Etiquetas
amor, angustia, Aute, ¿Quién eres tú?, búsqueda, desamor, deseo, dolor, dudas, ilusión, incertidumbre, Música, palabras, piropos, Slowly, tristeza
Optó por intentar apartarlo de su mente, como algo cotidiano que pasase de forma ordinaria, no queriéndolo ver como lo que era, algo extraordinario. Por ello lo guardó allí, en ese cajón de donde lo estaba retomando ahora para volver a posar la vista en aquella frase.
Habían pasado cuatro días, cuatro días desde el exabrupto que le sacó de su vida átona y monótona. Este suceso le hizo recapacitar sobre su comportamiento con las notas que había ido dando estos años. Esa desazón que hubiese podido generar en las destinatarias era la que él padecía ahora y no era ciertamente agradable, estaba sufriendo en sus carnes ese malestar interno del no saber quién ni porqué, que tantas veces él mismo inoculó a otras personas, a mujeres desamparadas- según él-, juego inocente e infantil- según su pensamiento-, y que ahora veía como cruel.
Quizás se lo estaba tomando demasiado a pecho, era demasiado ilusionante, y por ello estaba en ese estado de ansia ahora, con la nota entre sus dedos. Quizás simplemente procedía de alguien que como él, dejaba notas a la gente, y esa persona le vio gris y triste y sin luz en la mirada, como él veía a muchas mujeres a las que regalaba sus papeles y sus palabras, para dotarles de fuerza y dignidad. Puede que debiera tomárselo así, simplemente como un empujón y zarandeo, un toque de ánimo para alzar los hombros y estirar su cuerpo cada vez más encorvado por el aburrimiento de lo diario, de la falta de expectativas, por la nulidad afectiva.
Recibir una nota o un mensaje como ese, a cualquier hombre le gustaría, que le digan ese bello y tierno piropo es una de las mejores cosas que pueden decir y querer de uno.
“Los hombres como tú solo se encuentran en los mejores sueños”, uf! Quién no va a volverse loco por buscar a la persona que te diga eso. Quién puede no salir corriendo en busca de ella, del dueño de ese pensamiento hecho poesía hacia uno… Aunque intentó enterrar el papel en aquel cajón y olvidarlo, dejarlo estar, no pudo evitar al día siguiente mirar a cada una de las personas con las que se cruzaba, de manera vigilante, escudriñando cada gesto, cada movimiento. Estaba cansado por no haber dormido bien, pero quería estar alerta y no perderse detalle de las gentes con las que se cruzaba en el trayecto hacía su trabajo. Su trabajo. No había pensado en ello seriamente, solo de manera fugaz en su repaso de lugares en los que podía haber sido víctima de la entrega. Puede que alguna de las compañeras de trabajo, pero no, descartaba, no podía ser; él nunca lanzó mensajes sexuales hacia ninguna de ellas, no había muchas, ¿tres?, no, cuatro con la chica de recepción con la que casi no tenía trato. Ninguna era de su departamento pero, por razones de trazabilidad del trabajo, sí que tenía relación laboral a menudo. En alguna fiesta había confraternizado algo más con ellas, pero nada extraordinario. En ese instante se le pasó por la cabeza algo que le hizo fruncir el ceño con gesto de de sorpresa, a la vez que se le dibujaba una media sonrisa, como el que, concentrado en su pensar, exteriorizase lo que dentro de su mente está aconteciendo, mostrándose como libro abierto, por esa idea que a la vez le pareció absurda y ridícula.
Miró a su alrededor por si alguien le vio. Qué habrá pensado la gente al verle gesticular así con su rostro, él a veces veía a personas en esa situación y se preguntaba que sería aquello que les hizo sonreír o ensombrecer su cara en otros casos, qué pensamiento hizo que se mostrasen abiertamente y que uno se pudiese asomar a su estado anímico y ver tan adentro. Volvió a esa idea que se le ocurrió, pero que entendió claramente peregrina, o no tanto. ¿Porque no podía ser esa posibilidad? Al fin y al cabo, no era tan extraño que pudiese suceder, no por impulso suyo, no porque él mostrase intención o inclinación, pero posible era. Muchas veces le sucedía, desde siempre o desde bastante joven, por la calle o en bares, era mirado con cierta lujuria, atraía sin duda a bastantes homosexuales, incluso alguna vez recibió propuestas más directas y claras que las simples miradas. Nunca se sintió molesto ni violento con ello, en parte a él con su ego tan frágil, esto le agradaba algo, aunque nunca lo llegase a reconocer ni confesar a otros. Cierto que había mujeres que también le miraban con interés, esto equilibraba la cosa, y puede que fuese lo que le tranquilizaba con vistas a tener alguna vez alguien a quién amar, sentía que había alguna posibilidad para el afecto compartido. Él no tenía tendencia a la homosexualidad y nunca se había planteado esa posibilidad, pero sentir que atraía a hombres y que incluso podía haber alguno enamorado, le creó duda y confusión. Acaso estaba equivocado desde el inicio en sus elucubraciones y no estaba mirando y observando a quién debiera en busca del dueño de aquella nota, o al menos no debería descartar y dejar de observar a los hombres como hasta ese momento había hecho, eliminados de su vista en la búsqueda de su “regaladora de palabras”. En su trabajo había un par compañeros homosexuales con los que se llevaba muy bien. Quizás. Y desde ese instante todos eran sus sospechosos, camino a su trabajo.
Mirando la nota de nuevo, entre sus dedos algo temblorosos, se pregunta: “Quién eres que tan lacerante me dejaste, quién eres que dolido busco tu imagen, quién eres que se me corta el respirar si una mirada intuyo posada en mí, quién eres que mi palpitar me ensordece, quién eres”.
. *Nuestro protagonista se pregunta quién será y de donde vendrá el dueño o dueña de esa nota, como Aute se pregunta en su canción.
. **NA: Publicado originalmente el 22 de Mayo de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad.
Lo echaba de menos…
El cazador, cazado. Las palabras que vienen y van.
Esperando la quinta.
Abrazos!
Gracias 🙂
Veremos cuanto tardo en averiguar que le pasó a nuestro protagonista. Je.
Un abrazo.
No me despegué ni un segundo, ¡Qué piropo ciertamente!¡Qué narración tan exquisita! Hoy siento que me puedo encontrar en las palabras de tantos viajeros que escriben por este universo. Gracias Alberto, me ha encantado el texto.
Gracias María.
Me alegra que te enganchara.
Un abrazo.
Me encanta leer la desazón que le ha producido encontrar una nota en su bolsillo, de forma que experimenta, posiblemente, la misma reacción que él mismo provoca.
¿Tendremos la próxima entrega?. Es que me gustan 🙂
Gracias Chelo.
Veremos si puedo averiguar que más le sucede al protagonista, 🙂 y espero sea breve el tiempo de espera.
Mientras tanto, si te gustan estos de varios capítulos y dudas y reflexiones internas, etc… quizás te gusten otros anteriores y quizá aún no los leíste.
Por si te interesan son:
Y me preguntaste (tiene 4 partes)
Mundos Inconstantes (3 partes)
Viejos Tiempos (10 partes)
Con la mirada de Hopper (8 partes)
Un abrazo.
Otra enganchada más. Es perfecto. Morbosamente perfecto. Ir descartando una a una. recreándose en cada posibilidad.
Esperando quedamos. Entre tanto, regresando a Aute. y agradeciéndote el descubrimiento porque …¿cómo puede ser que sea la primera vez que escuche (porque oírla igual sí que la he oído antes) esta canción?. No salgo de mi asombro. Como tu protagonista. pero el estupor es sobre mí misma. Voy a repasar mi delito. Voy a expiarlo a base de escucha de Aute hasta volverme “autista” (¡qué chiste más malo!, casi que debería quitarlo…)
Gracias Cecilia!!
Es difícil conocer todas las canciones de Aute, tiene tantas. Esta me la descubrió una amiga.
NA: Nada de quitar el chiste, venía a huevo, y es AUTEntico!! ja, ja.
Un beso.
Sin poder dejar de leer y casi sin respirar hasta el final…Esperando ya la próxima entrega
Gracias una cabeza…
Espero que siga siendo interesante, 🙂
Buenos días y feliz domingo hoy le he leído tranquilita y he disfrutado de esta cuarta parte, felicidades por esta hermosa historia.
Aute me encanta
besos
Gracias Carmen.
Buen domingo!!!
Me apetece seguir leyendo ¿para cuando la continuación?
Ana
Gracias Ana.
Pues la verdad es que no lo sé, no llevo aún nada de la siguiente entrega. Tengo una semana complicada de trabajo, con lo que escribir algo nuevo va a serme difícil.
Un beso.
Eres un maestro!!!
Un saludo
Ja, ja,
Gracias Nergal, veo que sigues dopado!! 🙂
Un abrazo.
Viajes como este, se encuentran entre los grandes sueños.
Fantástico relato Alberto.
Un abrazo
Gracias Karmel!!.
Me alegra que te gustase.
Un abrazo.
Pingback: Regalando palabras (7ª parte) | desafectos
Desde el tranquilo Parque del Retiro (al menos a estas horas un domingo) leo , ando y observo . Estoy enganchada. Y el pensar que el desenlace será algún amargo desafecto…me pone triste. Pero desde luego el tiempo que dure esa desazón le mantiene más vivo que nunca. Merece la pena. Veremos cómo termina nuestro hombre. Estoy anhelante.
Que fantástico lugar El Retiro, me encanta.
Es muy halagador que estés enganchada, muchas gracias.
Tendremos que ver qué acontece, hay situaciones en la vida que a uno lo ponen en tesituras difíciles, y más si no son buscadas y llegan de repente sin esperarlo, producen shock, y ahí está nuestro hombre luchando internamente. Hay que dar tiempo, no mucho, unos días, para ver qué le sucede a nuestro hombre y saber si tienes razón para entristecerte o no.
Espero paciente el desenlace. Espero que nuestro hombre a pesar de sus miedos e inseguridades tenga el valor de arriesgarse. Oportunidades así no se presentan a menudo. Hay trenes qué sólo pasan una vez. Más vale subirse. Siempre podrá bajarse en otra estación si el trayecto no le convence.
Sin duda, en esas tierras movedizas es donde se mueve el protagonista, tomar ese tren y acabar con su vida acomodada de rutinas diarias, o lanzarse a por ese ofrecimiento de un horizonte nuevo, tan atractivo y posiblemente deseado.