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desafectos

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Archivos mensuales: julio 2019

El primer día de un cambio

31 Miércoles Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 18 comentarios

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cambio, candidez, cándida, Complejidad, comprar, deseos, Efecto Mariposa, Empezar, ligar, masturbación, Música, onanismo, Ruptura, Sola, Soledad, Supermercado, timorata

Cándida, ella por eso se tenía, se creía un ser cándido, vulnerable, frágil y lo quería cambiar, quería convertirse en una persona fuerte y menos crédula de los demás, que por experiencia le habían defraudado una y otra vez.

En ese camino de cambio en el que se había dispuesto a embarcar, quería dejar de ser lo que había sido hasta ahora, ¿pero qué había sido? Ni siquiera podía responderse a esa pregunta. Quería cambios en su vida para salir de lo que era hasta ese momento, pero salir de qué, si no sabía ella misma el origen de lo que debía cambiar y mutar, del significado de ese “había sido”. Lo que sí sabía era que había decidido vivir la vida sin miramientos, sin detenerse en los dimes y diretes, ni en las apariencias, ya tenía una edad en la que no debía desaprovechar los placeres del estar aquí y ahora, y se proponía abandonar el ser timorata. Sería una nueva mujer.

Quizás el anhelo de ese cambio, la chispa que le hizo querer salir del letargo, fue él.

Se habían visto por el barrio, miradas furtivas, lejanas, al cruzarse por la calle. En el supemercado se vieron algunas veces y se miraron de soslayo como unos más de los usuarios de aquel mercado. Ella estaba en esa edad de esplendor de madurez de la mujer rondando los 50. Aún guardaba un buen porte, con figura buena y cierta seguridad y altivez de la mujer que se siente guapa, incluso “estupenda”, al menos de cuerpo, y con esté sentir corporal quería cambiar su estado anímico y mental.

Esta última vez se toparon de forma fortuita, despistadamente, y con el choque de carros se sonrieron, y él no pudo evitar girarse para ver otra vez su figura según se iba alejando ella por el pasillo mirando los lineales. Figura de la cual poco podía ver por su vestimenta de invierno, pero el imaginó que veía lo que ya conocía y plantó allí mismo la figura que guardaba en su cabeza del verano, con vestido vaporoso y sensual, que con ligereza caía sobre su cuerpo marcando sus curvas de manera elegante y muy atrayente. Ella por su parte estuvo tentada de darse la vuelta inmediatamente para comprobar si él la miraba, estaba segura que así sería, pero lo evitó, esperando unos segundos para echar ese vistazo aprovechando al girar por el pasillo siguiente.

Echó una sonrisa enorme para sí misma al ver que él estaba aún parado mirando hacia ella, aunque él al verla cambiar de dirección intentó parecer ocupado y distraído en otra cosa. Ese encuentro fugaz fue el inicio de un deseo desaforado, el era atractivo, no era  guapo, tampoco era muy alto, pero lo suficiente para con su delgadez parecer más alto que la media. Ella se quedó pensando frente a la estantería de los cereales, realmente no era un lugar en el que debía detenerse no busca ninguna marca, ella no los consumía, pero necesitaba pararse unos segundos, su mente vagaba de forma distraída, un poco infantil, con el corazón algo acelerado, igual que cuando era jovencita, y un chico le atraía. Pensaba cómo podría hacer para dar el paso a un encuentro sexual con él, estaba bastante acalorada, sentía unas ganas locas de tener sexo. Y fantaseó con que él apareciese de nuevo por el pasillo y se atreviese a lanzarle una propuesta provocativa. Tras unos minutos siguió con la compra, y ya no volvió a verle, ni por los pasillos, ni por el lineal de cajas. Quedó frustrada.

De camino a casa, no podía quitárselo de la cabeza, se sentía algo tonta. Porqué se había quedado prendada de él, quizás estuviese incluso casado y no soltero como ella. Para animarse, se dice que los casados también tontean si tienen oportunidad, igual que se dice que las casadas no, pero ella duda de esto último, todo el mundo hoy en día tontea con el sexo opuesto, y ella, que no lo solía hacer, se había propuesto cambiar en este punto de su vida. Ya en casa no puede por menos que sacar las cosas del carro de la compra rápido y colocarlo todo con premura en el frigorífico y la despensa. Llegó con ganas de sentir sus manos, las de él, y sus dedos deslizándose por su cuerpo, hasta llegar a su sexo, y con urgencia se va al dormitorio y sin tiempo de quitarse la ropa, se tumba en la cama, y metiendo la mano por encima de los pantys, van directos los dedos a su sexo, pensando con que es él quién la acompañó y son los suyos los aviesos, y se muerde el labio inferior, y cierra los ojos y  piensa que la próxima vez lo traerá y dejará que la penetre con su pene que imagina duro y caliente, muy caliente y siente ese calor subiendo por todo su interior, y suspira y jadea y se encoge cuando el orgasmo golpea por dentro y le da un espasmo que recorre todas sus entrañas, y con el corazón bombeando aún potente, abre los ojos y se ve sola en la cama, con su complejidad.

 

 

 

.     *Ella en su complejidad quiere un cambio, tomar las riendas hacia para una nueva vida y alzar la vista sin mirar atrás, como en la canción de Efecto Mariposa.

“Complejidad“

Efecto_Mariposa-Complejidad-Frontal

.     **NA: Publicado originalmente el 6 de Febrero de 2013. Hoy recibe una segunda oportunidad

.                                     .Continúa… El primer día de un cambio (2ª parte)

 

Descubriendo otros caminos

25 Jueves Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 33 comentarios

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anal, ausencia, autosatisfacción, bañera, baño, Bebe, calor, Con mis manos, ducha, invierno, juguetes eróticos, masturbación, Música, mujer, onanismo, Pafuera telarañas, sexo, Soledad, tristeza, Verano

La ducha y el baño de espuma es para ella algo muy relajante. Le gusta en verano darse una buena ducha cuando vuelve a casa después de la jornada laboral con el calor estival. Le refresca y deja como nueva, renovada. Igual le pasa por las mañanas, necesita una buena ducha para ponerse en marcha, antes que un buen café cargado es necesario un buen chorro de agua cayendo por su cabeza y deslizándose por su cuerpo que se desentumece del abrazo del sueño. En invierno, de vez en cuando, le gusta un baño con mucha espuma y agua calentita, cerrar los ojos y dejar su mente en blanco, solo sentir el agua y las sales penetrar, hidratar y suavizar su piel. En esas ocasiones de placentero bienestar, después de los primeros minutos de huida mental y desconexión con la rutina, los pensamientos vuelven a ella poco a poco y comienza a revisar el día pasado, la semana pasada, el mes acontecido, y así, al final hace recuento sin darse cuenta de su vida, no puede evitarlo. Se cuestiona porqué está donde está, feliz, sola, “single” como está de moda decir ahora, sin pareja ni carga familiar, y aunque no le pesa, a veces echa en falta tener un hombre cerca, pero es cierto que cuando quiere sexo no le cuesta encontrarlo. Luego le sobra a su lado, quiere volver rápido a su singularidad, huyendo del emparejamiento, de la dualidad, quiere ese sentir de dominio total sobre todo lo que viva. Ya tuvo un él, que la anuló hasta solo quererle y no quererse y después solo quedó el silencio. Pero no puede evitar que cuando en su vida cesa el ruido y manda esa ausencia de sonido, él se hace presente brevemente.

Ella descubrió su cuerpo algo tarde, nunca fue mojigata en el tema sexual, pero tampoco se obsesionó con buscar el placer corporal, no tuvo esos ataques de calentura que en la adolescencia le transmitían padecer sus amigas. Ya algo más mayor sí que se le despertó un buen apetito sexual y aprendió a disfrutar de él. A veces se piensa a sí misma como una persona que se inicia tarde en las cosas, pero no siente que se quede rezagada, más bien se dice que las cosas le llegan en el momento que mejor le vienen a su vida, desde hace tiempo intenta ser optimista, ver las cosas sin dramatismo, aunque es cierto que no siempre lo consigue. Ahora, con bastantes más años a esos de los primeros impulsos, desinhibida por completo, se ha ido encontrando a ella misma.

En esos días de duchas veraniegas, en ciertas ocasiones vuelve no solo con el calor producto de la época de estío, sino también un calor interior, y al refrescarse, la ducha fría no aplaca ese fervor sexual que trajo y necesita desfogarse, y el chorro de agua es un magnifico masajeador, bien dirigido, un cosquilleo refulge entre las piernas, y ayudado por unos dedos ya expertos, consiguen dar placer a un clítoris deseoso de un contacto que haga subir por su espalda un espasmo eléctrico, espasmo que sale de sus entrañas, dejándola doblada y extasiada. Aunque en esos casos de onanismo, es durante los baños de espuma que se da en invierno, cuando más disfruta de ese roce y fricción en la parte elevada de la vulva, sintiendo esa calidez del agua a la vez que las yemas de sus dedos presionan y circundan toda la zona, centro de ese placer, y surge un profundo suspiro y jadeo, acompañado de leve taquicardia que hincha su pecho en busca de un aire que siente que le falta, hasta llegar al orgasmo.

En estos últimos años abandonó un tabú que tenía desde la adolescencia, pero que por cierta casualidad descubrió placentero no hace demasiado tiempo. Duchándose y enjabonándose, al pasar por la parte anal, introdujo levemente un dedo por allí de forma azarosa, nunca tuvo tentaciones de buscar deleite por ese lugar, que por Freud sabía que en la que infancia se encuentra placer en el control del esfínter denominándola fase anal, y aunque ya había visto muchas escenas de sexo en las que mujeres conseguían gozar aprovechando las terminaciones nerviosas de ese orificio, ella siempre lo rechazó, hasta aquel día, en el que al ver la facilidad con que pudo introducir su dedo por la lubricidad del gel utilizado, y sin dolor para ella, decidió, siempre abierta a nuevas sensaciones, explorar y probar  a dar un pequeño masaje, presionando los lados, avanzando poco a poco en busca de las paredes internas de la vagina, que al sentir esa compresión se excitó invitándola a seguir con el juego. Siguió investigando un breve rato, con cuidado y sorpresa a la vez por lo que estaba haciendo, y aunque estaba bastante excitada prefirió parar, dejarlo y posponerlo para otra ocasión, no sin antes masturbarse, esa  fruición despertada tenía que aplacarla, y tan excitada estaba por esas sensaciones que aún contenían su cuerpo que tardó muy poco en correrse fuerte, muy fuerte.

Para repetir esa sensación, ese descubrimiento, decidió que ya era hora de tener juguetes eróticos para sus momentos de intima búsqueda de autosatisfacción, nunca se había comprado un consolador, y había llegado el momento, y ya que se lanzaba pensó que un pack completo sería lo ideal para también ampliar a su recién estrenado juego y nuevo hallazgo. Su soledad elegida, a veces triste, al menos sería lo más placentera que pudiera, y desde entonces sus baños son aún mejores.

 

 

 

.     *La protagonista del relato con sus manos, como en la canción de Bebe, busca satisfacer las ausencias elegidas.

“Con mis manos“

Bebe Pa fuera telarañas

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Diciembre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

En la ducha

23 Martes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 12 comentarios

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amor, Aute, Christina Rosenvinge, ducha, erotismo, fantasía, fisgar, imaginación, intemperie, La bien querida, Música, Nacho Vegas, pareja, Quiéreme, ropa interior, Sílvia Comes, sexo, Shinoflow, Sidonie, Soledad, tristeza, ventanas

La veo en braguitas blancas, ahora ya no está. Braguitas blancas y camiseta también blanca, pero se fue de mi vista. Continúo mirando, observo desde la ventana, la persiana, mi persiana no me deja ver con nitidez. Vuelve a aparecer, es un blanco inmaculado que se ve muy bien, incluso muy brillante diría; coge algo y desaparece de nuevo. Sigo impasible con la vista al frente, en leve penumbra. No me impaciento, un minuto, dos, y un tercero pasan; y sigue sin volver a aparecer por delante de la ventana. Ahora sí me desespero, quiero que entre en mi campo visual de nuevo, deseo que suceda algo. Intento imaginar qué hace en otra parte de la habitación, creo que está en el baño, pero no lo sé con certeza. Quizás se esté dando un baño o una ducha relajante con toda el agua cayendo por su cabeza y su cuerpo, bajo un chorro de los llamados “lluvia”, que ahora se estilan. Y dejo volar mi imaginación y veo caer esa agua por sus cabellos y sus hombros y más, bajando y cayendo hacia sus pechos, pechos que creo que deben ser turgentes, antes vislumbré bajo aquella camiseta blanca esa posibilidad.

Él tampoco está al alcance de mi vista, a él también le vi con ropa interior, unos boxes ajustados y el torso desnudo. Pasó por delante de la ventana un par de veces, también asió algo y ya no le he vuelto a ver. Ahora aparece un momento, pero ha sido brevísimo, ya no está, se marchó hacia la parte a la que ella se desplazó. Me dejo llevar otra vez por las posibilidades que se estén dando en aquel lugar, al margen de lo que veo. Llevo aquí plantado bastante rato, y no hay novedades, sigo mirando al frente, al interior de esa ventana que me brinda la posibilidad de ver su interior por la luz encendida, ya es de noche.

Son más o menos jóvenes, en torno a los treinta y tantos, pudiera ser que cercanos a los cuarenta. Al verles ya a medio desnudar, y no siendo una hora avanzada de la tarde-noche pensé que quizás iban a tener sexo, y yo podría estar invitado a verlo si no cerraban el cortinaje de la ventana. Por eso me he quedado en el balcón frente a aquella ventana que se me muestra como una pantalla de cine. La pantalla de una sala X, lugar que nunca he visitado, lo más que he visto de cine “porno” ha sido algunas imágenes de películas en vídeo, nunca una película al completo, algunas escenas en Internet, sí que también he visto, a veces son estimulantes.

Están tardando en aparecer los dos. Si se hubiesen duchado por turnos, uno de los dos ya habría salido hacia la habitación y le hubiese visto pasar por delante de la ventana. Imagino que se están duchando juntos, que ella entró antes bajo el chorro de agua y él se demoro unos segundos, lo justo para que ella ya tuviese todo el cabello y el cuerpo mojado, cuando él se ha dispuesto a acompañarla. Ella no fue al baño con la intención de ducharse juntos y ni siquiera él, pero al verla tan atractiva toda mojada, decidió entrar para hacerlo junto a ella.

Ella se sorprende un poco, pero enseguida se sonríe y se echa a un lado para hacerle hueco, el espacio no es estrecho pero tampoco de gran dimensión. Le da un beso en el cuello y ella se estremece levemente, le ha empezado a tocar los pechos, los tiene suaves, tersos y deslizantes por el agua, a él le encanta sentir esa sensación en el tacto de sus manos, y al pasar los dedos por los pezones ha notado como estos se han endurecido. Se pone detrás de ella, a su espalda, y rodeando con sus brazos todo su cuerpo la sigue tocando los pechos, la aproxima hacia él, y ella ya siente el pene de él bastante erecto rozándole las nalgas. Ella, traviesa, mueve su culo por la zona genital de él, y la erección termina por ascender vertiginosa, tanto que ya ella nota sus testículos sobre su culo y el pene deslizarse apoyado verticalmente por el inicio de su espalda. Ella busca a tientas con su mano hacia atrás, y nota la verga dura de él. La agarra y la masajea con suave fruición. El agua sigue cayendo ya sobre los dos, como si estuviesen bajo la lluvia en algún callejón, al que han tenido que apartarse para poder aliviar la calentura que traían por la calle, como en aquellas imágenes de “Nueve semanas y media”. Ella siente gran calor en la entrepierna, ya toda húmeda de sus secreciones por la excitación. Sigue con el miembro viril bien agarrado. Él deja una de las manos en el pecho izquierdo y con la otra, deslizándola suave y lentamente por toda la tripa y el vientre hasta el vello púbico recortado graciosamente, por el que él pasa rápidamente en busca del ansiado clítoris que presiona con su dedo corazón. Ella da un leve respingo al sentir esa presión, y enseguida abre un poco las piernas y baja el falo para que encuentre sitio entre las piernas. Él entiende lo que ella quiere, que es lo mismo que él. Ella se pone un poco de puntillas para que el pueda encontrar la manera de penetrarla desde esa postura posterior, y con facilidad consigue que entre en su vagina, él lo hace con delicadeza pero no evitando que ella sienta la dureza del miembro abrirse paso por las cavidades del placer. Da un nimio gemido, y entonces él comienza a follarla con ímpetu, ella se dobla un poco hacia adelante apoyando sus manos en la pared, y siente como él sigue con ritmo entrando y saliendo, ahora parando y moviendo circularmente para que perciba en todas las partes de su interior el pene, y ya con tal excitación, ambos están a punto de correrse , y con los últimos movimientos acompasados él ya no aguanta más y se viene dentro de ella, apretando toda su pelvis contra el cuerpo de la pareja y a la vez la mujer se está corriendo, y aprieta sus nalgas contra las caderas de él, para sentir bien el falo dentro, que ya comienza a estar sin esa tensión de hace unos segundos cuando el placer venidero le mantenía duro y vibrante. Él queda abrazado sobre la espalda de ella jadeante, y ella coge resuello saboreando este instante de placer.

Se abrazan y besan con gran amor. Y comienzan a ducharse.

Ahora les veo aparecer frente a la ventana, ambos con albornoz y sonrientes, sin duda lo han pasado bien, parecen felices. Y esa imagen me hace daño, la tristeza me embarga, otra vez me siento solo. Cada vez que allí, enfrente, veo las parejas de las que no consigo formar parte, de las que en otro tiempo huía y ahora anhelo, me ataca este malestar. Me veo como ese amante de madera que he sido, sin sentimientos, como un tarugo insensible, que no da afecto ni deja que se lo den, pero que en la soledad, frente a esas vistas y esas ausencias añoro y pido que me quieran.

 

 

 

.     *Luis Eduardo Aute acompañado de varios cantantes jóvenes como Christina Rosenvinge, Nacho Vegas, La Bien Querida, Shinoflow, Marc Ros (Sidonie) y Sílvia Comesnos, cantan esta petición y deseo de ser querido como el protagonista del relato quisiera para sí.

“Quiéreme“

.     **NA: Publicado originalmente el 17 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Los libros hermanan

19 Viernes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Relato

≈ 10 comentarios

Los libros hermanan, aunque suene cursi o hiperbólico o incluso anacrónico, hermanan. Quienes han leído los mismos libros sienten que tienen algo en común, un nexo umbilical, algo fuera de lo racional que les une de alguna manera. Sobre todo, si hablamos de libros al margen de los clásicos reconocidos o fuera de los grandes ventas del momento o que ya lo dejaron de ser, y sí de los que siempre estuvieron en un segundo plano o han pasado a él hace tiempo o a un tercero o aún más atrás, casi en el olvido.

Los que estáis leyendo esto seguro que estáis de acuerdo conmigo. Cuando veis a alguien en algún lugar leyendo un libro que os ha gustado mucho o, os ha dejado huella por algún motivo, esbozáis una media sonrisa incluso tenéis el impulso de compartir con esa persona que lo leíste y que lo viviste como una bonita experiencia y que te divirtió, o como lectura dura por la historia relatada o incluso yendo más allá como una experiencia por la que todo el mundo debería pasar. Y estoy tan seguro de esto que digo del hermanamiento por los libros, por qué me ha pasado en algunas ocasiones que personas totalmente desconocidas, al verme el título del libro que tenía entre manos no se han resistido a hacerme comentarios al respecto; “¡qué buen libro!” o “me gustó mucho” o “tendría que ser obligatorio leerlo”, cumpliendo con esa necesidad surgida de compartir, en este caso conmigo, esa experiencia vivida con la lectura del libro.

La última experiencia de este tipo ha sido muy reciente con el libro de la foto “Vida y destino” de Vasilli Grossman, libro imprescindible para toparse cara a cara con la barbarie de los totalitarismos de siglo XX, con la batalla de Stalingrado como telón de fondo. Si ya es llamativo que alguien que no conoces se dirija a ti para hacerte saber que también lo leyó, todo ello con una flamante sonrisa de complicidad contigo por ambos formar parte de una especie de secta secreta de lectores que tienen en común entre sus lecturas ese título, lo es más cuando alguien que entra a la par en un ascensor hablando por teléfono y al darse cuenta del libro que llevo en las manos me mira con unos ojos chispeantes y cierta cara de alegre sorpresa a la vez que dice a su interlocutora; “M, espera, ahora te llamo”. Y todo, para hablar el brevísimo tiempo que duró la subida de los cuatro pisos que la llevaban a su destino, de lo bueno que le pareció el libro, llegando a decir que le cambió la vida y asintiendo cuando yo le dije que era bastante triste y duro lo relatado. Y así, al llegar a su planta nos despedimos, y ella cogió de nuevo su teléfono para continuar con su llamada interrumpida por la necesidad de mostrar ese hermanamiento conmigo.

Esto de interrumpir una llamada, dejar al margen a otro, sin duda, conocido y cercano para entablar una breve conversación o ni siquiera eso, un simple cruce de palabras admirativas hacia un libro con un extraño me pareció llamativo e inverosímil, teniendo en cuenta que todo era por un libro.

Empecé a pensar que estaba leyendo una obra que verdaderamente era algo especial, cuando días después en el andén de una estación de metro, mientras yo leía de pie a la espera del convoy, un chico se paró ante mi llamando mi atención al verle algo inclinado para ver la portada del libro, ante mi asombro, él rápidamente me dijo; “es muy bueno, te vi el otro día leyendo pero no pude ver bien la portada y no estaba seguro de si era el libro que creía y por eso me he parado a mirar así”, yo lo giré para que se cerciorase del título, aunque después de decirme el parabién hacía el libro, ya supuse que sí, que lo había conseguido leer y era lo que esperaba. Continuó diciéndome que no me dijo nada el día anterior al no estar seguro de que fuese el libro que a él le había parecido inconmensurable. Cruzamos dos o tres rápidos comentarios sobre el libro, y continuó su camino por el andén con una sonrisa en la cara y un chispear en los ojos, diría que satisfecho y feliz, había encontrado un hermano.

 

 

 

.     *Para poner música al relato qué mejor que una canción relacionada con los libros, como ésta canción de Radio Futura que homenajea un poema de Poe.

“Annabel Lee“

Mortal

12 Viernes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Poesía

≈ 5 comentarios

Etiquetas

Andrés Calamaro, eternidad, fantasía, Grandes ladridos, ilusiones, Los Animalitos, Música, mentiras, Mortal, Muerte, ojos, Paraíso, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Yo suscribo la deprimente muerte,

la inmortalidad inmoral,

la moralidad mortal.

El delirio de vivir indefinidamente,

de eterno habitar

mundos cambiantes,

agotadores.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

que nos llega para descansar.

Descanso del ser,

inmovilidad, quietud y espera,

fantasiosa espera

de un paraíso mentiroso.

Ilusoria necedad,

proscrita por maestres

de la prestidigitación.

Falsedades etéreas,

creídas por fes

inherentes al miedo.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

si llega con tus ojos

iré dulcemente a ella,

sin promesas eternas,

solo por pensar que allí estarán tus ojos.

 

Yo suscribo la deprimente muerte,

desde que me dejaron tus ojos de mirar

para por otras caras deambular.

Solo sueño con encontrarlos en algún lugar,

y es un lugar seguro aquel que suscribo,

al que ya quiero llegar.

 

 

 

.     *Andrés Calamaro y Los Animalitos cantan a esos ojos que están en todo, hasta en la muerte, donde el protagonista de nuestro poema desea llegar para encontrarlos de nuevo aunque le abandonaron.

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos“

.     **NA: Publicado originalmente el 15 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

 

Hoy no tengo cuerpo de prosa

05 Viernes Jul 2019

Posted by albertodieguez in Música, Relato

≈ 8 comentarios

Etiquetas

amor, La habitación roja, LHR, Música, palabras, prosa, Te quiero, verso

No tengo el cuerpo de prosa

No tengo la mente para muchas palabras

No tengo las manos para regalarte un folio repleto de frases

No tengo el llanto lejos para poder escribir

 

No tengo prosa que darte

Solo verso almidonado de recuerdos

De ausencias dolorosas,

que derribaron mis sentimientos

De dudas volcadas en ti

De verdades usurpadas por ti

 

No tengo cuerpo de prosa

Lo tengo lleno de versos itinerantes

Versos sin sentido,

del ser afligido buscando encontrarte

 

No tengo prosa para la carta

No la encuentro desde que tú marchaste

Secaste el tintero de la elocuencia

Trasmutaste verbo en silencio

El léxico quedó en el olvido

Prosaicas voces que decirte no tengo

 

Tengo la angustia paralizadora

Tengo la fugacidad del deseo

Tengo solo dos palabras

que caben en un solo verso,

Te quiero.

 

 

 

.     *En el poema como en la canción de La habitación roja el protagonista no puede evitar seguir queriendo aún en el abandono y el rechazo.

“Te quiero“

.     **NA: Publicado originalmente el 10 de Octubre de 2012. Hoy recibe una segunda oportunidad

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