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alegría, Confesiones de un artista de mierda, Convivencia, Depresión postparto, desequilibrio, Desorden, dudas, El equilibrio es Imposible, embarazo, Emociones, Hombres, Hormonas, Ivan Ferreiro, Love of lesbian, Música, Mujeres, pareja, Santi Balmes, sentiminetos, tristeza
Ella me decía que tenía que comprenderla, que sus hormonas estaban revolucionadas y que si estaba algo irascible o malhumorada o inestable no se lo tuviese en cuenta, todo era debido al proceso químico que estaba suponiendo el embarazo. Yo la comprendía o al menos intentaba hacerlo, algo había leído y había visto en documentales sobre toda esa trasformación interna del cuerpo de la mujer, un torrente de cambios desde el mismo momento en que el óvulo es fecundado. El cuerpo primero se altera ante elementos exógenos a los propios de la mujer y después cuando finalmente no lo rechaza, se prepara para acoger lo que vendrá, lo que crecerá en el vientre.
Cuando en conversaciones entre amigos con sus parejas que habían tenido hijos, salía el tema de la complicada convivencia durante el embarazo, siempre ellas decían que nosotros no podíamos entenderlas porque no sufríamos esos cambios celulares que desencadenaban esos desequilibrios en el estado afectivo y de comportamiento. Un comportamiento que hacía de la convivencia una montaña rusa. La maternidad o futura maternidad las diferenciaba de la paternidad o futura paternidad porque ellas sentían esos cambios corporales. Antes de vivirlo como sujeto activo (aunque pasivo en el proceso realmente) lo asumía desde el desconocimiento como algo que debía ser cierto, al fin y al cabo, a veces en los días de menstruación se vivía algo similar en nuestra relación, a aquello que contaban. Después, cuando todo llegó pude constatar que sin duda algo pasaba en su interior que la hacía darme contestaciones inesperadas y que mis actos la molestasen sobremanera, lo de “la regla” no era nada comparado con esto nuevo. Era una de cal y otra de arena por parte de ella, tras un comentario poco dulce venían las disculpas, bajo aquel mantra de; “Son las hormonas, discúlpame, no me lo tengas en cuenta”. Y así pasaron los primeros meses, luego la cosa se estabilizó y se producían esporádicamente los episodios de malhumor. Aquello queda ya casi en el olvido, como una curiosidad, algo anecdótico que sucedió pero que en el fondo es ajeno a uno, más figurante que actor principal, sólo el esparrin en el cuadrilátero encajando sin dar respuesta para no dañar al púgil para su lucimiento en el combate final. Y tras ese combate, el púgil queda dañado, y entonces lo que aparece es un desorden emocional. Ya no son malos humores o enfados o discusiones tontas y por lo más nimio, ahora es llanto y tristeza lo que le acompaña a ella en los primeros días tras el alumbramiento.
Se supone que yo debo estar a su lado sin resquicios, para darle orden emocional y estabilidad a ese desenfreno de sentimientos. Te dicen; Ahora tienes que cuidarla, la depresión post-parto es mucho peor que los desvaríos hormonales durante el embarazo. Y entonces te dices que igual que hasta ahora le has apoyado en todo momento y has ido amoldando tus palabras y tu comportamiento para que tus actos no sean motivo de disputa o pequeña bronca, lo seguirás haciendo. Pero de pronto te das cuenta que no te va a ser fácil, cuando eres tú el que siente ese desorden emocional, y necesitarías un hombro en el que apoyarte y unos brazos que te sujeten, y un fuerte abrazo que te consuele. Pensabas que eras el fuerte, el sustento para los dos, y que podrías llevar todo ese peso de los momento difíciles, estos en los que afrontar lo que nos es nuevo. De repente te sientes confuso, la angustia aflora, las dudas se apoderan de todo y te aborda la tristeza, no sabes porque estás así, cuando es alegría lo que deberías derrochar, y es la felicidad lo que debería dominar estos instantes.
Nunca me hablaron de que podía ser yo el que sufriese aquello que solo se cuenta que sienten las mujeres. Nunca se habla de que los hombres sufran los mismos síntomas que ellas. Parece que los hombres no sienten ni padecen durante este proceso de llegada del hijo.
Todo esto me pilló desprevenido. Yo, que había interiorizado que mi comportamiento debía ser, aún más que antes, sin aristas que pudiesen dañar y me había esmerado en pulirlas, yo, que había suavizado mi verbo directo y punzante, para que todo fluyese lo mejor para ella y para mí mismo, -verla mal me desarma-, sabiendo que lo que otras veces hubiese pasado por una simple conversación y cruce de comentarios, ahora podía suponer una afrenta que nos llevara a un desencuentro que nos haría mal. No me había preparado, no había tomado la precaución de ponerme una coraza, y esas palabras duras que yo evitaba decir las recibía como lanza y puya, como hiriente filo que sajase mi piel libre de defensa y no preparada para recibir la ignominia del otro, para recibir su desahogo.
Tengo un volcán de emociones que brotan aquí y allá, que se agolpan unas encima de otras, pero no de manera ordenada, ni de una forma lógica, surge la alegría y seguidamente la tristeza, que es apartada por la euforia, que a su vez es retirada por la angustia. Intento comprender esta hipersensibilidad, pero no lo logro, me confunde esta mezcla de sensaciones. Lo normal sería que aflorasen seguidas las que son del mismo carácter; las felices juntas o las que entristecen y agobian apiñadas, pero no intercaladas y haciendo que me sienta como en un columpio, arriba y abajo, otra vez arriba, y de nuevo en lo más bajo, en un vaivén desquiciante que me hace vacilar sobre mi equilibrio mental. Tengo los sentimientos a flor de piel, y un gesto o una palabra o un pensamiento eriza mi vello y humedece mis pestañas. En la soledad, las emociones se descabalgan, y mil dudas me abordan. Temo no haber acertado trayendo a un ser a este mundo que se me vuelve y muestra ingrato, sin un motivo que lo cambie y lo haga diferente de ayer o de hace un año cuando tomamos la decisión. El egoísmo se muestra y dice; con lo bien que estabas. Intento sosegarme y me digo; no tiene sentido este malestar, este ahogo que tienes. Pero no puedo evitar irme a un aparte y llorar y respirar hondo y rehacerme para volver y que me vea ella fuerte, sin que vislumbre la última herida producto de su último comentario. Encajando como puedo todo este desorden emocional.
*Ivan Ferreiro y Santi Balmes de LOL, completan y ponen banda sonora al relato de hoy, hablándonos de esos días en que el equilibrio es imposible, y nos vemos y nos decimos: “Qué felices, qué caras más tristes”.
Yo es que soy muy poco amiga de dar consejos pero le diría o te diría….prueba a decirla lo mal que estas….busca el momento y las palabras, el tono tambien es importante…Nunca me plantee que pudieraís digerirlo así…a las mujeres nos desbordan los vaivenes y se suma el bebé y la imagen del espejo…el poco tiempo….el sueño….pero veo que vosotros o por lo menos algunos pueden sufrir esa depresion inducida…
Un abrazo fuerte con muchos besos con muchas alas….
Gracias Leha.
Escribí el relato por ello, para decir que el hombre es un gran olvidado en todo este proceso. Por suerte, mi caso no es así de agónico, lo mio ha sido algo más suave, pero apuesto que hay muchos que si que lo sufren profundamente, igual que hay hombres que sufre los síntomas del embarazo en propia carne, (conozco alguno que le pasó). Es alucinante lo de la somatización de alguna gente.
Besos. 🙂
Tal vez resulta que estoy releyendo algo que escribí yo mismo allá por el 81… o allá en partida doble en el 88, o quizá es que son exactamente los mismos sentimientos y conclusiones que otra persona [Tú] tiene en la misma situación.
No, no se tiene en cuenta el papel masculino en este proceso. Todo versa en torno a la madre y al recién nacido. Queda el elemento masculino como progenitor y partícipe sólo de los buenos momentos, como si nuestro papel se acabara justo después de tener las relaciones sexuales que culminan en el parto.
Pasamos lamentablemente otra depresión post parto y otra depresión por aceptación de acontecimientos durante el embarazo. Pero a modo de esas patologías silenciosas que no se reconocen pasamos a ser muchas veces elementos invisibles.
El otro día leía [de quien no pensaba que lo haría nunca] que cualquier tonto puede tener un hijo, pero no a todos los que tienen un hijo se les puede llamar papá. Yo añadiría que si no fuera por muchos de esos tontos, a muchas madres se les haría todo aún más difícil.
Date tu tiempo. Todo pasa. Todo queda. Todo se supera. Un abrazo.
Gracias Josep.
Me agrada que hayas visto reflejado en mi texto tú pensamiento y tú vivencia de hace tantos años atrás. Como le decía a Leha, el texto surge de la necesidad de contar una realidad que normalmente queda callada, y que tú mismo me acabas de confirmar que así es, en tú comentario.
Por suerte como le decía a ella, mi caso ha sido menos duro y agónico que el relato. La madre ayuda a que así sea.
Sin duda, como dices, no hay que tener prisa para asimilar todas las emociones, y hay que tomarse tiempo para que se sedimenten bien.
Sin querer polemizar, hay muchas mujeres que descuidan a su pareja, en cuanto hay niños por medio.
Respecto a lo que cuentas que leíste hace poco, igualmente se podría dar la vuelta a la frase que decías; -“cualquier tonto puede tener un hijo”-. Yo añadiría; -“cualquier tonta puede tener un hijo”, que no significa ser madre, sólo ser “mujer con hijo”. Todo es cuestionable.
Un fuerte abrazo.
Yo tuve tres hijos muy seguidos y por eso no deje nunca a mi marido a un lado, lo trate igual, antes que nacieran ellos y después. Yo después de pasar una mala noche con mis hijos, me levantaba a las cinco de la mañana a ponerle el desayuno a mi marido, prepararle la cesta de la comida, porque trabajaba lejos de casa y tambien le preparaba en la cama su ropa para que se vistiera. Me recuerdo, que cuando me ajuntaba con las amigas a tomar café se reían de mi, me decian que era tota, por hacer esas cosas, asi les fue a ellas, hoy en dia estan separadas. Mi opinion, que tanto la mujer como el hombre sufre. Tambien tengo que decirte, que mi marido, inchado de trabajar, me ayudaba con mis hijo y sufrio mucho.
Hola Chari.
No quise polemizar, ni sentar cátedra, ni mucho menos generalizar hasta el exceso, pero sí que es verdad que hay mujeres que tras tener un hijo, ya todo gira en torno a él o ellos si son varios. Tú caso parece ser que no lo fue, y me alegra por ti y por tu marido afortunado en este caso. Es más creo que todas esas atenciones que cuentas que le dispensabas me parecen excesivas. Permíteme el comentario, sin ánimo de ofender, pero no le veo relación a que esas atenciones serviles decidan el fracaso o no de una relación, por lo menos en la actualidad. Además, por mi parte no quisiera tener una mujer a mi lado de esa manera. Quiero a una compañera no una sirvienta, aunque ella me dijese que lo hace por amor y que es lo que desea. No me sentiría cómodo.
NA: Espero que mi franqueza no haga que no vuelvas por mi casa. 🙂
Besos.
que va, yo respeto tu opinión y es bueno que me digas lo que piensas y no darme la razón sin tenerla, eso para mi es un honor, que digas lo que piensas. Seguiré visitándote y dejando mensajes, eso nunca deje en duda, me gusta, leerte y como escribes, es bueno, escuchar , respetan las opiniones de los demas, porque a veces una puede estar equivocada y te pueden enseñar. No se si me entiendes, ya que yo no se escribir muy bien. te diré que en la actualidad, sigo siendo la misma a lo que respeta a mi marido, o que no pueda, siempre le tengo todo a su punto. Yo no me considero una sirvienta , ya que el no me obliga, lo hago porque yo quiero y el cuida muy bien de mi también. Mi hija me dice que soy machista, porque yo me case para lo bueno y lo malo, para cuídalo. Hoy en dia no es lo mismo, la mujeres son diferente. Muchas gracias por tu opinión y te repito, para mi es un honor estar aquí y leerte.
Si que te entiendo Chari. Y no te juzgo.
Sólo que la vida ha cambiado bastante y las relaciones de las parejas también. Creo que para bien de todos.
NA: Gracias por venir.
Un abrazo.
CUANDO IBA A LLEGAR MI HIJA, Y DESPUES, LA VIDA NO ME PERMITIO ABANDONARME A ESE COLUMPIO DE EMOCIONES… AHORA… 35 AÑOS MAS TARDE, ESE COLUMPIO NO PARA DE SUBIR Y DE BAJAR.
UN SALUDO, Y SUERTE.
La vida es un constante columpio…
Un abrazo.
Nuevamente, independientemente de vuestros sentimientos por los que estáis pasando y que sinceramente espero prontamente ambos superéis, permitidme decíos que vuestro texto es muy bueno.
Sois de esos poquillos que logran transmitir la pasión por medio de letras anudadas.
Beso y abrazo, para vosotros tres.
Muchas gracias Ericka por el piropazo que me acabas de decir. 🙂
Besos.
Excelente reflexión.
Me hace pensar en mi hermano; padre de gemelas, he sido testigo de sus momentos de desasosiego y esa lucha interna por ser o querer ser el fuerte de la familia.
Me ha encantado.
Un fuerte abrazo y esperando que las cosas mejoren.
Gracias Rotze.
Todo va mejor, realmente, como ya dije en algunos comentarios anteriores nunca estuvieron tan graves como en el relato. :-).
Besos.
Se dice que el hombre no sufre durante ese periodo, la realidad es que muchas veces es olvidado en esa etapa y cuando se vuelve a reparar en el, todo ha cambiado y su lugar es casi inexistente sino fuera que en la mayoría de los casos es proveedor del bien de la familia y nadie recordaría que alguna vez existió.
Saludos
Totalmente de acuerdo.
NA: Espero que estés mejorando.
Besos.
Una ventana para asomarse y ver las cosas desde “el otro lado” o si quieres “desde uno de los lados”.
Excelente.
Y…gracias por la NA. ; – )
Besos!
Gracias By.
Después de la entrada anterior creí necesaria la aclaración. 🙂
Besos.
Está bien dejar por escrito que los hombres también sufrís emocionalmente el gran torbellino de lo que es una nueva maternidad, no se suele hablar de ello pero sois parte del todo. Y que no es nada fácil tener que ser el fuerte por decreto. Que conste que mi marido tuvo nauseas como yo antes de saber seguro que estába embarazada, osea que la simbiosis esa existe!
Eso sí, las hormonas son bestiales, y el baby blues con la subidad de leche y el cansancio, una odisea.
Un beso
Efectivamente Pgatina, lo vuestro es bestial, y sin duda para mí sois unas heroínas (lo digo en serio), ya haré algún relato desde vuestra perspectiva.
Un beso.
En los momentos críticos todos tenemos una fortaleza enorme entrelazada con el instinto y la intuición, lo único es tener fe en que existe, y dejarse llevar sin pensar más allá que en solucionar viviendo cada momento presente, hilando uno detrás de otro. El aquí y ahora en su máxima expresión, el ego y los enredos de cabeza en su mínima.
Me encantará leer tu relato, este tema, que vivo ahora mismo en mi día a día, me interesa enormemente.
Besos
Sin duda Pgatina que el instinto y la intuición son la principal guía en estos momentos. Y las fuerzas surgen sin darte cuenta.
Besos.
El mundo está plagado de lugares comunes que la gente da por seguro porque es mucho más fácil “pensar” de esa manera que pensar de verdad, como corresponde, sopesando cada caso particular, con sus pros y sus contras y muchas cosas más que pueden parecer accesorias pero que no lo son en absoluto.
Mitos: que el hombre es el sexo fuerte y la mujer el sexo débil (burda mentira: si así fuera pariríamos nosotros y no ellas. Las mujeres son el verdadero sexo fuerte; sólo que nos dan el “título” a nosotros para que nos quedemos tranquilos mientras ellas manejan los hilos tras bambalinas). Que el embarazo es sólo cosa de mujeres. Tal vez antes era así, pero ahora los hombres han evolucionado y acompañan a las mujeres en todo sentido. Está bien, ellas llevan la carga física, pero nada puede decírsenos a los hombres, nada hemos tenido que ver con esa división de tareas. Ahora, ¿no es que las mujeres quieren hombres sensibles, amables, comprensivos, compañeros? Pero si te ven llorar eres “un débil”, un “pusilánime” etc. Complejo el tema femenino…
Hace poco, y a raíz de la muerte del poeta argentino Juan Gelman, leí una revista que compro semanalmente y que dedicó todo su número a este hombre. No he sido un gran lector de Gelman, pero sí me afecta mucho todo aquello que tenga que ver con la dictadura militar y con el tema de los desaparecidos (estrecha relación tiene todo esto con Gelman), y varias veces tuve que detener la lectura porque me afectaba de tal manera que encontraba difícil leer a través de mis ojos anegados en lágrimas. Incluso uno de los poemas “Carta a mi madre”, me obligó a dejar por un buen rato la revista a un lado (mi madre sufre de Alzheimer y verla, día a día, como se va yendo mientras aun está aquí es difícil de manejar).
En un momento (mientras reflexionaba luego de leer este poema) me dije: “pobre del hombre que no llora”, frase que pensé en incluir en un post en el que pensaba hablar de ese tema. Creo que dejarla aquí es mejor; al menos sabes que no estás solo (en ninguna de estas etapas).
Bienvenido al club (o a los clubes, debería decir).
Un fuerte abrazo.
Muy de acuerdo contigo, Borgeano.
Si no lloras, es porque no sientes, o lo que sientes y te duele no lo expresas ni derramas por verguenza o miedo a mostrarte débil. Lo que se deja en el interior a veces se puede enquistar, y eso es malo.
Es como cuando algo te sienta mal de tu pareja o de un amigo, si no lo sacas y lo dices, puede empozoñar la relación.
Llorar, creo que es muy sano y necesario, y no lo veo como debilidad, si no como descanso y renovación. Me gustó tu frase “Pobre del hombre que no llora”.
NA: Duro lo del Alzheimer. Recibe todos mis ánimos para sobrellevar lo mejor que puedas la enfermedad del olvido que acecha a tu madre.
Un abrazo enorme.
A veces no nos damos cuenta de que, quien se supone que es el “fuerte” puede estar peor que uno mismo… Un besote y ánimo.
Efectivamente Álter, a veces unos y otros no dejamos de mirarnos el ombligo…
Besos.
Hola Alberto,
Me parece un topicazo tan inmenso eso de… las mujeres somos las débiles y los hombres los fuertes. Creo que eso es generalizar demasiado.
Yo he visto llorar a hombres como nunca lo he visto a ninguna mujer, con un sentimiento y una necesidad increíbles. Y a mujeres “mantener el tipo” de una forma magnífica.
Creo que, en situaciones como las que tú planteas, se tiende a dar el protagonismo absoluto a la mujer, o a la madre, sin pensar que vosotros también lleváis una carga emocional intensa. Los cambios los sufren los dos.
¡Claro que, esta es una opinión personal!
Quizá es que no me gustan los estereotipos. Y así, ahora que nadie nos oye, te diré que a mí un hombre que es capaz de llorar, me parece que es un valiente.
Muchos besetes desde mi condición de humana…
Hola María.
A mi tampoco me gustan los estereotipos. Aunque mucha gente se empeña en afianzarlos con sus conductas… y claro eso ayuda poco a cambiar el pensamiento general.
Desde mi optimismo, creo que el mundo está lleno de valientes anónimos, hombres… y mujeres.
Besos para esa humana. 🙂
🙂 de la humana…
¡Santa Madonna! Llevo más de media hora leyéndolo todo todito 🙂
El texto, Alberto, creo que refleja perfectamente una situación que se suele dar en algunas parejas ante la llegada de los hijos. La sobrevaloración de la mujer-madre y la infravaloración del hombre-padre, por expresarlo de alguna forma, es un tópico, pero no por ello inexistente.
Afortunadamente, las cosas han cambiado bastante en el planteamiento de las parejas ante la mater-paternidad, pero es cierto que -aun hoy- hay muchas parejas en las que se da este estereotipo.
Todavía recuerdo lo que decía un tío mío -que ya murió hace años- desde su pensamiento sencillo y poco ilustrado, pero cargado de filosofía popular. Pues bien, él decía que las mujeres se casan tres veces: primero con el marido, luego dejan al marido y se casan con los hijos, para después volver a casarse con el marido cuando los hijos empiezan a ser más independientes. Cuando era jovencita y él lo decía, yo no entendía lo que quería decir. Después con el paso de los años y la observación de algunas parejas con hijos, lo he entendido perfectamente.
En fin, que lo mejor es compartir todas las experiencias, incluida la maravillosa experiencia de ser padres.
Creo que nadie lo hubiera explicado mejor.
Besos compartidos.
Chelo, qué razón tenía tu tío!!!!.
Me alegra que te haya gustado mi enfoque en el relato.
Besos.:-)
🙂
Me ha conmovido tu texto Alberto, nos descubres “la otra cara de la moneda”, algo que no se suele mencionar, y me alegra descubrir en los comentarios que tu caso ha sido más leve 🙂
Aun así estoy segura de que muchos hombres lo pasan realmente mal, básicamente por dos razones: os cuesta más hablar y sacar vuestros sentimientos que a nosotras, os guardáis vuestro malestar para “protegernos”, y todos (hombres y mujeres) necesitamos de un hombro sobre el que apoyarnos y llorar.
El segundo motivo es el que reflejas magníficamente: el hombre es el gran olvidado en el asunto de la paternidad, sin embargo su vida también toma un cambio radical al que tiene que adaptarse, al igual que la madre.
La llegada de un bebé al mundo, (y te lo dice una que los adora) es una etapa de la vida que se idealiza mucho. Cuando llega el chiquitín pone de patas arriba todo su entorno… pero luego, ¡por él darías la vida sin vacilar! 🙂
Besitos.
Hola Emy.
Me alegra que te gustase el relato. Y tienes toda la razón de que todo el proceso está superidealizado, y la realidad es otra, bastante diferente. Aunque para que engañarnos, sabía que esto sería así, sabía que sería duro, nunca creí a los quqe decían que todo o casi todo era estupendo.
Besos. 🙂
Pues eso, que quizá la ayude más que le digas la verdad, el mostrarte débil, porque todos lo somos, ser padre no es fácil, te surgen miedos, sentimientos encontrados, lo mismo que nos has contado se lo cuentas a ella y seguro que le hace sentirse mucho mejor.
O eso o te largas una temporada de casa, al Caribe 😀 también suele funcionar, vuelves cuando el chaval se vaya a la mili y se acabó el problema.
Abrazos.
Dess, la idea del caribe o cualquieer otro viaje me gusta 🙂 Se lo voy a proponer.
Como puse en mi nota “NA” de final de la entrada, este caso no es tan real. Ella está al tanto de mis pensamientos y sentimientos. 🙂
Besos.
Aparte de las influencias endógenas (hormonas, cuerpo etc) hay una muy clara y es la traída al mundo de un ser humano, de un hijo, eso por sí mismo ya es algo lo suficientemente fuerte y grande como para desequilibrar a cualquiera padre y madre.
Un Fuerte Abrazo Alberto 🙂 .
Es cierto, ya eso por si solo desquilibra!!.
Un abrazo Joaquín.
Pienso (opinión personal absolutamente) que la labor de padres es cosa de compañeros. No hay nadie fuerte ni débil, simplemente dos personas que deciden emprender la mayor aventura de sus vidas, traer al mundo, criar, educar y formar a un ser humano distinto a ellos mismos y encima al que adoran, peeeero viene sin instrucciones y todo es nuevo.
Creo que si la cosa se plantea como unos compañeros que empiezan una aventura, sin clichés ni ideas predeterminadas, todos somos fuertes y todos somos débiles, simplemente depende del momento y los dos deben de saber cómo se siente el otro, quizás así será un poquito menos complicado. No pasa nada por decir tengo miedo ó esto que haces me duele, me lastima. Creo que mostrar los sentimientos aligera la carga de ámbos.
Besazo y perdón por la chapa. 😀
Ja, ja. Nada de chapa.
Yo también creo que la relación en este ámbito, como en todos de la pareja, debe ser un andar de la mano descubriendo el paisaje y los nuevos caminos, y así sentir cada uno el cansancio y el estado del otro, y si uno tropieza o flaquea ahí está el otro para sujetarle fuerte y entre los dos seguir sacando fuerzas para continuar.
Besos de sábado soleado. 🙂
Tendré que volver, Alberto aunque…. creo que ya no queda mucho que decir…
…. pero esta “diferencia” entre sexos és un tema que me apasiona y, sería tal el comentario que publicaría, que…. mejor lo hago en un post.
Jajajaja, ahora que lo recuerdo, en un comentario del post en el que preguntaba “que ha significado mi paso por tu vida”, dijiste que tenías un esbozo de texto y que pretendías publicarlo.
Y ahora, tu post, me ha dado tema para publicar yo otro, jejejeje. Eso, eso, tú ves dándome ideas que, ahora que vuelvo a tener un poco de tiempo, las necesito 😉
Un besote, corasón
Genial !! 🙂
Nos retroalimentamos.
Besos.
Ah, ahora empiezo a entender este casi imperceptible aumento de peso, jejejeje
Muak!!!