré, claro, jejeje
En invierno, la ciudad es más humana. Para el resto del año, prefiero el campo y eso que fui siempre una gran urbanita.
Pues yo ni la gran ciudad ni el campo, un pueblo relativamente pequeño, que no le falte de nada pero que puedas caminar y tengas monte alrededor, es decir, donde vivo 🙂
Eso es ideal… Aunque yo acostumbrado a mi Madrid, reconozco que me cuesta renunciar a él, pero cada vez menos, eso también es verdad. Ahora en en esta edad, mi deseo sería un lugar como el tuyo.
Un abrazo.
Yo de hecho vivía en Bilbao capital y me cambié por evitar todo el tema de tráfrico y demás 🙂
Bueno, mi ideal sería poder vivir fuera, en una ciudad mediana-pequeña, con buenos servicios y de vez en cuando, bastante a menudo mejor dicho, venir por Madrid.
Eso es justamente, de hecho yo pensaba que iba a volver mucho más a menudo por bilbao y cuando te das cuenta ves que realmente acabas yendo cuatro veces contadas al año 🙂 y en metro.
Sí, al final uno se acostumbra y no lo echa en falta tanto, incluso después hay a gente que le agobia y le sobran esos regresos, aunque sean esporádicos.
Te han quedado preciosos esos versos…Gran homenaje a tu ciudad.
Yo soy urbanita pero creo que me podría acostumbrar a vivir en el campo, sin ningún problema ( bueno, alguno pero solventable). Y reflexionando sobre eso, si me das a elegir, ni campo, ni ciudad. Mar : Precioso y pequeño pueblo costero, cosa que ya no existe en España. Si pudiera perderme, Formentera.
Besos!
Ese pueblito de costa también me gusta…
Por cierto, me tienes que aconsejar donde alojarme en Formentera, por si me surge la posibilidad de ir este año.
Besos.
Yo me siento mejor en un lugar u otro según mi estado de ánimo, pero lo que he observado es que cuando estoy en el campo echo de menos la ciudad y cuando estoy en la ciudad echo de menos el campo.
La idea de vivir en una ciudad o pueblo pequeño, me encanta, pero ¡eso sí! cerca de alguna ciudad que me ponga al alcance cine, teatro, diversiones 🙂 y algo de bullicio, de vez en cuando.
Por cierto, muy bonito y revelador tu poema.
Un abrazote…
Gracias María.
Eso me pasa a mi, y no poder ir al Teatro es una de las cosas que más echaría de menos.
Besos!!
Bueno, vivo en una ciudad pequeña donde el campo y la ciudad se confunden … Privilegiada me siento…
Reconozco, que eso me parece genial ahora, hace no muchos años ni por asomo se me pasaba por la cabeza otro lugar en el que estar que no fuese mi ciudad, que es grande pero no desmesurada, y aún me cuesta pensarme lejos de ella aunque a ratos me apetezca tanto.
Supongo que nuestras necesidades puntuales, van acordes de alguna manera con nuestros estados de ánimo…
Sin duda, y unido a nuestro cumplir años… 🙂
Adoro el campo pero tampoco me gustaría vivir totalmente alejada del mundanal ruido. Creo que lo ideal para mí sería una casita en la montaña pero no muy lejos de Madrid para poder disfrutar de la ciudad de vez en cuando. Un besote!!!
Esa es una buenísima elección. 🙂
Besos.
Me sentí muy identificado con estos versos, pero yo no habría podido escribirlos mejor.
Un abrazo.
HD
Gracias Humberto.
Para mí un gran halago viniendo de ti!!
Un abrazo.
Hermoso. Tus sentimientos han sido también míos pero yo, siempre entre el mar Caribe y la megalópolis Ciudad de México. En el mar siempre en velero; en la tierra, solo en un faro, aunque sea imaginario.
Un abrazo
Hola Capitán.
Me alegra que te haya gustado.
Tú si que tocas los extremos.
La gigante DF y ese mar que recuerdo tan placentero….
Gracias por otear este lugar desde tu faro. 🙂
Un abrazo.