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añoranza, ahogo, amor, antepasados, culpa, Días y Flores, dolor, Felicidad, Infelicidad, llanto, Música, muertos, mujer, nostalgia, pena, Pequeña serenata diurna, Silvio Rodríguez, tristeza
A veces la tristeza le agarra del cuello y lo zarandea, le lleva casi al ahogamiento para dejarle como un trapo viejo, tirado. Otras veces la añoranza le sostiene en volandas y no le deja poner los pies en el suelo. Y flota y flota sin rumbo en un espacio onírico de recuerdos, y sin remedio, pasado un tiempo, cae desde lo alto, haciéndose polvo todos los huesos. En ocasiones la nostalgia lo arrebata de lo cotidiano y diario, y vuelca su mente al pasado, le aturde, le anula para el tiempo cercano y la vida se le hace insoportable para seguir luchando. Le pone en peligro, a punto de perder el trabajo ido de sus quehaceres queda vulnerado. En otras ocasiones la melancolía lo hunde en su sofá preferido, allí se siente seguro, a salvo de las alegrías de los otros que tanto daño le haría, en el asiento se acurruca y no quiere ver más vida, sufre silente los males que se imagina. Hay días en los que el desconsuelo se apropia de su alma y el rostro se le tuerce, y la mueca muestra la lágrima viva que cae por su rostro y todo lo irriga, solo puede buscar rincones donde aliviar este desamparo, buscando un sosiego que solo en un muro cree haber encontrado y que le transmite la calma que necesita, huye de las gentes que lo quieren y aman, solo necesita la oscura sombra de una esquina cercana.
Pero hay días que luce el sol por la ventana, y se da cuenta cuán feliz es su vida, comparada. Y siente dolor por sus muertos que quedaron enterrados en tiempos infelices, comparados. En esos días quiere salir a vivir, quiere huir del sofá al que se siente atado. Esos días, desprende las manos que el cuello le tienen atenazado, quiere coger aire, y profundo seguir respirando. Aquellos días de sol, se le enturbia la mirada al darse cuenta de cuánto estaba equivocado, por dejarse llevar por el hartazgo. Y quiere despegar los pies de la tierra, esta vez sí de manera querida, y dejarse llevar por un vuelo de buenos deseos y fines. Esos soleados momentos siente euforia, el pecho se le infla y la sonrisa se le marca en el rostro con brillo en sus ojos por ver futuro y no solo recuerdos de y por tiempos pasados. Luchar contra seguir volando es como no seguir luchando por nuevos instantes venideros con proyectos renovados. El sol pone luz y alumbra las tinieblas que lo retenían y ve salir de esa oscuridad a la mujer que lo acompaña, esa que lo ama sin pedir nada, esa que lo anima en sus horas bajas, esa que él arrincona y aparta cuando el delirio de la tristeza le acompaña. Y por un breve espacio de tiempo se siente gigante, con una mujer a la que quiere y le quiere, bañados de libertad.
Pero enseguida los rayos que iluminan y dan calor se van y vuelve la ausencia de luz y regresa el frío, y ese rato de tiempo jovial y esperanzado se transforma y cae y el llanto se abre paso y se siente culpable de su felicidad, y no puede con su alma y la angustia rige de nuevo su estar en este mundo que se le hace ingrato. Y son más los pensamientos que le sacuden y agobian y dejan caer, que los que le acunan, aunque esa mujer se desviva por él.
. *Para musicalizar el texto me ayudo de ésta canción de Silvio Rodríguez en la que nos habla de ese instante de felicidad que siente el protagonista del relato. De los motivos simples que le llevan a serlo por un momento, y como se siente casi culpable, por ese breve bienestar que quizás sus muertos no pudieron disfrutar, y a los que pide perdón.
. **NA: Publicado originalmente el 14 de Enero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.
No me resultan del todo desconocidos esos sentimientos.
Cuanto tiempo sin escuchar a Silvio.
Saludos
Sentimientos universales.
Sus canciones arropan algunos de mis textos, un par de entradas atrás sin ir más lejos. 🙂
Un saludo.
los sonidos del amor siempre me contagian.
A mi igualmente los del desamor…
Los vaivenes de los días… sentimientos casi universales.
La montña rusa del ser humano, en horas, en días, en meses….un continuo subir y bajar.
Un subir y bajar que pone en peligro nuestro estado mental.
Creo que ya te he dicho antes que me gusta mucho la música de Silvio. De hecho, tengo 15 discos de él en casa, de los más antiguos. Me agrada mucho la reinterpretación que has hecho de sus palabras de la “Pequeña serenata diurna”: “Y por un breve espacio de tiempo se siente gigante, con una mujer a la que quiere y le quiere, bañados de libertad”. Esas felices ocasiones en que un texto da pie a uno nuevo, cuando uno sube en hombros de sus predecesores, hace inmortal al arte: obra y autor.
Hola Santiago.
Al ir escribiendo y pensando que música podría utilizar el propio texto me llevó a reinterpretar como dices la canción de Silvio, siempre inspirador.
Un saludo.
Así es. Saludo bien recibido. ¿Santiago?
Ja, ja, perdona Julio, fue un lapsus… eso me pasa por contestar con demasiadas cosas y nombres en la cabeza bajo seudónimos… aunque para no fallar podría haberte llamado Facundo. 🙂
Un abrazo.
Escribí un comentario hace rato pero por lo que veo no lo subí. En fin, va de nuevo: la canción de SIlvio es bellísima y tu relato le hace justicia. He pasado por ahí, también he sentido culpa por ser feliz (¿resabios de nuestra educación judeocristiana?), aunque quizá no a un grado similar al de tu protagonista. Recuerdo esa manida frase de Terencio: “Soy humano, nada de lo que es humano puede parecerme ajeno”…
Buena frase la de Terencio, al que además no conocía.
Un saludo.
Celebro “presentarte” esa enorme frase suya, que se me ha vuelto de uso cotidiano por la cantidad de ecos que aporta…
Saludos
Tu no lo sabes, pero yo si. Yo se que esto lo has publicado por mi 😉
Un abrazo
Gracias por abrirme los ojos!! 🙂
Un abrazo.
Hola, precioso texto y la primera frase la hago mia
“A veces la tristeza le agarra del cuello y lo zarandea”
Silvio Rodriguez me encanta
Que tengas un feliz fin de semana
Gracias.
Toda tuya la frase.
Feliz fin de semana.
Amor, desamor, esperanza, desesperanza, tristeza, alegría, melancolía… todo un compendio de sensaciones reflejadas en tu estupendo texto y reales. ¿Quien no se ha sentido asi? Hacía tiempo que no escuchaba a Silvio me ha recordado muchos bonitos momentos. Feliz día.
Gracias junupros.
Son los mimbres de nuestro interior, son nuestro forjado, lo que nos endurece y modela.
Un saludo.
Hacía siglos que no escuchaba a S. Rodríguez. Eso, eso: libertad y mucha luz, aunque sea invernal.
Es el vaivén constante de la vida que a veces te acerca a la orilla para sentir la calidez del sol en la arena y después te aleja a las profundidades frías y oscuras…sentimientos que van y vienen. Tendremos que intentar que la marea nos lleve y nos deje en esa luminosa orilla el mayor tiempo posible. Es donde quisiera estar.
Bello pero crudo relato. Siempre reflejando esos desafectos que nos mantienen en el lado oscuro de la Luna. Un beso.
Hay que disfrutar esos momentos felices al máximo, los oscuros y negros siempre estarán al acecho para imponerse en cuanto puedan.
Besos.